jueves, agosto 28, 2025

Despliegue de la vida esponsal. Liturgia viva


Nuestra forma de celebrar desvela bien quienes somos. Nuestra forma personal de celebrar y también nuestra forma comunitaria. Si necesitas cosas como ir el 1 de enero a Viena estás regular de la cabeza, además de sobrado en el bolsillo. Si disfrutas con encuentros sencillos y significativos con otras personas es que algo arde en tu corazón.


Dos personas que comparten plenamente su vida son un bien para todos. En una asociación a la que pertenezco (www.encuentroysolidaridad.net) desde siempre damos especial importancia al matrimonio. No necesita un brillo artificial y es bueno que la luz no se esconda. Por eso cada año hacemos una “renovación comunitaria del matrimonio” en la Eucaristía final de nuestra Asamblea anual.


Siguiendo una amplia tradición el sacerdote leonés Eugenio Merino a mediados del siglo XX, habiendo sido un referente para sus sacerdotes como director espiritual del Seminario de Valderas, acuñó la luminosa idea de centrar los sacramentos en que son “luz, medicina y fortaleza”. Así -fácilmente memorizable- aquellos cristianos iban reflexionando sobre ello a partir de sus vivencias. Con esa idea en esta renovación del matrimonio se pretende sobre todo aumentar el amor más que conservarlo, porque la experiencia y la reflexión saben que el amor tiene mucho que ver con la voluntad. Para amar, sobre todo hace falta querer: querer amar.


En la historia del apostolado obrero y solidario hemos querido siempre actualizar y recrear estas formas de celebrar. Sin hacer ningún tipo de artificio ni de exageración hemos reelaborado algunos textos y gestos, siempre respetando las ideas fuerza y los gestos fundamentales. Creemos seguir la multisecular praxis de los creyentes que tampoco se han atado fría y quizá un poco farisaicamente a las normas, o mejor dicho a la exterioridad de las normas.


Por eso el ultimo 16 de agosto, en el marco de la Eucaristía hicimos un poco distinto, un poco más completo, la Presentación de ofrendas. Quisimos ofrecer nuestro deseo de una mejor vivencia del sacramento del matrimonio. Especialmente los que están casados, pero también los que por alguna razón se separaron e incluso los no casados podemos hacer algún tipo de ofrecimiento que tenga relación con el amor por este sacramento esencial para la Iglesia. 


Para san Juan de la Cruz y los místicos la relación esponsal es la mejor imagen de la relación del alma (hoy decimos más bien la persona) con Dios. “Que mi amado es para mí y yo soy para mi amado” dice Teresa de Jesús. “Pues ya no eres esquiva, acaba ya, si quieres; rompe la tela de este dulce encuentro” dice Juan de la Cruz. Lo más interesante es, me parece, la vivencia cotidiana de esto en la pastoral y la vida de cada día. De forma que no solo los grandes teólogos sino que la práctica habitual de nuestro entorno lo hace. Y así aparece en muchos sectores sociales antes del Concilio y sobre todo después. Una pequeña muestra de ello es que hace años que la revista del centro teológico de Las Palmas publicó un magnifico artículo del sacerdote Higinio Sánchez sobre la íntima relación entre matrimonio y Eucaristía.


El Vaticano II dio gran importancia a la Liturgia. Manifestó que es elemento central de la renovación que pretendía. Algunas exageraciones de la creatividad parecen haber producido el pendulazo de volver a las normas de manera ritualista. Nada peor puede pasar. Las personas influidas por el sacerdote Marcelino Legido (unos más, otros menos) siempre hemos deseado una vivencia creativa que respetara fielmente la celebración. Era yo muy joven cuando oía decir que Marcelino había dicho a alguien que manejaba caprichosamente las celebraciones “la Eucaristía no es tuya, es de la Iglesia”. Avatares de la vida me llevaron a ser el párroco por un año de sus parroquias y esa experiencia se sentía en el ambiente. Era algo magnífico.


Dio la casualidad que en aquel momento tocaba visita pastoral del Obispo. Tras las jornadas de la Visita tuvimos una reunión de curas con don Braulio en un santuario. Se le preguntó espontáneamente sobre sus impresiones y lo primero que dijo fue algo así como “Bueno, parece que habéis desterrado el “lavabo” pero bien, muy bien”. Se refería a que en las parroquias ningún cura hacia el preceptivo rito del lavado de manos. Sin embargo quedaba claro que no le daba ninguna importancia. El obispo sí lo hacia en sus celebraciones pero entendió perfectamente que aquel grupo de curas no estaba haciendo ninguna herejía. En el libro dedicado a Marcelino (El esplendor de la misericordia) el obispo Braulio escribió de él con mucho cariño y admiración como sacerdote fiel. Es con esas coordenadas como muchos intentamos ensanchar vitalmente la liturgia, tan lejos de los caprichos como de la rigidez.


En el caso concreto de esa Presentación de ofrendas cada quien, muchos en pareja, ponen sobre el altar algo de su vida que quieren ofrecer. El ser humano tiene vocación de generosidad. Se pueden ofrecer cualidades, tiempo, bienes materiales, dificultades, temores, entusiasmo… Todo ello se expresa con algún objeto y lo ponemos en el altar. No tratamos con ello de hacer una “miniconsagración” de objetos. Es más sencillo. Queremos entrelazar nuestra vida con los sacramentos, con Jesús, queremos bendecir y ser bendecidos. Somos miembros de un Cuerpo y queremos expresarlo. Somos amor, recibimos amor y lo damos.

lunes, agosto 25, 2025

Tetrapléjico por una zambullida: «Te olvidas de la vida que imaginaste»


Said Lamrabet es uno de los 17 pacientes ingresados. Se tiró de forma imprudente a una piscina natural y pide, como los sanitarios que le atienden, mucha responsabilidad

El tintineo de unas campanas y los aplausos interrumpen por unos instantes la actividad en la Unidad de Lesionados Medulares del Hospital Insular de Gran Canaria. Es un momento especial. Este viernes de agosto la vida de Fran Fernández, de 45 años, y Cris Vicario, de 25 años, comienza de nuevo. Entre abrazos, sonrisas cómplices y muchas lágrimas de emoción, tanto ellos como sus familias se despiden, después de recibir el alta, de la otra familia que han encontrado en la planta cinco del centro hospitalario público durante los meses que han estado ingresados. «A tope», le dice Cris a uno de los pacientes que se quedan para seguir recuperándose.

La nueva realidad que afrontan después de tres meses en planta, en el caso de Cris, y ocho en el de Fran, la ve lejana y con esperanza uno de sus compañeros, Said Lamrabet, que desde 2021 vive en la unidad después de sufrir una lesión medular tras una zambullida.

El joven, de 31 años y natural de Marruecos, llegó a las islas en patera en 2020. Un año después, una tarde de abril y por paradojas del destino, fue en el mismo lugar donde sobrevivió donde todo cambió. «Me tiré mal a una piscina natural y me quedé tetrapléjico», cuenta Said desde la cama de su habitación después de almorzar junto a sus compañeros en el comedor.

Él es uno de los trece pacientes con una lesión medular ocasionada por zambullida que han sido atendidos en esta unidad, de referencia en el archipiélago y que solo cuenta con 17 camas, durante los últimos cinco años. En esta planta, un equipo multidisciplinar de rehabilitación intensiva, compuesto por cerca de 60 profesionales, entre los que hay fisioterapeutas, terapeutas ocupacionales y psicólogos, acompaña y enseña a los pacientes, 44 durante 2024, a «vivir con todas las posibilidades».

Reportaje en: (aquÍ)

ORACIÓN PARA APRENDER A AMAR EN LO COTIDIANO


SEÑOR JESÚS
Al comenzar este nuevo día, 
escucho tu llamado a esforzarme 
por entrar por la puerta angosta del amor auténtico. 
Ayúdame a no conformarme con una fe superficial, 
hecha sólo de palabras o rutinas vacías. 
Que hoy no me engañe 
pensando que basta con "haberte conocido" de lejos, 
sino que viva cada momento 
como oportunidad para elegirte en mis decisiones concretas: 
en la paciencia con mi familia, 
en la honestidad en mi trabajo, 
en la compasión con quien sufre.

Jesús camino verdadero, 
no permitas que el ajetreo del día 
me distraiga de lo esencial. 
Dame la valentía de dejar lo que me impide pasar por tu puerta: 
mis egoísmos, mis perezas y mis autosuficiencias. 

María, Madre de los que perseveran, 
enséñame a ser constante, 
para que cuando llegue la hora definitiva, 
no me encuentres como extraño, 
sino como hijo que aprendió a amar en lo cotidiano.
AMÉN

martes, agosto 19, 2025

Meter la para entera y tener media pata metida

Cuando vemos a alguien que mete la pata entera muchas veces no dos damos cuenta de que la nuestra está medio metida y al ver al que la mete entera nos quedamos tranquilos porque la nuestra no está metida entera. En el país de los ciegos el tuerto es el rey. El tuerto no se da cuenta de que está tuerto cuando ve a otros ciegos. Si vemos a otro que tiene la pata metida entera podemos quedarnos tranquilos cuando vemos que otro la tiene metida entera. Si alguien con una mano cortada se quedara tranquilo porque ve a otro sin un brazo no nos parecería normal.

Cuando un eclesiástico de “alto rango” mete la pata a fondo ya sabemos quienes van a salir raudos a frotarse las manos. ¿Por qué con tanto interés? A mí con esta gente me parece más razonable hacer como con los aristócratas, ni caso. ¿Recuerda que pasó cuando un aristócrata dijo que estaba bien que las niñas se prostituyesen si así sacaban para ir viviendo? Sentimos asco y seguimos, no se le dio más importancia. Cosas de aristócratas. Cosas de salvajes. No recuerdo ni el nombre del tipo.

Pero los medios de intoxicación son así. Lo explica bien el presidente de la Conferencia episcopal y le hacen menos caso que al que mete la pata hasta el corvejón y se hace eco toda la ristra que estaban deseando que ocurriera para hacer caja económica y satisfacción de sus instintos. Un chollo.

Hace poco a una amiga de absoluta fiabilidad un importante programa de televisión la tuvo dos horas y media al sol para que hiciera unas declaraciones sobre inmigración. Los reporteros le dijeron varias veces que desde los servicios centrales del programa decían que no valía. ¿Qué pretendían? Que dijera lo que ellos querían que dijera.

No soy experto en historia de la espiritualidad pero los auténticos revolucionaros no parecen haber tenido esa mirada. Francisco y Clara de Asís, Teresa de Jesús y Juan de la Cruz, Ignacio de Loyola, Carlos de Foucauld, hermanita Madeleine (paridad casi casi…) no se han fijado en los desnortados sino que han emprendido con vigor la revolución en si mismos, en el pueblo y en sus comunidades, aunque lo llamaran reforma. Porque si ponemos la lupa sobre estas salidas de tono no nos damos cuenta de nuestro mas o menos fango y hasta nos creemos buenos.

Los medios eclesiásticos que destacan esas frases de ciertos eclesiásticos lo único importante que hace es dejarnos tranquilos en nuestra mediocridad. El racismo no puede hacer más tragable el microrracismo. El machismo no hace tragable el micromachismo. La dictadura no debe hacer más tragable la democracia formal. El paro no debe hacer más tragable la explotación laboral. La guerra no hace más tragable la violencia. La mediocridad nunca es la solución. Frecuentemente no es más que la justificación de formas un poco menos injustas.

¿sufrimos porque pecamos?

La doctrina cristiana de la redención, en buena parte de su desarrollo histórico, ha puesto un énfasis excesivo en la dimensión de la culpa y el pecado individual, presentando la salvación casi exclusivamente como liberación de la condena personal. Esta perspectiva, en muchos casos, ha dramatizado la condición pecadora de la humanidad, situando el centro de la fe en la reparación por el pecado más que en la restauración de la vida.

Sin embargo, al acentuar de tal modo la culpa, se ha tendido a relativizar el sufrimiento real de las víctimas de la injusticia, de la violencia y de las estructuras de pecado. La cruz, interpretada únicamente como pago por la culpa, se reduce a un drama individual y espiritual, perdiendo su fuerza como signo de la solidaridad radical de Dios con los crucificados de la historia.

Una teología de la redención más fiel al Evangelio debe poner en el centro no solo la superación del pecado, sino también la liberación del sufrimiento. El clamor de las víctimas, tan presente en la Escritura, es inseparable del misterio de Cristo que muere y resucita. Recuperar esta dimensión significa reconocer que la salvación no es solo perdón para el pecador, sino también justicia, consuelo y vida para quienes han sido heridos por el mal.