domingo, diciembre 31, 2023

Sagrada Familia (ciclo B)

Francisco García Martínez/facebook

DOMINGO DE LA SAGRADA FAMILIA (Eclo 3,2-6.12-14; Sal 127,1-5; Col 3,12-21; Lc 2,22-40) 

¿Por qué nos defendemos de Dios? ¿Por qué de continuo lo sacamos de los negocios de nuestra vida? En nuestros tiempos, por ejemplo, aunque quizá fue siempre así, muchos padres siguen llevando a sus hijos a la catequesis, pero reducen su implicación a los mínimos, como si fuera una obligación que hay que pasar sin dejar que ni los niños ni ellos se impregnen demasiado de Dios mismo. Una especie de consagración a precio de dos tórtolas, diría siguiendo el evangelio. 

Y es que Dios asusta, siempre ha asustado, también a María, también a José. A lo largo de los siglos identificado con la violencia de un tirano arbitrario que podría coger en propiedad lo que quisiera y llevárselo (¿no se nos cuela todavía esta idea cuando sufrimos una desgracia?); en estos tiempos finales, los de Cristo, identificado con un amor que invita a amar siempre y del todo y, por tanto, también a sufrir por amor (si leemos bien el comienzo de la segunda lectura nos daremos cuenta de que no se puede cumplir sin sufrir). 

 Entonces, ¿nos conformaremos con ofrecerle un par de tórtolas o tomaremos a este niño-palabra de Dios en brazos y diremos como Simeón y Ana: ¡Era a ti a quien esperábamos para conocer la verdad de Dios y el sentido de nuestra vida!, ¡era a ti a quien esperábamos para saber que estamos en buenas manos!, ¡era a ti a quien esperábamos para que los sufrimientos de la vida, engarzados en el amor, tuvieran algún sentido! No te daré más palomas: “Hágase tu voluntad!, aunque una espada tenga que atravesar mi alma.

*****
comentario de Eugenio R.:
Ese comentario de Francisco me parece genial pero querría completarlo con una aportación por WhatsApp que me llega cada semana del biblista Rafael, cura de Anguita en Guadalajara. Lo que yo he entendido de este biblista es que José y María -segun el relato- están yendo simplemente a cumplir la ley, el rito. Pero el relato nos sorprende con que aparecen dos ancianos y desaparece el acto de la presentación, el acto del rito. Y estos ancianos lo que hacen es poner de manifiesto que mucho más importante que el rito es el encuentro personal con el niño, el encuentro con Jesús. 
O sea que también José y María crecen en su fe.

miércoles, diciembre 27, 2023

ANA IRIS SIMÓN, LA M-30 Y EL CATOLICISMO

www.religionenlibertaqd.com

La publicación en 2020 de Feria, con su cerrada defensa del arraigo y de la familia desde una perspectiva de lo que suele considerarse 'de izquierdas' (es hija y nieta de comunistas), convirtió a la joven manchega Ana Iris Simón (n. 1991) en una referencia no solo en el ámbito literario, sino en el ámbito de las ideas. Su novela era religiosa sin haberlo pretendido: "Empecé a preguntarme por Dios a raíz de la muerte de mi abuela paterna y de mi tío Hilario. Y sí, he terminado escribiendo un libro sobre Dios. Pero sin darme cuenta. Que, a lo mejor, es la única manera sincera de hacerlo. O la única manera de la que soy capaz", reconocía.

Al año siguiente, invitada a un evento en La Moncloa, no dudó en reprochar ante Pedro Sánchez que los planes del Gobierno no tienen en cuenta un problema social fundamental: "No tenemos hijos". No dudó en proponer la solución: "Si realmente quieren plantarle cara al reto demográfico, apuesten por las familias". Y denunció el capitalismo globalista que "prefiere importar de fuera la natalidad en lugar de fomentarla dentro".

Más recientemente, Ana Iris se comprometió con un film muy políticamente incorrecto, Vencer o morir, la película de Puy du Fou sobre el alzamiento contrarrevolucionario de La Vendée y el genocidio que lo siguió. La obra muestra que "el proyecto de la modernidad es, desde su mismo inicio, el totalitarismo: sustituir todos los órdenes humanos por un poder único", destacaba Simón en un artículo en El País: "Es, desde su inicio, el genocidio: destruir toda idea de 'genos', es decir, de comunidad, de memoria, de vínculos fuertes y de cualquier legado que nos permita ser algo más que una tábula rasa para sus garabatos".

"¿Y lo estabais buscando?"

También en El País, escribió la víspera de Nochebuena una interesante reflexión sobre la impertinencia de algunas preguntas sobre la maternidad, como síntoma de un mal filosófico-moral muy característico de nuestro tiempo.

Ella, que es madre de dos hijos, recibió la visita de una amiga para contarle que está embarazada, es decir, que su bando no es "el de los cobardes".

Tras las correspondientes felicitaciones de todos, fue la propia madre de Ana Iris quien le preguntó "¿Y lo estabais buscando?", que es el interrogante que da título al artículo, y que la escritora considera "improcedente": "De un tiempo a esta parte nos han venido insistiendo en que está feo preguntarle a las mujeres cuándo piensan quedarse embarazadas. Sin embargo, no hay conciencia ninguna sobre lo improcedente que es interrogar a las embarazadas sobre si deseaban estarlo o fue de penalti".

Pero hay algo más que una mera cuestión de formas, "porque la pregunta '¿lo estabais buscando?' encierra en sí misma", continúa Ana Iris, "una afirmación: que habría alguna diferencia entre los bebés buscados y los encontrados. Que serían de algún modo distintos, lo cual implicaría asumir o bien que la conciencia que uno pone en el desparrame energético y glutinoso que es el coito influye en su fruto, o bien que uno amará de manera distinta ese fruto dependiendo de si ha sido concebido con conciencia o sin ella".

El amor a lo no elegido

Simón va más allá de esa impertinencia, "porque lo que realmente subyace en el '¿y lo estabais buscando?' es la idea de que lo único que merece ser valorado, que lo único incluso que merece ser vivido es aquello que uno elige. Un pensamiento que se ramifica en otros, del mito capitalista del hombre hecho a sí mismo al rechazo progresista a aquello que no se escoge, ya sea la familia, la patria, el sexo biológico o la propia vida. Para nosotros, los modernos, lo heredado es casi siempre servidumbre y rara vez regalo. Desde nuestro estrecho punto de vista, la libertad solo puede residir en rechazar aquello que nos ha sido impuesto, casi nunca en aceptarlo e incluso amarlo".

Una consideración que concluye con unas palabras sobre la Navidad, suscitadas por la felicitación navideña que adornaba en ese momento un rincón de su domicilio: "En ella aparecía la Sagrada Familia, recuerdo eterno de lo que celebramos estos días: el infinito amor que trajeron quienes fueron tan libres como para decir sí a lo no elegido: primero al pesebre, luego a la cruz. La llegada del niño que alumbró el mundo. Y de la madre de luz que nació con él".

sábado, diciembre 23, 2023

Desespiritualizar para un mayor asombro (IV de Adviento B)

Policarpo Díaz Díaz

La peripecia humana de María que nos sobrecoge y nos hace valorarla más.
1.- Qué bello y bonito es observar a María y enfocar su imagen llena de hermosura y belleza en este último tramo del Adviento, tan cortito, pero tan intenso ¿A dónde mejor vamos a mirar? A la madre, a María… No distorsionemos la mirada y enfoquemos bien en los valores de María. Servicio, disponibilidad, entrega, incondicionalidad, obediencia…
2.- Pero qué bello es observarlo y qué distantes de la realidad podemos estar cuando "espiritualizamos" todos estos valores. Es preciso explicar esto un poco. Me refiero a espiritualizarlos en sentido negativo, es decir, en el sentido en el que toda esta peripecia de María la desencarnamos, le quitamos todo el peso humano y la carga de realidad. Espiritualizar en sentido negativo es pensar que todo esto fue fácil, que todo este sí, no tuvo consecuencias humanas, riesgos, peligros, desgarros…
(es como espiritualizar el persebre, el camino, la cruz de Nuestro Señor. Son realidades muy profundas, como para no entrar a fondo en el peso y sentido último de toda esta realidad)
3.- La visita del ángel y El SÍ de María, lo hemos escuchado tantas veces, que nos lo sabemos de memoria, lo tarareamos y lo escuchamos de carrerilla. Cientos de veces, quizá miles… Pero. ¿qué significa?, ¿qué peso tiene?, ¿cuál es su hondura? Vamos a desgranar un poco las distintas facetas humanas, culturales, sociales, religiosas de María… Nos ayudará mucho hacer este pequeño viaje. PENSEMIOS BIEN CADA PUNTO Y DEDIQUEMOS UN RATO, ANTE UNA IMAGEN DE MARÍA, A ORAR SOBRE EL PESO DE CADA UNO DE LOS PASOS QUE MARÍA VIVIÓ.
a.- María como mujer. Una mujer joven, llena de sueños, de proyectos, de perspectivas… Todos sus sueños y planes quedan trastocados, alterados, absoluta y radicalmente invertidos… De soltera a madre, y todo “así, por las buenas”.
b.- María como mujer enamorada, con un proyecto. Con un proyecto y con una persona: José, su prometido. Ellos, como todas las parejas, tendrían sus previsiones, sus plazos, su dinámica… De repente todo esto salta por los aires… Cambio de planes. Stop a nuestros plazos. ¿Cómo le explico a José?, ¿Me repudiará?, ¿me denunciará públicamente?, ¿me entenderá?...
c.- María como hija de unos padres: ¿Cómo explicarles a sus padres, a sus amigos, a su familia, a su novio…: estoy embarazada del Espíritu Santo? Ningún precedente previo, nadie antes ha vivido una situación así. Es inédito, inaudito, inenarrable… ¿Cómo contarlo?, ¿con qué palabras?, ¿con qué gestos?, ¿con qué consecuencias?
d.- María como mujer judía, en el contexto de la religión de la espera mesiánica. Claro: María es creyente judía, insertada en la tradición del judaísmo que está esperando al gran Mesías libertador… Pero un momento: Ese Mesías prometido y anunciado por los profetas, ese Mesías salvador de la humanidad, ese Mesías que ha de ser del tronco y de la raíz de David: ¿Es el niño de mis entrañas?, ¿soy la madre del Mesías? ¡¡¡qué fuerte!!! ¿Y cómo cuento esto?, ¿me lo creo?, ¿cómo lo comunico?... ¿QUIÉN ME VA A CREER?
e.- María como mujer judía en medio del contexto de la ley. Ese escollo pasado, ¿y qué le digo a los sacerdotes, a los legisladores, a los ancianos? ¿Me van a creer?. ¿No será más fácil que piensen que he tenido un desliz y me he acostado con algún otro chaval y he quedado embarazada, cometiendo un claro adulterio?, ¿Me podrá pasar a mí lo que le pasa a las adúlteras que han sido ajusticiadas en pública, lapidadas, al cometer pecados de este tipo? (Ver juan 8,1-11)
4.- Con toda esta perspectiva, ¿qué peso real tiene su sí? Pues descomunal. Y no sólo por tener un innegable y colosal valor espiritual, sino y sobre todo, porque tiene un carácter de riesgo, de libertad, de osadía, de provocación gigantesco.
María crece en el corazón de cualquier creyente que entre más y más en todo el entramado humano de su peripecia.
OJALÁ PODAMOS SACAR UN RATITO DE ORACIÓN CON ESTE EVANGELIO, PARA DISPONER NUESTRO CORAZÓN AL MISTERIO DE LA NATIVIDAD, YA TAN INMINENTE.

jueves, diciembre 14, 2023

AMBKOR, A TRAVÉS DE ELLAS

¿Te sientas conmigo a ver las estrellas?
Te voy a hablar de mi, pero a través de ellas
Algunas me recuerdan a mi abuela
Porque siguen dando luz aunque lleven años muertas
Supongo que la gracia es dejar huella
Brillar tan fuerte que el recuerdo no se muera
Yo no sabía que el amor es como el sol de primavera
Que no se sienta cerca también pega
Supongo que es igual con las personas
O tomas distancia o tal vez te quemas
pero, ¿y si no te quemas?
Apostar es acercarse hasta que no sientas las llamas entre las yemas
Apostar es no apagarte cuando llegan los problemas
Apostar es darle luz al que no tenga
No marcharse como si tu nunca ardieras
Las estrellas no van solas a crear galaxias nuevas
¿Y como no sentirse diferente?
Si las miras fijamente y te das cuenta
De que todas estan hechas de los mismos componentes
Pero en cambio, son distintas entre ellas
Así me siento desde siempre y para siempre
Distinto y con un algo diferente
A millones de años luz de la opinión del que me ofende
Una estrella no le pregunta a los planetas si la entienden

SALVE ROCIERA - SIEMPRE ASI (SINFÓNICA)

miércoles, diciembre 13, 2023

APROXIMACIÓN AL MISTERIO DE CRISTO EN SAN JUAN DE LA CRUZ

Toda la información sobre Marcelino Legido se está recopilando en www marcelinolegido.es
Homilía en la apertura del IV Centenario de su muerte. 14 de diciembre de 1990. Carmelo de Ledesma.

En éste día en que comenzamos el centenario de Juan de la Cruz, vamos a contemplar el rostro de Jesús, el Amado. 138 veces se le llama en sus escritos “Hijo de Dios”, 313 veces le llama Juan de la Cruz, “Amado”, 231 “Esposo”. Quiere decir que nosotros tenemos que ahondar el misterio de Jesús a partir de la palabra Amado que es una palabra que Juan de la Cruz repite incesantemente.

Sabemos que la oración de Jn 17 él la oraba sin cesar en el silencio, en la cárcel, y en los caminos; y que ha sido ésta oración de Jn 17 la que ha configurado su vida. Vamos por tanto a descifrar el misterio de Jesús, el Amado. Tenemos que partir, como parte él, del abrazo abismal de amor que el Padre ha dado a su Hijo en el Espíritu Santo. Cuando estuvo en la cárcel desde Adviento de 1577 hasta pasado Corpus Christi del 78 compuso las mejores canciones sobre el misterio de Jesús que vamos a descifrar. El romance sobre el Verbo que estaba en el principio es nuestro punto de arranque.

El Padre ha amado a su Hijo y le ha dado un abrazo de amor antes de la creación del mundo. "Me amaste antes de la creación del mundo, con la gloria que tuve en ti, antes de que el mundo existiera". Juan de la Cruz en la cárcel comenta:
"... Dale siempre su sustancia 
y siempre se la tenía.
Y así la gloria del Hijo
es la que en el Padre había
y toda su gloria el Padre 
en el Hijo poseía".

El Hijo es el Amado, es la Palabra con la que nos lo ha presentado el Padre: "Este es mi Hijo, “el Amado". El Padre el amante. El Hijo el Amado. Pero después el Hijo el amante. Y el Padre el Amado. Y así un amor, una llama de Amor viva, "un inefable nudo que decir no se sabía". "Bendito sea Dios Padre de nuestro Señor Jesucristo, que desde antes de la creación del mundo nos predestinó en El para que fuésemos santos, para que fuésemos suyos por El y para El, por el gran amor con que nos amó, cuando nos agració en el Amado". Este abrazo abismal de amor parte del Padre. El Padre se propone reunir una muchedumbre de hijos para amarlos como ama a su Hijo Amado, dándose del todo en todo a ellos en su Hijo Amado. Pero lo admirable del romance es que el Padre ha creado a todos los hombres, y a la creación entera, para hacer compañía al Hijo. El Padre sale de sí por amor de su Hijo:
"Una esposa que te ame, 
mi Hijo, darte quería, 
que por tu valor merezca, 
tener nuestra compañía
y comer pan a una mesa 
de el mismo que yo comía, 
porque conozca los bienes 
que en tal Hijo yo tenía
y se congracie conmigo
de tu gracia y lozanía".

Por causa del Hijo hemos sido creados nosotros y todas las criaturas. Para hacer compañía al Hijo. Para amarnos el Padre como ama al Hijo.

Para que nosotros podamos amar al Padre como el Hijo le ama. Que la muchedumbre de hijos le amen a Él como le ama el Hijo Amado. Dándose del todo en todo al Padre en el Hijo Amado, en la unidad del Espíritu Santo. Es el texto de Jn 17 que llevaba escrito en el corazón: "Padre, quiero que donde yo estoy estén ellos también conmigo para que contemplen mi gloria. Porque les has amado a ellos como me has amado a mí". O aquellas palabras misteriosas del Apóstol en Gal 4 y Jn 8: "El hecho de que sois hijos se muestra en que el Padre envió a vuestro corazón el Espíritu de su Hijo que grita: 'Abbá, Padre'. Ya no eres esclavo sino hijo". Y la palabra de Rom que acabamos de proclamar: "Que no habéis recibido un espíritu de servidumbre para recaer en el temor, sino el Espíritu de adopción filial en el que gritemos: 'Abbá, Padre'. Ese mismo Espíritu es el que da a nuestro espíritu la certeza de que somos hijos de Dios y si hijos también herederos con El". Hijos en el Hijo. Él la cabeza, y toda la humanidad sus miembros. Y el profundo abrazo de amor que él nos da a nosotros es para llevarnos al abrazo del Padre:
"...Y que así juntos en uno 
al Padre la llevaría,
donde de el mismo deleite 
que Dios goza, gozaría;
que, como el Padre y el Hijo 
y el que de ellos procedía
el uno vive en el otro,
así la esposa sería
que, dentro de Dios absorta, 
vida de Dios viviría".

Del Padre por el Hijo en el Espíritu Santo viene a nosotros el abrazo de amor y sube desde nosotros al Padre por el Hijo en la unidad del Espíritu Santo, en la llama de amor viva del Espíritu Santo.

La pregunta es por qué Juan de la Cruz llama a Jesús el Amado, el Esposo. Es una palabra que nosotros no sabemos bien y que tenemos que descifrar. Y es que éste abrazo de amor que el Padre y el Hijo se dan desde siempre, y que el Hijo nos da a nosotros, y que nos lleva al Padre en el Espíritu Santo, es una abrazo de amor esponsal. Lo que extraña sobremanera es que éste abrazo de amor del Padre al Hijo se halla traducido con el amor esponsal. ¿Qué secreto se esconde en el amor del desposorio y del matrimonio? Hemos de decir desde el principio que no es el desposorio a lo divino el que se entiende desde el desposorio humano; más bien es el desposorio humano un lejano resplandor del desposorio divino. Es el desposorio del Hijo con la naturaleza humana asumida, el que hace posible, que la humanidad entera, y la creación entera, entren al desposorio en el misterio de la Encarnación, con el que Juan de la Cruz describe todo el misterio de Cristo. El Hijo ha dado un abrazo de amor a toda la humanidad, a todos y cada uno de los hombres. Y este abrazo de amor ha sido acogido y reconocido en la Iglesia, en su Iglesia. El Esposo y la esposa se intercambian y pueden decir con Jn 17: "Todo lo mío es tuyo y lo tuyo, es mío".

En segundo lugar Juan de la Cruz, que subraya la altura del Hijo, le iguala después a nosotros como compañero y hermano. "Quien se allega el Señor se hace un Espíritu con El". Y la diferencia que había de nosotros a Él en la carne y el pecado es sobrepasada por el abismo del Amor hacia la igualdad del desposorio:
"En los amores perfectos
ésta ley se requería:
que se haga semejante
el amante a quien quería".

¡Qué admirable amor tiene para igualarnos a Él! Pero además del intercambio y de la igualdad, el rasgo profundo del desposorio es la unidad. Que el Esposo y la esposa son un sólo Espíritu. Por eso Juan de la Cruz estará apasionadamente enamorado de las palabras del Apóstol que repetía incesantemente: "Vivo, pero ya no soy yo quien vivo, es Cristo quien vive en mí", como lo repite constantemente en el Cántico y en la Llama. O aquella otra palabra de la carta a los Filipenses: "Para mí la vida es Cristo y una ganancia el morir". ¡Qué admirable!

Ahora le comprendemos a Juan de la Cruz cuando llama a Jesús el Amado. Por el intercambio, por la igualdad, por la unidad del Amor. ¿Pero cuándo ha tenido lugar este intercambio del Amor esponsal? En el Pesebre, en la Cruz, en el Bautismo, en la Unión, en la Mesa sin término. En el Pesebre tuvo, en primer lugar el abrazo del Amor esponsal.
"... El llanto del hombre en Dios 
y en el hombre la alegría,
lo cual de el uno y de el otro 
muy ajeno ser solía".

En aquel día del desposorio nuestras lágrimas pasaron al rostro de Dios y la alegría del rostro de Dios pasó a nuestro rostro en un desposorio acogido por nosotros en el silencio. Pero este desposorio se consuma en la Cruz, cuando el amor no es acogido en silencio, sino rechazado con golpes y el Hijo cuelga en el madero, solo, a solas, a oscuras y a secas de la humanidad amada, su esposa:
"Y a cabo de un gran rato se ha encumbrado 
sobre un árbol, do abrió sus brazos bellos 
y muerto se ha quedado asido dellos,
el pecho de el amor muy lastimado".

Es debajo del manzano, debajo del árbol de la vida, donde se ha consumado el nuevo desposorio. Que por medio del árbol de la Cruz fue desposada con El la humanidad. Dándose en todo a ella, en su misericordia, por la muerte. Del árbol de la muerte ha pasado al árbol de la Vida.

¡Pero qué admirable que este abrazo del desposorio de la Cruz sucede para cada uno de nosotros en el bautismo! Todos estamos llamados al desposorio, al Amor esponsal. Aquel desposorio que se hizo de una vez para siempre dándose Él al alma en el bautismo por primera vez en gracia. Y las palabras supremas del desposorio de los textos de Pablo y de Juan, que se aplican a la consumación de la unión, son las palabras precisamente del bautismo: "Porque sois hijos, el Padre os dio el Espíritu". "Donde estoy yo, allí estaréis vosotros". Porque sois consortes de la naturaleza divina. Todos, por tanto, ¡es admirable!, llamados desde el abrazo bautismal hasta la consumación del Amor.

Sólo unos pocos responden a esta consumación del Amor. No porque el Amor no esté destinado a todos, sino porque muy pocos responden al abrazo del Amor. Y este abrazo del Amor es un abrazo lento que aunque es todo uno, la diferencia es, que aquel abrazo del Amor, el del Bautismo, y el de la Cruz, se hizo al paso de Dios y se hace de una vez para siempre, mientras el abrazo de la unión, se hace al paso del hombre, y va poco a poco hasta que el hombre llega a beber del corazón, del costado abierto de Cristo.
"En la interior bodega
de mi Amado bebí...
Mi alma se ha empleado
y todo mi caudal en su servicio
 ya no guardo ganado
ni ya tengo otro oficio, 
que ya sólo en amar 
es mi ejercicio".
El abrazo de la unión es, por tanto, la entrada al Padre por el Hijo en el Espíritu Santo. Y los últimos capítulos de la Llama describen como ninguna otra página de la historia entera de la cristiandad este abrazo abismal de la unión transformante:
"Con aquella sola aspiración divina, muy subidamente levanta el alma y la informa y habilita para que el alma aspire en Dios la misma aspiración de Amor que el Padre aspira en el Hijo y el Hijo en el Padre, que es el mismo Espíritu Santo". ¡Increíble la expresión! Tal vez ningún hermano en la historia de la Iglesia haya podido describirlo así.

Pero este abrazo del Amor esponsal del Pesebre, de la Cruz, del Bautismo, de la unión,... se consuma en el abrazo de la Cena interminable donde se comparte, el pan de la Trinidad, que es la Eucaristía:
"Tener nuestra compañía
y comer pan a una mesa 
del mismo que yo comía".
"La Cena que recrea y enamora.
La llama que consume y no da pena".
"Aquesta viva fonte está escondida e
n este vivo pan por darnos vida, 
aunque es de noche.
Aquesta viva fuente que deseo
en este pan de vida yo la veo, 
aunque es de noche".

Ahora comprendemos, para terminar, cómo para poder asociarnos a ese Amor inmenso hay que abrir las manos al Amor, ¡infinitamente! Hay que emprender el camino de ascenso hacia lo alto abriendo nuestras manos al Amor ¡infinitamente! No se abren las manos para acoger el fuego. Es el fuego acogido el que extiende las manos, ¡infinitamente! Es la vida teologal de la fe, de la esperanza y del amor, la que traspone los límites de nuestra vasija de barro para acoger el Amor infinito. Pasando del hombre viejo al hombre nuevo y realizando el sueño que verdaderamente tiene todo hombre en el corazón: el sueño de ser Dios.

Pero ésta aventura de la vida teologal solo se hace por la travesía de la pascua. Dejando la nada y adhiriéndose al Todo. Pero traduzcamos bien: el Todo es El, y la nada es la nada a la que El quedó reducido a las tres de la tarde el Viernes Santo, cuando dijo: "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?". La nada no es la renuncia del hombre que lucha consigo mismo, es la asociación profunda a la oscuridad desnuda de la Cruz, donde de la nada se pasa al Todo del Amor. Ahora comprendemos muy bien. Abajo está la fuente escondida, después se toma la senda del ascenso en vertical: la puerta es la Cruz, la senda es la Cruz, el báculo es la Cruz, la Mesa es la Cruz. Pero Juan de la Cruz no debe ser entendido desde la Cruz, sino desde el amor abismal del Amado. La locura del Amor es la locura de la Cruz. Su profunda concentración en el misterio de la Cruz, del Amor crucificado, de la Cruz gloriosa. El desamparo de la Cruz y la suprema victoria del Amor. Porque en el supremo desamparo hizo la mayor obra que toda la vida con milagros y obras había hecho en la tierra y en el cielo; que fue, reconciliar y unir al género humano, por Gracia, con Dios. Parece que sus ojos están centrados en el Misterio Pascual enteramente. Inseparable el Amor de la Cruz. Inseparable la gloria de la ignominia. Inseparable la fuerza de la debilidad. Inseparable la vida de la entrega.

Quisiera decirme a mi mismo y a vosotros éstas palabras del capítulo 7 de la Subida: "Veo que es muy poco conocido Cristo de los que se tienen por sus amigos, pues les vemos andar buscando en Él sus gustos y consolaciones, amándose mucho a sí, mas no las amarguras y muertes, amándole mucho a Él".

Si me permitierais un minuto más, sintiendo en el corazón las angustias y esperanzas de los hombres de hoy me preguntaría: ¿Y qué puede decir Juan de la Cruz a los hombres de hoy? Yo diría que los hombres de hoy encierran en el corazón una adivinanza y una añoranza. ¿Cual es la adivinanza de los hombres de hoy? El sueño de la infinitud. Quieren ser infinitos. Y llevan razón. Porque el hombre está llamado a sobrepasarse infinitamente. Por eso nosotros no podemos evangelizar al hombre de hoy desde la mediocridad, desde las medias tintas. ¡Arriba. Hacia la altura, decididamente! "¡Oh, almas criadas para estas grandezas y para estas llamadas! ¿Qué hacéis? ¿En qué os entretenéis? Vuestras pretensiones son bajezas y vuestras pasiones, miserias. ¡Oh, miserable ceguera de los ojos de vuestra alma! Pues para tanta luz estáis ciegos y para tan grandes voces sordos no viendo que en tanto que buscáis grandezas y glorias, os quedáis miserables y bajos, que en tantos bienes hechos ignorantes e indignos!" Lleva razón el hombre de hoy. Está llamado a ser hijo de Dios. No un gigante, ni una hormiga. Algo que está por encima del gigante y de la hormiga. Hijos en el Hijo. Hermanos en el Hermano. Y esto sólo es posible en la infinitud de las manos que se abren para la Llama de Amor Viva.

Pero el hombre de hoy, que es un gigante, al mismo tiempo, se siente caído en el camino. El hombre de hoy tiene una añoranza. La añoranza de la cercanía. No conoce la sonrisa. Nadie le ama sonriéndole. Todo el mundo le busca para pasarle después un recibo de cuentas. La tarea urgente y pendiente de la mística de Juan de la Cruz, es horizontalizar la experiencia vertical de Juan de la Cruz. Al Padre por el Hijo en el Espíritu Santo. Y por El, con El y en El, a los hermanos, a los pobres, a todas las criaturas. Por el Hijo en el Espíritu Santo, alentar al Padre el Espíritu Santo. Hoy, después, alentar en los hombres y en las criaturas el mismo aliento por El, con El y en El, que "inclinando la cabeza entregó el Espíritu". Y alentando les alentó el Espíritu Santo.

El Concilio Vaticano II es el fuego que se ha prendido en la tierra. Decía Pablo VI al terminar el Concilio, el día 8 de diciembre: "El descubrimiento de las necesidades humanas, y son tanto mayores cuanto más grande se hace el hijo de la tierra, ha absorbido la atención de nuestro Sínodo. Una corriente de afecto y de simpatía se ha volcado desde el Concilio al mundo moderno". La Iglesia es el "buen samaritano" del hombre de hoy. Y tiene urgencia de la más atrevida y radical verticalidad: porque sin el Amor vertical no es posible la Gracia, para poder volcarla al mundo y hacer posible que los hombres, y los pobres, y las criaturas inauguren un amanecer nuevo de la historia. De la absoluta novedad. Esta es la exigencia de la hora: horizontalizar la experiencia de Juan de la Cruz.

Termino ya con aquellas palabras entrañables que él dirigía a los predicadores del Evangelio:

"Es más precioso delante de Dios y del alma, para ésta aventura que hacemos, un poquito de éste amor puro. Y más provecho hace a la Iglesia, aunque parece que no hace nada, que todas estas obras juntas". A los que somos muy antiguos, a los que pretendemos convertir el mundo con nuestros compromisos y con nuestras predicaciones... "si gastara siquiera la mitad del tiempo en estarse con Dios en oración, con una sola obra, más que con mil, bastaría. De lo contrario todo es martillar, martillar, y hacer poco más que nada, y a veces nada, y aun a veces daño".

Por eso nuestra última palabra es una palabra de alabanza al dulcísimo Jesús, como él termina el Cántico, que nos ha llamado a pasar del Amor esponsal de la Iglesia peregrina al Amor esponsal de la Iglesia celestial: "Él, que sea bendito por los siglos".

Marcelino Legido

martes, diciembre 12, 2023

BREVES NOTAS PARA COMUNICAR CÓMO ESTOY

En Chile, donde recientemente
ofreció su testimonio
1.- Está claro que ayer, 11 de diciembre, no fue un buen día. Y no sólo para mí: tampoco lo fue para mi familia, la de la carne y la del Espíritu, y para tantas personas que en la infancia o adolescencia vimos “mancillada” nuestra inocencia por las garras del abuso de un adulto. Pero la vida sigue y, gracias a Dios, en la vida de todas las personas hay más temas que lo que durante este tiempo puede haber sido el “monotema”.

Confieso y declaro que yo soy más, mucho más que los abusos que he sufrido.

He de seguir caminando por los caminos que siempre han configurado la pasión de mi vida: el seguimiento del Señor en su Iglesia (que también es más amplia que mi diócesis).

Seguiré viviendo, como lo he hecho hasta ahora con el permiso de mi Obispo, en la diócesis de León, por un tiempo por ahora sin determinar.

2.- La Iglesia -sin duda- va avanzando en el descubrimiento de este tipo de delitos y, por tanto, también en el reconocimiento oficial de los mismos y sobre todo el la sensibilidad y en el dolor por los mismos.

Pero va despacio, inmensamente despacio, ya que no es fácil mover una maquinaria tan densa en poco tiempo. ¡Pero va avanzando! Aunque, para mi desgracia, ¡avanza muy despacio!

3.- Yo soy víctima también de esa lentitud...

La Iglesia -a través del dicasterio para la doctrina de la fe- no es que haya dicho que no haya habido abuso si no sencillamente que en la legislación del año 1984 -año en el que a mí me sucedió el primer episodio de abuso sexual con 16 años- ya se me consideraba adulto y por tanto esos hechos no eran constitutivos de delito en aquel momento.

Es decir: que la Iglesia ha comenzado a reconocer tarde que

⁃ Los menores lo son hasta los 18 años. Antes, en mi época, era 16 años. Por tanto, a mí me reconoce como adulto.

⁃ Los abusos cometidos por sus agentes a otros adultos no se han reconocido hasta hace unos años. En mi época un “adulto” no era vulnerable, aunque fuera un seminarista de 16 años frente a su párroco o su formador, aunque éste le sacara 20 años.

Si yo hubiera denunciado estos hechos en el año 2050, hubieran sido recibidos como delito... es decir: la ciencia ficción es más viable que la propia historia. La sincronía es mala aliada para mí en este caso.

4.- Aunque estoy disgustado, comprendo que las reglas del juego son las que son (o las que eran) y tengo que comprender que mi denuncia (y todo lo que ella significa y supone como desgaste psicológico personal, eclesial y social...) es una inversión a largo plazo. No recogeré yo mismo los frutos de un éxito en el reconocimiento judicial, pero estaré poniendo los peldaños necesarios para que otros (Dios quiera que no existan) puedan pisar por sendas de mayor defensa, reconocimiento. protección y credibilidad.

5.- El comunicado del obispado de Salamanca trata de explicar las cosas que de Roma han recibido, pero no ofrece datos importantes para la propia comprensión del texto que han redactado. Por ejemplo, no dicen lo más sustancial, el motivo por el que Doctrina de la fe no entra a juzgar el caso: la edad. No me consideran menor porque la ley de aquel momento marca la mayoría de edad en los 16 años. Decir solo: “no han configurado técnicamente un tipo delictivo de la competencia del Dicasterio, debido a que por tales hechos no se ha configurado el tipo penal vigente en la normativa canónica” es un tanto confuso. No han explicado que la Doctrina de la Fe NO ha entrado al fondo del asunto, a sentenciar si ha habido abuso o no, sino que ha desestimado la denuncia alegando que la ley de aquel momento en el que ocurren los hechos no me ampara porque no cumplía la edad establecida para considerarme menor: 16 años.

En otro orden de cosas, sí que ha dicho que Doctrina de la Fe se abre a posibles acciones judiciales posteriores por las partes y eso deja la puerta abierta a posibles reclamaciones a la misma instancia o -incluso y si cabe- a depositar la denuncia en otras instancias; de esto sabrán encargarse las personas profesionales en derecho que me ayudan.

6.- Creo que poco (o muy poco) les hubiera costado añadir en ese comunicado una línea en la que -de alguna forma- se hicieran cargo de manera expresa de mi sufrimiento y así la sociedad y la Iglesia supieran -un poco más detalladamente- del deseo que a mí sí me han manifestado el obispo y el vicario general de ejercer conmigo el oficio de “madre”: acogerme, sanarme, ponerse a mi lado, resarcirme de manera integral. Posiblemente piensen que no era necesario escribirlo, pero, como suele ocurrir en estos casos, una línea -una simple línea- hubiera contribuído a subir mucho la temperatura de ese frío comunicado...

7.- Ojalá todos aprendamos de este caso, aparentemente fallido.

- Que el obispo se pregunte: ¿puedo hacer algo mejor la próxima vez?

- Que la víctima y el victimario también nos revisemos sobre nuestro proceder, por si acaso descubrimos modos mejores de proceder en el futuro. A estas alturas, quizá yo no hubiera recorrido el mismo camino.

- Que los sacerdotes y los consagrados de la diócesis (con encargos y responsabilidades varias con niños, adultos, padres...) aprendamos a gestionar este tipo de situaciones con la frescura que la ciencia está descubriendo y sirviendo en libros, artículos, congresos, etc... desde muchos prismas: la teología, la pastoral, la espiritualidad, la psicología, el derecho...

- Que el pueblo fiel de Dios, entero, sea formado e informado de todo lo que esta lacra está rompiendo en la iglesia y en la sociedad, de manera que todo creyente se convierta en un garante de la protección de los menores y vulnerables, y puedan colaborar a descubrir a nuevas víctimas y acompañarlas a la búsqueda de soluciones reales para su drama.

8.- Cinco deseos:

- Que palabras y expresiones que signifiquen o den a entender encubrimiento queden erradicadas, tales como “cállate”, “no hables”, “llévatelo a la tumba”... Que se destierren absolutamente del vocabulario y del corazón de la Iglesia, y que ella descubra en cada víctima una posibilidad de conocer la verdad profunda de lo que le ocurrió, y que esa verdad se haga pedagogía y que esa verdad se difunda para el bien de muchos.

- Que acciones como poner a la víctima en el centro y escucharla, dejarla expresar, creerla, defenderla de los ataques públicos, etc... salgan de oficio y por inercia y que se instalen en los protocolos de actuación con absoluta naturalidad.

- Que las oficinas de defensa del menor sean centros pastorales de trabajo evangelizador que se sientan enviados a salir por todos los territorios diocesanos y concienciar, explicar y aplicar los protocolos de prevención...

- Que no le tengamos miedo a los medios de comunicación, porque pueden ayudarnos a poner altavoces de nuestro compromiso por la defensa de las víctimas y por el destierro definitivo de estos delitos tan vergonzantes.

Estamos a tiempo de aprovechar esta oportunidad de oro que el Señor pone en nuestras manos. Hagamos de la desgracia Kairós, es decir: espacio y tiempo de presencia liberadora y sanadora del Señor.

9.- Y un último aviso...

Yo lo estoy pasando mal con todo esto. Muy mal. Es una verdadera convulsión en mi propia vida. Me gustaría ser también tan militante y estar tan cabreado ante otras injusticias y sufrimientos del ser humano: tragedias en la naturaleza, injusticias clamorosas, violencias desgarradoras, guerras inútiles y cruentas, terrorismo devastador, enfermedades terribles y profundamente limitantes... Hay muchísimo sufrimiento en nuestra sociedad, y muchísimo mayor que el que yo, que soy un privilegiado y un afortunado, pueda experimentar.

Quien odia una injusticia debe comprometerse a luchar contra todo lo que atenta contra la dignidad del ser humano.

“Bendigo a Dios en todo momento, su alabanza está siempre en mi boca”

(Salmo 34,2)

Policarpo Díaz Díaz

Presbítero de la Diócesis de Salamanca 12 de diciembre de 2023

viernes, diciembre 08, 2023

Enrique Alarcón: Experiencia sinodal

Enrique Alarcón (primero por la izquierda)
en una de las 36 mesas
Un Sínodo con importantes novedades
Entrevista de radio a Enrique Alarcón sobre su experiencia

domingo, diciembre 03, 2023

sábado, diciembre 02, 2023

“HERMANOS TODOS” EL PRIMER DOCUMENTO PAPAL POLIÉDRICO

Francisco: "María quiere parir un mundo nuevo"
Eugenio A. Rodríguez 


En estas líneas quiero plantear varias reflexiones sobre el documento de Francisco
Artículo de colaboración en el
Comentario de AEDOS

“Hermanos todos”, Fratelli Tutti (FT). FT es ¿el primer documento papal poliédrico? ¿el primer documento pontificio que no es redondo? ¿qué no es ultracoherente consigo mismo y los documentos anteriores? 

En ningún caso queremos decir que haya una ruptura con lo anterior. No hay tal ruptura. Pero ¿la relación con lo anterior es creativa? Esto no sería nuevo. El Vaticano II es un cambio importante en el que se da AL TIEMPO cambio-ruptura y continuidad. Antes del Concilio los documentos de Juan XXIII, se dice con frecuencia, son los primeros que parten de la realidad y no de la doctrina (se dice son inductivos, no deductivos). Entonces ¿qué es el nuevo? A mi juicio es un documento en el que se evita más que en otros no mirar desde arriba, no creerse con una verdad que se posee y otros no tienen.

A partir de esta novedad creo que sería interesante dialogar sobre el propio modo de reflexionar de las gentes que solemos citar la Doctrina Social de la Iglesia (DSI).

1.- LOS DEMÁS

Pasados unos años de la publicación por Francisco de “Hermanos todos” parece que FT debe seguir siendo motivo de diálogo. Los comentarios frecuentemente siguen una doble costumbre:
-yo sé y les explico a los que no saben. “Traduzco” se atreven a decir algunos sin caerse de morros desde el pedestal que a veces montan otros y a veces hasta uno mismo.
-el Papa y yo estamos de acuerdo.

Esto no es extraño porque las personas habitualmente somos así. Acostumbrados a respirar para uno mismo, comer para uno mismo y tantas otras cosas para uno mismo, no siempre nos damos cuenta de que -en realidad- o comemos juntos o no comemos, el lenguaje lo hacemos juntos o no se hace, y así toda la realidad: dependemos unos de otros más, quizá más de lo que creemos.

La vida, sin embargo, grita “solidaridad” pero nunca le han faltado filósofos al interés ni pregoneros al egoísmo. A partir de FT podríamos en primer lugar plantearnos una revisión sobre “los demás”. ¿Qué aportan ya y pueden aportar los demás a la DSI? Esta es la primera revisión que me parecería sería un placer fecundo.