viernes, septiembre 29, 2017

Francisco, Péguy y el estupor de Dios

ROMA
El poeta francés Charles Péguy «nos ha dejado páginas estupendas sobre la esperanza». Lo dijo el Papa Francisco durante la audiencia general de hoy, continuando con su ciclo de catequesis dedicado a la segunda virtud teologal. Péguy, recordó Francisco citando la obra «El pórtico del misterio de la segunda virtud», «dice que Dios no se sorprende tanto por la fe de los seres humanos, y mucho menos por su caridad, sino lo que verdaderamente lo llena de maravilla y conmoción es la esperanza de la gente: “Que esos pobres hijos —escribió— vean cómo van las cosas y que crean que irá mejor mañana”».

La imagen del poeta, añadió el Papa, «alude a los rostros de mucha gente que ha transitado por este mundo (campesinos, pobres obreros, migrantes buscando un futuro mejor) que ha luchado tenazmente a pesar de la amargura de un presente difícil, lleno de muchas pruebas, pero animada por la confianza en que los hijos habrían tenido una vida más justa y más serena. Luchaban por los hijos, luchaban en la esperanza».

La irrupción de Péguy en las reflexiones del Papa Francisco es como un relámpago de luz, incluso en las deprimentes crónicas eclesiásticas de estos días. Dios, dice Péguy, se sorprende de los corazones de los hombres que esperan simplemente, porque el signo de que la gracia entró al mundo con Cristo «tiene una fuerza increíble» y mantiene viva la esperanza como una pequeña llama «vacilante ante el soplo del pecado, que tiembla con todos los vientos, ansiosa al mínimo soplo». Péguy describe la esperanza como una «niña de nada», que avanza «entre sus hermanas más grandes» (las otras virtudes teologales de la fe y de la caridad) «y ni se la nota», perdida «entre las faldas de sus hermanas». Pero en realidad «es ella la que hace que caminen las otras dos y las tira, y hace caminar a todos. Porque nunca se trabaja más que por los niños».

Así, usando la imagen de la «niña» esperanza, el poeta francés intuye y vuelve a proponer en nuestros tiempos “incristianos” (los primeros «después de Jesús sin Jesús») que en cada tiempo y en cada situación la esperanza cristiana puede florecer y volver a partir solamente si Cristo mismo cumple un nuevo gesto de gracia, ahora, manifestando ahora su presencia operante. «La fe», escribió Pèguy, «es una catedral arraigada en el suelo de Francia. La caridad es un hospital, un refugio que recoge todas las miserias del mundo. Pero sin esperanza todo esto no sería más que un cementerio».

Veinte siglos de cristiandad, de doctrina de santidad, de teología serían cosas muertas y pasadas, sin una nueva acción de la gracia del Resucitado. Aparentemente inerme como un capullo que florece al final del invierno: «Sin este germinar de fines de abril», dice Dios mismo en la obra de Péguy, «sin ese único y pequeño retoño de la esperanza, que evidentemente cualquiera puede romper… toda mi creación no sería más que madera muerta […] Cuando vean tanta rudeza, la pequeña gema tierna no parece nada… Sin embargo de allí procede todo». Todo el cristianismo puede convertirse en un pasado muerto, pretexto e instrumento de chantajes y luchas de poder, si en el tronco endurecido de la historia cristiana no florece un nuevo retoño, si un nuevo gesto del Señor no suscita hoy la esperanza, como sucedió con los primeros pescadores que se encontraron con Él en el lago de Galilea.

Ir con cautela entre las dos bandas de «clericales»

En el golpeteo cadenciado de sus textos, «el inclasificable Péguy» (como lo definió el cardenal Roger Etchegaray) indicó hace ya un siglo que lo que contrasta con el dinamismo de gracia y de salvación del cristianismo no son los pecados de los hombres, que, por el contrario, forman parte del mismo «mecanismo», sino las operaciones de negociación y desnaturalización que ponen en acto dos «bandas» de clericales. «Nosotros —escribió el poeta francés en su obra “Véronique”, publicada póstumamente— nos movemos continuamente entre dos clérigos, vamos con cautela entre dos bandas de clérigos: los clérigos laicos y los clérigos eclesiásticos; los clérigos clericales anti-clericales y los clérigos clericales-clericales». Los primeros, explicó Péguy, niegan lo eterno de lo temporal, «quieren desmontar lo eterno de lo temporal, lo que está dentro de lo temporal». Mientras que los clérigos eclesiásticos «niegan lo temporal de lo eterno», quieren «deshacer, desmontar lo temporal de lo eterno, lo que está dentro de lo eterno. Y los unos y los otros no son cristianos, porque la técnica misma del cristianismo, la técnica y el mecanismo de su mística, de la mística cristiana es esta; involucrar un pedazo de mecanismo en el otro; es un ensamblaje de dos pedazos, esa especial relación, mutua, única, recíproca, indefectible, no desmontable, del uno en el otro y del otro en el uno; de lo temporal en lo eterno, y (pero sobre todo, cosa más a menudo negada y que de hecho es la más maravillosa) de lo eterno en lo temporal».

A principios del siglo pasado, Péguy intuía que entre los «clericales laicos» (es decir materialistas) y los «clericales-clericales» (los idealistas, los espiritualistas, los que exaltan el papel de la religión), los más peligrosos eran los segundos. Porque los primeros negaban. Pero los segundos desnaturalizaban. Las bandas clericales que hoy se pelean la escena a golpe de dossiers y peticiones, y que transforman en campo de batalla incluso la secuela del Sucesor de Pedro, no tienen ni siquiera la trágica grandeza de las consorterías que operaban en la época de Péguy. Pero comparten con ellas el impulso de alejar «el misterio y el operar de la gracia» de las dinámicas eclesiales. Así, incluso los formularios sobre la «Iglesia en salida» se convierten en objetivos estratégicos que hay que llevar a cabo con un esfuerzo y un proyecto de reforma funcional, y no dirigen a Cristo mismo la oración para que haga «salir» a la Iglesia de sí misma y de sus pretensiones de auto-suficiencia.

También para los clericales contemporáneos, del tipo que sean, vale lo que describía Péguy con respecto al «partido de los devotos» de su tiempo, siempre ocupado tratando de «contrarrestar el obrar de la gracia», de «pisotear los jardines de la gracia» con una brutalidad terrificante: «Una vez más la gracia obrará. Una vez más está ya obrando, amigo mío. Ha obrado. Y una vez más los clérigos creerán que solamente ha trabajado para ellos, harán como si ella hubiera trabajado, como si tuviera que trabajar solo para ellos». Porque creen que «Dios es su procurador y basta. Está ocupado solamente buscando clientes para ellos, obligando, reclutando para ellos. Solo se ocupa de esto. Es su sargento reclutador».

miércoles, septiembre 27, 2017

LOS DERECHOS DEL NIÑO

El filósofo Gregorio Luri se atreve a decir alto y claro lo que cada vez parece menos evidente: que no hay familias perfectas, que está muy bien oír un «no» de vez en cuando, y que es imprescindible aprender las palabras mágicas: «por favor», «gracias», «perdón» y «confío». Así lo cuenta en su nuevo libro «Elogio de las familias sensatamente imperfectas», donde nos da las claves para encontrar ese perdido sentido común.
Esta obra, detalla Luri, surgió de una manera espontánea, no programada. «Empecé a escribirla de forma imprevista tras dar una charla a unos padres de Lérida, donde vi que lo que contaba parecía que les había interesado y que, por tanto, merecía ser publicado», relata. Pero con estas páginas, reconoce el autor, «no tengo ninguna intención ni de hacer un tratamiento sistemático de todo, ni de ser excesivamente original en nada. Es más, eso he intentado por todos los medios. En el fondo lo que les vengo a decir a los padres es: "si ya sabéis lo que hay que hacer... No os compliquéis demasiado la existencia"».
De hecho, prosigue, «cuando doy charlas, las suelo terminar diciendo: si habéis escuchado algo que no sabíais, no lo apuntéis, porque no es relevante. Insisto: lo que intento decir es que hay cosas que las sabían, pero que hay que ponerlas en valor. Y creo que hoy es imprescindible intentar hacer una defensa teórica de la prudencia. Ese es mi papel, insistir a los padres en que lo que es realmente importante, ellos lo saben. ¡No arrienden su responsabilidad a un especialista!».
—Libros, internet, conferencias, escuelas de padres... antes las familias no consultaban tanto., mientras hoy parece que tienen que aprenderlo o saberlo todo.
—Los padres de antes tenían muchas cosas que enseñarnos. Lo primero, que los hijos «vienen», no se programan para cuando me viene bien. Llegan, y en ese momento hay que aceptar que eso es un don. ¿Un don que quiere decir? Que no se controla muy bien lo que hay dentro. Lo segundo, que los hijos «salen». Esto me parece esencial: Que los hijos «salen» quiere decir que nuestros padres asumían que no estaba en sus manos programar su vida. Aceptar eso de manera natural, sin dramatismos, me parece una señal de inteligencia práctica, de sabiduría extraordinaria. Y tercero: no estaban todo el día viendo un problema en lo que habían hecho. Podían meter la pata, pero si la metían, salían para adelante. No hacían como los padres actuales, que están viviendo su experiencia con una especie de pepito grillo pedagógico dentro, del tipo «uy le he gritado, quizás no debería haberle gritado tanto, quizás tendría que haber negociado». Pero ha negociado y el infante no le ha hecho caso, entonces piensan «ahí quizás tendría que haber dicho un "no" tajante»...
—¿Por qué tienen esa inseguridad las generaciones nuevas de padres?
—Están introduciendo una distancia crítica entre su prole y ellos mismos que les lleva a perder espontaneidad en la relación. Digamos que hay una intermediación pseudocientífica que a mi me parece terrible en las relaciones entre padres e hijos, y profesores y alumnos. Damos por supuesto que hay que estar observando continuamente... Nuestros padres podían hacer muchas cosas mal pero la naturalidad de la relación estaba ahí. Recuerdo cada vez con más cariño la imagen de mi madre con la zapatilla en la mano, y me sorprendo pensando en la puntería extraordinaria de aquella mujer... y en la cantidad de psicomotricidad que hacía yo para esquivarla. Pero no ponías en cuestión que tus padres te querían. Mientras ahora te preguntas constantemente: ¿lo quiero como debería quererlo? Cuando las relaciones se miden desde esa distancia, hay una teatrocracia educativa. Nos vemos a nosotros mismos no como actores, sino como espectadores. Pero estar observándonos a nosotros mismos es una patología, es una neurosis. Cuando en la vida pierdes espontaneidad, hay algo de intensidad que se pierde.
—Pero así están muchos padres bien intencionados. ¿Qué les lleva hasta ahí?
—Cuando las cosas pasan siempre es por algo, y analizar las razones de que esto ocurra era una de los motivos por los que quería escribir este libro. Lo que es cierto que esto tiene muchísimo elementos sociales: Empezando porque cada vez llegamos más tarde a casa, y estamos menos con nuestros hijos, y continuando con la sustitución de la cigüeña por la agenda, la pérdida de espacios de libertad para los niños, que ya no tienen ámbitos en los que puedan estar sin la supervisión de los padres, en los que ganaban seguridad, autoestima... Me refiero a ir a jugar a la calle o al pueblo, donde antes salías a vivir aventuras desde bien pequeño. La incertidumbre con respecto al futuro... La propia conciencia de la provisionalidad de las relaciones familiares, con niños que ven en su propio ámbito escolar que el padre de su amiguito no es exactamente su padre... Y por supuesto, esta convicción que es muy propia de nuestro tiempo de que hay una respuesta técnica para cada problema, que es por donde creo que deberíamos empezar.
—A lo largo de todas las líneas de este libro usted hace una ferviente defensa de las familias sensatamente imperfectas, porque ha detectado que esta nueva generación de padres no tiene suficiente con hacerlo bien, quiere hacerlo mejor. Buscan el mejor colegio, aunque este se encuentre a una hora de ruta de su casa, le apuntan todos los días a las extraescolares más extravagantes...
—Exacto, no tienen suficiente con hacerlo bien, quieren ser perfectos. Pero se olvidan de que uno de los derechos del niño es tener una familia tranquila, y eso solo lo proporciona un entorno tranquilo, con paz en los momentos cruciales del día (por la mañana y justo antes de acostarse). Hay muchos menores que no duermen lo suficiente y esto me lleva a preguntar a los padres si le darían una sustancia tóxica a sus hijos. Pues bien, la falta de sueño es equivalente a una sustancia tóxica. Los padres están para decir «no» ante determinadas cosas, para poner barreras, para establecer una trinchera. Pero volvemos siempre a la misma cuestión, que es la intromisión de la teoría en las relaciones familiares. Hemos perdido el sentido de la prudencia. Habría que volver a leer a Gracián como pedagogo en ese arte. Hay que aceptar que el ser humano no tiene respuestas para todo.
—En este sentido, recomienda también en su libro volver a decir «no» de vez en cuando a nuestros hijos. ¿No se dice lo suficiente? ¿Está la autoridad denostada?
—Es más, diría que son dos derechos fundamentales del menor: el derecho del niño a ser frustrado, y el derecho del niño a conocer los adverbios de negación. En España lo que ocurre es que estamos acomplejados a la hora de mostrar la autoridad, tanto en la familia como en la escuela. Nadie quiere mostrar que es autoritario, pero todo el mundo querría que sus hijos y sus alumnos le obedecieran sin tener que mandárselo. Eso es lo característico de la situación. Pero, ¿cómo conseguir una autoridad que no esté mandada? Ese es el sueño. Recomiendo no perder de vista al primer ministro de Educación francés, Jean-Michel Blanquer, que aboga por recuperar la autoridad, la jerarquía, el conocimiento, y la autonomía de los centros. Todo está recogido en su obra «La escuela de mañana».
—Volviendo al hogar... ¿Cuál es, según usted, la principal responsabilidad de los padres?
—Quererse, de manera clarísima, es más importante que comprenderse. Por eso, si hablamos de «deberes» de los padres, y siendo plenamente conscientes de que la persona que quieren es imperfecta, estos tienen que hacer manifiesto que se quieren en casa con el ejemplo. No estoy pidiendo ¡por favor! un mundo poblado de sentimentaloides emotivos, que cuando te descuidas lo mismo te dan un abrazo a ti que se ponen a abrazar un árbol. Estoy hablando de que se note la capacidad que tiene el amor para sanar heridas puntuales. De hecho, se sabe que para el desarrollo psicológico de los niños, el afecto ambiental es tan importante como la leche materna para el crecimiento biológico. Y a vuestro hijo le estáis transmitiendo otra lección que no se aprende en ningún otro sitio que no sea en casa: que seguro que hay alguien por ahí fuera que le va a querer a él a pesar de sus imperfecciones. Esto es muy elemental, es el ABCD de las lecciones de la familia.
—En su obra no se cansa de defender que la familia normal es una especie de «chollo» psicológico. ¿Qué es una familia normal, y por qué es un chollo?
—Cuando me refiero a una familia normal no me estoy refiriendo a las personas que la forman, sino a sus reacciones. Y por tanto, una familia normal es aquella que no sobrecarga sus neurosis inevitables con excesivas gesticulaciones. Es decir, es aquella que se enfrenta a sus problemas sin demasiados aspavientos, en lugar de hacerlo a gritos, llevándose las manos a la cabeza, o sobrecargando de tensión la tensión ya existente. Estoy cada vez más convencido de que la manera de tratar los problemas en sí misma es un factor educativo de primer orden, porque las familias que se enfrentan a ellos con cierta tranquilidad están dando un ejemplo de confianza en sí mismas y están educando a sus hijos en esta confianza, mientras que las familias que creen que la manera de solucionar un problema es gritar mucho, están educando a sus hijos en la desconfianza.
Y en efecto, una familia normal es un chollo, porque es el lugar donde te quieren por el mero hecho de haber nacido en ella, por el mero hecho de haber llegado. Es la principal institución de acogida y solidaridad natural que conoceremos en nuestra vida. Porque no hay tantos ámbitos donde se nos permita esto, ni de manera tan incondicional. Ni siquiera entre marido y mujer, donde hay que dar o demostrar ciertas señales. Es más, diría que ese cariño por los hijos no solo no caduca, sino que crece con el tiempo.
—Se declara también como ferviente admirador de los Simpson. ¿Qué deberíamos copiar de esta familia tan peculiar?
—El hecho de que los Simpson empiezan cada capítulo siempre de cero. Y que, con todos sus defectos, cenan siempre lejos de la televisión. Pueden estar discutiendo, pero están todos juntos. Hay dos cosas en la familia que sabemos todos y que son de un valor extraordinario: una la capacidad del perdón, que nos permite liberarnos de las ataduras del pasado, y la otra la fidelidad al compromiso y a la palabra dada. Estas dos capacidades humanas son los instrumentos que tenemos para manejar el tiempo. Una nos libera del pasado y otra nos sujeta al futuro. Pero hace falta poner en valor todo eso que ya sabemos. Mientras tanto, nos perdemos en dicursos por la empatía...




lunes, septiembre 25, 2017

MONTSERRAT Y EL INDEPENDENTISMO. Otro episodio de cesarismo

Eugenio A. Rodríguez
Montserrat es una de las realidades más falsas que se puede encontrar. Algún bien hace, atiende personas, proclama la Palabra, celebra los Sacramentos, consuela a las personas...
Ahora bien, en su dimensión sociopolítica es perverso.
Enseguida se ve que es un negocio.
Y en cuanto se rasca un poquito se ve que ha dado casi todo al César y poco a Dios.
Allí se celebraron Cortes de la II República, Franco entró bajo palio, después fue nacionalista y ahora independentista... ¡lo que haga falta! Todo con tal de servir al César... Violación de la vocación en la que esa institución lleva enfangada decenas de años. Y el clero secular, una parte perplejo, y otra aplaudiendo tontamente...

sábado, septiembre 23, 2017

Parábola de la casa sobre roca


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Se trata de tener un diálogo familiar en el que:
-se entienda el contenido de la parábola
-se aplique a nuestra vida. Esta aplicación es abierta. Se puede referir a nuestra vida personal a cómo somos en la familia, al colegio, a las actividades de "tiempo libre", ete etc

ALGUNAS OPINIONES RECIBIDAS EN EL MAIL:

-Sobre la historia de edificar en roca y en arena, nos ha gustado bastante. Explicamos a nuestra hija el significado de la palabra "esfuerzo", en el día a día, que todo conlleva un trabajo y un esfuerzo. Generalmente no se consigue nada sin trabajo. Le llevamos el tema a los estudios. (...) Incluso extrapolado a la amistad. No se puede hacer amigos, si no hay base de sinceridad. Parece que lo entendió.

martes, septiembre 19, 2017

La atención como primera virtud según Pablo D'ors

—Al inicio de su «Biografía del silencio» estampa un poema de Simone Weil, uno de cuyos versos reza: «Hay verdadero deseo cuando hay esfuerzo de atención», y en los primeros compases, en la página 13: «como diría Simone Weil, no hay arma más eficaz que la atención». ¿Por qué? ¿Cómo de eficaz es ese arma?

Además de la memoria, los niños deberían ejercitar la atención
—Es la virtud por excelencia, para mí la atención es la virtud por excelencia. Creo que igual que cuando somos niños nos enseñan a ejercitar la memoria, deberían también ayudarnos a ejercitar la atención. Porque la atención es la manera de estar presentes al presente, a lo que sucede. Cuando estamos atentos, sabemos que vivimos; cuando estamos despistados o sin atención, no sabemos dónde estamos, ni lo que hacemos, ni lo que hemos hecho. Mi fascinación por la virtud de la atención ha ido creciendo estos últimos años. En este momento de mi vida se ha convertido en algo primordial. La atención es tanto como ser consciente, y yo lo pondría en la jerarquía de virtudes como la número uno.

miércoles, septiembre 13, 2017

Evangelio es revolución.Martín Descalzo


"Revolución. No debemos vacilar al emplear esta palabra, tan manoseada, tan desprestigiada, manchada por tanta sangre a lo largo de la historia. Pero es la palabra que mejor define lo que estaba naciendo. Porque el giro más alto, más brusco, más radical que el mundo ha conocido, iba a producirse allí, a orillas del mar de Tiberíades.
Desgraciadamente, lo mismo que la grasa y el tiempo convierten a un vigoroso joven en un señor adiposo, así los tópicos y la mediocridad han ido deteriorando, reblandeciendo, ablandando, lo que entonces ocurrió. Y, cuando alguien nos cuenta los comienzos de la predicación de Jesús, enseguida nos imaginamos un clima de caramelo: el «dulce» maestro empezó a decir «dulces» palabras, tan bellas como aburridas. Y nos disponemos a dormirnos, como en los sermones. (...)
La voz de Jesús tocaba a rebato a la orilla del lago y crecieron los rumores, las voces, las llamadas y la gente corrió a escuchar aquella convocatoria misteriosa, a la vez que magnífica, que incitaba a algo grande.
Nos cuesta imaginarlo, acostumbrados como estamos a vivir en tanta siesta. Preferimos inventarnos una voz ronroneadora que dice palabras melifluas, invitadoras a la paz y no a la guerra, adormecedoras y no incitantes."



martes, septiembre 12, 2017

EL DERROCHE ESTRUCTURADO: el café en cápsulas

Rafael Ordónez
Desde que las cápsulas de café entraron en nuestras casas hemos cambiado el hábito de consumo de un producto, el café, de comprarlo en paquetes de 300 gramos o medio kilo hemos pasado a comprarlo en paquetes de monodosis, de apenas unos siete gramos cada unidad. Ahora pagamos en torno de 50 euros por un kilo de café, más dependiendo de la marca.

El café que nos hacemos de manera instantánea estará más de 100 años en el medioambiente

Con las cápsulas de café, en menos de un minuto, tenemos un café cremoso en la medida justa para consumir. Un invento que ha revolucionado el mercado de este producto. Un invento cuyo creador, John Sylvan, ha reconocido que se arrepiente de haber creado por su impacto en el medioambiente. Porque el café que nos hacemos de manera instantánea estará más de 100 años en el medio ambiente.

Según Nielsen, el año pasado, sólo en supermercados de España, se vendieron 9.395 toneladas de café en cápsulas, un 9,8% más que en 2015. Se estima que cada minuto se producen 39.000 cápsulas de café en el mundo. Entre 13.500 y 29.000 de estas cápsulas son tiradas a la basura, lo que significa 20 mil millones de cápsulas de aluminio o plástico cada año. Con ellas se podría dar la vuelta al mundo 14 veces. Son datos de Halo, una marca de café que ha desarrollado cápsulas biodegradables.

¿Por qué no se reciclan las cápsulas de café?
Muchos de los que consumimos este café pensamos, por el material, que debemos meterlo en el contenedor amarillo, pero no, en España no se reciclan en los cubos amarillo. Elena López, portavoz de Ecoembes, explica que en sus plantas de procesamiento las cápsulas no se reciclan, porque no son envases: “Por la forma y los materiales, de plástico y aluminio, todo el mundo piensa que deben ir al contenedor amarillo, pero en realidad el problema que hay con las cápsulas de café es que el producto no se puede separar del envase. Es indivisible y eso es lo que le diferencia de un envase. Y por ley no es reciclable”.

Sólo el 10% de los consumidores recicla su cápsulas en puntos adecuados

Pero este no es todo el problema, tampoco separar en casa manualmente el café usado de la cápsula ayudaría a su procesamiento, porque, según explica López, las plantas no están preparadas para poder reciclarlo. “Las tecnologías de recuperación no están pensadas para lo que no es envase y, por lo tanto, no se recuperan. Es cierto que las máquinas están en constante evolución, pero ahora mismo no pueden recuperarse”, añade.

La recomendación desde Ecoembes es que las cápsulas se entreguen en los puntos de recogida que han creado las propias marcas, porque todas las cápsulas que tiramos al contenedor amarillo terminan en los vertederos como basura corriente, sin procesar ni reciclar. Desde Ecoembes no pueden precisar cuántas cápsulas reciben, porque las máquinas de procesamiento separan todo aquello que no se puede reciclar como un conjunto.

Nestlé, empresa productora de Nespresso y Dolce Gusto, ha empezado a tomar medidas y ya ha creado 1.404 puntos de recogida de cápsulas en toda España, con los que la empresa estima que alcanza hasta 15 millones de habitantes en, de momento, diez comunidades. La multinacional no distingue entre sus marcas y las de la competencia, recoge todas. Según un estudio de la OCU de hace tres años, sólo el 10% de los consumidores recicla su cápsulas en puntos adecuados.

El sistema no funciona, sólo reciclamos el 16% de los desechos

Este programa de Nestlé, que se inició en 2011, “responde a lo que se conoce como responsabilidad ampliada del productor”, explica Julio Barea, de la organización ecologista Greenpeace. “El productor tiene dos opciones: o paga a Ecoembes, que no puede reciclarlo porque por ley no está considerado un envase, o recoge sus cápsulas, lo que pasa es que sólo lo está haciendo Nestlé y eso no parece una solución. El problema es que el sistema no funciona, sólo reciclamos el 16% de los desechos y esto es culpa del sistema de reciclaje actual”, explica Barea.

La solución por la que apuestan los ecologistas es por la de poner en valor los desechos. “Si -pongamos- cada cápsula tiene un valor de reciclaje de 20 céntimos de euro, el retorno aumentaría casi al 100% porque si tú no quieres recuperar dos euros por 20 cápsulas habrá quien las quiera retornar por ti. Mientras no exista ese sistema, nosotros desaconsejamos el uso de cápsulas”, concluye.

Al coste medioambiental de la cápsula hay que añadir el incremento de envoltorios, cuando antes para distribuir un kilo de café bastaban dos o tres envoltorios esa cifra se ha multiplicado por diez en cartón o plástico. A esto hay que añadir todos los pequeños electrodomésticos que han surgido alrededor del mercado de las cápsulas y que, como es costumbre en la industria, tienen su obsolescencia programada y en cuestión de pocos años deberán encaminarse al punto limpio. Un buen momento para pensarse una forma de café menos dañina con el medio ambiente o si recuperar la vieja cafetera italiana; barata, ecológica y vintage. “What else?”, y qué más, que diría George Clooney.

jueves, septiembre 07, 2017

MECANO: JESUCRISTO



Pasabas por alli, no sé bien
que vibró dentro de mi
y sin pensar me fui detras de ti
La luna en tu melena me ayudó
a seguir tus pasos por la acera
pero al doblar la esquina del bazar
no sé como te perdi
En plena confusión escuché
dentro de mi corazón
como una voz marcando la señal
iba diciendo...

Tu,
tu y yo
tu y yo
tu y yo


Como un radar en el mar
que el barco a puerto quiere anclar,
aquella voz subia de intención
o bajaba si iba mal, o iba un poco mejor
En miles de movidas me metí
por seguir detras de ti
pero al final encontré el lugar
y en medio de la luz estabas esperando...

Colgado de dos palos
y amarrado por los pies y por las manos
me pregunté quién lo pudo hacer
Trepé por la madera
y aparté de tu cara la melena
y te besé
tres palabras rotas escaparon de tus labios

lunes, septiembre 04, 2017

Fundamentalismo evangélico e integrismo católico. Un ecumenismo sorprendente

por Antonio Spadaro S.I. y Marcelo Figueroa

 In God We Trust: tal es la frase impresa en los billetes bancarios de Estados Unidos de América, una frase que es también el lema nacional actual. La frase apareció por vez primera en una moneda del año 1864, pero no se hizo oficial hasta haber pasado por una resolución conjunta del Congreso en 1956. Significa «En Dios confiamos», y es un lema importante para una nación que en las raíces de su fundación tiene también motivaciones de carácter religioso. Para muchos se trata de una simple declaración de fe, mientras que para otros es la síntesis de una fusión problemática entre religión y Estado, entre fe y política, entre valores religiosos y economía.
http://blogs.herdereditorial.com/la-civilta-cattolica-iberoamericana/fundamentalismo-evangelico-e-integralismo-catolico/