José Luis Navarro
A los 40 años, #FranzKafka (1883-1924), que nunca se casó y no tuvo hijos, paseó por el parque de Berlín cuando conoció a una niña que lloraba porque había perdido su muñeca favorita. Ella y Kafka buscaron la muñeca sin éxito. Kafka le dijo que se reuniera con él allí al día siguiente y que volverían a buscarla. Al día siguiente, cuando aún no habían encontrado la muñeca, Kafka le dio a la niña una carta "escrita" por la muñeca que decía "por favor no llores. Hice un viaje para ver el mundo. Te escribiré sobre mis aventuras".
Así comenzó una historia que continuó hasta el final de la vida de Kafka. Durante sus reuniones, Kafka leyó las letras de la muñeca escritas cuidadosamente con aventuras y conversaciones que la niña encontró adorables. Finalmente, Kafka trajo la muñeca (compró una) que había regresado a Berlín. "No se parece en nada a mi muñeca", dijo la niña. Kafka le entregó otra carta en la que la muñeca escribió: "Mis viajes me han cambiado". La niña abrazó a la nueva muñeca y la llevó feliz a casa. Un año después murió Kafka. Muchos años después, la niña ahora adulta encontró una carta dentro de la muñeca.
En la minúscula carta firmada por Kafka estaba escrito: "Todo lo que amas probablemente se perderá, pero al final, el amor volverá de otra manera".