domingo, noviembre 17, 2019

Matrimonio y familia. Mounier


“...Solo el amor de Dios no tolera competencia igual. Todas esas buenas personas ridículas: “Júrame que sólo me amas a mí”, como si el amor que algunas veces realizan un hombre y una mujer no fuera el logro de lo que debería ser nuestro amor para cada ser: ignorar la primera experiencia del verdadero amor es ignorar que el amor multiplica el amor y que hay que echarlo, desbordarlo fuera de nosotros...”


“...No tendrás más que pensar en esta vocación y en este don magníficos que son de forma manifiesta la palabra-tipo de nuestras vidas, el tema de la conversación que tendremos con Dios por la eternidad: conocer y aprender día a día el amor sin partición. Esto se dará a cada instante, pues los acontecimientos, los tiempos, los espacios, las carnes y las palabras se dividen sin cesar. Pero nosotros sabemos que el amor no lleva cuentas, que el amor no es un notario, y que la igualdad se hará por el don de sí, sin límites por una parte y por otra. Hay que ver esta altura y esta profundidad, este centro y esta periferia para estar en paz...”

“...Poco a poco descubriremos los repliegues del amor. El amor no es sólo la juventud encontrada de nuevo en una nueva infancia, ese objeto feliz tan alejado de los adultos y de sus malas maneras. Justamente en este momento... estoy instalado en su gravedad. ¡No hay que encontrar conmigo sólo algo de intacto y de nuevo!. Te he contado alguna de las heridas que he recibido. Y además está esa herida ininterrumpida del cristiano en el mundo, la de la soledad... Tiene que haber días en los que saltaremos y sonreiremos con toda la frescura no forzada de nuestra juventud. Y también habrá días más velados en los que nos sentiremos muy lejos, muy lejos en la vida. Y no es momento de jugar a ser niños. El amor humano enseña muchas cosas sobre los caminos del amor de Dios...”



“...Lo importante es que un día no demasiado lejano nos dejen todos, arqueólogos, revolucionarios, visitas, obligaciones y ganapanes, buscar el centro de nosotros mismos y.. recogernos un poco en una zona no pisoteada adonde, hagan lo que hagan, no puedan llegar todas sus suciedades y todos sus ruidos. Que nos dejen empezar nuestra parte de vida eterna -no de tranquilidad, sino de edificación feliz. Tengo sed de esto mucho más allá de lo que pueda imaginar estos días...”


“...La renuncia no es decir: “No, no” (creyendo que se hace bien al decir no), sino decir: “No sé, me abandono, Dios mío, te lo pido, ya veremos, tú me harás ver, esperemos, seremos sencillos al esperar, sin intentar las soluciones cuya luz sin rigidez hay que merecer”. La grandeza, la virtud de una solución no está en la dificultad, sino en su fecundidad...”



“...Hay que transformar en alegría todo lo que la fortuna nos niega... Yo quisiera que sobre todo tengas el mínimo de calma para poder ser sufrimiento en el sufrimiento, esperanza en la esperanza... Vamos a inventar una nueva clase de presencia en la inseguridad total, tan próxima a la que ha sido la nuestra durante meses. Todo esto será más fácil de lo que se piensa en el transcurso de los días. No estábamos hechos para momentos fáciles, eso es todo. Pero es necesario que juntos hagamos hermosos los momentos que nos sean dados. Hace poco, al marchar por el camino, he intentado hacer cantar mi corazón. No me ha costado mucho. Me bastaba con pensar... que cualquier sufrimiento integrado en Cristo pierde su desesperanza y su misma fealdad...”

“...Pero la familia no es sólo una utilidad biológica o social y no defendiéndola sino en su aspecto funcional muchos pierden su sentido. Sentido que consiste en ser el punto de articulación de lo público y lo privado, en unir cierta vida social a cierta intimidad. Socializa al hombre privado e interioriza las costumbres. Por este rol de mediación es el nudo capital del universo personal. Si se detiene en la pesantez carnal, desviriliza a quienes tiene el encargo de llevar más allá de ella misma, hacia las sociedades más perfectas. Si se socializa totalmente, se entrega al imperialismo familiar; hay pocos espectáculos tan vulgares. La familia propietaria de sus miembros, la familia erizada de derechos y cóleras, los que se complacen en dar de ella esta imagen furiosa no han comprendido nada de su milagro frágil, tejido por el amor, educador del amor. Ahora funciona a la inversa, si se confunden en ella intimidad y amalgama, cerrazón al aire libre. Los encantos de lo privado son la alienación de la burguesía, su medio de ocultarse la miseria del mundo: Es preciso salvar a los valores privados de esta profanación...”

“...No hay camino que conduzca al cristiano al dominio que no pase por la encrucijada de la Cruz. La alegría no le es negada: constituye el sonido mismo de su vida. Pero la felicidad tranquila no es la alegría. La alegría en las lágrimas, o, durante el buen tiempo, una alegría ardiente y comedida, he aquí el estado natural del cristiano. Péguy decía que la ternura, a causa de esto, era la médula del catolicismo. Una ternura herida...”.


“...Y este alma se revela en la libre búsqueda por dos personas en primer lugar, por varias luego a medida que la persona de los hijos se constituye, de una comunidad dirigida hacia la realización mutua de cada uno. Esta comunidad de personas no es automática ni infalible. Es un riesgo que hay que correr, un compromiso que hay que fecundar. Pero a condición de tender a ella con todo su esfuerzo, de irradiar ya la gracia, y sólo a condición de que la familia pueda ser llamada sociedad espiritual...”


“...Lo que envidio a los conversos es haber llegado a Cristo a través de la aventura y el viento fuerte. ¿Qué importa después el acabamiento de la obra? Su corazón es espléndido desorden de Dios...”
“...La realidad del verdadero amor, el que está injertado en la amistad de Cristo, es que la voluntad de Dios pasa en adelante por aquel a quien se ama. Y desde entonces, el gran cumplimiento del abandono es esta humildad con nuestro destino...”.

“...Somos incorregibles. Siempre olvidamos la auténtica posesión que hay en el sacrificio. Nunca llegaríamos a él si tuviéramos que decidir. Y además, cuando los acontecimientos te caen sobre la cabeza, creemos reconocer que una de las más fuertes posesiones del ser amado es la de sufrir con él...
Lo que importa son nuestros verdaderos destinos, y no tanto el sufrimiento necesario para alumbrarlos...”

“...No hay que confundir el amor con sus deformaciones. El amor no es la consonancia, o la complacencia o el agrado: Todos conocemos esas parejas armoniosas que se `pudren en la mediocridad. La complacencia se juega entre individuos. El amor apunta por encima del individuo a la Persona que llama, por encima de las consonancias del azar o las diferencias de superficie que pueden seducir, pero no retienen. El amigo no pide al amado que lo refleje, o lo consuele, o lo distraiga, sino que sea él mismo de manera incomparable y que provoque un amor incomparable...”