miércoles, agosto 14, 2019

LA ASUNCIÓN DE LA VIRGEN

Martín Gelabert OP
Albergo la convicción de que una buena reflexión teológica sobre María puede ayudar a comprender mejor la vida cristiana. El misterio de la Asunción es un buen ejemplo de ello.
 
Las liturgias católica, ortodoxa y anglicana, conmemoran el 15 de agosto la fiesta de la Asunción. En cierto modo es una fiesta ecuménica. En la isla de Mallorca, en la que estoy pasando unos días, quedan restos de antiguas tradiciones populares sobre esta fiesta en forma de alguna procesión, alguna novena, retablos y pinturas. Pero, sobre todo, porque en prácticamente todas las Iglesias de la isla se expone a la Virgen “muerta” rodeada de ángeles. Esta denominación popular de la “Virgen muerta” convive con otras de carácter más teológico, como el Tránsito o la Dormición de María. Ambos aspectos, el popular y el teológico, resultan significativos para la antropología cristiana: María muere, porque esta es la condición por la que todo ser humano debe pasar para entrar en la gloria; pero la dormición y el tránsito orientan a otra dimensión del fin de la vida terrena: para el cristiano, la vida no termina, se transforma; por tanto la defunción no existió para María ni existe para el cristiano.
 
Hay que distinguir entre la Asunción y la Ascensión. En la Asunción, Cristo sube al cielo por su propio poder. María es asunta porque son los ángeles (que en las representaciones icónicas rodean su cuerpo muerto) quienes la transportan al paraíso. Los ángeles: signo de la presencia de Dios. María, y todo cristiano, entra en la vida definitiva por el poder de Dios. Los cristianos de Bizancio representan la asunción del alma de María, mientras que en Occidente es más frecuente la asunción del cuerpo. En algunos retablos de Mallorca se aprecian huellas de la asunción del “alma”. Las almas se representan como infantes amortajados, como puede comprobarse en los retablos de la Seo, y de las Iglesias de Montesión y Santa Eulalia de Palma. Vemos aquí las dos maneras como se ha concebido la entrada en la gloria, en función de distintas antropologías. Hoy la teología mayoritariamente entiende que la salvación integra todas las dimensiones de la persona, alma, cuerpo, corazón, conciencia, cultura, relaciones. En este sentido, el misterio de la Asunción de María es prototipo de lo que ocurre con cada persona: todas sus dimensiones, incluidas las corporales, quedan integradas en la salvación.