Estamos enseñando a ganar, cuando deberíamos enseñar a perder. Porque, sencillamente, ocurre más. Yo corrí 11 Tours y sólo gane uno. El deportista a lo que está acostumbrado es a convivir con la derrota. Pero estamos creando una sociedad de iconos victoriosos y nos olvidamos de la cantidad de trabajo y de derrotas que son necesarias para lograr una sola victoria. La de veces que antes de ser primero, has sido segundo, tercero, último o has abandonado. Ganar es el objetivo, pero no es lo que define al deportista. Lo que le define es todo el trabajo que hace para intentar ganar. Lo logre o no. Cuando yo era segundo o tercero en el Tour, se vivía como un auténtico éxito. Ahora eres segundo y te dicen que sí, que bien, pero que has perdido. Me da pena que estemos creando una sociedad donde sólo vale ser el número 1.
Mi perfil es más nuestro, más imprevisible, y así conquisté el corazón de muchísima gente. Si hubiese ganado lo mismo que Miguel, igual se me admiraba más, pero se me querría menos.