¿Qué es orar? Es hablar, relacionarnos, contarnos cosas. En la relación con los demás pedimos y ofrecemos objetos en función de nuestra amistad. En nuestra relación con Dios, si hay verdadera conexión, ocurrirá lo mismo.
- ¡Yo no sé orar!
-¿Sabes hablar, relacionarte, contar sucesos, pensamientos, ilusiones, sufrimientos? ¿Sabes pedir algo a alguien? ¿Has ofrecido cosas a otros que te ha pedido o entiendes que necesitas?
Si te diriges con esa misma naturalidad a Dios, le localizas dentro de ti, le abres tu interior y le dejas pasar… cenará contigo y tú con Él. ¡Ya está!
Pero si lo logramos y escuchamos con claridad la palabra de Jesús dentro de nosotros, sentiremos la misma sensación que los discípulos de Emaús.
Al acercarse, los dos discípulos y Jesús (ya resucitado) al pueblo a donde iban, él hizo ademán de seguir adelante. Pero ellos le forzaron diciéndole: "Quédate con nosotros, porque atardece y el día ya ha declinado." Y entró a quedarse con ellos.Y sucedió que, cuando se puso a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo iba dando. Entonces se les abrieron los ojos y le reconocieron, pero él desapareció de su lado. Se dijeron uno a otro: "¿No estaba ardiendo nuestro corazón dentro de nosotros cuando nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?"
Aprovecha la cena para contarle tus cosas. Mírale y escucha, Él también quiere hablar, pedirte algo, ofrecerte algún proyecto, discutir algo contigo. ¡Qué difícil es hacer el silencio hoy en nuestro interior!
Siempre que nos relacionamos con Dios, algo cambia en nuestro interior. La bondad de nuestro corazón aflora, la generosidad brota, la promesa surge, el cambio se opera. Si hay una verdadera escucha, nuestro corazón arderá dentro de nosotros y ESCUCHAREMOS su Palabra.