martes, agosto 20, 2024

PARTIENDO DE LA EXPERIENCIA PERSONAL - SOBRE PASTORAL E HISTORICIDAD

Desde que a inicios del siglo XX los intelectuales fueron aceptando la idea de "historicidad" como un rasgo importante del pensamiento humano, la manera de interpretar lo frutos históricos de la búsqueda de la verdad ha cambiado muchísimo; yo diría que ha sido un salto casi cualitativo en la comprensión y la interpretación de la historia del pensamiento.

Ciertamente es un descubrimiento enorme llegar a comprender que nuestro pensamiento no participa de modo natural de un mundo de ideas preconcebidas, inalterables y eternas, sino que siempre se fundamenta en los apriorismos culturales recibidos de las generaciones anteriores y en las analogías de la propia experiencia. Esto es: nuestro pensamiento siempre es un pensamiento encarnado en la cultura y nuestra visión de la realidad siempre está condicionada por ese rasgo; pero esto no quiere que no podamos conocer firmemente la realidad, sino que debemos añadir siempre a todo conocimiento el calificativo de condicionado para conocerla mejor. Dejar siempre la puerta abierta ...

Esa actitud nos ayudará siempre a comprender a los demás, a entender las variedades y a ver en qué parte del pensamiento del otro podemos coincidir o acordar. Porque, parafraseando a san Mateo cuando el Señor da los consejos a los discípulos, ¿cómo amar al enemigo si no soy capaz de comprender el fundamento condicionado de su pensamiento?

Pero ahora yo quiero aplicar ese concepto de "historicidad" a la labor pastoral. En todos los cuerpos sociales hay y habrá siempre gente de todo tipo: personas muy interesadas en lo que hacen, personas que se refugian para sobrevivir, personas que lo único que les preocupa es acabar cuanto antes sus obligaciones, personas desengañadas... pero me consta que en el colegio clerical hay muchos que buscan hacer un buen trabajo, que quieren ayudar a la creencia de las personas y apoyar que abran los ojos. Tarea dificilísima, como poder comprender, que compartimos con todos los educadores del tipo que sean.

Todo sacerdote enamorado de su quehacer ha tenido que considerar situaciones, actitudes, pensamientos que no casaban bien con lo que él había aprendido o él esperaba. Ha debido abandonr su comodidad intelectual para repensar esa verdad que le había llevado al sacerdocio y poder aplicarla a esas situaciones.

No es necesario que recuerde la inmensa verdad de tales: aceptar la homosexualidad como condición humana, la ruptura del amor de pareja de manera irrecuperable, la carencia de compasión en situaciones límites, la sexualidad como instrumento de liberar presión, la religiosidad servida como arma de guerra, la condena de la diversidad, la utilización de la palabra de Dios y de formas religiosas para los intereses propios. (me perdonaréis que cite en este apartado las oraciones públicas hechas para contrarrestar las opiniones políticas de otros), la pretensión de tener razón simplemente por ser un ordenado "in sacris" o tener un cargo .... y tantas., tantísimas más.

En todos estos momentos, consciente o inconscientemente, para poder cumplir con su misión de ser profeta del Altísimo anunciando al pueblo "que le llega ... un sol que viene del cielo...". se ha tenido que aplicar la idea de "historicidad", incluso en verdades dogmáticas. Esos ratos de incertidumbre, de contradicciones versus lo que hasta ahora se ha tenido como fundamento, de preguntas sobre lo que hay que hacer o no hacer ... producen gran desasosiego y, a veces incluso, han provocado el abandono del ministerio, pero la tarea de interpretar los fugaces relámpagos de luz en la oscuridad, que hemos de hacer continuamente, no hay que despreciarla. ¡Tantos misioneros, tantos teólogos, tantos educadores y pastores que se han planteados nuevas interpretaciones ... no deberían ser ignorados!

Creo que todas estas soluciones particulares a los conflictos que existen en la realidad, que son diarios y miles, son un gran tesoro de la fe que acompaña la realidad histórica. Es un fondo en el que había que profundizar, que se tenía que estudiar teóricamente y que debía considerarse como evolución de la fe de la Iglesia.

Y ahí encontré una tarea nueva para los obispos y superiores generales; una tarea de escuchar toda esa variedad, de llevarla a mayor claridad, de alzarla a las estructuras superiores, de crear centros de estudio sobre ellas, etc. Tal tarea equilibraría mucho el trabajo, siempre, ingrato y aburrido, de representación a la que los obispos están abocados. Pero eso necesita de tiempo de escucha, de proximidad y de paciencia, mucha paciencia y mucha esperanza.

Mosén Joan B. Almela i Hijalva. Junio de 2024