sábado, agosto 24, 2024

EL JESÚS PICAPEDRERO

Conviene recordar que los manuscritos originales de los evangelios fueron escritos en griego. Y la palabra griega que utilizan para referirse al oficio de Jesús y de su padre José, es "tektón" que se usaba para designar a quien se ganaba la vida construyendo algo con sus manos. La traducción literal de " tektón" sería la de artesano u obrero de construcción, que lo mismo podía trabajar la piedra, el barro, la madera o los metales...

Sin embargo, analizando el contexto y la geografía donde vivió y trabajó Jesús, la madera no constituía parte principal de ninguna construcción. Las casas estaban hechas principalmente de piedra, especialmente en Nazaret, conocida por su rudimentaria arquitectura, su escasa población y sus limitados recursos.  Además la madera no era nada abundante en aquella región... y ser carpintero en Nazaret sonaría tan raro como ser esquiador en África.

Y si esto es así ¿cómo se explica entonces, que el término griego "tektón" se haya traducido por carpintero? Parece que este término apareció por primera vez en la traducción de la Biblia al idioma inglés hecha por William Tyndale en 1526 y así se siguió haciendo, a través de los años, en otras traducciones en los distintos idiomas europeos.

Para que esto ocurriera influyeron, sin duda, miles de años de pinturas medievales representando a Jesús como un carpintero europeo, usando herramientas europeas para hacer muebles de estilo europeo en un taller europeo. Pero no podemos ignorar la evidencia de los datos que nos proporciona la arqueología y la etnografía.
En una tierra como Galilea, donde hay piedras por todas partes y escasos arboles, un artesano trabajaba principalmente las piedras y no la madera.

Así se explica que mientras solo existen en el evangelio dos parábolas que se refieren al trabajo en madera, se hace referencia más de 40 veces, a las labores de construcción relacionadas con la piedra.
Lo cual me afirma en la convicción de que Jesús era picapedrero y que trabajaba en todas las estructuras que él mismo menciona en sus parábolas: casas bien asentadas sobre roca, prensas de vino, piedras de molino, lápidas, atalayas, cercas de viñedos, torres de vigilancia, cisternas, graneros...

Además, ahora sabemos que Nazaret estaba a cinco kilómetros de la ciudad de Seforis donde se hicieron grandes obras de remodelación que requirieron la participación de numerosos albañiles y picapedreros del área circundante... y tambien sabemos, que a medio camino entre Nazaret y Seforis aún existen los vestigios de la enorme cantera de roca que hacía posible estas obras (2° foto: canteras de piedra a mitad de camino entre Nazaret y Seforis). Y a todo esto, hay que añadir las multiples referencias a las piedras que hay en toda la peripecia vital de Jesús y a lo largo de todo el Nuevo Testamento: Jesús, piedra rechazada por los arquitectos de este mundo injusto y piedra angular que sostiene la vida de muchos otros. 

Esto es algo que me llena de emoción... y por eso, un día tuve el atrevimiento de plasmarlo en un poema:

Rompiste las aguas
del cálido vientre,
en piedra ahuecada
de frío pesebre.

Tomaste el camino
de viajar sin nada,
con piedra rugosa
por dura almohada.

Entraste en la noche
envuelto en sudario,
sobre piedra herida
de duro calvario.

En tumba sellada,
lienzos de mortaja,
del amor más grande,
piedra que no encaja.

Del sepulcro nuevo
se abrió una rendija,
removió la piedra
y estalló la vida.

Tú, el canto rodado
y la piedra ahuecada;
Tú, el guijarro humilde
y la roca afilada.

Tú, el currante nazareno,
Dios y pobre verdadero
y el artesano eficiente
del ladrillo y el mortero.

Tu, Jesús, Hijo del Hombre
y mi Dios picapedrero.

Tú, vivirás para siempre
en este gran laberinto
de eterna luz y de sombra
que compone el empedrado,
que hoy habita en mi memoria.

Manuel Velázquez Martín.