domingo, marzo 01, 2020

JAIME MARRERO. TESTIMONIO



El pasado viernes nuestra reunión de padres se tiñó más aún de humanidad y divinidad con el sencillo testimonio del conocido humorista Jaime Marrero.
Contó chistes porque es su forma de comunicarse pero nos mostró también parte del hondón de su corazón: “Creo en el Dios de mis padres, el Dios del amor, de la solidaridad”. 

Fue hilvanando anécdotas y chistes al hilo de su propia vida. Mostró admiración por aquella humildad de quienes daban todo por los demás sin quejarse. “Mi madre -éramos siete varones- nos mandó más de un cogotazo y se lo agradecemos; vivía para los demás y nunca se quejaba”. 

Recordaba que la vida recibimos un don que es para los demás. No mencionó la palabra humildad pero nos habló de un familiar suyo que había recibido una Medalla de las autoridades porque en una retirada, durante la Guerra de África, este hombre había cargado voluntariamente con un compañero enfermo. Jaime destacaba que nunca le había hablado de este hecho, que él se había enterado años más tarde.

Tampoco usó la palabra vocación pero nos contó la fascinación que sentía por aquella vecina que en voz baja le decía que siguiera adelante en su deseo de ser humorista aunque en la familia le pusiesen pegas.

No entiende que habiendo habido víctimas por los dos bandos se está orillando el sentido de reconciliación entre bandos en que él creció: “Hemos tenido familiares en ambos bandos y es mejor hacer como ellos, caminar hacia adelante”.

Aunque profesionalmente le haya ido muy bien confiesa que sus mejores momentos los ha pasado con las personas mayores a las que tanto debemos y “en las prisiones donde hay muy buena gente, o quien cometió un error; y también faltan algunos que podrían estar”.

El aruquense Jaime Marrero se siente agradecido con la vida, contento de alegrar a otros, feliz en su humor blanco: “Se pueden contar chistes de suegras, de gays, de enfermeras, de todo, si se hace bien”.