Pedro Pastor
Siendo honesto no soy Dios ni soy un genio.
No soy libre, si quiera consciente.
No soy libre, si quiera consciente.
No siempre soy bueno, no siempre soy yo, no siempre íntegro, no siempre sincero.
Siendo honesto hay seres con los que me cuesta empatizar, a veces no escucho, no miro, no callo, otras tantas me pierdo y me engaño.
Si soy honesto me atrevo a decir que más de una vez me he relacionado por interés, he abusado de mi poder de listo, de hombre, de niño, de amado, de blanco, de rico.
Siendo honesto no puedo contar las veces que no he sido honesto, que antepuse mi ego al dolor ajeno.
He sostenido una mentira hasta ver arder mis manos, aún sintiendo un irrefrenable deseo de desnudar la verdad.
He sostenido una mentira hasta ver arder mis manos, aún sintiendo un irrefrenable deseo de desnudar la verdad.
Siendo honesto te expreso que me he impedido sentir, que he dado tanto por hecho, que hace un rato hice un juicio de valor, que no volé por prejuicios y temblé de pánico a no ser aceptado, que sólo me he importado yo o que todo lo contrario, ni en cuenta me he tenido, que cagué a mi madre comportándome como si me debiera la vida, que me creí tantas veces más: más rápido, más valido, más inteligente.
Siendo honesto he conocido la envidia hasta desear el mal, hasta dejar de celebrar más de un éxito de mis contemporáneos. Tan lider, tan exigente, tan competitivo.
Si te soy honesto no soy quien crees que soy, quien imaginas, quien idealizas, por lo menos no la jornada completa pues dudo, me quedo en el dicho, siento celos, me enrabieto, me ciego, me hiero.
No soy una imagen de mi, mi conciencia en movimiento pendular, del bien al mal, del abrazo a la cerbatana sin rozar el equilibrio.
Si me soy honesto no me quiero todo lo que quisiera, ni me cuido ni me disfruto ni me cultivo a pleno pero trato, empujo, aprendo y me encamino hacia mí mismo, así me siento: a cada momento una verdad más cerca de ser verdaderamente honesto.