Francisco en más de una cosa ha sido revolucionario. Empezando por la forma de salir al balcón de san Pedro sin las vestimentas que habían usado otros, siguiendo por insistir en que era obispo de Roma y -sobre todo- pìndiendo la bendición al pueblo antes de impartirla. Francisco es inconcebible si no se parte de tener una fuerte personalidad que le permite innovar, no arredrarse, no temer equivocarse. Hay que ser atrevido para llamarse Francisco, el santo de los santos, el que a todos nos resulta más inalcanzable, alguien que no tiene grandes escritos, pero no hay nadie más admirado en la historia de la humanidad. ¿Cuántas veces le habrán dicho que un Papa nunca ha hecho algo así? Creo que los que doblegaron a Nenedictop tantas veces, más de una no han podido con Francisco.
Francisco en lo del pueblo ha sido todo un revolucionario. Se lo debe a la teología argentina que supo encontrar una forma de peculiar teología de liberación distinta de la más conocida en Europa, no de gran nivel pero sí con muchos aciertos pastorales.
Además le dio por vivir en "Santa Marta" un poco retirado de las manías palaciegas, aceptó el sencillo coche de un cura, rechazó las usuales formas de protección y -lo mejor- siguión con sus mismos zapatos, literalmente, esos zapatos negros gastados que se alejaban de los zapatos rojos que venían de otro país.
Desde el principio hizo de los gestos una obra de arte. El abrazo al enfermo, el trato con los pobres, el aliento a grupos marginales, el apoyo a los movimientos populares, las llamadas telefónicas a este o aquella. Por doquier se comentaban. Sin pretenderlo estaba siempre en campaña.
En ese sentido de ser pueblo ha sido insistente. No hizo un encíclica programática, supongo que le parecería ampuloso, y termin´aquella "Lumen Fidei" en que los expertos distinguen que es de Benedicto y que es de Francisco pero él la firmó entera.
Después presentó su plan pastoral en Evangelii Gaudium, con sus ideas clara y quizá demasiado largamente expuestas, pero partiendo de un Sínodo. Era una exhortación sinodal. En ello se pone de manifiesto que estamos más ante un discípulo misionero que ante un teólogo. Y acierta plenamente porque sus "hagan lío", "prefiero una iglesia accidentada a enferma" etc han sido un aliento en el cogote de todos los que queremos hacer algo más que transmitir un tesoro enorme pero que puede parecer anquilosado. Queremos transmitir, siguiendo una imagen conocida, fuego y no cenizas.
Como teólogo no ha destacado. Ha sido inteligente en recomendar una y otra vez a Kasper, que era quien nos recomendaban en Teología una y otra vez cuando yo estudiaba. También confió en el español Ladaria y luego en alguien mucho más joven a quien admirábamos los que le leíamos incluso en su facebook: Victor Manuel Fernández. Un gran acierto. Las huestes del conservadurismo hicieron que desapareciera un buen libro de este teólogo porque, sin llegar a la erótica del Cantar de los Cantares o de san Juan de la Cruz, hacía sugerencias más cercanas bajo el título Sáname con tu boca. El arte de besar. Sabemos de buena fuente que el recién elegido Papa le hizo obispo y le pidió que mantuviera un perfil bajo. Se dice que no le dio las razones pero años después le llamó a Roma como Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la fe.
Precisamente de este teólogo hay párrafos enteros en Amoris Laetitia, donde Francisco dio muestras de nuevo de una gran inteligencia práctica. El tema era tan polémico y las cuestiones de familia están tan enredadísimas en la Iglesia, donde conviven las engreídas "buenas familias",(aparentemente buenas pero alejadísimas de ser pueblo) con familias pueblo tantas veces con sus imperfecciones y su heroísmo, todo mezclado. El lío era tan grande que Francisco decidió separar en dos sesiones con un año de diferencia (algo inédito) el Sínodo sobre la familia. Finalmente, después de mucha preparación realmente cambió la doctrina según la cual de ninguna manera podían comulgar las personas que estaban en las entonces llamadas "situaciones irregulares". Por más que lo intenten algunos es imposible negar que hubo un cambio.
Otra cosa destacada en Francisco ha sido el que a mi me ha parecido su mejor documento: "Alégrense y regocíjense" donde plantea perfectamente que esa nueva pastoral exige auténticos sujetos, amigos de Jesús, en proceso de conversión y alejados igualmente del espiritualismo y del secularismo.
De lo acertado de sus encíclicas sociales no me parece oportuno hablar aquí. son conocidos sus mensajes sociales. Básicamente sobre la Fraternidad y sobre la Casa Común. Su última encíclica, dedicada al Sagrado Corazón la he comentado recientemente. De las sombras de Francisco también conviene hablar pero no hoy.