lunes, abril 08, 2024

“Iniciación al encuentro con el misterio”

Jesús Belda. Revistacresol.com

La iniciación cristiana constituye un gran desafío, una gran necesidad. La iniciación cristiana, es un proceso de transformación, en el que, quien participa, asume una nueva identidad y desarrolla una nueva vida que se manifiesta en su comportamiento personal y comunitario. Nos acompañan grandes interrogantes.

Nos proponemos motivar el estudio del importante documento de G. Uríbarri (ed.), La reciprocidad entre fe y sacramentos en la economía sacramental. Comentario al documento de la Comisión Teológica Internacional, BAC, Madrid 2021.

El prof. P. Gabino Uríbarri Bilbao, SJ, estudió la licenciatura de
Filosofía y Letras (sección Filosofía) en Comillas; hizo el Bachiller
en Teología en Comillas, la licenciatura en Teología en Frankfurt
(Sankt Georgen) y el doctorado en Comillas. Es miembro de la Comisión Teológica Internacional (2014); del consejo científico de la AVEPRO (2011); y de la Comisión Asesora de la Comisión Episcopal para la Doctrina de la Fe (2012). P
resentamos las siguientes preguntas, cuyas respuestas expertas agradecemos.

- Profesor Urribarri: La reciprocidad entre la fe y los sacramentos
está en crisis en la práctica pastoral actual. ¡Un gran desafío! ¿Con
qué tipo de teología podremos evolucionar?

El documento de la CTI pretende articular dos elementos fundamentales.
Primero, ¿qué factores de fondo laten tras la crisis de reciprocidad
entre fe y sacramentos? (cf. RFS 1-14) 
1) El predominio del paradigma tecno-científico, ajeno al pensar simbólico. 
2) La imagen virtual, omnipresente en nuestras vidas mediante los dispositivos electrónicos, no necesariamente apunta a una referencia real verdadera que representa. 
3) Los modos modernos de darse la creencia religiosa ─pluralista, individualista, emocional, con bricolaje─, son ajenos a la lógica sacramental, que contiene un claro componente objetivo, institucional, comunitario y eclesial.
Segundo, la tarea fundamental radica en regenerar un pensamiento
simbólico ligado a la comprensión de la creación como algo que
llevando la huella de Dios, remite a Él (cf. Lumen fidei, 40; RFS,
41).

- Cuando la fe no es consciente de su esencial sacramentalidad, ¿qué
consecuencias graves conlleva?

La historia de la salvación culmina en Jesucristo, el Verbo encarnado
(RFS 30), origen de toda la sacramentalidad. Por esto, la historia 
salvífica discurre con una lógica encarnatoria, dialogal y eclesial (RFS, cap. 2). Los tres factores están indisolublemente unidos. La lógica encarnatoria es esencialmente sacramental, pues Jesucristo es el «proto-sacramento» del encuentro con Dios. Si no se acepta la sacramentalidad, nos alejamos de la lógica encarnatoria, mediante la cual Dios se dirige personalmente -dimensión dialogal-, a cada unomediante la Iglesia -dimensión eclesial-, sacramento fundamental (RFS 33). Una fe no sacramental simplemente no es cristiana, menos católica, pues contradice la columna vertebral con la que acontece la historia de la salvación.

- En algunos ambientes vivimos en las parroquias con una praxis
sacramental realizada sin fe o cuyo vigor plantea serios interrogantes
con relación a la fe y la intención fiducial que la práctica de los
sacramentos requiere. ¿Cómo podríamos parar esta escalada?

Cualquiera que se acerque a la parroquia debería ser muy cordialmente acogida. Ahora bien, esta acogida también ha de ser honesta, con la persona que se acoge y con la fe católica. El objetivo principal es ayudar a cada persona a que crezca en su fe, esté en el punto en elque sea. Todos estamos en un lugar delante de Dios y en camino. Para ayudar a crecer, en situaciones muy diversas, hay que practicar la creatividad. Por ejemplo, no siempre será posible celebrar un sacramento, pero sí es posible rezar por cualquiera o por su familia. Lo mejor es si se puede proporcionar algún tipo de itinerario accesible a la situación personal.

Evidentemente el reto principal se puede formular como «catequesis»,como «iniciación» o como «mistagogía»: iniciación al encuentro con elmisterio. El arte está en acertar con formas adecuadas para ello.

- ¿Vislumbra alguna praxis pastoral con la que se pueda superar esa fractura?

En la práctica sacramental cristaliza todo: lo que va bien o lo que
flaquea. Por eso, el problema de fondo tiene que ver con la fe misma y con la adhesión eclesial. Las dificultades con la fe, relación
personal con el Dios cristiano, uno y trino; y con la Iglesia, una
pertenencia eclesial agradecida y convencida, se reflejan en los
sacramentos.

Estimo, en consecuencia, que el problema fundamental reside en la
socialización cristiana, mediante la cual se da la adhesión a la fe y
a la Iglesia. Esta socialización ha dejado de darse en grandes capas
de la sociedad española.

En esta situación, lo que más ayuda es encontrar una asamblea viva,
que celebra su fe con alegría, compromiso y agradecimiento. Al
incorporarse a una comunidad así se produce la socialización
cristiana, a la que me estoy refiriendo. Lo mejor es sumarse a una
comunidad que no vive esta fractura entre fe y sacramentos.

- ¡Es la hora de sacudir el letargo y despertar del sueño pastoral con
respecto a la iniciación cristiana que en general estamos realizando
en las parroquias! ¿Cómo?

Se da un revulsivo tremendo y se produce un punto de inflexión cuando se entra en una relación personal significativa con Dios, que ayuda, y mucho, a afrontar los retos de la vida, tanto los cotidianos como las grandes cuestiones, cuando surgen: enfermedad grave, fracasos rotundos, familiares o profesionales, sentido último de la vida, etc. Por eso, el reto principal es una fe viva ligada a una espiritualidad robusta mediante la que constato que florezco personalmente de un modo muy satisfactorio en su conjunto. El medio más oportuno es la propuesta de una espiritualidad reconfortante, que sea vehículo de alegría, de consuelo, de fuerza, de resiliencia; en una palabra: de bienestar y serena felicidad.

- Hasta ahora se decía que “todo contrato matrimonial es por sí mismo un sacramento”, y ahora decimos que “en ausencia de fe, no lo es”.¿Cambios en la doctrina?

El documento RFS no propone un cambio en la doctrina del matrimonio. Sigue la línea trazada por Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco, extrayendo una consecuencia de la lógica de la doctrina propuesta para una situación pastoral novedosa. Argumenta que, dada la mentalidad predominante en nuestro ámbito cultural, hostil a la comprensión eclesial del matrimonio, en ausencia total de fe (bautizados no creyentes) es muy difícil sostener que quienes pretenden contraer matrimonio lo hacen justamente con la intención de contraer el elevado tipo de matrimonio que la Iglesia considera como el único matrimonio existente: indisoluble (para siempre), con fidelidad y exclusividad, con amor oblativo hacia el otro cónyuge, con apertura a la prole. La intención de contraer matrimonio verdadero, el único que conoce la fe católica, es requisito de la doctrina tradicional. No se propone una innovación, sino una aplicación de la doctrina.

- ¿Desde esta perspectiva también se pretende iluminar la práctica
pastoral relativa a los otros sacramentos de iniciación estudiados en
este texto: Bautismo, Confirmación y Eucaristía?

No se puede pasar sin más del matrimonio a los otros sacramentos,
porque el matrimonio es una realidad natural, que pertenece al orden
de la creación. Ha sido elevado por Cristo a la categoría de
sacramento. No se puede decir esto sobre ningún otro sacramento.

Aunque los tres sacramentos forman parte de la iniciación cristiana,
cada uno comporta un perfil específico. De ahí que también la fe
necesaria para cada uno varíe. Para el bautismo se pide una fe mínima y que se den condiciones para que pueda crecer. Para la confirmación se pide una mayor cualificación eclesial de la fe. La eucaristía queda incompleta sin el compromiso misionero, por ejemplo.

- Nos urgen modificaciones importantes en la preparación previa del
catecumenado y en su acompañamiento posterior, ¿de qué tipo?

En muchos casos no se ha tenido presente el acompañamiento posterior, por ejemplo, para los matrimonios. La Iglesia antigua practicaba, para la iniciación, las catequesis mistagógicas. Una vez que se vive la realidad sacramental, se puede captar mejor su significado.

El problema es que para bastante gente la celebración del sacramento, como la primera comunión, es la meta, no el comienzo de un camino. De ahí que el reto resida en generar hambre de vida sacramental durante el catecumenado.

- Son múltiples las dificultades a la hora de debatir el diseño y las
opciones que exija esta pastoral. El documento resalta el dinamismo
misionero implícito de los sacramentos, ¿en qué términos?

«La sacramentalidad propia de la fe comporta siempre un dinamismo
misionero, pues inscribe de modo activo al creyente en la dinámica de la economía divina, dotándole de un cierto protagonismo, para el quela gracia divina faculta. Quien recibe un sacramento intensifica su
cristificación gracias al Espíritu, reafirma su inserción eclesial y
realiza un acto litúrgico de alabanza a Dios, que nos dispensa sus
bienes mediante los sacramentos. Desde esta óptica, se entiende, por
ejemplo, que quien recibe el bautismo es, en primer término, agraciado de modo gratuito: se configura con el misterio pascual de Cristo; pero también, simultáneamente, es llamado a testimoniar el don recibido a través de una vida de alabanza que brote de la fe de la Iglesia. 

Nadie recibe los sacramentos en exclusiva para sí mismo, sino también para representar y fortalecer la Iglesia, que, como medio e instrumento de Cristo (cf. LG 1), ha de ser testigo creíble y signo eficaz de la esperanza contra toda esperanza testificando para el mundo la salvación de Cristo, sacramento de Dios por antonomasia. Así, por la celebración de los sacramentos y la vivencia adecuada de los mismos el Cuerpo de Cristo se robustece» (RFS 79 d).