sábado, agosto 19, 2023

Poli, el cura, el amigo

Saldrá adelante. “Dios ama al que da con alegría” dice el apóstol Pablo. No le han faltado amigos a quien tanto ha sembrado. Estos días se ha hecho lamentablemente famoso por como maltrata estos temas la “prensa canalla” que decía Valle Inclán. Ya está en manos del chismerío que el sacerdote Policarpo Díaz sufrió abusos casi ya en la juventud, más que en la niñez como destila la podredumbre mediática.

Por ello, Poli escribió al periodista: Por un lado, agradezco la tarea investigadora y divulgativa de La Gaceta, que ha hecho reaccionar a la diócesis comunicando algo que debía haber comunicado hace mucho tiempo. Pero, por otro lado, muestro mi perplejidad hasta el asombro y hasta el enfado, por cómo se ha tratado el tema, informando de cosas que yo no he dicho y que están puestas en mi boca. ¿Quién ha dado permiso para poner mi foto en segunda página y mi nombre en letras grandes en portada, creando un volcán en mi familia, en mis paisanos, en mis feligreses, en mis amigos…? Sí, me he sentido atropellado. Si hubiera habido un diálogo, una consulta, una propuesta, un estudio de comunicación previo, pues a lo mejor entonces estaba legitimado mi nombre y mi foto, pero yo no he dado permiso para eso: es un ataque a mi intimidad, que me expone a sufrir ataques y, la verdad, ¡Creo que yo ya tengo demasiado!  (aquí)

¡Bendito sea Dios! Ocasión tenemos de conocer un gran cura. Cura y mil veces cura. Nos conocimos con 11 años el 25 de septiembre de 1978. Empezaba entonces en Calatrava una auténtica aventura de crecimiento, de amistad, de solidaridad, de entusiasmo, de entrega, de vocación, de cultivo de la interioridad, de compromiso, de visión crítica de la realidad, de alegría en el servicio. De un amor profundo por la Iglesia, de un estilo de ser cura marcado por la radicalidad, la humanidad y el seguimiento de Jesus de Nazaret, todo al tiempo. La miseria moral del mundo comunicativo actual ha dejado caer que fue víctima de abusos entonces. ¡De eso nada! Lo que era Calatrava lo describí hace años, y los que lo vivieron, incluido Poli, manifestaron su entusiasmo por aquel resumen (es el punto II de este artículo de lectura recomendable -aquí-). Saldrá claramente a la luz en su día. En ese Seminario no hubo abusos. Aquel ambiente de entusiasmo por la pobreza, por la libertad, por el servicio, por los últimos y casi diría yo, por la revolución, no hacia juego con hedonismo alguno.


No son los dolorosos hechos actuales los que me hacen decir que Poli encarnaba perfectamente aquel espíritu. Era y es: servicio, empatía, alegría, mandamiento nuevo, compañerismo, generosidad, perdón, apertura, escucha, amistad, ternura, compasión, oración, sacerdocio… Limitaciones todas, ganas todas, pequeñez toda, grandeza toda.

En ese articulo largo comparto que en el Seminario menor nos hicimos cargo junto con Rafa de la revistilla “Calatrava en marcha”. Desde entonces hemos caminado cerca. Hemos estudiado en el  Rodríguez Fabrés, en el Torres Villarroel, en la Pontificia. Hemos compartido vivienda en Calatrava, en Villamayor, en Puente Ladrillo. Cuando la vida pastoral nos ha tenido lejos no hemos dejado de comunicarnos inquietudes, proyectos, tareas. Hemos coincidido hasta en el hospital porque mi madre y su padre murieron por las mismas fechas. Cuando yo iba a pasar un largo rato con mi madre pasaba a ver su padre; y él hacia lo mismo con mi madre. Conocemos mutuamente las familias. Cuando mi hermano estuvo hospitalizado él fue uno de los que le ayudó. Hemos compartido bienes: cartera, libros, oraciones..; hemos compartido vida: tiempo, familia, preocupaciones..; hemos compartido acción: social, evangelizadora…

Poli es un hombre muy dinámico y expansivo. De joven fue más de una vez delegado de clase y solía ayudar a otros en los estudios y lo demás. También supo ayudar en el mundo de la discapacidad. Y así ha seguido. En el Torres Villarroel, el instituto público de peor fama en Salamanca, mixto por supuesto, sabía ser seminarista y ser verdadero testimonio de autenticidad y servicio. Así era y así ha seguido en cada destino pastoral.

En aquella “escuela” de Calatrava (Marcelino Legido al fondo, más cercanos Domingo Martín y Antonio Romo) nos fuimos haciendo también radicalmente eclesiales. En ambientes difíciles hemos defendido con sensatez este Cuerpo Místico del que formamos parte con alegría. También ahora Poli ha caminado en esa acertada dirección. Otra cosa es el mundo “eclesiástico” tantas veces anquilosado y burocrático. Este es el que ha hecho sufrir a Poli. Pero eso no es “LA” Iglesia, sino una parte de la Iglesia; en eso creo que no le ha entendido (no nos ha entendido) el buen amigo que hace una crítica general a la Iglesia donde corresponde una crítica muy particular. Un grupito es un grupito y la Iglesia somos todos y ese Pueblo, ese Cuerpo, ese Templo, esa Viña, ese Pequeño rebaño sufre con Poli y con toda víctima y hasta se pregunta hasta que punto los victimarios no serán también víctimas.

Cuando supe que se había retirado a León supuse que algo había pasado y fui a verle. Al saber del hondo sufrimiento que albergaba le pedí perdón con naturalidad por no haberlo percibido antes. En realidad, durante años, ni él mismo se había enterado del todo. Parece que eso forma parte del proceso psicológico por el que pasan las víctimas. Las víctimas merecen un respeto, merecen justicia, seguramente también necesitan perdonar. Poli sabrá hacerlo y no nos pedirá gran cosa. Me parece que solo nos va a pedir que seamos mejores seguidores de Jesús, en la Iglesia del Señor, para que el Reino llegue a todos y especialmente a los pobres.
Poli, segundo por la izquierda en la parte central, con un grupo variopinto de amigos del Colegio mayor "Nuestra Señora de Guadalupe"