martes, octubre 13, 2020

¡Abortemos la inversión en bolsa! Una reflexión sobre el derecho a la vida


Jacob David Castillo Acosta

Estos días quizás has reflexionado sobre el aborto o la eutanasia, en el contexto de las sendas propuestas de ley que se han presentado recientemente en nuestro parlamento. Quizás has visto estas propuestas como una “inversión en el progreso” o un paso más en la senda de lograr la madurez de un estado moderno y libre o democrático. Pero no amigos, lo que ha hablado estos días en nuestro parlamento no es la voz de la libertad del hombre moderno sino la voz del mismo materialismo que lleva varios siglos quitándonos precisamente esa libertad que está en boga. ¡Digan lo que digan y quién lo diga, el aborto, la eutanasia, o el vientre de alquiler..., son ejemplos de como predomina una concepción materialista de la persona. El capitalismo llegó para quedarse y nos ha cambiado no solo nuestra vida sino nuestro modo de comprender nuestro ser persona.

Desde esta comprensión de la persona en un marco materialista, es que puedo desechar a una persona como si fuera una cosa. Sin embargo, la fe cristiana nos dice que la persona es el centro, que la persona es siempre un fin y no un medio o instrumento a mi servicio. El aborto, la eutanasia o el vientre de alquiler, suponen materialismo en estado puro. La persona como fin, es una premisa irrenunciable, al menos para los que hemos descubierto que el misterio del hombre se resuelve a la luz del hecho Cristo, a la luz de la opción de poner al hombre en el centro y no la ley. Esto mismo es lo que lleva denunciando la Doctrina Social de lglesia durante prácticamente toda su existencia, de modo que resuena siempre una apuesta por dignificar la vida humana en todas sus dimensiones, y por tanto, que la ley o la economía estén siempre al servicio del hombre. Paradójicamentee asistimos a propuestas de leyes que no están precisamente en la linea de dignificar la vida del hombre sino muy contrariamente, acabar con esta vida…

Si alguna vez has cuidado de un enfermo grave, seguro que has podido escuchar alguna vez, como el enfermo puede plantear la posibilidad de la eutanasia en lo que la mayoría de veces, en mi opinión, no es más que un tanteo, para saber si está resultando una carga para sus familiares. Por eso, jamás respondas a este tipo de peticiones con expresiones como: “si es tu voluntad”, o “haremos lo que lo que tu quieras”…, porque en el fondo lo que le estamos diciendo es que sí que es una carga; ¿o acaso responderías de la misma forma a un joven sano? Esa es la clave, vemos la eutanasia como una salida válida solo cuando la persona ya no entra en los cánones de utilidad, cuando en nuestra mentalidad materialista en el fondo personamos que una persona enferma “no sirve” o “no es útil” para la sociedad, para la familia, como si fuera un proyecto más en la cadena de mercancías de las grandes superficies.

Creo que debemos recordar siempre esta premisa, la persona es un fin y no tiene por qué “servir para algo”. Seguro que si todos aquellos que un día pidieron la eutanasia (y lo lograron) hubieran escuchado alguien que les decía: “ni hablar, eres muy importante para nosotros, no eres una carga; aportas muchísimo a nuestra familia, lo mismo que antes pero de un modo distinto…”; si hubieran escuchado algo así, muy probablemente no volverían a planteárselo, pero en cambio, con el “si es tu voluntad” le estamos diciendo que en el fondo tiene razones para hacerlo… en una aparente petición de eutanasia que el fondo no era más que un tanteo para descubrir como nos afectaba su situación.

Hoy hemos de volver la mirada a Jesucristo y mirar a toda persona como otro Cristo. Esto lo vemos en la pregunta sobre el tributo al Cesar. La respuesta de Jesús: “al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios” (Mt 22, 15-21) nos dice que lo material se circunscribe a la moneda y en cambio la persona está en la esfera de lo divino, como criatura predilecta, como hijo de Dios. En cambio, la mirada contemporánea sobre el hombre quiere demasiadas veces dominar al propio hombre, porque no es un ejercicio de libertad precisamente -la cosificación de terceros - sino un intento de dominar al otro, o reducirlo a un instrumento que me favorece o dificulta la vida.

Siguiendo esta idea, la antropología materialista que fomentan algunos sectores políticos o mediáticos de nuestro país, hace que no les tiemble el pulso para firmar decretos contra la vida humana. Y resulta así, que los que supuestamente apuestan por la libertad están siendo esclavizados por esta cultura que relega lo humano a lo material. El aborto, la eutanasia o el vientre de alquiler quizás sean temas nuevos, pero las razones son tan antiguas en el fondo como la venta de esclavos negros. Esto lo vemos en cómo en las ventas de esclavos eran más caros los negros jóvenes y sanos, y en cambio más baratos los viejos o ya enfermos, que incluso si “no servían” para una venta eran “sacrificados” -lo mismo que un caballo de carreras que ya no podía correr -. ¡Si amigos, cultura materialista en el aborto o la eutanasia…!.

Solo así se “comprende” abortar una criatura porque tenga síndrome de down…, porque irónicamente “es menos niño que un niño sano”, como “el anciano tetrapléjico es menos hombre que un hombre sano y productivo”. Y por muy loco que parezca, la gran victoria del capitalismo /materialismo, es que la mujer, tantas veces cosificada por algunos hombres, apueste por ese sector dentro del sano feminismo, que proclama el aborto como un ejercicio de madurez o libertad de la mujer, como una apuesta por hacer “cada una” con su cuerpo lo que quiera. Aunque paradójicamente ese feminismo radical exija el aborto para liberarse de la cosificación por parte del hombre, cosificando a un pequeño que crece en su vientre. No tiene sentido que para combatir la cosificación de la mujer cosifiquemos a un niño o niña. Hermanos si de verdad queremos ser libres, no lo conseguiremos yendo hermanos contra hermanas ni madres contra hijos..., la verdadera apuesta debe ser fomentar una cultura que ponga al hombre en el centro y que no consideremos nuestro ser persona por razones de utilidad sino por razón de la igual dignidad de todo ser humano, incluso el que aún no ha nacido.

Solo un dato más, ¿sabías que en jurisprudencia solo se tiene por nacido (sujeto de derechos y obligaciones) a un no nacido (denominado nasciturus) en caso de herencias (cf. Art. 30 Código Civil) o incluso se contempla para un niño que ni siquiera ha sido concebido aún (cf. Art. 9/ Ley de técnicas de reproducción humana asistida). Se considera al niño en ambos casos como: un “bien jurídico necesitado de tutela” (regulado en el art. 15 de la Constitución). La pregunta es obvia: ¿de verdad consentiremos que un no nacido se le considere como sujeto de derechos solo en caso de una hipotética herencia? ¿Como nacido cuando hay intereses económicos pero sin derecho a nacer por el valor impagable de la vida por sí misma?. Me temo que no debemos consentir que se siga invirtiendo en este materialismo hostil hacia la vida, y por tanto, el único aborto válido es que abortemos este materialismo atroz y que invirtamos en un sólido humanismo cristiano que ponga la vida de las personas en centro.