domingo, septiembre 06, 2020

PONERSE DE ACUERDO CUANDO QUEREMOS ALGO (CICLO A: XXIII)

“Si dos de ustedes se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, se lo dará mi Padre del cielo. Porque donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos”.


Ayer y hoy he preguntado cuatro veces en las Eucaristías: ¿Alguien cree que esto puede interpretarse como que si ustedes y yo pedimos hoy que se acabe la pandemia ésta se acabe? Todos han dicho que “no”.


Al cristianismo tradicional le cuesta aceptar cosas evidentes como esta. La pandemia no depende de que Dios la quiera superar y no se arregla porque nosotros lo pidamos. Es así. Evidente. Porque Dios no puede hacer lo que no puede hacer. Dios no puede hacer círculos cuadrados ni Dios puede hacer pasar por un puerta un objeto mayor que esa puerta.


A los textos evangélicos muchas veces hay que arrojarlos contra la realidad para que griten la verdad que contienen. Hay que quitarles el ropaje de falsas interpretaciones beatas que no por frecuentes dejan de ser falsas.


Este fragmentito del Evangelio ocurre millones de veces en la realidad. Para hacer cualquier cosa la hacemos mejor con otro: mover una mesa, arreglar una máquina, levantar una pared, etc. Todos somos hijos de un hombre y una mujer que hicieron equipo.


Necesitamos equipos de científicos que acaben con la pandemia. Equipos del políticos. Equipos de enseñantes. Equipos de ciudadanos. Equipos de sanitarios. Equipos de trabajadores esenciales. Equipos de amigos de la “casa común” que acaben con las causas ecológicas de la pandemia. Equipos de amigos de la “familia común” que hagan que los pobres no sufran las peores consecuencias de la pandemia. Equipos que se pongan de acuerdo. Cuando se hace todo eso se ve claramente que el Señor esta ahí: EN MEDIO. En medio significa EN MEDIO. Es decir: EN MEDIO.


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