Sugerencias para un cristianismo del siglo XXI: dialogante, comprometido, plural, vocacional, misionero, en crecimiento
jueves, septiembre 28, 2023
ACTITUDES (nunca personas) TÓXICAS
miércoles, septiembre 27, 2023
"Mamá, te amo" - Hoy hace un año
Me abrazo a mi fe que es lo que mantiene en pie. La gracia de María madre y entender su dolor para aforntar el mío propio...

miércoles, septiembre 13, 2023
Reciclaje de beaterías para LA IDEA DE POBREZA DEL FUNDADOR DE HAKUNA
sábado, septiembre 09, 2023
LLEVALE A DIOS ESTAS LÁGRIMAS. ÉL TE ENVIARÁ FUERZAS
De manera novelada en "La celda cerrada" se nos narra el último viaje en un vagón de mercancías de Etty Hillesum y sus compañeros de viaje. En 1943 un viaje de tres días desde un campo de concentración en Holadan al de exterminio de Auschwitz.
En ese viaje quedan retratados los seres humanos. El avaro que esconde unos diamantes en su gorro acaba regalándolos para una boda que se celebra bordeando la norma litúrgica en el propio vagón, una verdadera celda según el título.
Allí también comparten el maltrato, los escasos bienes, el poco aire que entra por la "ventanilla", la trompetilla de la sorda que sirve para recoger agua, la leche de la puérpera para otros niños, fallecido el suyo, las ideas, los sueños, la vida interior, la historia, los conocimientos... Una aventura de compartir EN MEDIO de un destino realmente poco incierto.
Es la historia de una mística que sabe compartir la vida con otros, percibir el amor difuso a su lado, hacer un viaje hacia dentro y hacia fuera al tiempo, una mística de ojos abiertos.
viernes, septiembre 08, 2023
"La fe no es un pararrayos" - Arnaldo Pangrazzi cuenta sus propios duelos. Un viaje en los duelos de la vida
ANTONIO PANEQUE señala:
Hay algunos aspectos problemáticos de la elaboración del duelo de un ser querido. Ante todo, hay un duelo anticipado cuando los familiares se percatan de que la vela se está apagando poco a poco. El problema son las expectativas irreales que manejamos. Deseamos que nuestros deseos se hagan realidad (que se cumplan milagros), pues de no ser así lo consideramos como una injusticia: ¿por qué Dios nos ha castigado? "Si te portas bien, Dios te va a recompensar", se ha dicho siempre. Pero en realidad, en el centro de nuestra fe está la muerte ignominiosa de Jesús, por eso hay que tomar la propia cruz.
Y la fe no nos protege de las adversidades, tragedias, sufrimientos. La fe nos ayuda a afrontar todas estas situaciones, y a comprender que no son injusticias. En la base hay falsas creencias o mitos que nos debilitan frente al dolor: pensábamos que la vida era así, que nunca nos acecharía el dolor; pero aunque hemos rezado sin parar, Dios no nos ha escuchado. Estas falsas creencias nos producen más dolor. Por eso, hay que limpiar esas creencias: la fe no es un pararrayos. Está ahí para ayudarnos a aguantar las dificultades que tenemos.
En realidad, la única certeza que tenemos en la vida es que todo puede cambiar de repente, que no podemos tener control de todo en la vida. El caso es que desconocemos los procesos de las cosas, por lo que no podemos ejercer control, ni tampoco lo necesitamos. No somos dueños de la naturaleza, más bien somos hijos de ella. Pensándolo bien, todo lo que tenemos es un regalo, antes que un derecho, y por eso tenemos el deber de valorarlo, custodiarlo. Todo es provisorio, nadie juega con todas las cartas sabidas, nada está garantizado. La vida es un misterio, y está repleta de situaciones límite, en las que no es posible tener el control de todo.
La vida es una peregrinación, un viaje que nos da la ocasión de saborear frutos, olores, sabores, pero antes o después, en una situación u otra, llegará el momento de la última respiración, y ¿quién sabe dónde nos encontrará? Es todo un misterio, y cada uno llega a ese momento con lo que ha construido en la vida: rencor, gratitud...
Y sabemos que Dios no envió a su hijo al mundo para eliminar el dolor, ni tampoco para explicar el significado del dolor. Jesús en la cruz asumió el dolor para transformarlo en medio de salvación: lo que a nuestros ojos aparece como una desgracia se puede transformar en una escuela de vida, en una gracia. La vida y el dolor se sanan amando, aliviando la tristeza de los demás desde el propio dolor y sabiduría. Se trata de poner nuestra herida al servicio del amor, de la solidaridad.
Hay también una serie de actitudes positivas a tener en cuenta a la hora de elaborar duelos. Ante todo, hemos de aceptar las inseguridades con respecto al futuro, y hemos de aprender la oración de agradecimiento por lo que tenemos. Aunque estemos encamados, podemos ver, podemos escuchar, podemos comunicarnos, podemos recordar, cosas que muchas personas no pueden hacer. Así, en lugar de subrayar lo que falta, podemos centrar la mirada en el archivo de bendiciones que nos acompañan en la vida. Y esto ayuda a mirar las cosas con equilibrio y a valorar lo recibido. Obviamente nuestros comportamientos también son importantes y nos ayudan, por lo que hemos de cuidar nuestro cuerpo, nuestra mente, que al final es decisiva, es el piloto.
La clave es comprender cómo pensamos, cuál es nuestra filosofía de vida (¿miramos solo la sombra, o también somos capaces de ver el sol?). Porque la mirada cambia el enfoque: tratar a la gente con dignidad, hacerles experimentar aire puro, nos hace bien a nosotros. Son quizás pequeños detalles, un gesto, una mirada, una oración al oído del enfermo, en los que se esconde la riqueza de la vida. El morir no es un drama en el que hay que llorar. No, es tener la suerte de estar cerca. La vida merece ser vivida, a pesar del final duro en ocasiones. Se vive una sola vez, no hay posibilidad de hacer pruebas: lo que haces, se queda. Y no hay tiempo para reparar el tiempo perdido. Se trata de amar la vida con esa fuerza, esa energía que es el amor, capaz de cambiar todos los escenarios
viernes, septiembre 01, 2023
Liturgia liberadora ante los abusos. Ni prensa ni silencios
Entiendo que liberador y sanador no sólo para mí. ¡¡¡Qué interesado o incluso egoísta hubiese sido!!!
Liberador y sanador porque se proclamó la Palabra De Dios.
Sanador y liberador porque se encendió el Cirio Pascual que todo lo alumbra;
sanador y liberador porque cantamos salmos, hicimos peticiones, celebramos gestos que son pequeños “sacramentales” que nos recuerdan que la Gracia se desparrama en forma de Misericordia, fortaleza y además cantamos y escuchamos cantos del “alma”.
Sanador y liberador porque donde dos o más se reúnen en su nombre, allí está el Señor renovando la historia, haciendo nuevas todas las cosas, abriendo caminos insospechados de futuro para todos sus hijos.
Sanador y liberador porque fue eclesial, porque amamos a la iglesia, porque respetamos lo que cada uno de nosotros somos ante Dios y ante los hombres. En el caso de los curas, no somos jefes de un puesto, sino humildes servidores que hoy estamos y mañana no, pero no dejamos ni perfumes, ni honores en nuestras entradas, así como tampoco dejamos ni hiel, ni azufre en nuestras salidas. Nos abrazamos los que salimos, los que entran y los que permanecen. Y en ese abrazo dd los presbiterios, estuvo representado el abrazo del Pueblo De Dios que valora a los curas pero no los idolátrica; los respeta pero porque se hacen de respetar por su entrega y por su humilde servicio.