lunes, junio 05, 2023

CANTAD QUE ALGO QUEDA - POLICARPO DÍAZ

I.- Entrevista de radio comentando las lineas del trabajo y escuchando cuatro temas significativos

Para escuchar pinchar en la flechita aquí abajo
II.- Estuiio de 32 páginas que incluye los enlaces a las quince canciones más importantes

Lo que se dice de los curas en la canción contemporánea de habla hispana.

Policarpo Díaz Díaz.
Sacerdote diocesano de Salamanca.
León, marzo de 2023.

I.- ¿Por qué fijarnos en las canciones?

Las artes son un reflejo de la sociedad, porque los artistas son unos ciudadanos que aportan su visión ante determinados fenómenos sociales y desde su especialidad, cada uno aporta su opinión: unas veces crítica, otras veces simplemente levantando acta del fenómeno que sea y muchas veces, las más, tomando partido y dejando sus gritos, sus denuncias, sus subrayados, sus emociones, sus gratitudes… Parafraseando a Gabriel Celaya y con él, yo también pienso que las artes (todas las artes) son “armas cargadas de futuro”[1].

La canción es literatura en forma de poesía a la que le han puesto un “traje” musical, o -a veces a la inversa- una melodía y arreglo musical al que le han puesto una letra. Pero, al fin y al cabo, literatura, es decir arte, narrativa y contenido. Son pequeñas piezas en las que se cuentan historias, grandes o pequeñas, personales o comunitarias; locales o universales… Son -casi todas- piezas de valor y algunas de ellas, mucho más, son obras maestras.

En la tradición española han surgido una serie importante de autores cuya principal aportación a la música ha sido musicalizar poesías de grandes autores. Pongamos como meritorio ejemplo a Amancio Prada, que lleva cincuenta años y aproximadamente cuarenta discos, poniéndole hermosa música y voz a las poesías de Rosalía de Castro, de San Juan de la Cruz, de Juan Goytisolo, de Agustín García Calvo, de Federico García Lorca, de León Felipe, de Juan Ramón Jiménez, etc… Del mismo modo, otros, como Joan Manuel Serrat han publicado discos que se consideran clásicos con los poemas de Antonio Machado, de Mario Benedetti y de Miguel Hernández. Pedro Guerra ha musicalizado textos del poeta Ángel González; Luis Eduardo Aute musicalizó poemas de Pablo Neruda... Un clásico, quizá el mejor, es Paco Ibáñez, que ha cantado (y sigue haciéndolo) a muchos poetas, clásicos y contemporáneos, a todos los grandes. También poetisas: Paco Damas ha hecho dos estupendos trabajos poniendo música y cantando (con artistas invitadas), los textos de las poetisas de la Generación del 27, muy desconocidas por el público en general (llamadas en el primer disco “Las sin sombrero” y en el segundo “Las invisibles” -saliendo al mercado en el mes de marzo de 2023, en el que escribimos este artículo-

No conozco a nadie que no valore la literatura como una poderosa herramienta para el conocimiento de la vida y de la sociedad. La literatura, como las demás artes, son un precioso reflejo de la vida y un espléndido contenedor que da noticia del mundo a las generaciones actuales y posteriores que se acerquen a ella.

Si a toda la carga hermosa que tiene la poesía, le añadimos la armadura estética de la música, entonces, la obra puede quedar perfecta. Y así es. A la poesía se la puede “vestir” con un sinfín de géneros y estilos musicales, por ejemplo: clásica, blues, jazz, soul, rock and roll, folk, metal, pop, reggaeton, gospel, punk, country, house, funk, techno, ska, flamenco, garaje, salsa, tango, rumba, hip hop, reggae, chillout, … y toda las variedades -posibles e imposibles- que producen las combinaciones de estilos musicales. Todas le sientan de maravilla.

¿Quién podrá contar el número de las canciones que se han escrito y compuesto?, ¿Alguien sabrá llevar la cuenta de todos los artistas que han creado e interpretado canciones? Ciertamente el material que tenemos delante cuando hablamos -en genérico- de la canción, es inmenso.

Llevo un tiempo estudiando las letras de las canciones[2]. Más allá del “hobby” o la afición, he descubierto en las canciones un campo de estudio teológico y pastoral. Rastrear la canción contemporánea me ha llevado a encontrar todo un “filón” de reflexión sobre diversas cuestiones teológico- pastorales. A la teología pastoral le interesa mucho lo que se escribe (literatura), lo que se rueda (cine), lo que se canta (música y canción), lo que se pinta (pintura), lo que se esculpe (escultura), lo que se edifica (arquitectura), lo que se baila (danza), lo que se retrata o se diseña (fotografía e imagen), etc… Porque en las artes plásticas y escénicas está la misma vida y por tanto el mismo Dios. Dios unas veces silenciado, otras criticado, otro alabado, pero siempre “verdad, bondad y belleza”. Todo interesa para que el que tiene ojos y oídos iluminados por la fe[3].

II.- ¿Por qué fijarnos en lo que las canciones dicen sobre los sacerdotes?

La primera y la principal motivación por el que he hecho esta tarea, es porque yo mismo soy sacerdote y, por tanto, tengo un interés personal por conocer lo que se dice de mi propia vocación en el panorama cultural de la canción. Del mismo modo que otras veces me he asomado a lo que dicen de la familia, o de los novios o de otros fenómenos sociales que me han interesado por la vida apostólica (nota 2), ahora le toca a mi propia vocación, a los curas.

He leído con mucha atención e interés el magnífico libro de Ángel Cordovilla Pérez, sobre el ministerio presbiteral en el mundo actual[4] y me ha resultado muy sugerente. La lectura de este libro -dentro del programa de la formación permanente del clero de la Diócesis de Salamanca- me ha ido suscitando -como complemento personal- la necesidad de ver cómo ha ido siendo comprendido o interpretado el ministerio presbiteral en la cultura en general y en la canción en particular. El resultado de este estudio lo puse humildemente en la mesa de la reflexión que, sobre el ministerio presbiteral, a la luz del libro de Cordovilla, hicimos en dicha formación permanente los presbíteros de la diócesis de Salamanca en los días 20 y 21 de febrero de 2023, junto a otras reflexiones que han hecho otras personas sobre el mismo libro o sobre la presencia de los sacerdotes en la novela (Julia Villa) o en el cine (Peio Sánchez).

Vivimos tiempos en los que el interés por Dios, por lo religioso, por lo trascendente-espiritual, por Jesucristo, por la Iglesia… está cayendo “en picado” dentro de los intereses colectivos de las personas. No es cuestión de citar aquí estudios sociológicos y teológicos que avalan este fenómeno de la secularización y del crecimiento del paganismo. Nadie lo puede negar. Pero es preciso también caer en la cuenta de que en esta suerte de “desierto”, aparecen “oasis”, o espacios húmedos, e incluso verdes, en donde brotan y emergen susurros y a veces gritos de trascendencia, porque es imposible extirpar a Dios del corazón del hombre[5].

Asi pues, en el cruce de todas estas razones remotas, aparece ahora esta sencilla reflexión sobre la presencia de los sacerdotes en algunas canciones contemporáneas, del ámbito hispano

TRES PEQUEÑAS ACLARACIONES PREVIAS

1.- ¿Qué entendemos por contemporáneo? El concepto “contemporáneo” es -en sí mismo impreciso- dado que tiene diversas acepciones o sinónimos: “actual, presente, moderno, reciente, vigente…” Con cierta arbitrariedad, aplico para este trabajo al término contemporáneo las canciones que se han escrito aproximadamente en los últimos 56 años, es decir, mi propia edad. 33 de los mismos vividos en el siglo XX y 23 en la otra mitad en el XXI.

2.- ¿Qué queremos decir con habla hispana? Este trabajo se circunscribe a los que cantan en castellano -ya sean españoles o latinoamericanos-, a excepción de una canción que propongo, que, aunque está en bable, pertenece a nuestro contexto.

3.- Este rastreo lo hemos hecho -salvo dos excepciones finales- en cantantes que no pertenecen a la comunidad cristiana, es decir en artistas que -independientemente de su creencia o su cercanía con la fe- están en la calle, en el mercado, en las listas de ventas, produciendo para discográficas comerciales… Si este rastreo lo hiciéramos en lo que los sacerdotes cantan sobre su propio ministerio o sobre lo que otros cristianos cantan sobre los curas, encontraríamos abundante e interesante material[6], pero no es esa la pretensión de este artículo.

III.- Introducción. ¿Una ausencia que implica indiferencia?

“Y mi espíritu está como una sotana colgada en un clavo oxidado”.
Manolo García[7]

Como es lógico, no existe mucha producción temática sobre los sacerdotes en la canción española y de habla hispana contemporánea, sobre todo de grupos o solistas que no estén vinculados a la Iglesia: movimientos, grupos, parroquias… o las obras que están producidas por sacerdotes.

Ante ese “desierto”, por así decirlo, podemos hacer una primera apresurada pregunta:¿interesa nuestra vida y nuestro ministerio a los cantantes? ¿No será como esa “sotana colgada en un clavo oxidado”?

Ciertamente, el sacerdote, con su trabajo y misión; con su vida y su testimonio no ha llamado mucho la atención a aquellos que han cantado sobre la vida, sobre el amor, sobre la libertad, sobre la paz… o aquellos que han escrito y cantado sobre las diversas situaciones de las personas e instituciones humanas. La metáfora de la sotana colgada en un clavo oxidado, puede servirnos para ilustrar ese vacío, ese desinterés, ese “arrinconamiento” … Le interesamos poco a la gente y poco a los que hacen cultura en general y canciones en particular.

Por un lado, es normal. Es cierto que tampoco hay muchas canciones sobre los abogados, los médicos, los veterinarios, los arquitectos, los albañiles… Pero, dado que nuestro ministerio es mucho más que una profesión o un oficio y que nuestro trabajo toca todos los estratos de la vida y de las personas y en especial los momentos “límite” de la existencia (el nacer, el sufrir, el amar, el morir…), habría que seguir ahondando en esa pequeña primera conclusión: Somos personas no conocidas e insignificantes en el tejido social de una sociedad que cada vez está más alejada (y esto es lo preocupante) de Dios, de la Iglesia y de todo aquello que a nosotros nos apasiona y desde donde se entiende nuestra entrega y nuestra vida. Pueden “usar” nuestros servicios (sacramentos, celebraciones…), pero no conocen el fondo que mueve nuestra vida, que va mucho más allá de unos servicios religiosos celebrados.

Por otra parte, no hemos de olvidar el contexto cultural complejo y bastante distinto al de otras épocas que hayamos podido vivir muchos de nosotros. Existe una canción del año 2021, escrita por Guillermo Vilella Falgueras, Ignacio Canut y Olvido Gara e interpretada por Fangoria, titulada “Momentismo absoluto”, que -a mi juicio- explica muy bien la atmósfera cultural envolvente desde la que hablamos de lo que hablamos, silenciamos lo que silenciamos, subrayamos lo que subrayamos

Pinchando aquí se puede ver: https://youtu.be/EeOQxwpVw7k

“Si tú planeabas puedes olvidar el plan / Te digo ya que no, que no saldrá / Aquí y ahora como norma universal /Mi nueva religión, la impermanencia / Momentismo absoluto / Vivo minuto a minuto / Al futuro lo he dejado atrás / El ayer me atormentaba / El mañana me asustaba / Solo creo en el momento actual / Todo lo demás se queda en pura fantasía /Carpe diem es la única verdad / Tenemos que seguir burlando al porvenir /Lo que será, será / Si te creías inmutable irracional / Cometes un error elemental /El día a día como sola realidad / No cuenta más que hoy, la impermanencia…”

Ahora toca asomarnos a las canciones. Será breve el viaje, pero -sin duda- interesante. Vamos a hacer un sencillo recorrido, sin querer abarcar la totalidad, porque seguro que hay algunas canciones más que estas que ahora ofrecemos[8].


PRIMER BLOQUE: APARICIONES SUELTAS DE LOS SACERDOTES POR LAS CANCIONES.

IV.- Una primera visión global: canciones en las que solamente aparecen alusiones a la figura del sacerdote.

Para comenzar, propongo una primera pieza. No se trata de la letra de una canción, sino de la presentación de la misma por parte de su autor. Confieso que no sé muy bien en qué apartado catalogarla. Me ha parecido un descubrimiento valioso y -por tanto- digno de dedicarle más atención y reflexión. Se trata de la última canción de Pablo Milanés. Lleva por título: “Esperando el milagro”[9]. El autor, al presentarla dice: “… He hecho lo que sé, una canción, y he querido aproximarla a la religiosidad, pues todo el mundo, en el afán de salvarse, en el miedo que existe alrededor de todo lo que está pasando, de la tragedia que está viviendo el planeta…más bien reza que piensa”. Por este motivo, como explica Milanés, “he querido hacer esta canción como si fuera una oración al modo del Padre Nuestro católico, como si fuera una misa divulgada por un Papa, por un sacerdote, por un babalao, por cualquier guía de cualquier religión…”. En la presentación, en el concierto de la gira “Días de luz” que ofreció en el Teatro Price de Madrid el 12 de mayo de 2022, volvió a repetir: “Con muchísimo gusto voy a interpretar la última de mis canciones, que más que canción, pretende ser una misa en función del futuro de la humanidad”. Tanto el disco, como la canción merecen muchísimo la pena, sobre todo, por ese giro espiritual que se ha obrado en la vida de un autor, que toda su vida se ha movido en el ateísmo y lejos de poner su esperanza en Dios, o en la religión-, siempre se ha movido por los valores que emanan del régimen comunista de Fidel Castro. Nadie hubiera imaginado que al final de su vida, muy al final, y quizá por eso, ha dejado de ser el trovador del inmanentismo, para tomar el rol de “sacerdote” de la trascendencia, “oficiante” de una liturgia universal, o algo así.[10]

A).- El cura disfrutando entre la gente.

Nos podemos encontrar desde el cura que Los Puntos sitúan en el ejercicio de sus funciones religiosas, “Señor cura, le esperamos ya con el santo para desfilar. Este año será el mejor, Si Dios quiere y el santo patrón”[11], hasta el cura de Serrat, que -tras acabar la fiesta de San Juan, después de una noche de fiesta popular, mezclado entre “gentes de cien mil raleas”, “vuelve (el señor cura) a sus misas”[12], pasando por el cura al que Mecano sitúa “totalmente despistado” en la Puerta del Sol en el fin del año: “Marineros, soldados, solteros, casados, amantes, andantes y alguno que otro cura despistao”[13].

Merece la pena hacer una pequeña parada en nuestro relato, a propósito de esta canción de Nacho Cano. Esta canción fue la elegida para ser interpretada en los actos que el Ayuntamiento de Madrid celebró en el fin del año 2020, el año de la pandemia, el año que pasamos las navidades sin aglomeraciones, sin encuentros sociales, sin fiestas… El autor, Nacho Cano, sentado al piano, portaba un hermoso crucifijo: era el crucifico de uno de los siete capellanes católicos que atendieron a los enfermos en el Ifema. En el montaje audiovisual que acompañaba a la canción (con un coro magnífico y una producción estética muy cuidada y la solista murciana Kuve (Maryan Frutos), entre las imágenes de colectivos de personas bailando (médicos, familias, personal de diversos oficios municipales, los actores de la película “Campeones”, etc…), aparecen en varios planos un grupo de sacerdotes bailando, mostrando un talante alegre y divertido. De este modo, la imagen que aparece de los sacerdotes es muy contundente y completa: solidarios y alegres. Se puede ver el video en el enlace que aparece en la nota, en un reportaje de la revista Vida Nueva[14]


B).- El cura sufriendo con los que sufren y permaneciendo en fidelidad.


https://youtu.be/1weAdv9sfes

Joan Manuel Serrat escribió una preciosa canción, titulada “Mi pueblo blanco”[15]. En esta preciosa y dura canción, aparece la figura del sacerdote rural injertado en el corazón del pueblo. La temática de este tema no es directamente la vida del sacerdote, sino la vida pobre y amenazada de falta de futuro del medio rural, de su “pueblo blanco”. En medio de las personas y las instituciones que languidecen, aparecen el cura y el sacristán, como esas figuras “de museo” que están extinguiéndose poco a poco junto al resto de la vida del pueblo. “El sacristán ha visto hacerse viejoal cura. El cura ha visto al cabo y el cabo al sacristán. Y mi pueblo después vio morirse a los tres”

A pesar del tono lleno de melancolía y tristeza, la principal virtud del cura que aparece reflejada en esta canción es la fidelidad y la permanencia. Dos virtudes que -sin duda- nadie le puede negar a los sacerdotes y que ya estaba también presente en la canción de Víctor Manuel (“Un cura de aldea”, que más adelante ofreceremos). Mientras todo el mundo va desapareciendo de los pueblos, emigrando hacia pueblos o ciudades más grandes, es conmovedor el precioso testimonio de tantos sacerdotes que han permanecido en el pueblo, a pesar del invierno demográfico y de la profunda soledad y pobreza humana que los visita. Ojalá la cultura contemporánea pueda seguir siendo testigo de la vida de los curas en medio de los pueblos, envejeciendo con ellos y muriendo con ellos. Es un precioso testimonio que no pasa desapercibido.

Víctor Manuel también ha hecho memoria de los curas de su infancia. Por un lado, el cura “al pie de la cruz”, en medio del sufrimiento del pueblo en el accidente en el pozo minero, donde varios mineros han perdido la vida en la Planta 14: “Tres horas lentas pasan a la luz de las linternas asustadas el cura con los ojos arrasados al segundo le va uniendo sobre el pecho las manos”[16].

C).- El cura en “fuera de juego”.

Seguimos con Víctor Manuel. En las memorias de este cantante asturiano, recogidas en una interesante canción titulada: “¿Cómo voy a olvidarme?, hace alusión, en un repaso que hace por la memoria histórica a los curas armados: “y curas con pistolas”[17]. Los tiempos cercanos a la guerra civil provocaron situaciones totalmente anómalas, entre las que “los curas con pistolas” puede ser uno de sus símbolos más potentes y elocuentes.

Por su parte, Joaquín Sabina utiliza como recurso estilístico para contar lo descolocado que él mismo se encuentra “sin ti”, es decir sin su amor, y tras usar decenas de metáforas, utiliza también una para identificarse a sí mismo como “inquieto”, tanto como un párroco en un burdel. Así lo canta: “Inquieto como un párroco en un burdel”[18].

Melendi también cita -muy condescendiente y reiterativo- en una canción sobre los cambios y la trasformación de la sociedad, avanzando o retrocediendo, a los sacerdotes. Dice cuatro o cinco veces: “Y un voto por los curas que se cambian de acera
Por el botellón, y luces de neón en la carretera”[19]

D.- Otros curas en la “pasarela” de las canciones.

Aquí nos podemos encontrar otros curas que aparecen en los textos de Sabina:

El sacerdote que todavía no lo es: “el cura que ha de darme la extremaunción no es todavía monaguillo” [20], incluso, en otra pieza de Sabina, nos encontramos que la “extremaunción” ya no es cosa de curas, porque: “Y una venus latina me dio la extremaunción”[21]. Además, en la interesante y divertida canción “Como te digo una co te digo la o”[22] dice literalmente: “Y los curas?, esos, ni en pintura”

También salen curas en la obra de Luis Eduardo Aute: Los curas servimos para darle contenido a los chistes “… Cuéntame el chiste del cura” [23]; pero a la vez, se dice de nosotros que tenemos una voz insoportable: “…qué tortura soportar tu voz de cura”[24]. Ácido y muy crítico se manifiesta en otra serie de escritos y textos que este autor tan prolijo ha escrito. Pongo algunos ejemplos: “El peor enemigo de Dios son las Iglesias. Guárdame de todos los cleros; también de los laicos. Es claro que el clero es oscuro. Clero es-clerosis”[25].

No mejor opinión tiene Luis Pastor, que sitúa a los curas entre esa gente de la “España casposa” ante quien tuvieron que contrarrestar en su lucha los cantautores: “Tardes y noches de gloria que cambiaron nuestra historia, y este país de catetos, fascistas de pelo en pecho, curas y monjas serviles, grises y guardias civiles, funcionarios con bigote y chusqueros de galón al servicio de una casta que controlaban tu pasta, tu miedo y tu corazón”[26]. En la misma línea y tono, Kiko Veneno afirma que: ”Se me han olvidado todas las oraciones
los lamentos de los curas y predicadores”[27]. Por su parte Javier Krahe, se declara abiertamente anticlerical, en una canción llena de humor, ironía y haciendo uso de su maestría en el uso del lenguaje: “… gracias a mi postura más bien anticlerical…”[28]y él mismo, en otra canción, afirma: “Los eclesiásticos desde sus púlpitos causan catástrofes”[29]

En otro plano de sentido, y aunque no es ni es “cantor”, ni siquiera “contemporáneo”, Juan Ramón Jiménez, en un precioso poema titulado “Alegra titiritero”, haciendo alusión a las aventuras de Don Quijote, dice: Siempre pondrán mala cara Sancho, el cura y el barbero; pero, para los locos, es el sendero…”[30]

SEGUNDO BLOQUE: CANCIONES MONOGRÁFICAS SOBRE LOS SACERDOTES


V.- Algunos ejemplos de canciones del último tercio del siglo XX, que son pequeños retratos “costumbristas” de los sacerdotes en medio del pueblo.


Víctor Manuel y José Luis Perales pueden ser dos de los cantantes más significativos del panorama musical español del tercer tercio del pasado siglo y del presente primer cuarto siglo. Han cantado multitud de canciones (más de 500 cada uno de ellos) en donde han entrado una gama amplia de temáticas. Cecilia, por su parte iba camino de ello, pero se quedó en el intento, ya que falleció en un accidente de tráfico cerca de Benavente (Zamora) en 1976. Su carrera y su vida fueron cortas, pero su música ha permanecido. Pues bien, en los tres, hay al menos un retrato dedicado a la vida de los sacerdotes, y en los tres casos de la vida del cura del pueblo, del sacerdote rural.

1.- Víctor Manuel. Un cura de aldea. Disco: “Mis recuerdos”. Belter 1970.


La primera canción que propongo que sea escuchada está escrita en bable, pero se entiende perfectamente. Retrata a un cura de pueblo con sus costumbres monótonas y reflejando lacónicamente su fracaso y su insignificancia.
https://youtu.be/qZOSOeaX_hQ

El cura tradicional injertado en el paisaje cotidiano del pueblo al igual que la vieja iglesia de piedra edificada en lo más alto, y el sonido de las campanas cantando en el campanario. El cura está descrito en:

· Sus vestiduras: “con su vieja sotana y su bonete muy gastado”

· Sus quehaceres: empleando su tiempo entre los rezos personales (rosario, breviario, el “santu”…), los cultos comunitarios (misa y rosario)…, pero también cercano a la gente con la que juega la partida de tute cada día en el “chigre” (bar)…

· En su alma más profunda: el cura que conoce y padece su propio fracaso: “Si todo lo que soñó no estará ya fracasando”

2.- José Luis Perales. Cosas de Doña Asunción. Disco: “Mis canciones”. Hispavox. Año 1973.

https://youtu.be/JOs0vh9sTbo

Perales, (al igual Víctor Manuel y la canción Pueblo Nuevo de Serrat), habla del cura rural y lo hace -en este caso- insertado en la vida social del pueblo. El cura en medio de la gente, aunque la gente aparezca reducida a un pequeño círculo de personas de relevancia social dentro del pueblo. “la maestra, el boticario, el cura y Doña Asunción”. Y es que así ha sido percibido y retratado el cura, como un “funcionario” más, al lado de “las fuerzas vivas” del pueblo: marcando opinión, siendo testigo de los amoríos y de las aventuras de las diversas relaciones en la vida del pueblo.

3.- Cecilia. Don Roque. Disco “Un ramito de violetas”. Vynil. 1975.

https://youtu.be/8el2BCZYKYc

La cantante Evangelina Sobredo Galanes, conocida comercialmente en el mundo de la música con el nombre artístico de “Cecilia”, fallecida ya hace muchos años, en la plenitud de su carrera, también nos ofrece un retrato del sacerdote en esta canción, titulada Don Roque. Dibuja al cura bueno, entre la gente, con una vida sencilla y cercana, pero siendo la “piedra de toque de aquella iglesia española, vieja gloria, vencejo añejo, que ha escrito páginas de historia” es decir, el prototipo de la iglesia española del nacional catolicismo. El cura que vive, reza, bebe, juega, charla… con la gente y entre la gente y con ellos mismos, a su lado, muere.

Con un esquema muy parecido al de Víctor Manuel, Cecilia retrata

· Sus vestiduras: “vistiendo sus faldones”
· Sus quehaceres: empleando su tiempo entre los rezos personales (“murmurando oraciones… sus rezos y penitencias largas”), los cultos comunitarios (“misa de 7 y rosario de 9”)…, en resumen: “de la alcoba al sagrario, su camino diario” pero también cercano a la gente “buen catador del vino de su tierra, jugador del mus y el dominó en la taberna y al calor del casino charla con sus amigos sobre la guerra y los tiempos perdidos
· Apagándose, desgastándose… en esa vida sencilla y con una fecundidad que sólo Dios conoce, porque pertenece al ámbito de lo espiritual: “En sus noventa años de cura provinciano libró contra Satán noventa mil batallas y salvó del infierno un puñado de almas”. Hasta que se apaga su vida: y le sacan con los pies p'alante. A este cura caballero, a este santo arrepentido que bajo el manto de la Virgen se ha dormido.

¿Qué decir de estas tres (o cuatro, si consideramos también la de Serrat “Mi Pueblo blanco”? Pues, como dirían los castizos de mi tierra: “Ni tanto, ni tan calvo”. El equilibrio sería lo ideal, es decir sería precioso que nos hubieran reconocido y cantado más cercanos, con “olor a oveja”, con una mayor implicación en la vida -problemas y esperanzas- de las gentes y cercanos a los pobres. Pero -sin embargo- así nos han visto: o insignificantes y fracasados; o manipuladores y difuminados en una vida sin pasión apostólica y sin que se distinga al cura de las otras personas. Entre la gente sí, pero jugando a las cartas o charlando de la vida de las gentes, pero sin implicación social. Con una vida espiritual llena de rezos y celebraciones litúrgicas, pero una espiritualidad alejada de la vida, de la sociedad y del mundo. Un cura “secular”, alejado del siglo, de las cuestiones sociopolíticas. ¿Qué es lo mejor? Aunque llenos de debilidades, lo importante es que sigamos viviendo nuestro ministerio en medio de nuestras comunidades y de la vida de las personas, porque la secularidad del ministerio apostólico ordenado, es un envío directo al siglo, al mundo, a la gente, … Es la espiritualidad apostólica, la que se nutre de la vida de la gente, en sus alegrías y esperanzas y zozobras y disgustos y a la vida vuelve después de pasar por el corazón y el diálogo con el Señor. Pero eso, no hemos sido capaces de mostrarlo… ¿cómo lo van a cantar, si no se lo hemos trasmitido? (Cfr. Rom 10,14).


VI.- No sólo una época de cambios, sino “un cambio de época”. El distinto tono de las canciones sobre los sacerdotes en el siglo XXI

La canción, como pieza literaria y como cualquier otra manifestación artística, -como ya dijimos al principio- posee la preciosa cualidad de retratar a la sociedad y dejar constancia de los grandes cambios sociales que se operan en todos los niveles. El arte refleja y reinterpreta los hechos sociales, los acontecimientos de la historia y los sentimientos colectivos o de una parte de la sociedad.

El anticlericalismo, tan presente en multitud de manifestaciones a lo largo del siglo pasado, también aparece en la canción. Como muestra, hemos encontrado estas dos piezas, que vienen a ser una especie de “ajuste de cuentas” con una serie de actitudes y posicionamientos del clero en tiempos pasados, cuando lejos de aparecer como servidores, lo hicimos como dominadores y cuando, en vez de ser testigos pobres y humildes del “Siervo”, fuimos (o al menos así nos lo echan en cara) parte de integrante de un sistema represor de la libertad. Ambas canciones -en mi opinión- tienen un parecido con la “caricatura”: para manifestar la verdad, tienden deliberadamente a la exageración.

4.- Javier Álvarez. “Padre”. Disco “Tres”. Parlophone Music. 1999.

https://youtu.be/SBzzQKuDLl4

Esta canción, que aparece en el tercer trabajo de Javier Álvarez, le sirvió para romper con la fama y la popularidad (hasta ahora, con sus dos discos anteriores había triunfado, por ejemplo, en los 40 principales y otras radios “fórmula”, que son unos de los baremos que certifican la popularidad y el éxito de las masas). Desde entonces, para acá (10 discos en total), este autor se ha convertido en un autor alternativo, con gran prestigio entre las minorías.

Es una canción deliberadamente ácida y provocativa, y desde el punto de vista de la pastoral, de cierto valor, por lo que significa, por un lado, el uso de algunas palabras importantes en nuestro universo teológico (Padre <siempre en mayúscula, con una posible doble connotación: referida a Dios o quizá a un sacerdote>, creo, Dios, absolución, pecador…), como por la constatación de la enorme dificultad que sigue suponiendo (quizá ahora más que nunca) el cambio cultural generacional. El problema de la educación y sus fracasos (expresados en ese terrible catálogo de desórdenes: soy pajillero, maricón y drogadicto bakalaero, kupa, rojo, puta y bizco punki, negro y de Alcorcón. Padre, no sé estudiar, soy pecador de la pradera soy un truhán, soy un señor, soy un hortera y además no creo en Dios… soy vago, quinqui, camarón, vasco y morlaco contradictorio, macarrón, libre y polaco paranoico y desertor - paranoico y desertor. Padre, soy soplapollas, tengo miedo, estoy cansado, no soy machista ni europeo y menos ario… ), y sus éxitos (ser capaces de hablar así al padre, ya es un éxito de la libertad y de la confianza).

Decididamente estamos en otro tiempo bien distinto. El contrapunto -por ejemplo- de ese gesto tan clavado en la educación de todos los niños, jóvenes y mayores de otros tiempos, que consistía en salir corriendo a “besar la mano del señor cura” (el anillo) nada más que aparecía por cualquier espacio (iglesia o calle). Era el signo del respeto, quizá -seguramente- mezclado con el miedo. Era, sin duda la afirmación de que detrás de ese hombre se escondía todo un universo de verdades que había que creer y un conjunto de valores -sociales y personales- que había que poner en funcionamiento, bajo la supervisión de ese hombre poderoso y significativo en el mundo y en la iglesia.

5.- Joan Manuel Serrat. “Los macarras de la moral”. “Sombras de la China” BMG Music Spain. 1998.

https://youtu.be/C95I-4ZJDeU

Es una canción demoledora. Puede ser -a mi modo de ver- la factura que el hombre libre y autónomo (preciosamente libre y autónomo) le pasa, una vez que el “nacional-catolicismo” están “muerto y enterrado”, a los sacerdotes educadores que han basado su tarea en el miedo y el engaño; en la manipulación y en la dominación. Puede escocer más o menos, puede incluso herir, pero en esta canción Serrat denuncia actitudes, modos de ser y de vivir, conductas y valores que nada tienen que ver con los del Evangelio. Esta canción está centrada sobre todo en el mundo de la educación católica. Merece la pena tener delante la letra entera, porque es contundente y no tiene desperdicio. Resumo, con algún epígrafe y con algunas de las expresiones de la canción, que recomiendo escucharla y leerla íntegramente.

¿De qué nos acusa Joan Manuel Serrat? Lo deja claro nada más comenzar la canción, es como el “live motive” de la misma, que posteriormente desarrollará y complementará con más matices: Sin prisa, pero sin pausa, como el "calabobos", /desde la más tiernas infancia preparan el cebo/ Si no te comes la sopa, te llevará el coco. / Los tocamientos impuros, te dejarán ciego. Ya está dicho: la educación católica, perpetrada desde los centros católicos de curas y monjas, se ha basado en el miedo y en el engaño. Lo dice con más recursos. Reproduzco literalmente las dos primeras estrofas y partes de la tercera. Cada una de ellas ratifica el enunciado primero.

· Y te acosan por la vida azuzando el miedo. Pescando en el río turbio del pecado y la virtud. Vendiendo gato por liebre a costa de un credo. Qué fabrica platos rotos, que acabas pagando tú.
· Anunciando el apocalipsis van de salvadores y si les dejas te pierden infaliblemente. Manipulan nuestros sueños y nuestros temores. Sabedores de que el miedo nunca es inocente.
· Hay que seguirlas a ciegas y serles devoto. Creerles a pies juntillas y darles la razón. Que el que no se quede quieto no sale en la foto. Quien se sale del rebaño: destierro y excomunión.
· Organizan sus cruzadas contra el hombre libre…

Sin “pelos en la lengua”, usa para referirse a los sacerdotes, un elenco grande de definiciones que son insultos, a cada cual más doloroso, aunque posiblemente ninguno de ellos totalmente injustos:
· Son la salsa de la farsa,
· (son) el meollo de un mal rollo.
· (Son) La mecha de la sospecha ,
· (Son) la llama de la jindama[31]
· Son el alma de la alarma, del recelo del canguelo.
· (Son) Los chulapos del gazapo,
· (Son) los macarras de la moral
· Esos carcamales…
· Si no fueran tan temibles, nos darían risa.
· Si no fueran tan dañinos, nos darían lástima.
· Como los fantasmas… no son nada si les quintan la sotana.

Y todo ello “aderezado” por una música rumbosa, con cierto aire aflamencado, y usando la guitarra española de “Moraito” y para los coros femeninos Ginesa Ortega. Los “quejios” flamencos acompañan a esta canción llena de ironía, y a la vez de dolor, porque qué más quisiéramos todos (incluso Serrat) que nada de lo descrito se hubiera producido.

VII.- Como si fuera el otro extremo del péndulo: Los sacerdotes mártires.

6.- Rubén Blades. “El padre Antonio y el monaguillo Andrés”. Disco: “Buscando América” Electra Entertainment Group 1984.

https://youtu.be/kn8YTM91lQE

Presentamos ahora una canción sorprendente dentro de todo este “desierto”, como hemos llamado a las apariciones de los sacerdotes en las canciones contemporáneas de habla hispana. Hay que advertir que es una canción del ámbito latinoamericano, en donde el clericalismo tenía un cariz absolutamente distinto, casi inverso. Nos encontramos con esta joya, que es como un “oasis”. Es la historia del asesinato de un sacerdote y de un monaguillo, que viven en algún pueblo de Latinoamérica. Es la historia de dos, entre tantos y tantos mártires que han dado la vida y a los que el pueblo ama y les hace todo tipo de homenajes en su recuerdo y por la gratitud. Agradecimiento, reconocimiento, admiración…, son el “live motiv” de fondo de esta canción. El cura evangelizador, encarnado en la vida sencilla del pueblo, colaborando en la educación de los jóvenes, luchando por la paz… Muy lejos de los curas retratados por los cantantes españoles: “de misa, olla y tute”.

La canción deja “tarjeta de visita” de la misma crítica que hemos visto en Javier Álvarez y Serrat: “El padre no funcionaba en el Vaticano, entre papeles y sueños de aire acondicionado”, pero, lejos de “cebarse” en la crítica anticlerical, Rubén Blades hace un elenco de virtudes, describiendo la figura del Padre Antonio Tejera. Para comenzar le sitúa lejos de deseos de jerarquías, honores y poderes: “Llegó a la selva sin la esperanza de ser obispo”. Es un cura centrado en el anuncio del Evangelio, apasionado con lo esencial. Lo dice en preciosas expresiones: “y entre el calor y en entre los mosquitos habló de Cristo”. Y más adelanté: “y fue a un pueblito en medio de la nada a dar su sermón, cada semana pa' los que busquen la salvación”. Y también: “Les habla de amor y de justicia, de Dios da la noticia vibrando en su sermón”. Por otro lado, y a la vez, dibuja a un sacerdote comprometido con la no violencia: “El padre condena la violencia, sabe por experiencia que no es la solución”. Su tarea es el anuncio del Evangelio, que lleva profundamente unida la promoción social en todas las vertientes, aunque la que aquí pone de manifiesto es la educación, -y para ejemplo la tarea que hace con el monaguillo Andrés- con una mirada absolutamente limpia, sin las sospechas de Serrat, con trasparencia y con la aquiescencia de los padres: “Le han dado el puesto en la iglesia de monaguillo a ver si la conexión compone al chiquillo; y la familia está muy orgullosa, porque a su vez se cree que con Dios conectando a uno, conecta a diez”.

En medio de una preciosa vida apostólica, donde el Padre vibra con la alegría de anunciar el Evangelio y el niño pone cauces a sus sueños (“El niño Andrés Eloy Pérez tiene diez años y estudia en la Elementaria "Simón Bolívar". Todavía no sabe decir el Credo correctamente; le gusta el río, jugar al fútbol y estar ausente. Le han dado el puesto en la iglesia de monaguillo a ver si la conexión compone al chiquillo”), les sobreviene la fatalidad que ha sido el “cáncer” de las sociedades latinoamericanas durante el siglo XX: la violencia, la guerrilla, los asesinatos, la persecución, etc… Lo retrata con todos los detalles del horror y el pánico que provoca un asesinato de inocentes: “Al padre lo halló la guerra un domingo de misa, dando la comunión en mangas de camisa. En medio del Padrenuestro entró el matador y sin confesar su culpa le disparó. Antonio cayo, hostia en mano y sin saber por qué. Andrés se murió a su lado sin conocer a Pelé; y entre el grito y la sorpresa, agonizando otra vez estaba el Cristo de palo clavado en la pared. Y nunca se supo el criminal quién fue del Padre Antonio y su monaguillo Andrés”

El pueblo sencillo rinde homenaje a estas víctimas: al cura y al niño. Y lo hace con toda la frescura de la religiosidad popular, de la música, la danza, la poesía… Y como signo de todo ello, el tañer de las campanas, que traspasa lo local, para ser el canto de toda América y la pregunta que queda elevada al cielo al final de la canción: Suenan la campanas un, dos, tres, del Padre Antonio y su monaguillo Andrés. /… Pero suenan las campanas otra vez. / Suenan las campanas, la tierra va a temblar, suenan las campanas, por mi América. / Suenan las campanas, oh Virgen Señora, suenan las campanas, / ¿quién nos salva ahora?

A esta canción del panameño Rubén Blades, le han hecho una preciosa versión Ana Belén y Víctor Manuel en su segundo disco de estudio conjunto, titulado: “Canciones regaladas”[32], que es la versión que recomendamos en el encabezamiento.

VIII.- Pero hablando de curas, no podía no salir el tema estrella: el celibato.

El celibato siempre es provocador en una sociedad pansexualizada y erotizada. El celibato, por un lado, es revolucionario y no deja de ser una cierta “provocación” a la cultura ambiental, porque significa renunciar de manera discernida y libre a vivir la experiencia afectiva con una persona, en favor de una entrega radical de toda la existencia, -incluida la sexualidad- a Dios, en el servicio “full time” a los hermanos. A todos y para todos. De Dios y de los hombres. Con el corazón libre absolutamente para la entrega. Pero, desde siempre y a la vez, y en parte como defensa ante esta realidad tan radical, el sacerdote ha sido mirado “con lupa” en este aspecto y se ha estado especialmente atentos a las infidelidades o a las dificultades del celibato. Unas veces se ríen y otras se escandalizan. Algunas veces también se llenan de comprensión.

Pongamos un ejemplo para cada una de estas tres actitudes.

7.- Javier Krahe. Un santo varón. Disco “La Mandrágora” Sony Music Entertainment Spain 1.981

https://youtu.be/MtgXgxhb5Eo

Por un lado, nos hacemos eco de una canción “que se ríe” -con mofa fina y de calidad irónica- del celibato. La canción no habla directamente del sacerdote, sino de un candidato al sacerdocio, un niño, cuyos padres quieren que sea cura: ”Comprendiendo mis padres que yo era desde niño un arcángel tutelar, quisieron que estudiase la carrera y fuera sacerdote, no seglar”.

Es una canción llena de sarcasmo y fina ironía, que Javier Krahe compuso e interpretó en un famoso disco, lleno de humor, titulado “La Mandrágora”, junto a Joaquín Sabina y a Alberto Pérez.La crítica es constante, arrancando desde el pegadizo estribillo: “Yo quiero ser padre, pero sin mujeres”

Primero se ríe de las tesis en las que la Iglesia ha educado a muchas generaciones: la castidad, la continencia, el dominio ante las pasiones. Nada de esto ha caducado en la doctrina moral de la Iglesia, pero muy lejos de como lo presenta Javier Krahe: “Pues el hombre sujeto a tentaciones que impone con su encanto la mujer, si se deja tentar hay ocasiones en que a pesar de todo hay que ceder. / Ya San Froilán lo dijo en su versículo tercero refiriéndose al pudor, que la pasión es para el hombre un vínculo que muchas veces es conservador de gérmenes insanos y alarmantes, que acaban poco a poco por minar la salud y otras cosas importantes. Y necesariamente hay que cortar”…

Segundo, sitúa el ministerio ordenado como una fuga, una huida, un encapsulamiento del mundo y de sus gozos y problemas. La “fuga mundi”: “Huir de mundanos, livianos placeres, yo quiero ser padre de almas…”

Tercero, una comprensión inadecuada, imprecisa, tópica e infecunda de la sexualidad humana y de la propuesta cristiana de la misma: “Desde niño sentía los clamores / de todo lo divino y lo infinito / y me daban espasmos y sudores / si alguno me nombraba a la Chelito. / Y si al ir por la calle de paseo / fijare al suelo, con pudor, la vista / apreciaba el marcado contoneo / de aquellas geometrías sin aristas. / Y apretando las manos fuertemente / y sintiendo de mí mismo menoscabo / me parecía ver palpablemente / a Satanás pegarme con el rabo. Mas, comprendiendo al fin que es completa / la vida de éxtasis tan plácida y sencilla /me decidí cortarme la coleta / y hacerme la tonsura o coronilla”

8.- Alberto Cortez. Cura. Mis poetas. Orfeón VideoVox. 2011.


https://youtu.be/gEPwk1aZ2PE

Esta es la canción -ya en un tono más serio, y alejado de la ironía, pero instalada en la más dura crítica- manifiesta el dolor del que se siente herido y escandalizado por el sacerdote que no vive el celibato:

· Ni en la dimensión afectiva relaciones de pareja, abordando el espinoso tema de los hijos secretos de los curas: “…y aunque órdenes recibió / hoy tan sin orden se ve / pues de sus vecinas sé, / que perdió la continencia / no le llaman Reverencia que se hace paternidad”.),

· Ni en la libertad para elegir ser pobre: el dinero. Importante conexión, para la que el pueblo también es bien sensible y tiene muy agudizado los sentidos: “ya no es Cura sino gallo / de todo aquel gallinero / que enfermó por su dinero / a las más que toque el Preste / ya no es Cura sino peste / de tan mala cualidad”.

Llama poderosamente la atención esta pieza, escrita e interpretada por Cortez, siendo él el tanto ha cantado a los sueños, a la libertad, al amor y a la paz, a la amistad…, “chirría” -incluso- encontrarnos con una canción de este corte. Pero, sobre todo, resulta elocuente la denuncia de la antítesis de lo que un cura debe ser en medio de la comunidad. El poeta es capaz de percibir cómo el cura se sale de su identidad cuando en vez de servir, domina; o cuando en lugar de ser testigo, se convierte en obstáculo. “No es cura, sino la misma enfermedad” No se puede decir algo más fuerte y más claro, a la vez.

9.- Rozalén. Amor prohibido. Disco “Cuando el río suena” Sony Music Entertainment Group. 2017

https://youtu.be/Ks2Jm7mAr70

La tercera canción es la más comprensiva. Por un lado hay que decir que es más reciente en el tiempo (2017), cuando los aires hipercríticos han cambiado para dejar paso a una mayor y más sutil indiferencia. Y, por otro lado, es una canción escrita desde la cercanía y la afectividad, porque se trata de la visión retrospectiva que Rozalén hace del amor de sus padres. Su padre (Cristóbal) era sacerdote de la diócesis de Albacete y en el pueblo donde ejercía el ministerio conoció a la que después fue su esposa y la madre de Rozalén. En los años 70 eso fue muy abundante. Ella, la autora, fue conociendo paulatinamente esta realidad y en uno de sus primeros discos, su hija Rozalén les compuso esta canción, titulada: “Amor prohibido” Quizá la canción pasó desapercibida por tratarse de un tema en medio de otras canciones que fueron número uno indiscutible durante muchos meses, como por ejemplo Girasoles o la Puerta Violeta. Esta canción es más seria y más profunda, pero -al igual que Javier Krahe- -opino- que Rozalén no ha sido informada de lo que para un sacerdote supone la vida desde el celibato.

El sacerdote enviado a su misión llegó “con sueños muy distintos”: la encarnación con la gente del pueblo, la transmisión del Evangelio a las distintas personas, el servicio apostólico desde el altar, pero también en la calle, en las casas… Suponemos que esos serían los sueños de Don Cristóbal, como los de cualquier cura. Pero, ¿qué pasó? Nos lo describe la autora: “La vio como sólo puede verse un espejismo dentro del corazón. Él adivinó un destino en su cara. Ella intuyó una cruz” Poética manera de definir el enamoramiento clandestino (“y esa historia sin focos, ni testigos”) de un cura con una muchacha del pueblo. Sigue definiendo: “Fue mezclar lo del cielo con la vida a ras de suelo y comprender que los edenes / perdidos siempre se encuentran por casualidad / De repente, la una frente al otro, sin saber lo que sienten / Paraíso sin serpiente no lo busques, que no quedan. / No existen frutas prohibidas sino bocas que se cierran.

Con un uso genial de las palabras, en lo que es una preciosa composición poética, acompañada de una música y de un video muy sugerente, (cuidando los detalles, sutil, hermoso) expone las luchas, el dolor, la intensidad, el combate espiritual… que ocurre en el mundo de los dos, desde que brota el amor, hasta que crece en la clandestinidad y finalmente se sustancia en el abandono del sacerdocio y en el inicio de la vida de pareja y de familia. Todo resumido en este intenso estribillo: “Dos solitarios / dándole al mundo / su sin-razón de ser”

IX.- Los curas y los terribles crímenes de los abusos sexuales, de conciencia y de poder a menores

Las siguientes tres canciones no son agradables de escuchar. Son canciones ácidas, críticas e incluso hirientes. Pero son canciones que están y, por tanto, siendo honestos a este breve repaso, nos vemos llamados a no obviarlas. Por otro lado, aunque nos duela muchísimo, estos autores no se han sacado este tema de los abusos sexuales de la “manga”. Es tan actual, como verdadero. Es tan horroroso, como dolor nos produce escucharlas. En el contexto de “afrontar la verdad” y de “coger el toro por los cuernos”, al que de mil maneras nos han invitado nuestros papas y nuestros obispos y también nuestro Pueblo de Dios, ofrecemos y ponemos encima de la mesa estas piezas, para nuestra consideración, valoración y para que saquemos nuestras propias conclusiones.

10.- Luis Eduardo Aute. “No en vano”. Disco “Alas y balas” Walter Music Spain. 2.003

https://youtu.be/nGqyVEVyMpg

Si algo queda claro en el pensamiento y en la obra de muchos artistas críticos (cantantes, cineastas, novelistas, columnistas, dibujantes…) con respecto a la Iglesia y a los cristianos es -precisamente- la crítica. Y si hay algo que nos aporta el cristianismo a los creyentes es el realismo. Y una de las consecuencias de un realismo fino y serio es la autocrítica o al menos el saber escuchar las críticas de las veces que -en vez de re-velar el rostro del Señor- lo velamos y emborronamos con nuestra vida y acción. Es importante saber reconocer como un regalo y un don la crítica de los hermanos que nos ven y nos escuchan, aunque desde fuera. Por eso, en cierto sentido, en medio de tanta ironía, sarcasmo, burla y crítica a la Iglesia y a los cristianos, podamos encontrar un camino de purificación y por tanto una ocasión para el diálogo desde la humildad y el reconocimiento[33]. Escuchar sin miedo y sin vergüenza, con un oído crítico y a la vez permeable, estas canciones, nos pueden hacer mucho bien, a nosotros y a las personas con las que trabajamos pastoralmente, aunque -repito y advierto- no son fáciles, ni agradables y -por supuesto- no acarician nuestros oídos.

La primera es del año 2003 y forma parte de un disco de Luis Eduardo Aute, titulado “Alas y balas”. La canción se titula “No en vano”. El mismo tono musical (una especie de “charleston”) ya refleja toda la ironía y todo el rechazo que quiere mostrar.

Narra la relación sexual entre el párroco y el monaguillo: “el cura obsceno y el incauto monaguillo”, como así los llama. Es muy desagradable como cuenta el acto sexual, utilizando metáforas para no narrar unos hechos tan repugnantes: “Ojo y no eches por la borda / tus ardores de grumete / pues me vino el sursum corda / Le responde el mozalbete / ¡Vade retro!. Y dime hijo ¿Fue el derrame en la escotilla? No, más bien fue tan prolijo que le ungí la coronilla / Pues enváinala, carajo / le amonesta, airado, el cura / que me pringues el refajo / vale, pero la tonsura!”.

La cumbre del “horror”, es cuando se vincula esta monstruosidad con el sacramento del perdón y la imposición del silencio: “ Y ahora, por la sodomía / que, por cierto, fue muy breve / rézate un avemaría / pues tu culpa es falta leve / Pero por tu incontinencia /en la cumbre del trabajo / ponte, como penitencia / un cilicio en el badajo / Y no seas pico de oro / Si no quieres un azote / que ahora ya no calla el coro / y se monta el gran cipote”; aunque posiblemente lo que más duela a las miradas negacionistas desde dentro de la iglesia (que haberlas, haylas), sea la dureza del estribillo: “No es en vano, ano, ano / que se llame, ame, ame / Vaticano el Vaticano / Ano, ano, ano, amén / No es en vano, ano, ano / Ano, amén”

11.- Ska-P. “Crimen sollicitationis”. Disco “Lágrimas y gozos” SBME España. 2008

https://youtu.be/HdbyAhgpInA

La segunda canción que proponemos sobre este triste asunto se titula “Crimen Sollicitationis”, haciendo recuerdo de un texto aprobado por el Papa San Juan XXIII, del mismo nombre. El autor de esta ácida y crítica letra es el grupo de Punk llamado “Ska-P”. La canción es del año 2.008, del disco “Lágrimas y gozos”. La crítica es directa y tremenda: “Tocamientos, sacramentos, felaciones, juramentos. / Te enseño mi doctrina en forma de erección / Abuso de los niños, perversión y puro vicio bajo mi sotana puedes encontrar a Dios./ El confesionario es nuestro tortuario ¡Ay, Padre nuestro, líbranos de él! / En la sacristía hay mucha pederastía ¡Ay, Padre nuestro, mas líbranos de él! / Violación, vejaciones a un menor (Curas) ¿Qué más da? Si nadie se va a enterar (Curas) sin precaución tengo plena protección / (Curas) meditad, ¿quién me dio la inmunidad”

En el seno de la Iglesia católica todos sabemos y agradecemos, que fue Benedicto XVI el primer papa que consideró este gravísimo asunto y comenzó a desenmascararlo y a desarrollar una praxis de “tolerancia cero”. Pero, los autores de esta canción, al igual que muchísima gente de la calle, lo ignora. Los artistas de Ska-P , lo ignoran y no sólo eso, sino que lo atacan como culpable: “Mi nombre es Ratzinger / (Judas) soy Benedicto XVI / (Judas) yo lo formalicé/ (Judas, Judas) cerrando bocas / en el nombre de Dios / (Judas) financiaremos su perdón (Judas) dándole prioridad / (Judas, Judas) a tapar escándalos. / Miembros de la curia, párrocos del sufrimiento / Crueles violaciones que al final se lleva el viento / Babosos violadores, carecéis de sentimientos / Los llantos de los niños que el pontífice ha encubierto”

12.- Lujuria. “Dejad que los niños se acerquen a mí”. El poder del deseo. Locomotive Music. 2003

https://youtu.be/hy3qQRHsdz

Otra canción (realmente existen bastantes más canciones de este género) en el mismo género y tono, es esta otra del grupo Lujuria. Los grupos de Heavy metal y de “hard rock”, son los que -desde siempre- se han mostrado más críticos y más duros con la Iglesia. Nosotros no conocemos mucho este tipo de canciones, pero una sencilla búsqueda nos lleva a encontrar textos “excesivos e hirientes”. Me da pena que sólo estos grupos son los que de manera más persistente y tenaz han denunciado los abusos sexuales del clero a los menores.

Esta canción fija más la mirada en las víctimas, los niños que han sido abusados por el clero: su miedo, su dolor, su perplejidad… “Dejad que los niños vengan a rezar / Con mucho cariño que besen mi anillo. / No ese el anillo que debes besar / Seguro que sabes bien lo que te pido. / Estos es un juego, deja de temblar / con estas caricias yo te hago más santo / Es nuestro secreto, no debes hablar / El bastón del diablo es lo que estás notando”. Pero también califica y castiga la acción de los sacerdotes abusadores: Los elegidos, los ministros de Dios, / No son tan santos, pero viven señalando, con su dedo acusador.

Personalmente lo que más me duele es que -por nuestra culpa y nada más que por nuestra culpa- todos estos artistas hayan recibido un testimonio tan escandaloso, que se han alejado de Aquel a quien queremos que nuestra vida trasparente: Jesús, el Señor. Me duele que dé miedo la frase tan hermosa y profunda de Jesús: Dejad que los niños se acerquen a mí, ¡Como me asusta esa frase! El rostro del Señor queda oculto, velado, desfigurado: “Y sigue a la venta estampitas / Que representan al hijo de Dios / Luce en su rostro una dulce sonrisa / Y siempre hay niños a su alrededor”

X.- Para terminar, tres piezas hermosas. Una de gratitud y dos muy propositivas para los sacerdotes

13.- Enrique Morente. “Sacerdotes” Disco “Omega”. El Europeo música, 2016.

https://youtu.be/gL0CJrvukug

Enrique Morente ha recuperado y producido con gran calidad (dentro del lenguaje musical del flamenco), un texto de Leonard Cohen, que se titula: “Sacerdotes”[34]. Detrás de la pregunta que se repite constantemente en la canción “¿Quién te cantará canciones de amor?”, se desprende un precioso reconocimiento de su ministerio y una gratitud por lo que es la vida de los sacerdotes. A los sacerdotes se les ha encomendado el ser instrumentos del amor: “¿Quién disparará la flecha que los hombres sigan a través de tu gracia, cuando yo sea Señor de tus recuerdos y tu armadura se convierta de encaje?”… Mis sacerdotes te pondrán flores, se arrodillarán frente al cristal y hasta gastarán, besando tu ventana…”

14.- Luis Enrique Ascoy. “Sonríanos Padre”. Disco: Generación Zanahoria. Producido por el mismo autor, 2004

https://youtu.be/GTOAm3xS3D8

Casi para ir terminando con una sonrisa, podemos escuchar y ver este simpático vídeo de esta canción, que, aunque proviene del ámbito católico (al contrario del resto de canciones de este estudio), sin embargo, nos ha parecido oportuno incluirla y recomendarla.

En esta canción se reconoce la belleza de la vida sacerdotal, pero se pone el acento en y la dureza y en las dificultades de la vida de un cura en el día a día: “Yo sé que a veces es muy dura / su rutina, y que la vida consagrada es cosa seria y no de risa. / Debe ser duro oír pecados todo el día. / Y que los niños lloren justo en lo mejor de su homilía. / Y que la ofrenda ya no alcanza para pagar la luz y el agua…. Yo sé que duerme sólo cinco horas al día / y que hay mujeres que lo buscan alucinando fantasías. / Yo sé que el coro muchas veces desafina / Y que le cantan aleluya en pleno miércoles de ceniza / Y que motivos no le faltan para vivir con cara larga… Yo sé que hay grupos que más parecen pandillas y que en verano hay chicas que desabrigadas van a misa. / Yo sé que sufre deserción de catequistas y que le exigen resultados que ni un Santo lograría. Y es que la carga es muy pesada si usted solito va a llevarla”.

Pero, a pesar de las dificultades, la canción hace dos preciosas recomendaciones al sacerdote de hoy:

· La primera es la llamada a la alegría, la propuesta de la alegría, como la mejor herramienta para la evangelización. La alegría del Evangelio, la alegría del amor, la alegría de la santidad… Conecta de manera sencilla con la propuesta del Papa Francisco, aunque la canción es anterior a su pontificado.: Sonríanos Padre, sonría / Que Nuestro Señor no ha prohibido la alegría / Sonríanos Padre, sonría / Que si está feliz saldrán mejor sus homilías. Sonríanos Padre, sonría / Que el amor de Dios llega mejor con simpatía / Sonríanos padre, sonría / Sea que vista de negro o con jeans y zapatillas/ Sonría.

· La segunda: la sinodalidad, caminar junto a los demás, hacer equipo, delegar, trabajar en red… o como lo queramos decir. Así lo dice Ascoy: “Y es que la carga es muy pesada si usted solito va a llevarla. Por eso déjese ayudar y escuche a su feligresía”

15.- Raúl Canali. “Fango y luz”. Disco Costado abierto. 2014.


La joya final de esta lista de canciones viene servida por este tango argentino de Canali. Es una canción absolutamente esperanzadora, propositiva, alentadora… para que el sacerdote sepa lo que es y para que -sabiéndolo- lo asuma y lo ponga en acto con valentía y entrega. Hay 16 definiciones preciosas del ministerio sacerdotal, usando ágiles y elocuentes metáforas:

“Fango atravesado por la luz”. “Disponible (en una esquina) pa cualquiera”, “Mesa de café que siempre espera”, “Roca voz de una hermosa melodía”, “Hambriento de perdón que siempre absuelve”, Peregrino y livianito de equipaje”, “Tras las huellas de Aquel que dijo tu nombre”, “Compañero mano a mano de los hombres”, “Regalo exagerado del buen Dios”, “Siervo apasionado de la vida”, “Caído, levantado, amado”, “Árbol del camino echado a un lado”, “Descanso, hermano para el pueblo en su dolor”, “La trucha (boca) del consuelo y la ternura”, “padre, madre, locura…”, “Un tinto derramado con pasión”

Y, además, concluye con unas palabras de aliento, propias -por ejemplo- de las Cartas de San Pablo a Timoteo. : “No te olvides de la fe tus abuelos”, “No te falte buen cariño para el pobre”, “No le entregues de tu vida lo que sobre”, “No te encierres en tu habitación oscura”, “No te achiques”, “Meta y ponga[35]”, “Renueva este metejón[36]

XI.- Algunas conclusiones provisionales de este estudio.

1.- En un mundo secularizado, la figura de los sacerdotes suscita cierto interés. Por eso, la vida de los sacerdotes sigue apareciendo -en mayor o en menor grado- en las novelas, en las películas y en las canciones.

2.- El sacerdocio católico, en su configuración histórica y actual, es un gran desconocido. ¿Qué hace un sacerdote? ¿A qué se dedica? ¿Qué mueve su vida? ... Son preguntas que la cultura de nuestro tiempo no se hace. No generamos la necesidad de hacerse y de responder a esas preguntas. Ni siquiera la amable canción que pone fin a este estudio, la canción nº 14 de Luis Enrique Ascoy: “Sonríanos Padre”, hecha “desde dentro del catolicismo”, es capaz de retratar el alma del presbítero. La única canción que lo hace, y lo hace hermosamente, es la canción nº 15, de Raúl Canali: “Fango y luz”

3.- Aun así, y a pesar de todo, el sacerdote, sigue provocando en la sociedad en la que vivimos, otro tipo de interrogantes, y otro formato de respuestas e interpretaciones… que responden a “clichés sociales”, frecuentemente heredados del pasado. Las canciones “costumbristas” de Víctor Manuel: “Un cura de aldea” (nº1), de José Luis Perales: “Cosas de Doña Asunción” (nº2) y de Cecilia: “Don Roque” (nº3) … recogen esa figura del cura que (quizá) fue, pero que ya no es.

4.- Es verdad -insistimos- que existe una profundo desconocimiento -quizá no lo hemos sabido explicar bien- de la verdad real en la que se basa nuestra existencia. Y precisamente fruto de ese desconocimiento, los autores a veces presentan figuras distorsionadas, imágenes caricaturizadas, rostros inexistentes de los sacerdotes. Se producen -con frecuencia- desajustes entre lo que aparece de nosotros y lo que realmente somos. No nos conocen por dentro. No conocen -por poner algunos ejemplos- la cima de libertad y de entrega radical que supone el celibato; no saben que nuestro servicio litúrgico no es un “oficio” y que éste no agota nuestra vida, que también está llena de otras acciones como la enseñanza, la inserción, el acompañamiento en los procesos personales y comunitarios a personas y a grupos, la vida humilde y escondida en medio del pueblo y de las gentes; el amor y la cercanía existencial junto a los pobres con quienes deseamos compartir, porque amamos la vida en pobreza al estilo de Jesús y porque denunciamos la vida de indignidad que se esconde en las diversas pobrezas humanas… Topo esto: ¿quién lo conoce?, ¿quién lo reconoce?, ¿quién lo distingue? Solamente aquellos que comparten nuestras vidas en la fraternidad apostólica, los miembros de nuestras comunidades. Pero los demás, incluidos los artistas y la gente de la cultura, no tienen las herramientas apropiadas (conocimiento de la vida espiritual, las imágenes adecuadas de Dios, de la Iglesia, etc…) para poder interpretar nuestra vida “por dentro”. Quizá nosotros “por fuera”, tampoco hayamos contribuido a mejorar mucho esa imagen distorsionada. Escuchar, por ejemplo, la canción de Javier Álvarez, “Padre” (nº4), puede servirnos como ilustradora de la distancia tan abismal que existe entre lo que somos y lo que se dice (y se espera) de nosotros.

5.- Pero con todo, existe una hermenéutica de la vida de los sacerdotes en la cultura contemporánea. Se habla de nosotros, se habla de nuestra función, de nuestros desatinos, de nuestra vida. ¿Cuáles son las principales cosas que se dicen de los sacerdotes?

* Se levanta acta de nuestra fidelidad y de nuestra presencia en medio de espacios en donde lo normal es irse o no estar. El ejemplo de las canciones de primer apartado (Víctor Manuel: “Un cura de aldea” (nº1); Cecilia: “Don Roque” (nº3), o las alusiones que Joan Manuel Serrat hace en su canción “Mi pueblo Blanco”, en donde se valora la presencia de los sacerdotes en el complejo y humilde mundo rural. O la canción de Rubén Blades en la que cuenta el martirio de “El Padre Antonio y el monaguillo Andrés” (nº 6), arriesgando su vida en favor de la paz en un mundo violento. Son canciones amables, que muestran un cierto reconocimiento y gratitud.

* Pero también se “pasa la factura” de otras presencias en medio de la gente que no han sido liberadoras, ni cercanas, ni amables, sino todo lo contrario. Así son los ejemplos de las canciones de Joan Manuel Serrat “Los macarras de la moral” (nº5) o de Alberto Cortez: “Cura” (nº8). Ciertos “ajustes de cuentas”, una vez que los sacerdotes ya no están en el “olimpo” del poder y la sociedad ha alcanzado cotas preciosas de autonomía, libertad y sentido crítico.

* Especialmente atentos han estado al tema del celibato. Y es normal, porque en un mundo híper-erotizado, resulta incomprensible e increíble que haya personas que vivan su sexualidad desde unas categorías absolutamente desconocidas para muchas personas . El celibato viene a ser una suerte de “herejía cultural” . Por eso, los tres ejemplos que hemos puesto encima de la mesa: la burla que hace Javier Krahe en “Un santo varón” (nº 7), la crítica de Alberto Cortez en “Cura” (nº8) y la delicada y bella canción comprensiva (pero sin comprender el “meollo” de la cuestión) de Rozalén, ante el enamoramiento de su padre (sacerdote) con su madre: “Amor prohibido” (nº9).

* Especialmente críticos, ácidos e inmisericordes se manifiestan los artistas (como reflejo de la sociedad) ante el crimen de los abusos sexuales, de poder y de conciencia por parte de clérigos a menores. Hemos seleccionado tres canciones (nº 10, nº11 y nº12), pero hay muchas más, especialmente del ámbito del metal rock.

6.- Este sencillo trabajo no es más que una pequeña “ventana” para asomarnos a una perspectiva del vasto mundo de la cultura contemporánea. Deseo de todo corazón que -a través del humilde y sencillo testimonio de los sacerdotes- los artistas puedan un día llegar a “Cantar un cántico nuevo”al Dios del amor, la libertad, la misericordia, la justicia… “porque sigue haciendo maravillas” y no se trata de que hablen de nosotros, sino que nosotros los llevemos al conocimiento del Absoluto.

NOTAS

[1] .- Cfr. Gabriel Celaya. “La poesía es un arma cargada de futuro”, en Poemas de cantos íberos 1955. Recogido en el libro de Gabriel Celaya: El hilo rojo. Selección de Gabriel Celaya. Editado por Ángel González. Visor libros, 2018.

[2] .- El origen remoto a esta sensibilidad hay que buscarlo en la redacción y defensa de la tesina de licenciatura, realizada en la Universidad Pontificia de Salamanca, concretamente en el Instituto Superior de Pastoral de Madrid, en el año 2003, con un trabajo titulado: “Cantar a Dios. El análisis de lo religioso y espiritual en la obra artística de Luis Eduardo Aute, dirigido por el profesor Dr. D. José Luis Corzo Toral.

A partir de ese trabajo, que cuajó una sensibilidad pastoral y un itinerario de investigación teológica, comenzó una serie de trabajos menores:
· Canciones para derribar fronteras (sobre el fenómeno de la inmigración);
· Canciones en torno a la violencia de género.
· Canciones sobre los consumos adictivos: alcohol y drogas.
· Canciones para orar en la pandemia.
· Canciones contra la guerra.
· Canciones sobre lo religioso en general y lo cristiano en particular (varias versiones).
· Canciones sobre la familia.
· Canciones para acompañar un encuentro de preparación al sacramento del matrimonio.
· Canciones para el acompañamiento de procesos…

Estos trabajos se han ido realizando en el contexto del trabajo pastoral: con jóvenes, pastoral social, semanas de pastoral de la diócesis de Salamanca, o en la pastoral ordinaria de las parroquias y las delegaciones en las que he sido enviado.

[3] .- Cfr. Policarpo Díaz. “¿Cómo escuchar un cántico del Señor en tierra extraña? Un posible recurso para la evangelización.” En Revista Misión Joven 428 (2012).

[4] .- Cfr. Ángel Cordovilla Pérez: “Como el Padre me envió, así os envío yo. Teología y espiritualidad del ministerio apostólico presbiteral” Salamanca, Sígueme, 2019.

[5] .- Cfr. Juan Jesús Cañete Olmedo: “¿Dios? En el ágora del siglo XXI. Madrid, PPC, 2022. Especialmente las páginas 21-24 en donde responde a esta pregunta: ¿Por qué la religión no puede extirparse del corazón del hombre?

[6] .- Por ejemplo Jesed, Ministerio de música: “Sacerdote para siempre”, 2008, con 18 canciones monográficas sobre la vida y ministerio de los sacerdotes; Por su parte José Manuel Montesinos editó un disco-libro, titulado: “Canciones para mi amigo sacerdote”. San Pablo, Madrid, 2009; también Martín Valverde, “Sacerdote”, en el Disco “Vocación” de 2009.

Existe un buen número de sacerdotes que cantan y a los que en otro momento analizaremos con calma. Ahora nos basta con citar a algunos, a modo de ejemplo: + La voz del desierto, Luis Alfonso Zamorano, Cristóbal Fones, El Padre Jony, Juan Carlos Prieto, Juan Baena, Daniel Pajuelo…

[7] .- Manolo García. Canción “Un poco de amor”, del disco “Mi vida en Marte”, Sony Music 2.022

[8] .- De cara a completar este trabajo, agradezco al lector de estos papeles, que si conoce más canciones monográficas sobre la figura del sacerdote o alusiones a los sacerdotes en otras canciones, haga el favor de hacérmela llegar a través del correo electrónico polidiazdiaz@yahoo.es. Muchas gracias.

[9] .- Es un “Video clip” que el cantante cubano publicó el 12 de enero de 2021 y que había presentado el 31 de diciembre de 2020, en el contexto de la pandemia e insertado en un futuro trabajo que la productora lanzó en 2021 (Universal Music) y con una gira durante el año 2021 y 2022, titulada “Días de luz”. Falleció el 20 de noviembre de 2022 en la Clínica Universitaria de Navarra.

[10] .- Cfr. Revista Efe Eme 31 de diciembre de 2020 o https://www.efeeme.com/pablo-milanes-despide-el-ano-esperando-el-milagro/

[11] .- En la Canción “Feria”, del disco homónimo, del año 1975. (Polydor)

[12] .- En la Canción “Fiesta”, del disco “Mi niñez” de 1.970. Autor Joan Manuel Serrat. (Vinyl)

[13] .- En la Canción “Un año más”, del disco “Descanso dominical” de 1.988. Autor: Nacho Cano. (Vinyl)

[14] .- https://www.vidanuevadigital.com/2021/01/03/los-sacerdotes-muy-presentes-en-el-homenaje-de-nacho-cano-en-la-puerta-del-sol/

[15] .- “Mi pueblo blanco”, del disco titulado “Mediterráneo”. Zafiro / Novola, 1971.

[16] .- En la canción “En la Planta 14”, del disco “Spanien” de 1.977. Autor Víctor Manuel San José. (Vinyl)

[17] .- En la canción “¿Cómo voy a olvidarme?, del disco “No hay nada mejor que escribir una canción” de 1988. (Sony BMG) Autor Víctor Manuel San José.

[18] .- En la canción “Así estoy yo sin ti”, del disco “Hotel, dulce Hotel” (Ariola) 1987. Autor: Joaquín Sabina.

[19] .- En la canción “Contando primaveras”, del disco “Sin noticias de Holanda” (Releases – Discogs ) 2003.

[20] .- En la canción “A mis cuarenta y diez”, del disco “19 días y 500 noches” (BMG Ariola) 1999. Autor Joaquín Sabina.

[21] .- En la canción “Lo niego todo”, del álbum del mismo nombre del año (Sony Music) 2017.

[22] .- Del disco “19 días y 500 noches” (BMG Ariola) 1999. Autor Joaquín Sabina.

[23] .- En la canción “Cuéntame una tontería”, del disco “Rito” (Sony Music) 1973. Autor Luis Eduardo Aute.

[24] .- En la canción “Epílogo: autotango del cantautor”, del disco “Rito” (Sony Music) 1973. Autor Luis Eduardo Aute.

[25] .- En la poesía “Spray Player”, del poemario “Animal uno y otros desánimos (suma de restos y arrestos)” L.C.D. El Europeo / Alegro. 1994. p.35.

[26] .- En la canción “¿Qué fue de los cantautores?”, del disco del mismo título, (Sony) 2012. Autor Luis Pastor.

[27] .- En la canción “Los delincuentes”, del disco “Aventuras y desventuras de Kiko Veneno” BMG 1994. Autor Kiko Veneno.

[28] .- En la canción “Todo es vanidad”, del disco “Corral de cuernos” CBS, 1985.

[29] .- En la canción “Antípodas”, del disco “Dolor de garganta”18 chulos, 1999.

[30] .- Poema musicalizado y cantado por Amancio Prada con el mismo título, en el disco “De la mano del aire”. (Fonomusic) 1984.

[31] .- Palabra traída del “caló”, que significa miedo, cobardía… tal como dice el diccionario de la RAE.

[32] .- Ana Belén y Víctor Manuel: “Canciones regaladas”. Sony Music Spain 2015.

[33] .- Cfr. el precioso texto del Concilio Vaticano II en G.S. 44.

[34] .- El semanario Vida Nueva, en una crónica firmada por Miguel Ángel Malavia (número del 24 de julio de 2020) dedicó un reportaje a este interesante disco, titulado “Omega” de 1996. Entresacamos algunas frases de ese artículo: “Enrique Morente rompió todos los moldes con su disco <Omega>, nacido de su colaboración con el grupo Lagartija Nick y en el que … se abrazaron el flamenco y el rock. Pero, donde fue mucho más allá, pues la auténtica fusión se produjo entre dos creadores únicos: Federico García Lorca y su <Poeta en Nueva York> y las letras del compositor contemporáneo canadiense Leonard Cohen. La obra compuesta por 13 canciones, continúa siendo icónica hoy. Y, como no podría ser de otro modo teniendo en cuenta a sus protagonistas, la sensibilidad a flor de piel y la intención en bucear en todo lo intrínsecamente humano, también los llevan a mirar hacia lo alto, vaya o no esa mirada luminosa dirigida a Dios”

[35] .- Cfr Todotango.com. Diccionario Lunfardo: “En forma continuada// sin perder el ritmo de marcha, trabajo o acción, reiteración de un acto”

[36] .- Idem. “Enamoramiento apasionado”