lunes, marzo 07, 2022

Primer domingo de Cuaresma C: san Lucas (4,1-13)

La superficialidad de El País lleva a bromear 
con las Tentaciones que tantas víctimas generan

El evangelio de hoy es una versión de las Tentaciones del Diablo a Jesús. Seria muy sugerente reflexionar sobre el diálogo entre ellos si es que se puede llamar diálogo;  posiblemente sí.

También de lo religioso que resulta ser este gran teólogo al tentar.

Pero resultará más práctico para nosotros ver las tres tentaciones en nosotros.
A lo largo de la historia de los cristianos se han dado muchos enfoques y uno frecuente ha sido ver las tentaciones relacionadas con tres verbos, con acciones en movimiento: tener, poder y placer.

Los tres verbos designan vida y designan algo bueno. 

Es bueno TENER ropa, pan, casa. A partir de algo bueno aparece la tentación de tener eso mismo en exceso. Otra casa para alquilarla o para las vacaciones etc. Los zapatos de su numero o la ropa son algo bueno pero grandes o pequeños son un problema. Casa sí, palacio no. Tener sí, lo necesario. Otros teneres (conocimientos, bienes espirituales) son similares.

Es bueno PODER ejercer una actividad, decidir sobre mi vida y la de la polis. Es un problema mangonear, oprimir, utilizar a otros. El poder democrático, de todos, esta bien. La tentación es mandar.

Es bueno el PLACER. Cuando conocemos a alguien decimos "es un placer". El placer de una relación, el placer de los sentidos, el placer es bueno cuando no supone sufrimiento para el otro.

Tener-poder-placer son buenos.

Y es en esa bondad donde pone el anzuelo la tentación para que la persona se esclavice al tener, poder o placer.

La línea divisoria es fácil de conocer. La tentación es llevar esos actos de amor al egoísmo. Son buenos si hay amor, cuando nos lleva a la libertad y la alegría. Hemos caído en la tentación si hay egoísmo, cuando nos esclavizan y entristecen.

Son series difícilmente separables:
-amor-libertad-alegría,
egoísmo-esclavitud-tristeza.

¿Hay término medio?