Pocos meses después de mi trasplante de médula quise llevarle el comic sobre Rovirosa |
Don Elías Yanes fue un gran creyente, un bautizado consciente, y un gran humanista, como sus amigos nos recordarán ahora que ha fallecido. Quisiera destacar en estas líneas solo dos detalles desde mi conocimiento lejano y afectuoso. Cuando salió el cómic con la vida de Rovirosa quise llevárselo personalmente y así supiera de mi mejoría de salud en directo. Pasamos un rato muy agradable. Seguía entusiasmado con la Iglesia.
La nota que destaco más de él es su eclesialidad.Al joven Elías Yanes la jerarquía le había tratado mal y -sufriendo- aprendió ese delicado amor que profesaba por la Iglesia; me parece tenía una relación esponsal. Ésta relación creo que se la debía al pueblo (ese que tantas veces hay que seguir porque tiene buen olfato, dice Francisco). Julián Gómez del Castillo contó muchas veces que cuando vino a La Palma, a la ordenación episcopal de don Elías, le impactó un hecho: cuando el obispo de Tenerife (que no le había querido mucho) y don Elías se dieron el abrazo propio de la ceremonia... el pueblo rompió a aplaudir; el aplauso duró bastante y ellos no se soltaban. Así los "pastores" se reconciliaban con la colaboración del pueblo que amaban.
La segunda nota que querría destacar es su amor (dentro de la Iglesia esposa) por la militancia cristiana. Nos dijo en Las Palmas de Gran Canaria: "Tanto Camilo Sánchez, en su función de alcalde de Santa Lucía, como Remigio Vélez, en la de defensor de los derechos portuarios, supieron encarnar su fe en la lucha solidaria desde Canarias. Conocí en Tenerife el origen del primer grupo clandestino de la Hermandad Obrera Católica y a quien conocí bien fue a Tomás Malagón, que fue uno de los que más influyeron en el Movimiento Obrero Cristiano. Con él puse en marcha la HOAC en Tenerife y Las Palmas". Recuerdo su alegría cuando nos reuníamos sacerdotes y laicos como núcleos de Iglesia.
Y un tercer detalle: su realismo utópico. Cuando se estudie su relación con sindicatos, partidos, vida ciudadana, militantes etc... creo que se descubrirá que para él, el realismo formaba parte de la Utopía; denostaba un pragmatismo simplón y materialista pero también una utopía que fuera ilusoria. Fue, como Pablo VI, un apasionado del diálogo. Ahora aparecerá la enorme red de diálogo que tejió don Elías; nos llevaremos sorpresas muy agradables.
Iglesia, militancia, utopía, tres notas en una. Las hemos visto hechas carne, hoy tenemos motivos de Alegría: la alegría de evangelizar.