La Razón
Después de pasar 10 años en los bateyes dominicanos, menciona a "los Vicini, los Fanjul y los Campollo": "cuando den contrato laboral y respeten los derechos humanos, me callaré".
El padre Christopher Hartley Sartorius, misionero español destinado en Etiopía, denunció este lunes en un acto en el Hotel Occidental Miguel Ángel de Madrid, ante casi quinientas personas, la complicidad de las autoridades de la República Dominicana (“miembros del gobierno, jueces corruptos, policía nacional, fuerzas armadas”) ante la situación de explotación y semi-esclavitud de los cultivadores de azúcar en el país caribeño, donde estuvo misionando diez años.
El sacerdote denunció la opresión en especial de los inmigrantes de origen haitiano en los bateyes, las plantaciones azucareras. Y mencionó de forma explícita a tres grandes familias de esta industria: los Vicini, los Fanjul y los Campollo.
El sacerdote denunció la opresión en especial de los inmigrantes de origen haitiano en los bateyes, las plantaciones azucareras. Y mencionó de forma explícita a tres grandes familias de esta industria: los Vicini, los Fanjul y los Campollo.
Cómplices desde tiempo inmemorial
“Esta noche, yo, sacerdote de Jesucristo, que un día daré estrechas cuentas al Supremo Pastor de cómo ejercí el pastoreo de unas ovejas, de unas gentes, que sólo le pertenecen a Él, denuncio de la manera más explicita a tres familias: las familias Vicini, Fanjul y Campollo”, afirmó en referencia a los principales grupos de la industria azucarera dominicana.
“Y denuncio”, continuó, “al presidente de la República y a los miembros del gobierno dominicano, que junto a otros estamentos como son algunos jueces corruptos, la policía nacional, las fuerzas armadas y otros cuerpo de la seguridad del estado que han sido cómplices desde tiempo inmemorial de estos crímenes que sumen a miles de hombres, mujeres y niños, tanto de origen haitiano como dominicano, a condiciones de vida de cuasi-esclavitud".
"Y denuncio la complicidad del gobierno de los Estados Unidos por haber permitido que durante décadas toda esta caña cosechada con la sangre, el sudor y las lágrimas de estas pobres gentes, se haya exportado en su práctica totalidad a los Estados Unidos, sin darle la menor importancia a las condiciones en que era cosechada, por lo que a la violación de derechos humanos y laborales respecta”
“Esta noche, yo, sacerdote de Jesucristo, que un día daré estrechas cuentas al Supremo Pastor de cómo ejercí el pastoreo de unas ovejas, de unas gentes, que sólo le pertenecen a Él, denuncio de la manera más explicita a tres familias: las familias Vicini, Fanjul y Campollo”, afirmó en referencia a los principales grupos de la industria azucarera dominicana.
“Y denuncio”, continuó, “al presidente de la República y a los miembros del gobierno dominicano, que junto a otros estamentos como son algunos jueces corruptos, la policía nacional, las fuerzas armadas y otros cuerpo de la seguridad del estado que han sido cómplices desde tiempo inmemorial de estos crímenes que sumen a miles de hombres, mujeres y niños, tanto de origen haitiano como dominicano, a condiciones de vida de cuasi-esclavitud".
"Y denuncio la complicidad del gobierno de los Estados Unidos por haber permitido que durante décadas toda esta caña cosechada con la sangre, el sudor y las lágrimas de estas pobres gentes, se haya exportado en su práctica totalidad a los Estados Unidos, sin darle la menor importancia a las condiciones en que era cosechada, por lo que a la violación de derechos humanos y laborales respecta”
"Si les dan contrato, me callaré"
“Me hagan lo que me hagan, jamás, jamás pararé hasta que esto cambie”, proclamó, antes de añadir: “Ante este crucifijo”, dijo señalando el que presidía el acto acompañado de una imagen de la Virgen de Altagracia, patrona de la República Dominicana, “les digo [a esas familias empresariales] que si hacen un contrato laboral a cada uno de los trabajadores de los bateyes y les garantizan sus derechos humanos y sus necesidades básicas, jamás volverán a oír mi voz”.
“Me hagan lo que me hagan, jamás, jamás pararé hasta que esto cambie”, proclamó, antes de añadir: “Ante este crucifijo”, dijo señalando el que presidía el acto acompañado de una imagen de la Virgen de Altagracia, patrona de la República Dominicana, “les digo [a esas familias empresariales] que si hacen un contrato laboral a cada uno de los trabajadores de los bateyes y les garantizan sus derechos humanos y sus necesidades básicas, jamás volverán a oír mi voz”.