miércoles, noviembre 01, 2023

LA FE COMO DINAMISMO

E
ugenio A. Rodríguez
(Artículo publicado en Alomogarén 71, septiembre 2023)

Uno de los dramas de los creyentes es la no creencia de sus hijos. El tema sería digno de más estudio; sacerdotes y sociólogos especialistas me dicen que no hay estudios específicos sobre la fe de los hijos de los llamados agentes de pastoral (1). Dialogando con muchísimos agentes de pastoral vemos que los hijos de “las” (todo un signo aquí el género) catequistas no creen o tienen formas peculiares de creer y raramente se sienten vinculados a formas comunitarias de fe. Los hijos y amigos de otros agentes eclesiales (Cáritas, Liturgia, etc) siguen la misma línea. Se da el caso de que estos hijos pueden ser personas especialmente rebotadas.

Para mi sorpresa en los Movimientos eclesiales hay también perplejidad y desconcierto pero no mucho estudio al respecto. Solo de lo que yo he podido ir dialogando con unos y con otros hay algo más de respuesta en los que podríamos llamar “conservadores” (2). En los grupos “progresistas” parece haber una preocupación menor dado que ven a sus hijos incorporados en corrientes con más o menos algún tono comprometido. Insisto en que esto no deja de ser observación muy limitada a mi contexto, así como la limitación de cualquier “etiqueta”, como puede ser conservador o progresista.

Lanzo esta reflexión con el propósito de azuzar las reflexiones y quizá hasta una encuesta sobre ello. Más aún, que los que queramos hagamos algo, o – mejor – más que algo. La experiencia y los diálogos me hacen pensar que una clave del asunto está en ver la fe como dinamismo. Al decir la “fe como dinamismo” quiero salir de que puede ser verdad, pero no toda, que sea un problema la falta de testimonio. Solemos repetir con Pablo VI que el mundo de hoy necesita para ser evangelizado más testigos que maestros. Pero al mismo tiempo ¿nos atrevemos a decir que todos esos agentes de pastoral no transmiten la fe integral a sus propios hijos no son testigos? Quiero apuntar la hipótesis de que a muchos les faltará testimonio pero creo que hay otros errores tan importantes o más que ese. Apunto la hipótesis de que lo que más falta es tener en cuenta el dinamismo de la fe.

Entendí especialmente esto cuando leí la carta de Milani a un predicador que había estorbado el encuentro con Cristo y la Iglesia de un comunista amigo del párroco. Milani criticaba con agudeza que el predicador se había equivocado al presionar dicho predicador foráneo metido a confesor a romper el carnet del partido comunista. Milani le dijo que quien más amaba y conocía a ese joven comunista era él y que – dijera lo que dijera la normativa – para llevarle a Dios tenía más autoridad él mismo que el Papa; consideraba Milani que él había logrado que el comunista dejara vitalmente de serlo en seis años y que ya tenía completamente orillado el carnet. Milani le decía que no se podía acelerar el parto y que a él esos años no le parecían demasiado tiempo. No es extraño que las imágenes grabadas a Milani por un amigo recojan la idea de que el Evangelio está al final de un proceso (3). Por eso – insisto – la cuestión esencial es el dinamismo.

El parto me parece una imagen sugerente. El niño no nace porque le hables de nacer, necesita unos procesos. Quien más quien menos cargamos con el dolor de haber visto jóvenes alejados de la fe en quienes conversando intuimos que les aceleraron el parto presentándoles una fe recargada. Algunos elementos de la fe que en la adultez son completamente normales (en tiempo, en estilo, etc) resultan verdaderamente agobiantes cuando se proponen antes de tiempo. Lo que se percibe en una etapa como una gran exigencia (puede serlo una Eucaristía habitual a un adolescente) puede verse años después como un momento de paz, recogimiento, celebración compartida etc.

Toda persona responsable de la alimentación de otra (da igual referirlo a un bebé, un enfermo, un deportista, cualquier otra circunstancia) no se limita a saber si lo que da como alimento está en buenas condiciones. Centra su esfuerzo sobre todo en calibrar si lo que ofrece es lo que necesita el otro. Dedica a ello grandes esfuerzos y la variedad es enorme. No es necesario entrar demasiado en detalle pero hay desde batidos para inapetentes, a caldos, a comidas con alto contenido en tal o cual cosa.

Concluyendo nuestra introducción hemos querido señalar que no sabemos muy bien por qué no logramos trasmitir nuestra convicción creyente. No decimos solamente que haga falta una pedagogía más o menos hábil. Queremos señalar otra cosa. Tampoco queremos reducir nuestra reflexión a la evidencia de que la fe debe ser testimoniada. Nos parece que una cuestión central puede ser no tener en cuenta que el proceso tiene un dinamismo.

Vamos a plantear cuatro tesis “de fondo” que son coherentes (cada una de ellas) con una praxis pastoral general, con una concreción positiva y una negativa con el fin de aclarar a qué se refiere en concreto esa praxis.

I/ CUESTIONES DE FONDO EN CUATRO TESIS

Vamos a intentar plantear a modo de intento de síntesis la cuestión de quienes queremos – dicho de manera poco diplomáticamente correcta pero sí políticamente correcta – algo tan gordo como esto: queremos meter a otros en la vida de fe, en la familia de seguidores de Jesús. Padres a hijos, educadores a jóvenes, curas a fieles, catequistas a quienes piden un sacramento y tantos otros queremos esto: Meter a otros en la vida de fe (4). Este hecho hay que verlo lo más descarnadamente posible. Animo al lector a que haga una parada en la lectura y escriba un hecho que haya experimentado de como él mismo o personas muy cercanas quieren precisamente esto: meter a otros, incorporar a otros. Ya sabemos que eso normalmente es bueno, es normal, es responder al mandato de evangelizar. No estamos ahora criticando eso sino tomando conciencia. Piensa y escribe.

1/ Primera tesis: Transmitimos lo que vivimos

Es bueno querer “evangelizar”. ¿Pero eso puede llevar a lo que podríamos llamar ”hacer entrar por el aro”?, ¿la propuesta eclesial no será más bien ofrecer una experiencia gozosa cuyo origen es Jesús mismo que decía y dice: “Si quieres…”? Amigo lector te sugiero que pares la lectura un momento para pensar en si has pensado muchas veces en ese “si quieres”. ¿Lo has entendido en alguna predicación?, ¿has leído sobre el tema?, ¿lo has hablado con otros?

A veces pendientes de pedagogías de la transmisión olvidamos que la “la fe no se transmite, se contagia” (5).

En mi opinión este empeño, este hacer entrar por el aro, se origina en la inmadurez de nuestra experiencia incipiente aunque verdadera y sincera. En la medida en que maduramos seducimos más y mandamos menos, ofrecemos más y chantajeamos menos, nos damos más y exigimos menos. La primera tesis es que viviendo algo es la mejor manera de ofrecerlo.

2/ Segunda tesis: Ser Personas-personas

Una verdad eclesial importantísima es que “la Gracia no anula la naturaleza”. Un alcohólico no puede beber la sangre de Cristo por muy sangre de Cristo que sea; el perdón sacramental no suple pedir perdón al agredido; la presencia eucarística no inhibe que suene el teléfono si no lo hemos cortado antes ni diluye la dificultad para prestar atención si suena una sirena. Se ha usado frecuentemente la imagen imperfecta (como todas) de que no se puede construir la casa sin hacer antes los cimientos. Digo que es imperfecta porque la relación entre naturaleza y gracia es viva, no una casa.

La relación entre naturaleza y gracia se parece más a un organismo vivo con sus sistemas óseo, muscular, nervioso…, todo en relación. Pero esta totalidad relacional crece al tiempo y esto es lo importante. Al decir “la Gracia no anula la naturaleza” decimos que hay una cierta precedencia de las “virtudes” humanas o naturales respecto de las específicamente cristianas o sobrenaturales. Este “sobrenatural” me parece especialmente sugerente porque dice eso: sobre-natural. Lo que está por encima y también necesita lo anterior. A modo de ejemplo señalemos algunos “naturales” y algunos “sobrenaturales”: justicia < caridad; equidad < amor; limosna < compartir lo necesario; donación < gratuidad; no venganza < perdón; optimismo < esperanza; dar algo < darlo todo; austeridad < pobreza; sencillez < humildad; esfuerzo < sacrificio; honradez < amor… Ninguno de estos ejemplos es perfecto porque la relación entre natural y sobrenatural es dinámica y no tiene una frontera clara. Es más, en realidad se alimentan mutuamente pero distinguimos para unir, distinguimos para aclararnos. Nuestro segunda tesis es clara: es imprescindible cultivar virtudes naturales como terreno en que asentar la fe (6).

3/ Tercera tesis: La fuerza de la Gracia

Esta tercera tesis es la segunda parte de la misma frase del apartado anterior. “La gracia no anula la naturaleza pero la perfecciona” (7). Teniendo claro que la gracia supone la Naturaleza y que son buenas la honradez, la lealtad, la generosidad…, ahora ponemos el acento en que esas virtudes humanas naturales son elevadas, engrandecidas, completadas, aumentadas, plenificadas mediante la Gracia.

Una mirada superficial a nuestra idea de transmisión de la fe puede dar la impresión de que damos poca importancia a la Gracia. Nuestras prácticas pueden dar esa impresión. Cuando creemos en el dinamismo de la fe podemos desear ardientemente que algunas personas hagan Ejercicios espirituales personalizados y no dejaremos de exponer la belleza de una Iglesia con coraje, o de unos testigos de gran alcance, o de unos santos de la puerta de al lado. Desde la propuesta del dinamismo de la fe no sudamos tinta los domingos que el Evangelio habla de la pobreza, critica las riquezas o propone el amor a los enemigos. Eso lo tenemos claro. Pero también creemos con san Pablo que a veces hay que dar “leche y no alimentos sólido”; además las comunidades son plurales y si hay niños deben ser tenidos en cuenta. Nadie que hable en público deja de tener en cuenta el nivel más bajo del auditorio.

La Gracia ocupa un lugar central. No lo ocupan los saberes religiosos, los tan frecuentes contenidos catequéticos. Creemos que hay que concentrarse en el Kerigma. También creemos que los intentos de ser honestos, honrados desde lo natural muchas veces nos habrán hecho reflexionar sobre nuestra debilidad. No creemos que haya que estar “x” años centrados en lo natural para pasar años después a lo “sobrenatural”. Creemos que es un círculo virtuoso. Desde que los niños quieran recibir la fuerza de la Gracia podrán hacerlo pero no bajo ningún tipo de chantaje material o emocional. La Gracia será para nosotros luz, consuelo y fortaleza para la vida.

Por eso no creemos que haya que esperar a la adultez para el Bautismo sino que se celebra con los recién nacidos. Y desde pequeños hay unas experiencias religiosas muy importantes que tienen una relación dialéctica o circular con las naturales. Lo natural y lo sobrenatural forman un círculo virtuoso “sin mezcla ni confusión”, “distinguiendo para unir”. Es un error tan grande posponer los aspectos más explícitamente religiosos como adelantarlos. Va al tiempo que lo natural, pero teniendo en cuenta el dinamismo, y no aparte de lo natural (8).

4/ Cuarta tesis: Creer implica cerebro-corazón-manos

¿Y cuál es el órgano simbólico de la fe? Hay quien lo reduce a una serie de verdades de conocimiento, hay quien lo reduce a sentimiento, hay quien lo reduce a actividad, pero… ¿con qué creemos? Teóricamente muchos estaremos de acuerdo en que afecta a todo el ser: pensamiento, reflexión, cordialidad, sentimientos, esfuerzos…. Los antiguos decían memoria, entendimiento y voluntad. En nuestra época parece que se resume bien si decimos que creemos al tiempo con el cerebro, el corazón y las manos.

Esta es nuestra cuarta tesis e insistimos en la palabra “al tiempo”, a la vez. Creemos al tiempo con el cerebro, el corazón y las manos. Ciertamente hacen falta palabras de amor; pero nunca más palabras de amor que actos de amor. Más actos que palabras. Nunca palabras que encubran los no actos. Palabras sí, pero palabras coherentes con la vida de amor. No hace falta un amor perfecto, más bien hace falta un amor imperfecto, pero nunca, nunca unas palabras que no sean convergentes con actos.

5/ Una nota esencial

Y todavía nos queda un apéndice. No quiero considerarla otra tesis aparte pero creemos que es la “prueba del algodón”. Sólo dar definitivamente por válido lo que esté acreditado en sus líneas maestras por la experiencia eclesial larga; en “Alégrense y regocíjense” Francisco ha dicho que incluso los santos han de verse globalmente porque en tal o cual detalle un santo puede estar equivocado. Por tanto: la Iglesia es la Iglesia. Sus propuestas son más importantes que tal o cual carisma pues todos ellos son flores hermosas y sugerentes pero en ningún caso caminos imprescindibles ni superiores.

Resumiendo este apartado de presentación de estas tesis, estamos convencidos de que es posible que exijan un diálogo. Pero queremos llamar la atención sobre el fenómeno “vicente”, es muy probable que creamos que son sagradas cosas que solo vienen de la costumbre; recordemos que Francisco señala: “Sueño con una opción misionera capaz de transformarlo todo, para que las costumbres, los estilos, los horarios, el lenguaje y toda estructura eclesial se convierta en un cauce adecuado para la evangelización del mundo actual más que para la autopreservación” (Evangeli Gaudium 27). Dice “todo”. Hemos planteado previamente estas cuatro tesis para que se entiendan las concreciones que hacemos más adelante, referidas a cualquier proceso de transmisión de la fe: A los no creyentes que conocemos; a esos creyentes que no creen como nos gustaría a nosotros y se acercan a la Iglesia a pedir algún sacramento u otra cosa; a nuestros hijos que van creciendo al tiempo como personas y como creyentes.

II/ MODELO IDEAL DE TRANSMISIÓN DE LA FE QUE SE CORRESPONDE CON LAS CUATRO TESIS

Vamos a dedicar este apartado a ver un modelo ideal de transmisión de la fe. Vamos a ver cada una de las cuatro tesis en un modelo ideal, en la utopía a la que aspiramos.

1/ ¿Cómo “Transmitimos lo que vivimos” en el modelo ideal?

La mejor transmisión de la fe es nuestra propia maduración de fe. ¡Ojo!, ¡no nuestra coherencia ni nuestra perfección! Error frecuente en que se cae cuando se da demasiada importancia a nuestra coherencia. Lo importante es nuestro crecimiento, nuestra cordial y alegre adhesión a Jesucristo. “Hemos conocido el Amor y hemos puesto en Él nuestro Ideal” dice un canto. Si el amor es nuestro ideal nuestras imperfecciones lejos de alejar al otro se convierten en escalones. Por otra parte la experiencia eclesial muestra que a mayor adhesión propia, menos hacer entrar a los otros por el aro; el cura de Ars se aplicaba a sí mismo grandes penitencias y era extremadamente benevolente con los demás.

Es particularmente importante en este sentido que tanto la familia como la comunidad cristiana que tiene un fuerte sentido cristiano crea más en una forma de ser combativa, alegre, amable que en el número de horas que se está juntos. De forma que una vida entregada que resta “tiempo” cuantitativo al “estar” puede ser fecundo si se hace bien y estéril si se hace mal.

Intuimos y hemos dialogado con otros que a veces nuestra vivencia de la fe, cargada de exigencias de coherencia, a veces más en nuestras palabras que en los hechos ha alejado a otros de la fe. Quizá sea necesaria una reflexión sobre el papel de la humildad en la evangelización. La misericordia puede que tenga que ir junto con el arrojo evangélico. En todo caso creemos que es bastante evidente en las comunidades que conocemos que la armonía o el equilibrio dinámico entre estos valores no se está dialogando.

2/ ¿Cómo ser personas-personas en el modelo ideal?

Llamamos “ser personas-personas” a lo que en el pensamiento clásico se llamaba la importancia de la “naturaleza” (como preparación a la vida de la Gracia). La dividimos en dos bloques ambos necesarios:

A/ Cada día las personas que queremos transmitir la fe podemos hacernos preguntas del estilo ¿hacemos una oración con los niños por la noche?, ¿le presiono para que vaya a catequesis?, ¿es obligatorio ir a Misa? Sobre estas cuestiones que podemos llamar de fe “explícita” también conversamos. Estas son de alguna manera las que denominamos “sobrenaturales”. Pero hablemos ahora de las naturales. Son preguntas del estilo ¿hay que acostarse a cierta hora?, ¿se puede tener móvil a “x” años?, ¿hay que comer de todo?, ¿se come a la carta?, ¿cuántos juguetes?, ¿dinero aparte del dinero familiar? Las cuestiones son infinitas y los padres suelen tenerlas más o menos claras aunque a veces las viven como un auténtico combate caso de ser niños más autónomos o rebeldes, o lo que sea.

De modo general podemos decir que defendemos que para las cuestiones “sobrenaturales” la libertad y autonomía debe ser casi infinita. Creemos que en ese terreno no se debe presionar nada.

Creemos que la cuestión es muy diferente en el terreno de los valores o virtudes naturales. Estos deben ser poco negociables. En toda la tradición cristiana es reseñable cómo se ha distinguido las cosas de derecho natural (las que puede imponer la autoridad civil: no matar, no robar…, lo que podríamos resumir en lo justo) de las llamadas a un amor mayor, caridad o misericordia.

La familia, la parroquia o asociación puede tener decisiones tomadas poco o nada negociables en torno al lugar donde vivir, el tiempo dedicado a los abuelos, el tipo de colegio, la actividad política de los padres, el proyecto económico... Estas cosas “naturales” deben ser trabajadas, explicadas, reformuladas, adaptadas, etc, pero afirmamos que aquí creemos que se juega mucho la transmisión de la fe y nos parece que sobre este elemento de la transmisión no se habla apenas nada hoy.

Las decisiones concretas pueden ser variadas y deben ir evolucionando pero se puede haber decidido “cuidar de los abuelos lo que haga falta”, “no echar horas extra sin una necesidad grave”, “estudiar es importante”, “colaborar en las tareas de casa”, “no tirar comida”, “no molestar a los vecinos”, “renunciar a las fresas recogidas en Huelva”, “tener la TV en un rincón”, “ponerle zancadillas a las marcas”… y cientos de cosas. Insisto en el proceso.

Una decisión equivocada en este terreno no da igual. Cada cosa es importante. Pero he de decir también que no creo que sea catastrófica. Lo más natural (y sobrenatural) es que nos equivoquemos. Forma parte de la vida (antes se llamaba precisamente “naturaleza caída”). Lo realmente catastrófico es el “pecado contra el Espíritu Santo” que me parece que es el empecinamiento, el no pedir perdón, el creerse bueno, el considerarse superiores. Todo lo demás es superable. Nadie se deja de adherir a la fe por este o aquel defecto puntual de este o aquel apóstol. Los apóstoles de todos los tiempos han estado cargados de defectos. Lamentablemente las vidas de santos no los mencionan en exceso. Por otra parte todo deja de escandalizar si se reconoce. Pero claro, una cosa “reconocida” pero que se sigue igual tampoco es una buena forma de transmisión de la fe.

Las cosas “naturales” esenciales son muchas y giran básicamente en la oposición entre egoísmo y amor. Todas las que apunten al egoísmo son malas: ambición de dinero, comodidades, explotación. No pongo ejemplos concretos para no provocar el efecto contrario al que busco. En este momento solo busco que quede la duda respecto si estamos dando importancia a estos elementos “naturales” de la transmisión de la fe.

En nuestra experiencia podemos afirmar que los “agentes de pastoral” estamos más preocupados (infinitamente más preocupados) por los aspectos explícitos del estilo de hacer oración o ir a la Iglesia que de estas cuestiones que valoramos pero a veces no relacionamos con la transmisión de la fe (9). Sin embargo puede que estas sean las cuestiones más importantes de la transmisión de la fe, como para las plantas es importante la calidad de la tierra o para pintar una pared lo importante es tenerla bien preparada. Estos ejemplos - como siempre - son limitados.

B/ Lo simbólico es un “natural” especialmente importante para un sobrenatural especialmente importante: lo sacramental…

El terreno natural que prepara una parte de los sacramentos sobrenaturales es lo simbólico. Con ello no negamos la fuerza y verdad de los sacramentos, ni estamos reduciendo la presencia sacramental a lo simbólico. Simplemente estamos diciendo que si se tiene sentido “natural” simbólico hemos dado un paso muy interesante de cara a lo sacramental.

La cultura actual, tantas veces denostada, creemos que en este terreno funciona bastante bien. Siempre se han cuidado los símbolos, las flores, las cosas que pertenecían a los antepasados, etc, Pero quizá hoy se les da más importancia y se celebran de forma más pública. También se le explican más y mejor a los pequeños.

Valoramos positivamente todo lo que nos aleje del materialismo. No infravaloramos la materia sino su exaltación. La materia es esencial pero hay cosas cargadas de significado mucho más allá del valor de lo material. Alguien con una sensibilidad educada estará más abierto a la trascendencia. Desde esta sensibilidad no costará ver que el pan eucarístico es pan, y es más que pan, sin dejar de ser pan. Como las cortinas que hizo la abuela son cortinas y valen para lo que valen las cortinas y también son más que cortinas, por poner un ejemplo de lo que debemos tener decenas de ejemplos.

Si en nuestra casa hay símbolos sobre la paz, la justicia, la propia vida de familia, alguna foto, algún signo de amor o hasta el pistolón del abuelo… etc, será más lógico aceptar que la relación con Dios pasa también por los Sacramentos. He visto que vale una tela que llegó de África, un cuadro, un plato viejo de un amigo entrañable, el resto de una bala de la Guerra, un cable de una derrocada escuela de tortura, un homenaje al trabajo, un marcapáginas… Si hacemos un regalo a alguien poniendo nuestro pensamiento, nuestra creatividad y nuestro esfuerzo estaremos preparando el terreno para dar valor a los sacramentos. No es un sacramento pero nos da lenguaje para entender los sacramentos.

3/ ¿Cómo plenifica la Gracia en el modelo ideal?

Seguimos en el punto primero (el ideal) planteando ahora lo que se refiere a la tercera de las tesis (la Gracia plenifica). ¿Qué ocurre cuando la Gracia plenifica lo que preparó bien la naturaleza? Vamos a dividirlo en las mismas dos partes que hicimos en el punto segundo.

A/ ¿Podrá tener una relación con Dios, Jesús o la trascendencia quien cuidó las virtudes naturales? Si quiere sí. Si se tiene capacidad de observación, de escucha, de reflexión todo eso será bueno para la vida religiosa propiamente dicha. Cuando se cultiva escuchar en las comidas, ser hospitalario con las visitas, posponer los propios gustos, no tardar más de “x tiempo” en comer, comer por uno mismo cuanto antes, colaborar en la limpieza de la casa y todas las cosas que no hacemos por fe sino por sentido común, por sentido racional, aunque lo hagamos como creyentes para hacer eso no hace falta tener fe. Eso no es ser mártires, ni amar a los enemigos, es simplemente justicia.

Cuando se hace eso si se quiere creer se cree. Así se entiende que “el que es fiel en lo poco lo será en lo mucho” y tendremos -poniendo ejemplos claros- un niño que no necesita que se le mande callar cien veces en el templo. Que – como los mayores – coge lo que puede de lo que oye, ve y siente. Y siente bastante. Y no hay que estar todo el rato entreteniéndole, engañándole o mintiéndole. Y eso no se basará en extraños sentimientos religiosos sino en una forma de ser. Antes se usaba para esto por los predicadores la palabra “carácter” como la capacidad de no dejarse llevar por las ganas y apetencias.

B/ El que cuida esos pequeños detalles recibirá el ciento por uno. El niño que aprenda a no interrumpir a los padres cuando hablan con otro adulto, el que sepa posponer sus gustos inmediatos…, un día irá a una boda con sus padres, o a una Unción con los enfermos con los abuelos y sabrá no solo estar (que es con lo que a veces nos conformamos) sino que buscará admirado los detalles pequeños que por allí circulan. No es extraño que estén saturados, casi siempre a imagen y semejanza de los adultos, que –por las razones que sean– aguantan estoicamente el chaparrón que tampoco gozan. En el otro extremo de los saturados están los que no se enteran, los que se comportan como un burro ante unas flores porque no le dicen nada. Estos algunas veces son los mismos saturados pero unos años después, los que iban obligados a no sabían dónde.

Si recordamos los cumpleaños, los fallecimientos, los aniversarios de boda o de bautismo o de lo que sea, estaremos preparando el terreno para celebrar mejor el año litúrgico. ¿Por qué celebrar las fechas de Jesús si no celebramos nuestras fechas?

En conclusión: La apertura a los sacramentos estará relacionada en buena medida con dos aspectos: la maduración de la vida que se lleve y el cultivo de lo simbólico.

4/ ¿Cómo se da la circularidad entre manos-cabeza-corazón en el modelo ideal?

En este modelo de transmisión de la fe que se centra en el dinamismo de la fe, entendemos que hay una cierta primacía de la vida. Lo primero es vivir. Hay toda una corriente filosófica en torno a esta centralidad de la vida que pretende ser un equilibrio entre las dos grandes corrientes que son el materialismo y el idealismo.

Para el dinamismo de la fe reflexionar lo vivido es imprescindible. No tiene nada que ver con curiosear, con saber por saber; tiene que ver con saber para amar, con el círculo virtuoso entre amor y conocimiento. De la misma manera que formación no es consumir cuadernos y reuniones, celebración no es consumir saberes piadosos ni se reduce a conocer la teología de la celebración.

Tiene un espacio privilegiado que podemos llamar “Hacer Memoria”. Hay que estar continuamente convirtiendo las vivencias en experiencias mediante la reflexión de lo vivido. Todo tiene su lugar. Además de los diálogos es necesario profundizar. El soporte concreto de esta profundización es lo de menos, valen las lecturas, las películas, las redes sociales y hasta los videojuegos si aparecen ahí todo tipo de historias. Especial valor puede tener escuchar las vidas de nuestros familiares, amigos y vecinos. También sirven otras formas de escucha más vitales o prácticas como puede ser compartir una tarea.

Todas esas vivencias a veces son vivencias con “santos de la puerta de al lado” y en todo caso nos preparan para leer las historias de Jesús, la Iglesia y los santos. Es más: al conocer la historia de Jesús, la Iglesia y los santos seremos más capaces de escuchar y ver las de nuestros familiares y amigos. Otro círculo virtuoso.

III.- ENCARNATIVOS DE LA TRANSMISIÓN DE LA FE

Puede el lector decir que todo esto no deja de ser una teoría. Una buena teoría nos parece muy necesitaría para la vida. Pero no es suficiente. Vamos a señalar ahora las cuatro tesis con algunas “encarnaciones”, con ejemplos vividos de este ideal referidos a cada una de las cuatro tesis.

1/ Experiencias positivas de que “Transmitimos lo que vivimos”

Cada día nos encontramos con personas que viven la propia fe como crecimiento. Que viven en proceso creciente libre y creativo de cada uno de nosotros. Vivir la vida como una radiante aventura. Ser persona. Tener ideal. Esforzarse en promocionarse. Esto da el fruto no buscado de la alegría. Los sacramentos se viven como luz, alimento y medicina.

Son personas que atienden a sus padres enfermos, personas que tienen los hijos que otros recomiendan que no se tengan. Que saben ser buenos compañeros de trabajo. Que renuncian con sencillez a su propio criterio. Que aúnan fuerzas para la solidaridad. Que se preguntan por las necesidades de sus vecinos. Que quieren conocer la realidad. Que no tiran la toalla.

Dice el Papa: la Eucaristía es un alimento, no una medalla. Que sea verdad que para nosotros son fuerza necesaria. Son personas que acuden a los sacramentos y dejan jugando a los niños en vez de tenerlos llorando y dejando de vivir ellos mismos la celebración. Creen que sus hijos acudirán cuando lo necesiten. Es más cómodo retransmitirles en bajito las explicaciones de la Eucaristía que vivirla auténticamente nosotros. La Eucaristía a veces debe ser para nosotros Getsemaní: “Que pase de mi este cáliz pero no se haga mi voluntad sino la tuya”, y que no nos importe que los demás se duerman. No es una actividad familiar más. Que tengan claro que para nosotros es importante y necesario vitalmente y no pueden dedicarse a molestar (igual que antes ya hemos cultivado que no se molesta a los vecinos dando botes en el suelo con el balón). Así el proceso con ellos es mucho más abierto e interesante, un cristianismo reducido a Misa y templo es una caricatura.

2/ Experiencias positivas de ser personas-personas

Se refiere al cultivo de las virtudes humanas como tierra buena en que pueda germinar la semilla de la fe: lealtad, generosidad, acogida, esfuerzo, trabajo, honradez, verdad… Todo es posible, que el creyente lo viva con más fuerza o no. En todo caso, la vida nos dice que pueden tenerlos los no creyentes.

En el pensamiento clásico se distinguen las virtudes cardinales de las virtudes teologales. Las virtudes cardinales se pueden dar sin ser creyentes: justicia, fortaleza, templanza, prudencia. Todo eso es muy bueno. Y se ven por doquier.

Vale para ello lo que se hace en casa, lo que se hace en el colegio, con otros familiares, con los vecinos, con asociaciones. Es muy importante lo cotidiano, el horario que incluye levantarse pronto de manera natural, la actitud laboriosa, la actitud servicial, la preocupación por los amigos y sus familias y un largo etcétera. Nada da igual. La filosofa Edith Stein los refiere sobre todo a la limpieza, el orden, la responsabilidad. Diego Velicia e Isabel García Blas tras muchos años de vida compartida con otros lo resumen en: reflexividad, autonomía, servicialidad y sociabilidad (10).

Muy importantes las cosas que hacemos inconscientemente, las que forman parte de nuestra vida y no nos damos cuenta de su peso educativo: las vacaciones, las formas de consumo, el comportamiento en el supermercado… Respeto a los demás en la calle o en la guagua, especialmente a los más débiles. Cultivar la empatía o compasión.

3/ Experiencias positivas de la fuerza la Gracia

Ya hemos señalado que no proponemos esperar a la adultez para vivir vida cristiana. La importancia que damos a lo que ¡para entendernos! llamamos “humano” o “racional” o “justicia”…, es para aclararnos. No es para dejar de lado la fe. La fe está desde antes de la concepción del niño. La fe no empieza a influir en la “semana x”, como antes se discutía respecto del momento en que aparecía el alma. Al distinguir queremos respetar el dinamismo de la fe. Ir al ritmo adecuado. El niño puede ser hasta mártir (los hay de hecho) si lo es en un proceso libremente asumido. También creemos que se puede hacer la oración adecuada a la edad. No proponemos en ningún caso eliminar lo religioso (11). Pretendemos quitar beatería, falsedad en el fondo.

La actividad propiamente litúrgica en muchas familias es una sugerencia siempre a los demás con limpieza. “Vamos a la Eucaristía ¿vienes?”. En estas familias saben por experiencia que es mejor no animar artificialmente al desanimado mediante chantajes, mentiras. Es mejor pensar cómo preparar mejor el terreno para las ocasiones siguientes.

Muchos no olvidan que la vida litúrgica (también la suya) es realmente un proceso: el matrimonio a su edad, la Eucaristía también a su edad. Y esa edad no es para todos la misma. Para muchas familias el reto no está en misas divertidas sino en preparar la oración y liturgia propia de su edad. En este sentido hace unas aportaciones interesantísimas R. M. Casabianca en un libro que supone una revolución al plantear bien la espiritualidad de 0-6 años.

Cuando los niños libremente van a la Eucaristía no tienen por qué ser el centro pero si se les debe tener en cuenta inteligentemente en la línea que plantea la Sagrada Congregación para el Culto Divino (12) en un documento muy recomendable. En este documento se recogen tanto algunos problemas que se plantean en la actualidad como soluciones que se van encontrando. Destaca que es un proceso y que la comunidad debe tener en cuenta a los niños como a cualquier otro grupo humano, sin dictaduras. Ni rollos porque sí, ni infantilizar todo.

La vida celebrativa es mucho más que ir a Misa. Es frecuente ya en algunos momentos (por ejemplo antes de comer) recordar a los demás, la actualidad, la presencia de Dios en nuestras vidas de manera concreta, hacer un canto que nos guste (de Misa o de calle da igual) y hacer una reflexión.

El que hace eso no es siempre el mismo. Puede ser una expresión libre. Es un momento de expandir nuestra personalidad a la familia, nuestras alegrías y esperanzas, tristezas y angustias. Cada miembro de la familia lo hace acorde a su edad y trae al ámbito familiar los gritos de su ambiente.

También hay extendida práctica de cuidar la celebración de los sacramentos de todos y sus aniversarios: Bautismo, Matrimonio, Comunión… Hacer oración familiar en que entre la vida nuestra y de los amigos.

Se dialoga y realizan formas realmente eclesiales y promocionantes de participación. Saber qué va a ocurrir, colaborar en la preparación, llevar algún símbolo. Esta participación siempre preñada de realidad, nunca desproporcionada a la persona real que participa. Siempre con carga personal, con aportación de trabajo y sentimiento. Puede ser pintar la vela del Bautismo, limpiar el salón o espacio celebrativo, un cartel, una ofrenda, un trabajo manual, cocinar algo para el “compartir”… Participar no es figurar, es poner carne propia en aquello. A título de ejemplo: algunos proponen hacer a mano y personalizada cada invitación a sus familiares y amigos de la primera comunión. Nos parece que lo primero sirve para participar mal y lo segundo para participar bien.

4/ Experiencias positivas de creer con cabeza-corazón-manos

En algún momento, quizá en la noche, dependiendo de las edades, iluminación desde los valores naturales y sobrenaturales del día trascurrido, los acontecimientos del mundo del deporte o la música que atraen a los niños y jóvenes, algún cuento.

Es frecuente en muchas familias no caer en el reduccionismo de que la fe es solo conocimiento, o solo emoción o solo compromiso. Fe es todo y se cree con toda la vida. Estas reflexiones pueden ser desde compartir una explicación del Evangelio, o de la doctrina de la Iglesia, o de un acto social o político al que se ha asistido, o de por qué relacionamos la fe con compartir las cosas, acoger a otros, colaborar en la casa… Esto son solo unos ejemplos de la lista infinita de cuestiones que siempre se han experimentado en la Iglesia y especialmente en las pequeñas iglesias domésticas.

Algunas veces compartir desde nuestra interioridad: errores, alegrías, pedir perdón, dar gracias. Es un diálogo de lo vivido para hacerlo experiencia. Incluir ahí a Jesús de manera natural, de manera integral, con oraciones adecuadas como el Padre Nuestro, evitando algunas demasiado infantilizadoras que le hagan rechazar la fe en la adolescencia porque identifica fe e infancia. La fe siempre aparece como maduradora. No creemos que haya que posponerla sino que se hace evidente que es algo que nos hace madurar gozosamente. Ya es habitual haber dejado el “Jesusito de mi vida” y comenzado una escucha de la Palabra relacionada con la vida.

IV/ ESCARNECIMIENTOS DE LA TRANSMISIÓN DE LA FE

Poco puede más clarificador que poner unos ejemplos de lo que nos parece que está mal. Lo llamamos “escarnecimientos” en vez de “encarnaciones”. Y no queremos agredir a nadie sino expresar nuestro pensamiento y experiencia aportándolo al diálogo con otros, abiertos a llegar a nuevas síntesis fecundas.

1/ Experiencias negativas de que “Transmitimos lo que vivimos”

Frecuentemente no transmitimos la fe viva porque nuestra propia fe es la que es mediocre. Está en las ocasiones en que vivimos nosotros la fe o el Ideal como carga. Cada vez que nosotros mismos estamos calculando la forma de dar menos, de echar a otro tal o cual carga. Las veces que nosotros llegamos tarde, que buscamos una Misa más cómoda, menos comunitaria, más simplemente a nuestro gusto, sin mensajes incisivos. Las veces que no hemos preparado nosotros nuestra petición de perdón, nuestra ofrenda.

2/ Experiencias negativas de no ser personas-personas

Nosotros mismos con frecuencia aflojamos la tensión de cultivar nuestras virtudes humanas y las de las personas a las que queremos transmitir la fe. Sólo a título indicativo y sin señalar que estas sean las más importantes: sacrificarnos para impedir sus pequeños sacrificios libres, suplicar que coma, sobrealimentar las actividades culturales, suplir su creatividad llenando todo su tiempo con actividades pilotadas por nosotros, tolerar la hipersexualización, el consumismo, el exceso de cosas. Corromper las motivaciones con premios sobre cosas que tienen su propia belleza, hiperprotegerles, dificultar que convivan con sus amigos y sus padres.

Muchas personas creen sinceramente que esto no tiene nada que ver con la transmisión de la fe, pero otras ven cómo esto es la fe encarnada y vivida. Frecuentemente personas que consideran los sociólogos bajo el apelativo poco afortunado de “no practicantes” son más lúcidas en esta cuestión.

Quizá sea lo más dramático cuando personas que se confiesan como “practicantes” son precisamente las que más caen en este error y mezclan consumismo con actividad religiosa de manera tan ingenua como inconsciente. Nos referimos por ejemplo a llamar peregrinaciones a lo que no es más que turismo, o condicionar las golosinas a haber ido a Misa. Entiéndase, por favor, que no nos referimos a tomar algo juntos, un helado o lo que sea. Nos referimos a cuando eso llega a un punto en el que queda claramente corrompido el acto religioso. No es extraño que ya una parroquia de Valladolid haya dicho que si para ser de Hakuna luego hay que ir de copas en lugares de copas a 5 euros, mejor que dejen la parroquia.

3/ Experiencias negativas de la fuerza la Gracia

Sobre la enorme fuerza de la Gracia también hemos detectado abusos o corrupciones.

Es lamentable querer meter por el aro de la Gracia de manera obligada. Ya pasaron los tiempos en que se asistía a Misa en formación militar. Es negativo obsesionarse por el hecho concreto de que aquellos que amamos asistan a este u otro acto concreto. Chantajear para lo religioso es más nefasto todavía. A estas alturas de la vida hemos visto el fruto horroroso de obligar a los actos religiosos: provocamos el vómito. “Yo ya he ido a Misas para toda la vida”, dice cualquier padre normal en nuestras catequesis, cuando se refiere a las prácticas religiosas rutinarias durante los años de la infancia en colegios religiosos. En algunos casos también aluden a la hipocresía que acompañaba con frecuencia algunos de esos colegios. La diferenciación de puertas y escaleras para ricos y pobres eran todo un símbolo que ha quedado en la memoria de toda una generación.

Vivir la liturgia como dura gimnasia a la que hay que acostumbrarse sigue siendo el lamentable enfoque de muchos. Hay decenas de páginas de internet que una y otra vez insisten en recomendar las prácticas piadosas de familia como un “irse acostumbrando” a la relación con Dios. Sin embargo la vida nos dice que la Gracia no entra a base de usar el embudo.

4/ Experiencias negativas de creer con cabeza-corazón-manos

Es negativo todo lo que vaya contra la vivencia integral y progresiva. Caer en beaterías y toda forma de mentira aunque sea piadosa, bendecir la mesa de manera rutinaria, el niño listillo y pitagorín que se sabe fórmulas que no siente y es imposible que sienta porque son fórmulas que no expresan su interior.

Es contraproducente bendecir la mesa y no comer de todo. Bendecir y hacerse de rogar para comer. Decir la bendición que halaga a los padres y acabar siempre el último, tener que guardar algo en la nevera.

Monaguillos, cofradías infantiles y formas religiosas que se basan en la exterioridad. Que tienen una visibilización pública que no se ha madurado. Estas cosas que son muy del agrado general consideramos que van contra el proceso lógico de maduración de la fe.

Leer lecturas en público sin saber bien lo que se lee, hacerlo antes de la edad “para que participen”, cuando la lectura bíblica personal no ocupa un lugar en la propia vida.

CONCLUSIONES

Carecemos de estudios sobre la experiencia de transmisión de la fe a los hijos de los agentes de pastoral y consideramos que sería muy positivo.

Desde nuestro punto de vista en la praxis pastoral normalmente se tiene poco en cuenta que la fe tiene un dinamismo, que exige un proceso.

A veces pendientes de pedagogías de la transmisión olvidamos que la “la fe no se transmite, se contagia”.

En el proceso no vemos que se tenga suficientemente en cuenta que “la gracia no anula la naturaleza sino que la perfecciona”.

Es imprescindible tomar conciencia de que la fe es totalizante. Creer no es solo adherirse a unas verdades, sentir unos sentimientos o realizar unos compromisos. La fe afecta a todo. Creemos con el cerebro, el corazón y las manos.

Sobre estas cuestiones hacen falta estudios y experiencias.

NOTAS

1.- He preguntado explícitamente a los conocidos sociólogos Javier Elzo, Fernando Vidal y Víctor Renes; también a dos sacerdotes que también son sociólogos: Fermín Romero y Antón Negro, respectivamente sacerdotes con mucha experiencia pastoral en Canarias y Lugo[i] 

2.- Me parece una referencia interesante el médico Iván López Casanova, Educar para la pluralidad, Rialp. Tuve el gusto de conversar con él y es una reflexión muy interesante al respecto. Quiero destacar la apertura a la realidad en estas corrientes que podemos considerar conservadoras. Antígona hoy: Educar para la pluralidad - Iván López Casanova (antigonahoy.blogspot.com)

3.- Puede encontrarse en youtube bajo el título Barbiana´65-15 minutos-en-Salamanca. Accesible también a través de: Antígona hoy: DON MILANI. La única filmación existente (antigonahoy.blogspot.com)

4.- A veces queremos meterles hasta en manifestaciones muy concretas de vida de fe, o en alimentos de vida de fe que nosotros creemos los adecuados; la razón de nuestro convencimiento a veces procede de nuestra vivencia particularísima; otras veces procede de reflexión y vivencias compartidas que podríamos llamar experiencia; otras veces es la vivencia particular o la experiencia compartida de personas que nos resultan sugerentes; algunas veces también la experiencia eclesial confirma estos métodos. Este no es el tema de esta reflexión aunque la cuestión es de gran trascendencia para lo que comentamos.

5.- La expresión es J. L. Saborido tras muchos años de experiencia pastoral y director de la Revista “Catequética”. Puede encontrarse en youtube bajo el título “Transmisión de la fe en la parroquia”. Puede verse también https://antigonahoy.blogspot.com/2023/02/jose-luis-saborido-la-fe-no-se.html

6.- No se nos oculta que con esta tesis entramos en conflicto -¿o diálogo?- con muchos planteamientos actuales sobre el “anuncio explícito”. Pero no son nuevos y se han dado en diferentes mentalidades. Dos anécdotas sobre Rovirosa quizá ayuden a entender más. En sus comienzos como publicista escribió que un comunista le decía a sus amigos que no le importaba que sus hijos se formaran con los curas durante la infancia pues la vida les distanciaría. Señalo esto porque no pocos obsesivos de meter a los niños por el aro de las prácticas piadosas no se dan cuenta de que trabajan para “el enemigo” como bien se dio cuenta Rovirosa. Y otra más interesante. Cuando yo mismo había escrito ya cientos de páginas sobre Rovirosa no había caído en la importancia de que él decía que el grupo apostólico (la HOAC en ese caso) no podía aportar mucho a la formación de alguien que ya tenía vida profesional y familiar, que aquel ya era persona y había que ordenar (esto sí) algunas ideas y experiencias y darle coherencia con la acción de los demás pero no había que hacer un largo y latoso proceso formativo. Esto confirma –creemos- que en la formación de niños y jóvenes no basta un anuncio explícito sino que hay que ser personas. En el otro “extremo” (al menos aparentemente) nos encontramos con una exageración del “cristianismo anónimo” cuyo nombre real es tener complejo. Sería el caso de locales, actividades o campamentos en que se eluden los elementos religiosos como crucifijos, actividades como la Eucaristía o la bendición de la mesa. Nuestra propuesta está siendo una presentación/vivencia integral del cristianismo. Esta es la idea clave. Integral a la medida de cada etapa y de cada persona.

7.- No entramos aquí a la sugerente aportación según la cual la Naturaleza es ya Gracia. Una especie de "primera" gracia en espera de una "segunda" gracia. Otros dicen Naturaleza-Gracia-Gloria. Este tema aquí no nos interesa.

8.- Olegario González introduce una nota interesante en este debate cuando señala que la prioridad o primacía ontológica no es lo mismo que la primacía cronológica. Una cosa es más importante que otra no es lo mismo que tenga que darse primero en el tiempo.

9.- Es llamativo sin embargo que las personas de menos práctica religiosa explícita (que me he encontrado por ejemplo en catequesis de padres) dice que precisamente a estas cosas vitales es a lo que llama “fe”. Esto puede ser otro reduccionismo, dado que una “fe integral” tiene que responder también a la necesidad celebrativa y comunitaria.

10.- https://antigonahoy.blogspot.com/2023/02/educacion-en-cuatro-palabras-radio_28.html

11.- R. M. de Casabianca, El niño capaz de Dios. Un libro especialmente recomendable porque explica la vida religiosa desde el nacimiento. Es claro que no todo es “ir a Misa”. Explica celebraciones para niños de 0-6 años.

12.- https://www.mercaba.org/CONGREGACIONES/CULTO/misas_con_nenes.htm



ANEXO 1. 

Encuestas realizadas a hijos de creyentes comprometidos.

Hemos realizado dos encuestas diferentes porque la segunda mejora la primera y éstas son las conclusiones:

1/ La fe es bastante endeble. No sólo en el sentido que puede serlo la nuestra, de cierta flojera. Lo más frecuente son las dudas y no sentir demasiada necesidad de resolverlas. El dato más importante a este nivel quizá sea que ni conciben ni practican que la fe tenga que ser integral (lo hemos llamado que tenga relación con el cerebro, el corazón y las manos).

2/ Rezan la inmensa mayoría y aproximadamente la mitad tiene un sentido bastante "gratuito" de la oración (no se reducen ni lo principal es "pedir". Un número importante reza para las cosas importantes de la vida y tiene en cuenta a Dios.

3/ Creen en parte por convicción personal pero casi más por tradicional familiar. Esto estaría en relación con el punto 1.

4/ Ninguno da lugar importante a la Escritura.

5/ Valoración media de los sacramentos.

6/ Prácticamente todos tiene una valoración buena de la Iglesia. Esto es muy positivo. Pero tiene un "pero": les hace sentirse extraños. Les hace sentirse lejos de los otros jóvenes.

7/ No creen en general que la nota "ser cristianos" mejore en general a las personas. Aunque ninguno dice que eso empeore. Mejora o es irrelevante.

ANEXO 2. 

A partir del primer documento sobre Sínodo de Jóvenes entregamos esto a los jóvenes en una Pascua. 

LA IGLESIA REFLEXIONA EN VOZ ALTA SOBRE LA JUVENTUD 

Con motivo del próximo Sínodo de los Obispos la Iglesia reflexiona en voz alta sobre la juventud. Esta reflexión no es la de una madre que se queja sino la de una familia que mira con alegría su propia juventud y la presencia de jóvenes en ella. Esta alegría le hace aumentar su sentido de la responsabilidad y quiere que sus miembros más jóvenes encuentren la belleza de seguir la vocación al amor que el Dios misericordioso ha sembrado en sus corazones.

La Iglesia experimenta con gozo que no le han faltado jóvenes santos y llama a todos los jóvenes a la alegría del amor y convoca a los jóvenes que tienen una experiencia viva del amor de Jesús a que tomen desde él las inevitables elecciones propias de su edad y que protagonicen la tarea de invitar a otros jóvenes a encontrar su vocación al amor. Que sean misioneros. Que crezcan hacia dentro al tiempo que en salida. 

La Iglesia no mira a los jóvenes con el ceño fruncido como amenaza, ni como clientes. Lo que más interesa a la Iglesia respecto de los jóvenes es que acierten en sus decisiones vocacionales. Decisiones que van tomar quieran o no (profesión, estado de vida, tipo de compromiso…) y la propuesta eclesial es que esas decisiones se tomen “para la plenitud y la alegría” (no, por ejemplo, para ir tirando mediocremente o para descartar a otros).

“La Iglesia es consciente de poseer «lo que hace la fuerza y el encanto de la juventud: la facultad de alegrarse con lo que comienza, de darse sin recompensa, de renovarse y de partir de nuevo para nuevas conquistas» (Mensaje del Concilio Vaticano II a los jóvenes, 8 de diciembre de 1965)”. La Iglesia no se relaciona con los jóvenes como la vecina refunfuñona sino como quien posee juventud. Tiene una hermosa definición respecto de lo que caracteriza la juventud. El documento después de esta introducción se articula en tres partes.

La primera describe la situación general de la sociedad. Lo que solemos llamar “ver”.

Señala como característica del mundo actual la rapidez de los cambios; como aspecto negativo el poder tecnocrático y como positivo el pluralismo. 

Después se pregunta cómo son las nuevas generaciones. “En muchas partes del mundo los jóvenes experimentan condiciones de particular dureza” que el documento detalla. Sin embargo esta preocupación “social” no es paternalista. Por eso el documento insiste en que son protagonistas de la respuesta y que rechazan aquellos lugares en que no encuentran espacio: “Las generaciones más maduras a menudo tienden a subestimar las potencialidades, enfatizan las fragilidades y tienen dificultad para entender las exigencias de los más jóvenes. Padres ausentes o hiperprotectores hacen a los hijos más frágiles y tienden a subestimar los riesgos o a estar obsesionados con el miedo a equivocarse”. Este miedo a equivocarse es una de las referencias más frecuentes del documento. 

El documento plantea a los jóvenes que tienen que decidir. Lo ha dicho el Papa Francisco: «“¿Cómo podemos despertar la grandeza y la valentía de elecciones de gran calado, de impulsos del corazón para afrontar desafíos educativos y afectivos?”. La palabra la he dicho tantas veces: ¡arriesga! Arriesga. Quien no arriesga no camina. “¿Y si me equivoco?” ¡Bendito sea el Señor! Más te equivocarás si te quedas quieto» (Discurso en Villa Nazaret, 18 de junio de 2016). 

Destaca la importancia del desarrollo de la conciencia en diálogo con los otros, con Cristo y con la acción: “el ejercicio de un protagonismo dirigido a mejorar el contexto en el que viven: “debemos dejar espacio para que nuevas personas puedan actuar”. Jóvenes, no perdedores que solicitan protección sino sujetos del cambio. 

Después del “ver” se habla de FE, DISCERNIMIENTO, VOCACIÓN. “La fe «no es un refugio para gente pusilánime, sino que ensancha la vida. Hace descubrir una gran llamada, la vocación al amor, y asegura que este amor es digno de fe, que vale la pena ponerse en sus manos, porque está fundado en la fidelidad de Dios, más fuerte que todas nuestras debilidades» (Lumen fidei, 53)”. 

Explica el DISCERNIMIENTO como medio para encontrar la vocación. Con generosidad frente a narcisismo.

Reconocer. El reconocimiento se refiere, en primer lugar, a los efectos que los acontecimientos de mi vida, las personas que encuentro. 

Interpretar. Sacar el mayor provecho a los propios dones y las propias posibilidades: por esto resulta una propuesta atractiva y estimulante para los jóvenes.

Elegir. Promover elecciones verdaderamente libres y responsables. Es importante “salir”, incluso del miedo de equivocarse que, como hemos visto, puede llegar a ser paralizante. "



El tercer bloque se refiere a LA ACCIÓN PASTORAL. La tarea se articula en: 

Salir. Encontrarán atractiva a la comunidad cristiana cuanto más la experimenten acogedora hacia la contribución concreta y original que pueden aportar.

Ver. En la profundidad del corazón sin resultar intruso.

Llamar. Hacer preguntas a las que no hay respuestas preconfeccionadas. Es esto, y no la prescripción de normas que se deben respetar, lo que estimula a las personas a ponerse en camino y encontrar la alegría del Evangelio. "

Para la pastoral los jóvenes son sujetos y no objetos. La misma Iglesia está llamada a aprender de los jóvenes: de ello dan un testimonio luminoso muchos jóvenes santos que continúan siendo fuente de inspiración para todos. "

Una comunidad responsable con figuras de referencia (Padres y familia, Pastores, Docentes…) llegarán a los jóvenes desde el protagonismo de los jóvenes en La vida cotidiana y el compromiso social: “Convertirse en adultos significa aprender a gestionar con autonomía dimensiones de la vida que son al mismo tiempo fundamentales y cotidianas: la utilización del tiempo y del dinero, el estilo de vida y de consumo, el estudio y el tiempo libre, el vestido y la comida, y la vida afectiva y la sexualidad”. 

Los pobres gritan y junto con ellos la tierra: el compromiso de escuchar puede ser una ocasión concreta de encuentro con el Señor y con la Iglesia y de descubrimiento de la propia vocación.