domingo, noviembre 26, 2017

Ayudar a nuestros hijos a reflexionar no es hablar mucho

Lo que más educa es el ejemplo
Diego Velicia, psicólogo del COF Valladolid

Nuevo curso escolar, nuevas tareas académicas. Tareas de nuestros hijos, en las que a veces tenemos que colaborar los padres de una u otra forma. Colaborar con las tareas académicas de nuestros hijos no quiere decir que seamos nosotros los responsables de ellas. A veces el miedo al fracaso de nuestros hijos nos hace asumir como propias, tareas que les corresponden a ellos.
Ese miedo nos lleva a asumir el control del tiempo de estudio, de la corrección de los ejercicios, hace que les preguntemos la lección… Y eso que hacemos con los estudios, lo aplicamos también a pequeñas tareas cotidianas: volver al colegio a llevarle el almuerzo porque se le ha olvidado, preparar la mochila para que no se le olvide nada…
A medida que crecen y entran en la adolescencia empezamos a decirle cómo tiene que comportarse con sus compañeros para ser aceptado, o cómo tiene que pensar ante una noticia del telediario.
Y los abrumamos con sermones, reflexiones, explicaciones… Y  convertimos en una rutina el dar a nuestros hijos las respuestas a preguntas que no se han hecho. Y esas respuestas (aunque sean las mejores del mundo) caen en un terreno infértil, no producen su fruto.
 ¿Qué es un terreno fértil? Aquel del que brota una pregunta. Hay una etapa del desarrollo de los niños en que es frecuente que hagan preguntas para comprender el porqué de las cosas. Que los niños y adolescentes se hagan preguntas es fundamental para afrontar la vida. Tres capacidades preparan a ello.
La primera es la capacidad de sorprenderse.  La sorpresa orienta los sentidos a aquel estímulo que nos sorprende. La sorpresa es una emoción que no necesita estimularse sino que brota espontáneamente en los niños. Pero los adultos podemos anularla abrumando a los niños con ofertas, juguetes, regalos, opciones… Para mantener la capacidad de sorpresa de nuestros hijos conviene tener un cierto ambiente de orden, porque donde hay desorden no hay sorpresa. Requiere también una austeridad, porque la abundancia de cosas dificulta la capacidad de que algo sea imprevisto. Y requiere también  un ambiente familiar donde no haya mucho ruido (sermones, TV, gritos, maquinitas) porque donde hay ruido es más difícil sorprenderse.
El segundo elemento que colabora a preparar un terreno fértil es la atención. La atención sirve para evitar la dispersión, permite observar los detalles de las cosas y su importancia, nos ayuda a ser capaces de contemplar los propios errores.
¿Cómo acrecentar la atención de nuestros hijos? Permíteme, lector, hacerte una pregunta: piensa en algo que te llame la atención, así en general. Una vez que lo hayas hecho hazte la pregunta ¿por qué esto me llama la atención? Surgirán muchas respuestas, pero todas tienen un denominador común: un deseo. Un deseo de conocer más, de acercarse, de entender, de experimentar más de aquello que llama la atención. Sin ese deseo no hay atención.
Las condiciones externas son condiciones necesarias, pero no suficientes. Si no hay deseo, puede existir el ambiente más favorable del mundo, pero no habrá atención. La voluntad suple en ocasiones la falta de deseo, pero con resultados bastante menos brillantes. Educar el deseo pasa por aprender a tolerar la frustración, aprender a esperar, no dejarse llevar por el capricho y asumir las consecuencias de las propias decisiones, pero también por ser capaz de apreciar lo bueno, lo bello, lo verdadero de las cosas.
El tercer y último elemento es  la reflexión, que permite que ese terreno se abra dispuesto a recibir la semilla de una respuesta. Ante una realidad ante la que uno se sorprende y a la que presta atención, llega el momento de preguntarse ¿por qué pasa esto? ¿Cómo funciona? ¿Por qué ha respondido así? ¿Qué hubiera hecho yo en ese caso?
Que los chicos nos vean preguntarnos a nosotros mismos. Que les hagamos las preguntas a ellos. Que no les demos las respuestas sin que se hagan las preguntas y escuchemos sus respuestas.

COMENTARIOS RECBIDOS:

L: Me ha parecido bastante enriquecedor. Muchos padres caemos en el error de querer hacer lo que ellos tendrían que realizar por sí mismos y esa actitud sin duda es equivocada y de alguna manera los "debilitamos". En cualquier caso forma parte de la educación ya tan solo de nuestros hijos sino que también de nosotros mismos

M:  tiene razón a veces sin quererlo, por desconocimiento o por querer los mejores resultados para los hij@s, les estamos ayudando en todo momento, en varias cosas que quizás deberían hacerlas ell@s sol@s... pero bueno entiendo que es el ejemplo que hemos tenido de nuestr@s padres y madres y lo seguimos llevando a cabo, a pesar de que quizás lo correcto debería de ser que muchas de sus tareas la realizaran por ell@s mism@s... También es cierto que con nuestra ayuda...también aprenden y se sienten apoyad@s y entendid@s.... y creamos o no le estamos enseñando a ayudarnos los unos a los otros, que también es importante..

A: Me ha encantado el artículo sobre reflexiones, ya que este nos permite ver desde otro punto de vista los.errores cotidianos pero también nuestra fuerza como padres por tratar de.mejorar o corregir algunas partes del.desarrollo, tantos de hijos cono padres. La verdad hoy en dia la capacidad de reacción frente a muchas cosas es nula, ya que la mayoria cuentan con más de lo necesario para no « aburrirse» cómo dicen ellos, por ejemplo a mis hijos suelo contarles mis anecdotas, sobre mi vida... era feliz con poco y lo valoraba más. Quiero q aprendan el significado de la.emoción al diafrutar de cosas sencillas.
Acerca del.texto me.he hecho un esquema para guiarme y seguir o mas bien no perder el rumbo. Gracias

L:  Creo que el artículo es muy interesante, ya que creo que muchos padres no damos la oportunidad a nuestros hijos que ellos solos descubran las cosas,que ellos aprendan a resolver sus dudas, a tener necesidad de averiguar porqué pasan unas cosas u otras.... Pienso que incluso les creamos el mundo que nosotros queremos que vean, cuando son ellos los que tienen que ver cómo es en realidad y no “falsearselos” poniendo todo a su alcance sin que les cueste nada. El artículo hace incluso que reflexionemos si hacemos bien o mal cuando les damos cosas, (regalos, mayor tiempo de maquinitas, cediendo a sus “caprichos”...) por ellos resolver o hacer correctamente sus quehaceres diariamente.

 C:  Estoy totalmente de acuerdo con las reflexiones que hace este psicólogo ya que como indica en esta economía del consumo queremos dar todo a nuestros hijos y las sorpresas muchas veces ya no lo son, se dan por entendidas, y tenemos que hacerle valorar las cosas, a veces lo hacemos otras no. Hay que aprender de ello.
Por otra parte siempre he tenido claro que para que un hijo mejore en el día a día, el mismo tiene que hacerse valer y en el tema escolar sacar las tareas por si solo aunque luego las revise uno y le haga preguntas sobre por qué ha puesto eso... si tiene clara la respuesta... si podría ser otra alternativa... Intento contarle experiencias y anécdotas para que pueda hacerme preguntas y reflexionar.

c:  Muy interesante la reflexión, ciertamente se educa con el ejemplo y no somos  conscientes de ello hasta que nos vemos reflejados en comportamientos que nuestros hijos imitan. Es importante liberarnos un poco del instinto de protección y entender que hay que permitirles tomar sus decisiones para que evolucionen y puedan formar su propia personalidad. 

E: Me ha gustado mucho el texto como en ocasiones anteriores me hace plantearme la forma en la que estoy educando a mi hijo, me ayuda a ver en que puedo mejorar y cómo hacerlo. Los tres principios; sorprenderse, la atención y la reflexión, me ayudarán actuar frente a futuras situaciones en las que me encuentre con mi hijo.
Queremos tanto que nuestro hijos lo tengan todo, que nos olvidamos de lo que ellos realmente quieren, aburrirse, aprender por si solos o equivocarse. No les dejamos que se equivoquen y cuando lo hacen no saben cómo actuar, surgiendo la frustración. Les damos todo hecho y no conocen el valor del esfuerzo. 
Tenemos mucho que aprender todos, con estos texto y leyendo las opiniones de otros padres lo conseguiremos.

Me parece un artículo interesantísimo, cuando hemos hablamos mi marido y yo, nos hemos dado cuenta de los errores que, a veces, cometemos como padres súper protectores, llegando a la conclusión de que estamos a tiempo para seguir educando a nuestra hija, pero desde otra perspectiva, además como madre y como docente, considero que educar las emociones del niño le ayuda a enfrentarse a la vida, con fracasos y logros, siempre desde la perspectiva positiva y enriquecedora, muchas gracias por tu ayuda. 

La gran mayoría de las familias ayudamos a nuestros hijos con sus tareas, y aquí nadie tiene dudas que supervisar y guiarles es positivo, no obstante debemos plantearnos si la ayuda que les ofrecemos es realmente buena. Muchos caemos en el error de intentar evitarles fracasar, no dejándolos afrontar por ellos mismos con sus propias obligaciones y también cargar con los errores propios de la edad, esos errores y desilusiones que deben superar ellos mismos  y que les permiten,  y ayudarán a ser personas responsables y seguras en el futuro. También caemos en el error de adelantarnos a sus pregutas sin dejarlos reflexionar y cuestionarse las cosas por sí mismos, los estamos estimulando constantemente adelantándonos muchas veces a su propio proceso de maduración, y es que en muchas ocasiones no les damos tiempo ni al aburrimiento.

H:  Totalmente de acuerdo con el articulo, soy partidaria de que hagan las cosas ellos solos y que se equivoquen y asuman sus consecuencias. Y que aprendan a valorar el trabajo y esfuerzo que cuestan las cosas.