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Arturo Luque y Antonio Arribas |
Antonio Arribas Lastra/Facebook
¡Llegaste, amigo! Ayer, tras tanta lucha... Dios te acogió en sus brazos de Padre misericordioso. Y, aunque sentimos tu pérdida, porque aquí nos faltará la luz de tu sonrisa y el optimismo cristiano, con el que veías la huella de Dios en todo lo creado, seguiremos unidos... ahora tú intercediendo por nosotros ante Dios, y nosotros por tu eterno descanso.
San Josemaría decía que había que saltarse el purgatorio «a la torera». Yo creo que tu enfermedad ha sido aquí, en la tierra, a la vez esta preparación para gozar plenamente de Dios, sin tanto límite y condición... y un cielo en que muchos han podido encontrarse con Dios... los de lejos y los de cerca.
Pido al Señor que les de mucha fuerza a tu mujer e hijos... a tus hermanos, a tu entera familia.
Dios me hizo el regalo de conocerte y de hacerme tu amigo... y que la misión compartida en los medios diocesanos fuese, en parte, la culpable de tantos momentos de trabajos, retos, alegrías y conversaciones tan gratas en las que siempre pensé que tu aprecio me devolvía algo perdido... como el Padre de Lc15 al hijo perdido y al desubicado.
¡Gracias por todo, Arturo! ¡Hasta el Cielo!
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Arturo, el buscador
Quisiera, así a vuela teclado, añadir muy poco a estas hermosas palabras de tu amigo Antonio
Para mí eras un buscador. Literalmente. Pocos días antes de tu último ingreso te pedí una versión informática del Testamento espiritual de Pablo VI. Salían, en mi búsqueda impaciente, versiones diferentes que me tenían perplejo; a los pocos días me enviabas el manuscrito y su traducción. Me enviabas la mejor versión. Muy interesante (Aquí)
A veces eras tú quien me preguntabas sobre alguna persona de Iglesia o teología. Recuerdo que te gustó mi entrevista a Margarita Saldaña, leíste Rutina habitada y la entrevistaste, supongo que en una actividad suya en Cantabria.
También hablamos con indignación de la gestión política de la pandemia. Me entrevistaste sobre Fratelli Tutti y hasta adecentaste un poco mi imagen para TV.
Ante tu trasplante, con mucho gusto te pase un mensaje "Ahora más que nunca" (Rovirosa), que antes nos había ayudado a vivir el cáncer a nuestra amiga Marta Sanz y a mí mismo.
Confío en que ese mensaje nos siga ayudando desde el misterioso "Ahora más que nunca" que tú vives y el no menos misterioso que vivimos tu esposa, tus hijos, tus hermanos y todos nosotros
Eugenio Rodriguez