Eugenio A, Rodríguez
Le ha faltado tiempo al Diario La Provincia para meter en la sección de Religión un hecho más propio de la Estupidez que tantas verces va aparejada con las riquezas poseidas o deseadas. Que alguien llegue en limusina a un acto religioso tiene poco que ver con ese hecho religioso y mucho con la clase social del sujeto. Todos los demás niños de las primeras comuniones de Gran Canaria no han caído en semejante despropósito, y por tanto no puede achacarse esto a la Primera Comunión sino a esa pecualiarísima forma de ser de una pequeña parte de los que les sobra el dinero y que -además de sobrarles- les gusta alardear de ello.
Algunos en las redes han aprovechado para criticar de manera general un hecho religioso que no exige (más bien lo contrario) este tipo de gastos ni de alardes.
Por otra parte no es verdad -como dice LP- que "los grandes regalos y los banquetes de postín resultan cada vez más habituales". Carecemos de estudios sociológicos al respecto pero mi experiencia larga al respecto me permite decir que me parece que está pasando más bien lo contrario; me parece que hoy hay más sencillez que en años pasados.
No quisiera dejar otro tema al margen. No termino de entender por qué parece grave este hecho en una primera comunión y no lo parece en el Matrimonio. Las implicaciones morales del Matrimonio no creo que sean menores que las de la Primera comunión. Me parece que este es otro motivo de reflexión y que demuestra que el problema de esta foto no es religioso sino de la bobería de los esclavos del alardeo de los bienes materiales.