jueves, noviembre 30, 2023

AEDOS PUBLICA UN ESTUDIO SOBRE Fratelli tutti - ENTREVISTA A EUGENIO RODRIGUEZ DE SAUL SANTANA


Sobre el artículo de Eugenio Rodríguez en este comentario a Fratelli Tutti.

Para escuchar la entrevista tienes que pinchar en la flechita del 29/11/2023. Está a partir del minuto 3:50 (pinchar aquí)

sábado, noviembre 18, 2023

El problema de vivir el regalo como pesadilla (XXXIII A)

Parroquia San Francisco de Asís (Las
 Palmas GC) / Facebook
(Mateo 25, 14-30)
El evangelio está recorrido por una teología sencilla: La teología del grano de mostaza, la de la levadura, la del vaso de agua dado al que tiene sed, la de la moneda entregada para invertirla, la teología de la vida que fructifica, la teología del inicio pequeño y poderoso de las cosas grandes.

Hoy, el texto de Mateo nos ofrece, en un relato en el que podemos subrayar tres momentos diferentes, la conocida como parábola de los talentos. 

En el primer momento el Evangelio pone en escena a un señor rico y generoso que se va de viaje y distribuye su riqueza entre sus tres servidores. No busca asesor financiero… Simplemente se deja llevar por su corazón: Confía en sus colaboradores, tiene fe en ellos y los trata más como hijos que como empleados. En realidad ese es su proyecto: Que sus empleados sientan la empresa familiar como propia y más que asalariados se sientan copartícipes y accionistas de lo que también les pertenece. En resumen, en la primera parte de la parábola, a cada uno de los tres empleados le da según su capacidad y sus posibilidades y se va sin dar instrucciones.

Y llega el segundo momento: Cada uno de los empleados, con los recursos entregados, toma sus decisiones. Dos de ellos invierten, arriesgan y obtienen beneficios que fortalecen la empresa; el tercero, no arriesga nada, y para curarse en salud esconde lo que le han dado su jefe y lo devuelve tal cual. En él ha podido más el miedo al patrón que el deseo de aportar, de implicarse y complicarse la vida: “Tuve miedo, le dice a su señor…Sé que eres un hombre duro, que siegas donde no sembraste y recoges donde no esparciste…Toma lo tuyo”. En las posturas de estos hombres emergen dos formas diferentes de entender la vida: implicarse, arriesgar y empujar hacia adelante o huir de cualquier responsabilidad, no querer complicarse la vida. La raya que separa las dos actitudes es el miedo.

En este tercer hombre, el regalo y la confianza de su señor se convierte en pesadilla; por eso, lo único que cuenta para él es la imagen que se ha hecho de su patrón: un jefe despiadado que está sobre él, respirando en su cuello y siempre presto al castigo. Y va y esconde sus recursos…Tiene miedo.

Y, por último, una tercera parte en esta historia: La vuelta del señor y el rendimiento de cuentas. Los dos primeros empleados han hecho lo correcto; el tercero, bloqueado por el miedo, renuncia a todo y prefiere permanecer como criado a sentirse hijo; prefiere que todo siga igual a correr riesgos que le saquen de su comodidad o le exijan responsabilidades nuevas…

El evangelio nos ofrece un retrato robot de nuestros comportamientos: Obviamente, el señor que entrega los talentos y se va sin dar instrucciones, es Dios y los empleados somos nosotros. Cada uno hemos recibido según nuestra capacidad y se nos pide rendir según nuestras posibilidades.

El señor, evidentemente sabe lo que quiere y dos de los empleados también lo saben: conocían a su señor, corrían riesgos a la hora de invertir el dinero que no era de ellos, pero sabían cómo pensaba su señor e invierten y se exponen para serle fieles. El tercero, o conocía muy poco a su señor o lo conocía mal, la imagen que tiene de su señor es una imagen depredadora… El también recibió una parte del capital de su señor, todavía la conserva, pero no se preocupó de nada más.

¿Qué nos plantea esta parábola? El problema de la parábola no es el dinero, ni el beneficio que se puede lograr…No. El tema que se plantea en la parábola es “cómo se debe gastar el tiempo de la espera, los recursos que Dios ha puesto en nuestras manos”. ¿Qué sentido tenemos de nuestra responsabilidad ante lo que hemos recibido? ¿Somos audaces en nuestras decisiones o cobardes y simples mantenedores de lo que otros no han entregado? ¿Con nuestro esfuerzo y fatiga nos empeñamos en hacer avanzar el mundo o simplemente nos contentamos con ser neutrales, con mantener lo heredado? ¿Pero, se debe ser neutral en todo? ¿Entendemos las palabras del Papa Francisco cuando dice que “prefiere una Iglesia lastimada por salir a las periferias existenciales del mundo, a una Iglesia enferma porque se queda encerrada en sus pequeñas seguridades”?

El “tercer hombre” –un título que nos evoca la gran película que lleva este nombre– al que el señor llama “perezoso y malvado”, en realidad no hizo nada malo, pero tampoco hizo el bien que se esperaba de él.

Hermosa parábola que nos hace pensar y cuestionarnos: ¿Qué hago con los recursos que Dios ha puesto en mis manos? ¿Qué estoy arriesgando por los demás? ¿Qué podría hacer y no hago por comodidad o simplemente, por no crearme problemas? ¿En qué invierto mis recursos humanos, mi tiempo, mis valores? ¿Cuáles son mis principales pecados de omisión, que nunca confieso, pero que están ahí bloqueando permanentemente mi vida?

Con frecuencia tenemos miedo a equivocarnos y preferimos no actuar, pero este evangelio nos enseña que lo peor que nos puede pasar en la vida no es equivocarnos por arriesgar, sino quedarnos inmóviles, estériles, mirando de lejos como “perros mudos” el dolor de los otros y no incorporarnos al torbellino de la vida para no mancharnos, para no errar.

Hoy celebramos la Jornada Universal del pobre con el lema: “No desvíes el rostro de ningún pobre” (Tb) ¿En realidad qué significa para mí esta frase?

jueves, noviembre 02, 2023

Francisco. "Nuestro tiempo impone una misión a la teología"

"Que la reflexión teológica se empápale del sentido común del pueblo"


El Papa impulsa con un motu proprio una teología renovada


La Sala Stampa ha comunicado el 1 de noviembre por la mañana que la Pontificia Academia de Teología tiene nuevos estatutos. El Papa Francisco ha firmado el motu proprio “Ad Theologiam promovendam”, aprobando el régimen modificado de esta sociedad científica.

Los nuevos estatutos tienen como objetivo asegurar que la academia cumple mejor su objetivo. El Santo Padre explica que “promover la teología en el futuro no puede limitarse a reproponer abstractamente fórmulas y esquemas del pasado”. La teología está “llamada a interpretar proféticamente el presente y a discernir nuevos caminos para el futuro”. Para ello, “tendrá que afrontar las profundas transformaciones culturales” que vive la sociedad.

Renovar la teología

A la luz de la nueva época, el Papa Francisco quiere promover “la misión que nuestro tiempo impone a la teología”. El Pontífice considera que “a una Iglesia sinodal, misionera y ‘extrovertida’ no puede sino corresponder una teología ‘extrovertida’”. La clave para lograr esto es un “replanteamiento epistemológico y metodológico” de la teología.

En el motu proprio, el Papa señala que la reflexión teológica “está llamada a un viraje, a un cambio de paradigma”. Este cambio impulsará una “teología fundamentalmente contextual, capaz de leer e interpretar el Evangelio en las condiciones en que los hombres y las mujeres viven cotidianamente”. Este replanteamiento “no puede sino desarrollarse en una cultura del diálogo y del encuentro entre diferentes tradiciones y diferentes saberes, entre diferentes confesiones cristianas y diferentes religiones, confrontando abiertamente a todos, creyentes y no creyentes”.

El Papa Francisco advierte que la teología no puede ser autorreferencial. La teología debe “verse a sí misma como parte de una red de relaciones, en primer lugar con otras disciplinas y otros saberes”. En otras palabras, tiene que adoptar el enfoque de la transdisciplinariedad, es decir, “la puesta en común y la fermentación de todos los conocimientos en el espacio de Luz y Vida que ofrece la Sabiduría que emana de la Revelación de Dios” (Constitución apostólica “Veritatis gaudium”). Esta perspectiva tiene otras consecuencias, pues “el diálogo con otros saberes presupone claramente el diálogo dentro de la comunidad eclesial y la conciencia de la esencial dimensión sinodal y comunitaria del hacer teología”.

Los nuevos estatutos de la academia prevén la colaboración de interlocutores referentes: estudiosos que pueden ser de distintas confesiones cristianas o de otras religiones. Junto a ellos, se busca “identificar y abrir áreas y espacios de diálogo, que favorezcan el diálogo inter y transdisciplinar”.

Teología: verdad y caridad

Además del diálogo, Francisco considera que la teología tiene que estar empapada de caridad. Afirma que “es imposible conocer la verdad sin practicar la caridad”. Por ello, la teología debe mostrarse como “un verdadero saber crítico en cuanto saber sapiencial, no abstracto e ideológico, sino espiritual, elaborado de rodillas, preñado de adoración y oración”. La reflexión teológica tiene que dirigirse “a las heridas abiertas de la humanidad y de la creación y dentro de los pliegues de la historia humana, a la que profetiza la esperanza de un cumplimiento único”.

El Papa insta a que la teología se desarrolle con un “método inductivo”. Invita a que esta “parta de los distintos contextos y situaciones concretas en que los pueblos están insertos, dejándose interpelar seriamente por la realidad, para convertirse en discernimiento de los ‘signos de los tiempos’”. Asimismo, anima a que la reflexión teológica se empape del “sentido común del pueblo”.

Prácticamente al final del motu proprio, Francisco detalla que “la teología está al servicio de la evangelización de la Iglesia y de la transmisión de la fe”. Gracias a ella, la fe se convierte en cultura, es decir, “en el ‘ethos’ sabio del pueblo de Dios, una propuesta de belleza humana y humanizadora para todos”.

Reflexión en comunidad

Considerando la misión renovada de la teología, “la Pontificia Academia de Teología está llamada a desarrollar, en constante atención a la naturaleza científica de la reflexión teológica, un diálogo transdisciplinar con otros saberes”. También hay que abrir un espacio para las aportaciones que pueden darse en la conversación entre creyentes y no creyentes, entre “hombres y mujeres de diferentes confesiones cristianas y de diferentes religiones”.

El Santo Padre invita, por tanto, a crear “una comunidad académica de fe y estudio compartidos, que teja una red de relaciones con otras instituciones formativas, educativas y culturales y que sepa penetrar, con originalidad y espíritu de imaginación, en los lugares existenciales de la elaboración del saber, de las profesiones y de las comunidades cristianas”.

miércoles, noviembre 01, 2023

LA FE COMO DINAMISMO

E
ugenio A. Rodríguez
(Artículo publicado en Alomogarén 71, septiembre 2023)

Uno de los dramas de los creyentes es la no creencia de sus hijos. El tema sería digno de más estudio; sacerdotes y sociólogos especialistas me dicen que no hay estudios específicos sobre la fe de los hijos de los llamados agentes de pastoral (1). Dialogando con muchísimos agentes de pastoral vemos que los hijos de “las” (todo un signo aquí el género) catequistas no creen o tienen formas peculiares de creer y raramente se sienten vinculados a formas comunitarias de fe. Los hijos y amigos de otros agentes eclesiales (Cáritas, Liturgia, etc) siguen la misma línea. Se da el caso de que estos hijos pueden ser personas especialmente rebotadas.

Para mi sorpresa en los Movimientos eclesiales hay también perplejidad y desconcierto pero no mucho estudio al respecto. Solo de lo que yo he podido ir dialogando con unos y con otros hay algo más de respuesta en los que podríamos llamar “conservadores” (2). En los grupos “progresistas” parece haber una preocupación menor dado que ven a sus hijos incorporados en corrientes con más o menos algún tono comprometido. Insisto en que esto no deja de ser observación muy limitada a mi contexto, así como la limitación de cualquier “etiqueta”, como puede ser conservador o progresista.

Lanzo esta reflexión con el propósito de azuzar las reflexiones y quizá hasta una encuesta sobre ello. Más aún, que los que queramos hagamos algo, o – mejor – más que algo. La experiencia y los diálogos me hacen pensar que una clave del asunto está en ver la fe como dinamismo. Al decir la “fe como dinamismo” quiero salir de que puede ser verdad, pero no toda, que sea un problema la falta de testimonio. Solemos repetir con Pablo VI que el mundo de hoy necesita para ser evangelizado más testigos que maestros. Pero al mismo tiempo ¿nos atrevemos a decir que todos esos agentes de pastoral no transmiten la fe integral a sus propios hijos no son testigos? Quiero apuntar la hipótesis de que a muchos les faltará testimonio pero creo que hay otros errores tan importantes o más que ese. Apunto la hipótesis de que lo que más falta es tener en cuenta el dinamismo de la fe.

Entendí especialmente esto cuando leí la carta de Milani a un predicador que había estorbado el encuentro con Cristo y la Iglesia de un comunista amigo del párroco. Milani criticaba con agudeza que el predicador se había equivocado al presionar dicho predicador foráneo metido a confesor a romper el carnet del partido comunista. Milani le dijo que quien más amaba y conocía a ese joven comunista era él y que – dijera lo que dijera la normativa – para llevarle a Dios tenía más autoridad él mismo que el Papa; consideraba Milani que él había logrado que el comunista dejara vitalmente de serlo en seis años y que ya tenía completamente orillado el carnet. Milani le decía que no se podía acelerar el parto y que a él esos años no le parecían demasiado tiempo. No es extraño que las imágenes grabadas a Milani por un amigo recojan la idea de que el Evangelio está al final de un proceso (3). Por eso – insisto – la cuestión esencial es el dinamismo.

El parto me parece una imagen sugerente. El niño no nace porque le hables de nacer, necesita unos procesos. Quien más quien menos cargamos con el dolor de haber visto jóvenes alejados de la fe en quienes conversando intuimos que les aceleraron el parto presentándoles una fe recargada. Algunos elementos de la fe que en la adultez son completamente normales (en tiempo, en estilo, etc) resultan verdaderamente agobiantes cuando se proponen antes de tiempo. Lo que se percibe en una etapa como una gran exigencia (puede serlo una Eucaristía habitual a un adolescente) puede verse años después como un momento de paz, recogimiento, celebración compartida etc.