jueves, septiembre 27, 2012

ALIMENTACIÓN (Entrevistas de educación con Teresa de Vallejo e Isabel García Blas I)

Teresa de Vallejo
Teresa de Vallejo (abuela y madre) e Isabel García (madre), educadoras, nos dan algunas experiencias sobre la educación de la alimentación desde la solidaridad. Anota tus experiencias y las dialogamos en las próximas reuniones.


Isabel García

viernes, septiembre 21, 2012

PROMOCIÓN

Un día, una pequeña abertura apareció en un capullo; un hombre se sentó y observó a la mariposa por varias horas, mientras ella se esforzaba para hacer que su cuerpo pasase a través de aquel pequeño agujero.
En tanto, parecía que ella había dejado de hacer cualquier progreso. Parecía que había hecho todo lo que podía, pero no conseguía agrandarlo. Entonces el hombre decidió ayudar a la mariposa: el tomó una tijera y abrió el capullo. La mariposa pudo salir fácilmente, pero su cuerpo estaba marchito, era pequeño y tenía las alas arrugadas.

El hombre siguió observándola porque esperaba que, en cualquier momento, las alas se abrieran y estirasen para ser capaces de soportar el cuerpo, y que éste se hiciera firme.
¡Nada aconteció! En verdad, la mariposa pasó el resto de su vida arrastrándose con un cuerpo marchito y unas alas encogidas. Ella nunca fue capaz de volar.

Lo que el hombre, en su gentileza y su voluntad de ayudar no comprendía, era que el capullo apretado y el esfuerzo necesario para que la mariposa pasara a través de la pequeña abertura, era la forma en que Dios hacía que el fluido del cuerpo de la mariposa, fuese a sus alas, de tal modo que ella estaría lista para volar,una vez que se hubiese liberado del capullo.


Algunas veces, el esfuerzo es exactamente lo que necesitamos en nuestra vida. Si Dios nos permitiese pasar por nuestras vidas sin encontrar ningún obstáculo, nos dejaría limitados. No lograríamos ser tan fuertes como podríamos haber sido.

Nunca podríamos volar.

**
Pedí fuerza y Dios me dio dificultades para hacerme fuerte.
Pedí sabiduría y Dios me dio problemas para resolver.
Pedí prosperidad y Dios me dio cerebro y músculos para trabajar.
Pedí valor y Dios me dio obstáculos para superar.
Pedí amor y Dios me dio personas con problemas a las cuales ayudar.
Pedí favores y Dios me dio oportunidades.

miércoles, septiembre 19, 2012

“Cuando me duelen las heridas, rezo”



Kim Phuc saluda adelantando la mano y replegando ligeramente el cuerpo, protegiéndolo por instinto. Cuarenta años después de ser víctima del napalm, la enorme cicatriz aún le abrasa, pero la vietnamita compensa este distanciamiento con una gran sonrisa en su rostro de luna.
El 8 de junio de 1972, Kim y sus vecinos del poblado de Trang Bang fueron víctimas de un ataque estadounidense que el joven fotógrafo Nick Ut inmortalizó en una instantánea que dio la vuelta al mundo. Oírla revivir aquel momento cierra el estómago. “Llevábamos tres días refugiados en un templo y de pronto oímos venir los aviones y echamos a correr. Vi caer cuatro bombas. Oí burum burum, un sonido más suave de lo que me esperaba, y de pronto había fuego por todas partes, también en mi piel”.
Su ropa veraniega ardió por completo dejando su cuerpecillo escurrido expuesto a la agresión de la cabeza a los pies. Dos de sus primos, de seis meses y tres años, murieron abrasados. Ella sufrió quemaduras en el 65% de la piel y necesitó injertos en el 35%.
Phuc ve a menudo a “tío Ut”, como llama al autor de la foto. Sin ir más lejos, anteayer estuvo con él en Colonia (Alemania) recogiendo un premio patrocinado por una marca de cámaras fotográficas. Después, ella ha viajado a Madrid a recoger el premio que Save The Children le entrega por la labor de su ONG —The Kim Foundation—, que ayuda a niños víctimas de conflictos bélicos.
Phuc (49 años) tarda en encontrar en el menú algo apto a su dieta. No toma azúcar ni arroz. “El napalm sigue presente en mi cuerpo y tengo mucho cuidado con mi alimentación”. Insiste en que la ensalada venga sin aliño ni queso y de segundo elige bacalao como podía haber elegido cualquier otra “proteína”. Del cuello le cuelgan dos cadenas: una hoja de arce y un crucifijo. La primera es el símbolo de su país de adopción, Canadá, al que huyó durante una escala volviendo de Moscú en la época en que estudió en Cuba —la conversación discurre en inglés pero a menudo salta al español—. Le acompañaba su novio, también vietnamita, que ignoraba sus planes hasta horas antes de aterrizar. “Necesitaba ser libre”, dice Phuc, que siendo un símbolo como era fue sometida durante años al férreo control del régimen comunista.
Preguntar por el segundo colgante destapa la caja de Pandora. Descubrir el Nuevo Testamento supuso para ella un punto de inflexión. “Yo vivía sufriendo. Odiaba mi vida, odiaba a la gente normal, odiaba a quienes me habían hecho daño, las cicatrices... Leer la palabra de Jesús me cambió. No soy una persona religiosa, pero tengo una relación muy íntima con Dios. Rezo mucho. Cuando me duelen las heridas, rezo. Y cuanto más lo hago, más paz encuentro. Me ha ayudado a amar y perdonar”. No se cansa de repetirlo. “Mi misión es ayudar a otros en mi situación a perdonar, a ser más fuertes por fuera y por dentro”.
En Canadá Phuc y su marido viven con los padres de ella y sus dos hijos que bautizaron por doble partida —Thomas Hoang y Stephen Binh— aunque ella les cita por su nombre anglosajón. Desde 1986 solo ha regresado una vez a Vietnam, en 2004, tras la muerte de uno de sus hermanos, que también aparece en la foto. Va desencajado, delante de su hermanita desnuda. “Él corría más que yo”.

jueves, septiembre 06, 2012

LOS SACERDOTES DEL TITANIC

Sacerdotes que viajaban en el Titanic
Tres sacerdotes se encontraban a bordo del barco la noche del penoso hundimiento y ayudaronheroicamente a muchos pasajeros a subirse a los botes salvavidas y, en los momentos finales, acompañaron con los sacramentos y la oración a las víctimas del desastre, ofreciendo sus vidas por los demás.

El padre Juozas Montvila, sacerdote nacido en 1885 en Lituania, era el más joven de los tres presbíteros a bordo del transatlántico. Se dirigía a Estados Unidos para servir pastoralmente a las comunidades de inmigrantes lituanos en Nueva York o en Massachusetts. Al presbítero le había sido prohibido el ejercer su ministerio católico en su tierra natal, en medio de la represión religiosa de los zares rusos.

De acuerdo con el testimonio de varios supervivientes, Montvila “cumplió su misión hasta el fin”, rechazando la 
posibilidad de salvarse, mientras ayudaba a otros pasajeros a alcanzar los botes salvavidas. El presbítero es considerado un héroe en Lituania.

Por su parte el padre Joseph Peruschitz , sacerdote benedictino alemán, viajaba a Estados Unidos para asumir el cargo de director de la escuela de preparación de los benedictinos en Collegeville, Minnesota. Durante el viaje, y a semejanza de los otros dos sacerdotes, el presbítero escuchó confesiones y celebró misa cada día.

Según el testimonio de un superviviente, en los últimos minutos de la tragedia, Peruschitz junto al padre Thomas Byles dirigieron el rezo del Rosario junto a las víctimas que habían quedado a bordo, al mismo tiempo que las olas llegaban a la cubierta.

El Padre Byles viajaba rumbo a Norteamérica para presidir el matrimonio de su hermano William. En el momento de la colisión del Titanic contra el iceberg que ocasionó la catástrofe, Byles se encontraba rezando con su breviario.

Todos los testimonios de los supervivientes coinciden en destacar el gran liderazgo y el valor demostrado por el sacerdote británico.

A las 2:20 h. de la madrugada del 15 de abril, la hora en que se hundió completamente el barco, Byles rezó el Acto de Contrición junto a los fieles que permanecían de rodillas junto a él, y les dio la absolución general.

Una historia particular es la del padre Francis Browne, quien viajó a bordo del Titanic pero como seminarista jesuita y se libró de la tragedia. En abril de 2012, recibió un regalo de su tío: un pasaje para el primer viaje del Titanic en su tramo europeo, desde Southampton, Inglaterra hasta Queenstown, Irlanda, vía Cherbourg, Francia. Durante el trayecto, entabló amistad con una pareja de millonarios americanos, que estaban gozando de la compañía del seminarista. Tanto es así, que decidieron ofrecerle pagarle el pasaje de ida y vuelta a Nueva York. Browne telegrafió a su Superior para pedirle permiso, pero su respuesta negativa fue muy contundente: "Salga de ese barco". El seminarista obedeció y probablemente salvó su vida gracias a ello. El sacerdote jesuita mantuvo esa nota en su billetera hasta el último de sus días de vida.  Sin embargo, durante el poco tiempo que estuvo en el interior del Titanic, el entonces joven seminarista, aficionado a la fotografía, retrató el estilo de vida de los pasajeros y la tripulación del transatlántico.  Browne sirvió luego como capellán de las fuerzas irlandesas durante la I Guerra Mundial, demostrando gran valor, lo que le fue recompensado con varias condecoraciones, entre ellas la Cruz Militar. Recorrió pastoralmente toda Irlanda y Australia, fotografiando todo a su paso. En el momento de su muerte, en 1960, las imágenes que había recopilado ascendían a 42.000.

El padre Edward O’Donnell, compañero del padre Browne, sacó a la luz sus fotografías olvidadas y las calificó como un “equivalente fotográfico al descubrimiento de los pergaminos del mar muerto”. Se sabe con certeza también que la orquesta del Titanic, en medio de la zozobra por el inminente hundimiento, tocó la emocionante y significativa ‘Cerca de Ti, Señor’, minutos antes del ‘final’.

lunes, septiembre 03, 2012

Tráfico de niños para jugar al fútbol, una nueva forma de esclavitud

El director de cine Miguel Alcantud denuncia esta práctica siniestra de clubes europeos con menores africanos y latinoamericanos en 'Diamantes negros', la película que empieza a rodar esta semana, basada en una minuciosa investigación de casos reales

Actualmente, existen unos 20.000 menores africanos que han sido abandonados por los equipos y sobreviven en las calles de nuestros países. 

A costa de las familias 

Conocida en los organismos internacionales y ONG's como una modalidad de 'trafficking', esta nueva perversión se lleva a cabo de muy diferentes maneras. Algunos clubes emplean la táctica de becas ficticias, falsificación de pasaportes  o incluso de contratos de trabajo a los propios menores como jardineros, empleados del bar de los estadios...
Esta es una realidad que fue denunciada en el Parlamento Europeo por el representante de la ONG Culture Foot Solidaire y ex futbolista camerunés Jean-Claude Mbvoumin.

20.000 niños abandonados 

Miguel Alcantud descubrió en Noruega a John Obi Mikel, un niño al que tenían escondido en este país los dirigentes del Chelsea, esperando que cumpliera 18 años. Allí, llevaron también a tres niños nigerianos para que Obi Mikel no "tuviera añoranza y la ‘inversión' se echara a perder". Además, el director contactó con Ronny Van der Meij, un abogado especialista en derecho deportivo, que fue quien le facilitó, entre otros, la información de los 20.000 niños africanos que vinieron a Europa a jugar al fútbol y hoy malviven en las calles. En París, Alcantud conoció a menores abandonados después de sufrir alguna lesión o tras fallar en sus primeras pruebas.
La película se basa en una minuciosa investigación y en algunos ejemplos que desde hace años han estado saliendo a la luz. Así, algunos de los casos reales que han sido publicados en la prensa son, por ejemplo, el de conocidísimo Eto'o, que estuvo siete meses en Francia viviendo prácticamente en la calle cuando tenía once años, antes de llegar a triunfar, o el propio Messi, que fichó con el Barcelona con solo doce años. Menos trágicos que otras realidades, como la de Dungai Fusini, un chico de Costa de Marfil de catorce años que fue quien le dio nombre al tráfico de niños en Italia. El chaval no iba al colegio, no aprendía ningún idioma, dormía en el sótano de un restaurante... y tenía una sesión de entrenamiento vespertina cada día. Un día huyó y fue encontrado un mes después debajo de un puente.