Sugerencias para un cristianismo del siglo XXI: dialogante, comprometido, plural, vocacional, misionero, en crecimiento
sábado, noviembre 28, 2020
lunes, noviembre 23, 2020
Beatos de Wert y de Celaá. Tanto monta, monta tanto
martes, noviembre 17, 2020
JUSTICIA Terrena o JUSTICIA DIVINA
Xosé Manuel Domínguez Prieto, comenta en su ponencia del Congreso “Afectividad y Sexualidad del siglo XXI”, >>que fácil nos es juzgar a los demás y, en cambio , nunca sabremos los motivos que han definido las acciones o palabras de una persona, su historia personal … , la lucha que mantiene consigo mismo para seguir viviendo …<<
Que difícil se nos hace ponernos en sus zapatos; “Solo se comprende (mínimamente) a un hombre cuando uno se pone en sus zapatos” - libro “Matar a un ruiseñor” de la escritora Harper Lee, que realza dicha frase poniéndola en boca del abogado Atticus Finch, pronunciada por Scout (en la película), la hija de Atticus. (La novela está catalogada como género de aprendizaje, cargada de valores que muchos ciudadanos debieramos trabajar,e intentar poner en práctica).
Nadie debe juzgar a otro, ni sus virtudes , las cuales no sabemos la suerte de sus motivos, ni sus defectos, ya que tanto unas como otros, son la única manera mediante las/os cuales uno ha podido o puede seguir viviendo: un alcohólico, un drogadicto … , un adicto; ha tenido que seguir ese camino ya que de lo contrario su “Vacío existencial”, Viktor Frankl, ( El hombre en Busca de Sentido ), se haría insoportable, y con toda seguridad lo conduciría a una muerte, un suicidio; mas, el sentimiento de vida, por suerte, es más fuerte que el de muerte, de ahí que uno luche denodadamente por seguir viviendo, amparándose en los modelos de vida que la sociedad ofrece.
Estos no siempre son los, podríamos decir “ideales”, “sanos”, pero en cambio son de los que uno ha tenido que echar mano para que “thánatos” no se haga dueño de su ser. Nos escondemos bajo diversos modelos, unos más sanos, otros menos, y, al igual que en la sedación terminal, ayudan a que uno no tenga siempre presente su sufrimiento, físico o psicológico, aunque haya daños colaterales.
Algunos terminan con adicciones de las cuales no pueden escapar, ( nos encontramos con la subyugación, como casos extremos de dependencia, del maltratador y del maltratado ). En ambos casos depende el uno del otro, falta independencia, formación , humanidad; falta esperanza y confianza en un futuro que nos libere de las ataduras que nos “acomodan”.
Sin duda es muy triste cualquier tipo de desarreglo psíquico humano que provoca en muchos casos las adicciones, pero es más triste cuando tenemos un balance “X” de suicidios anuales en todo el mundo, ( la Organización Mundial de la Salud, maneja datos que indican que unas 800.000 personas se suicidan anualmente, y, para más Inri, hay muchas más tentativas que por suerte no se consuman). Al hilo de los datos de la OMS, diremos que es la tercera causa de muerte para los jóvenes de edades comprendidas entre los 15 y los 19 años. Falta de sentido en sus vidas, desajustes familiares, familias desestructuradas, no encontrar modelos de ideales sanos... Identidades que se están formando y no encuentran medios para lograrlo … modelos fallidos… esperanzas truncadas… Salimos perdiendo todos, el individuo y la sociedad.
Y, nosotros, como buenos cristianos, dándole y dándole a la hebra, sanamente, santamente y , muchas veces ocultando nuestras murmuraciones bajo la leyenda evangélica de que nada debe permanecer oculto pues: “no se enciende una lámpara para dejarla oculta bajo un celemín”; la hipocresía de nuestra justicia humana nos endiosa muchas veces sin que nos atrevamos con otra leyenda evangélica, “ no juzguéis, pues en la medida que juzguéis seréis juzgados” y, sin compasión, damos rienda suelta a nuestro buenismo, a nuestro pietismo,>> insano<<, incoherente con los principios evangélicos, olvidando también que siempre hay tiempo de que uno rectifique según la justicia divina, >>amigo, vas a tener envidia de que yo sea bueno y quiera darle a este lo mismo que te doy a ti, ¿acaso no nos ajustamos en un salario ? <<. El salario es la vida eterna, la vida a la cual no sabemos cuándo seremos llamados por thánatos, pero ese es el fin de la vida terrena, “llegar a la vida eterna”; da igual que uno sea de primera hora o de última hora, nadie quedará defraudado si acepta la llamada. Cobrará.
Nuestra justicia humana viene siendo también un camino para que nos acerquemos a la justicia divina, por suerte incomprensible para nosotros, pues no sabemos nada más que Jesús fue crucificado y, ahí, en la cruz, sufrió todos los males que pueda sufrir cualquier hombre, físicos y mentales. Como hombre se desesperó, tuvo miedo de lo que sabía inevitable, su confianza en el Padre fue puesta a prueba, aún así, en el huerto de los olivos pidió bien claro: “...si es posible pase de mí este cáliz, … mas, hágase tu voluntad y no la mía”. Muchas veces lo queremos decir, hasta lo verbalizamos, pero sin interiorizarlo , sin que realmente salga de nuestro corazón, sin que realmente seamos capaces de dejarnos caer en sus brazos, confiar en la providencia Divina.
Cuando realmente estamos hundidos, desesperados, sin ninguna solución humana para nuestros males, con la cerviz doblada,es cuando actúa la Gracia de Dios, cuando hemos hecho todo lo humanamente posible por evitar lo que consideramos un mal y, nos damos cuenta que no conseguimos evitarlo. Actuará la Divina Providencia; lo que es malo hoy, e incomprensible para nosotros, humanos, tendrá su contrapunto en la confianza en la Providencia, ya que nadie quedará defraudado. La Justicia Divina se escribe con renglones torcidos. Jacob, luchó con el Ángel del Señor toda una noche en su camino hacia Betel y, fue honrado con el nombre de “Israel”, >>el que lucha con Dios<<. Es justo que luchemos por nuestra vida, pues únicamente de esta lucha saldremos restablecidos, al igual que Jacob, y bendecidos con un nuevo nombre que nos hará entrar con él en la nueva Patria.
Amar y amar y amar, confiar y confiar y confiar, ofrecer y ofrecer y ofrecer, sin pedir recompensa, sin caer en la vanidad ni en la banalidad del sentido de lo que hacemos o decimos, tergiversando con nuestro pensamiento lo que vemos u oímos; sabiendo que sólo Dios “comprende” y, nos hace caminar sobre aguas. Machado lo expresó bellamente en su saeta del “Cristo de los Gitanos”. El miedo tiene carácter protector, pero es el enemigo del cual se vale el ángel caído para paralizar al hombre y no dejar que éste confíe en la Providencia. La Providencia nos pide confianza ciega en unos valores previamente interiorizados mas, la desesperanza que nos crea el basarnos en criterios humanos nos hunde. Somos humanos. Nuestra vida terrena es de aprendizaje.
Gracias a San Pedro, sabemos que Cristo siempre estará ahí; podrá recriminarnos que tenemos poca Fe, pero nos cogerá de la mano para que no nos hundamos.
Israel Durán
sábado, noviembre 14, 2020
No, los niños no se están adaptando bien
Este artículo puede ayudar a orientar los diálogos con nuestros hijos. Los datos científicos siguen avanzando entre muchas dudas, pero está claro que ha habido mucha confusión en torno a los niños y quizá en la pandemia se les haya perjudicado sin necesidad. Eugenio
Por Esther Ramírez Matos, psicóloga y terapeuta familiar.
Me reciben con una expectación preciosa, la madre de uno de ellos ha entrado en las fronteras de lo que antes era una escuela abierta. Se le ha permitido, previo chequeo de las medidas necesarias, que pase al fortín donde esperan ansiosos que alguien distinto a sus maestras les cuente algo diferente. Están todos con sus caritas medio tapadas con las mascarillas que intentan torpemente parecer simpáticas con estampados infantiles. Me produce tristeza, pienso una vez más en que parece que vivimos una película de terror. Dejo pasar esta idea, me he prometido no juzgar en la medida de lo posible, he venido para escucharles, para facilitar que aunque sea a través de sus trapitos, puedan contar cómo se sienten con todo este caos que estamos viviendo.
Son sencillamente preciosos y preciosas, al contrario de lo que pensaba, resulta fácil que dibujen y posteriormente expliquen sus emociones. Tienen ocho años y saben lo que les pasa. Hablan de agobio, de sensaciones de no poder respirar, de angustia porque creen que, si tienen el bicho, les sale respirando y les viene rebotado por la propia mascarilla y de nuevo para adentro, ¿estarán hablando de algo más que del virus?, me pregunto.
Cuentan que se sienten enfadados por tantas restricciones, por no poder abrazar y besar, resulta que a las criaturas les gusta besar, eso sí a quien ellas eligen y quieren. Dicen que tienen miedo a que les pase algo a sus seres queridos, ni uno solo habla de morir el o ella mismo, me dicen que les preocupa ser los causantes de que los mayores que aman perezcan, ¿qué les hemos hecho creer?, ¿cuánta culpa habrán de sanar estas personas?.
Explican claramente que se sienten sin salida, que a veces creen que esto no pasará nunca, ¡para ellos 8 meses es casi un 10% de sus vidas!, hablan de desesperanza y de miedo a cómo será la vida después, nunca antes habían creído que tuvieran que preocuparse por estas cuestiones. Uno a uno, localizan en sus cuerpecitos el miedo, el enfado, el agobio y la preocupación, son tan gráficos que por momentos se levantan y nos hacen reír, nos reímos a carcajadas con sus ocurrencias, bendita risa que me permite respirar un momento y desviar mis ganas de llorar.
Ha pasado más de una hora y no me quiero ir, quiero abrazarles y decirles que todo irá bien, que todo pasa y todas esas frases que ahora suenan terriblemente vacías. Me contengo porque no quiero mentirles, a cambio de eso les doy las gracias y les digo que yo también estoy así como explican, muchas veces. Les animo a que lleven sus dibujos sobre sus emociones a casa y lo compartan con sus padres, algunos se niegan y al final un niño se atreve a decir que no les quiere contar nada, que no quiere preocuparles explicándoles que él está pasándolo mal. Me arrugo como una pasa y me cuesta hablar, recuerdo la cantidad de veces que he escuchado esto de “qué bien se están adaptando los niños”, y una vez más todo mi cuerpo se enfada con esa sentencia, me cuestiono de nuevo, ¿se están adaptando o nos están protegiendo?.
Desde que todo esto empezó son ellas y ellos a los que más se ha maltratado sistemáticamente, hemos padecido el confinamiento más estricto de toda Europa y nuestros pequeños no podían pisar las calles, hemos visto parques cerrados, niños en sus casas que saludan a través de las ventanas incluso cerradas para que no se contagien, les hemos etiquetado de potenciales armas biológicas que podían causar la muerte a sus abuelos, les hemos tapado la boca en todos los sitios, incluso en el campo.
Ahora, 8 meses después es tiempo de reflexionar sobre qué más les hemos tapado, cuántas cosas les hemos metido dentro que no tienen salida, y rebotan hacia su interior. Es tiempo de saber que, por suerte, no se están adaptando muy bien, siguen percibiendo que lo que les estamos haciendo no es bueno, que les estamos robando un tiempo precioso para tocar, amar, experimentar, jugar, besar y soñar. Su malestar es signo de salud, señal de que el miedo ha sido tal que les hemos faltado al respeto. Se duelen, se enfadan, se entristecen y gritan. Sólo tenemos que querer escucharles.
Por un momento esto me da esperanza, me hace creer que ellos y ellas nos van a hacer despertar y darnos cuenta de que nos hemos equivocado. Pienso en cuánto trauma tenemos que restaurar y cuanto perdón tendremos que pedirles cuando veamos su dolor de verdad y dejemos de decir esto de ¡qué bien lo están llevando!
+info:
https://saludmentalperinatal.es/2020/11/14/no-los-ninos-no-se-estan-adaptando-bien/?fbclid=IwAR2AOT3rq026M7VFZltJ54m6DFpa57zAqxWfQojKX4ojJthJmi1BGOVB4HM