domingo, junio 15, 2025

La falacia de la fertilidad: cinco cosas que no sabías sobre las tasas de fertilidad globales


Traducción de un medio electrónico, original en (aquí)

Representación en acuarela de una pareja de perfil, en azul sobre un fondo pálido; la mujer de la derecha está embarazada

En el informe insignia de este año, "El Estado de la Población Mundial", el UNFPA encuestó a unas 14.000 personas en 14 países y descubrió que aproximadamente una de cada cinco afirmó no poder tener la cantidad de hijos que desearía. © Stina Persson

10 de junio de 2025/NACIONES UNIDAS, Nueva York – "¿Quieres tener hijos?" Cada día, personas de todo el mundo se hacen esta pregunta. Pero también surge otra: "¿Te sientes capaz de tener hijos?"

Con más de 8 mil millones de personas en el mundo, esta pregunta se ha vuelto posiblemente más compleja. Para algunos, esta cifra es insostenible, está distribuida de forma desigual y provocará la desaparición del planeta. A otros les preocupa que estemos ante un "colapso poblacional": que las sociedades no puedan sostener su demografía en proceso de envejecimiento y desaceleración.

Sin embargo, en medio de tanta ansiedad, pocos preguntan a la gente qué es lo que realmente desean. El informe "Estado de la Población Mundial" de este año , "La verdadera crisis de fertilidad: La búsqueda de la autonomía reproductiva en un mundo cambiante" , planteó estas preguntas y otras, revelando cinco verdades poco conocidas tras los titulares.

1. 1 de cada 5 personas no tiene el número de hijos que desearía.

Cuando los responsables políticos y los expertos dan la alarma sobre las tasas de fertilidad, a menudo suponen que si las personas tienen hijos es porque pueden y quieren hacerlo, y si no es porque no pueden o no quieren hacerlo.

Pero en el informe insignia de este año, el UNFPA encuestó a unas 14.000 personas en 14 países y descubrió que aproximadamente una de cada cinco afirmó no poder tener la cantidad de hijos que desearía. La mayoría espera tener menos o ninguno, mientras que algunas afirman que probablemente tendrán más de los que desean.



En la República de Moldavia, algunos programas están ayudando a las familias a conciliar mejor el cuidado infantil y el trabajo. © UNFPA Moldavia/Artur Lupu

2. La mayoría de las personas desean tener hijos, pero a muchos se les impide tener hijos.

La mayor parte de la culpa del envejecimiento y la desaceleración demográfica recae sobre las mujeres y los jóvenes. En todo el mundo, los titulares los critican por "renunciar" al matrimonio y la maternidad, o afirman que los jóvenes "no están logrando iniciar su vida". Sin embargo, la encuesta muestra que la mayoría de las personas desean tener dos o más hijos, pero temen no poder hacerlo realidad. Más de la mitad afirmó que las preocupaciones financieras, como los costos de la vivienda, el cuidado infantil y la inseguridad laboral, probablemente les llevarían a tener menos hijos.

La ansiedad económica también es una de las principales razones por las que los líderes nacionales abogan por una mayor tasa de natalidad: desean tasas de fertilidad más altas, en parte, para garantizar que los futuros trabajadores puedan sostener sus economías. ¿Cómo conciliar ambas? Incorporar a más mujeres a la fuerza laboral remunerada sería, de hecho, una de las maneras más eficaces de abordar la escasez de mano de obra.

Resulta que la disminución de las tasas de fertilidad y la desaceleración económica comparten al menos un factor determinante: la desigualdad de género. La falta de lugares de trabajo con igualdad de género y que favorezcan la familia es una de las principales razones por las que las mujeres no se incorporan al mercado laboral. También contribuye a que las personas tengan menos hijos de los que desearían, ya que las mujeres asumen una mayor carga de cuidado infantil y tareas domésticas, un factor conocido que contribuye a la baja fertilidad.

Cuando las mujeres no se ven obligadas a elegir entre la maternidad y su carrera profesional, tienen mayor posibilidad de tener el tamaño de familia que desean. Anastasia Aslan, de la República de Moldavia, explicó: «Al planificar [otro] hijo, nos planteamos si podríamos mantenernos durante mi baja por maternidad y cómo compaginar las tareas del hogar con el trabajo». Para ella, las condiciones laborales flexibles facilitaron la decisión. «Espero que más empresas fomenten este tipo de políticas, apoyando a las madres a planificar su futuro y el de sus familias con confianza».

3. Muchas personas se sienten presionadas a tener hijos que no quieren o para los cuales no están preparadas.

El problema no es solo que las personas tengan menos hijos de los que desean. Demasiadas personas no pueden evitar embarazos que no desean o para los que no están preparadas.

Esta falta de opciones reproductivas se manifiesta de varias maneras, todas ellas alarmantes: uno de cada tres encuestados afirmó que él o su pareja habían tenido un embarazo no deseado. Casi uno de cada cinco afirmó haber sido presionado para tener hijos cuando no lo deseaba. Una cuarta parte de los hombres y un tercio de las mujeres afirmaron haberse sentido incapaces de negarse a tener relaciones sexuales.

El problema no es solo que las personas tengan menos hijos de los que desean. Demasiadas personas no pueden evitar embarazos que no desean o para los que no están preparadas. © Marianna Gefen

En Nigeria, donde las mujeres tienen un promedio de cinco hijos, más de una de cada diez personas declaró esperar tener más de lo deseado. La presión social y la falta de servicios de salud, especialmente de planificación familiar, son factores clave. En el Hospital General Kuje de Abuya, el profesional de la salud Talatu Yakubu afirmó que estos servicios están cada vez más disponibles en todo el país, pero muchas mujeres siguen sin tener acceso a ellos, ya sea por falta de información clara o porque sus parejas se lo prohíben.

Existen ideas erróneas. Algunas mujeres creen que usar un anticonceptivo inyectable de tres meses provocará infertilidad permanente. Otras dicen que no deben empezar a usar métodos de planificación familiar antes de tener tres o cuatro hijos.


Además de información precisa y atención médica especializada, la Sra. Yakuba dejó claro que los hombres deben ser parte de la solución. "Deben empezar a acudir con sus esposas a terapia. La información es poder, y lo que se sabe se puede aplicar rápidamente".

4. La mayoría de las políticas de fertilidad no funcionan y algunas tienen el efecto contrario.

En República Dominicana, programas como Casa Clave y Unidad de Atención Primaria están ayudando a las adolescentes a evitar el embarazo. © Óscar González/UNFPA República Dominicana.

Incluso en países con poblaciones estables o en crecimiento, los responsables políticos se muestran preocupados por la disminución de las cifras. Muchos están probando incentivos como los "bonos por nacimiento" (pagos únicos en efectivo cuando nace un bebé) o iniciativas a corto plazo para reducir los costos de cuidado infantil o vivienda. La mayoría de estas medidas son ineficaces y ofrecen escaso apoyo.

En el peor de los casos, algunas políticas, como restringir la educación sexual integral en las escuelas, limitar el acceso a la anticoncepción y penalizar el aborto, están, de hecho, revirtiendo avances logrados con mucho esfuerzo en materia de salud y derechos reproductivos. Este tipo de medidas puede incluso ser contraproducente: por ejemplo, la prohibición del aborto se asocia a un aumento del número de abortos inseguros, lo cual incrementa la mortalidad materna y contribuye a la infertilidad secundaria.

De hecho, la historia demuestra que los esfuerzos por controlar las tasas de fertilidad pueden, y de hecho lo hacen, conducir a la coerción y a violaciones de derechos humanos, y que las personas a menudo emprenden acciones para reafirmar su autonomía reproductiva. Limitar las opciones y las oportunidades también corre el riesgo de que los jóvenes sean más pesimistas sobre el futuro y tengan menos probabilidades de tener hijos. Las investigaciones demuestran que las políticas que se perciben como un menoscabo de los derechos reproductivos pueden reducir la disposición de las personas a tener hijos.

En definitiva, intentar que la gente tenga más hijos no funciona. Entonces, ¿qué funciona?

5. La gente necesita seguridad, igualdad y esperanza.


Las personas necesitan esperanza para su propio futuro y para el futuro de los hijos que desean tener. © Graham Dean

Un hecho se ha vuelto clarísimo: muy pocas personas tienen plena autonomía reproductiva.

Casi una cuarta parte de los encuestados había deseado en algún momento tener un hijo, pero se sentían incapaces de hacerlo. Las razones económicas fueron un problema importante, pero para muchos también estaban relacionadas con la salud, como enfermedades crónicas, dificultades para acceder a los servicios de salud o infertilidad. La preocupación por el futuro también fue un factor importante: alrededor del 20 % afirmó que la situación mundial, incluyendo guerras, pandemias, política y cambio climático, probablemente les llevaría a tener menos hijos de los que deseaban.

Los titulares que siembran el terror sobre los "relojes biológicos" y el "colapso poblacional" no hacen más que reforzar estos temores. En cambio, los países deberían ampliar las opciones reproductivas y apoyar políticas inclusivas que empoderen y mejoren el bienestar de todas las personas.

Esto significa mejorar el acceso a los servicios de salud reproductiva para todos, especialmente para quienes actualmente se encuentran marginados: personas con discapacidad, minorías étnicas, migrantes, etc. Significa apoyar a las mujeres que desean incorporarse o permanecer en la fuerza laboral sin sacrificar la oportunidad de ser madres. Significa acabar con los estigmas y las políticas laborales que desalientan a los hombres a asumir su parte en el cuidado infantil.

También puede significar ampliar el apoyo familiar, incluyendo servicios de fertilidad y adopción, a personas que con demasiada frecuencia son excluidas: las personas de la comunidad LGBTQIA+, las personas solteras y las mujeres que antes se consideraban "demasiado mayores" para ser madres idóneas. También significa respetar a quienes no desean tener hijos: una decisión válida y legítima que debería estar igualmente protegida del estigma y la presión.

Y, por último, la gente necesita esperanza. Necesita esperanza para su propio futuro y para el futuro de los hijos que desea tener. Para ello, los responsables políticos deben escuchar las necesidades de la gente.

“Un gran número de personas no puede formar las familias que desea”, afirmó la Dra. Natalia Kanem, Directora Ejecutiva del UNFPA. “El problema es la falta de opciones, no el deseo, con graves consecuencias para las personas y las sociedades. Esa es la verdadera crisis de fertilidad, y la solución reside en responder a lo que las personas dicen necesitar: licencia familiar remunerada, atención de fertilidad asequible y parejas que las apoyen”.


domingo, junio 08, 2025

Eric Clapton, Luciano Pavarotti, Holy Mother

Eric Clapton y Luciano Pavarotti interpretan "Holy Mother" en el concierto benéfico de Pavarotti & Friends for War Child en 1996



I

Holy mother, where are you?

Madre santa, ¿dónde estás?

Tonight I feel broken in two

Hoy me siento hundido, 

I've seen the stars fall from the sky

he visto cómo todo se me venía abajo,

Holy mother, can't keep from crying

Madre santa, no puedo dejar de llorar


II

Oh I need your help this time

Ahora necesito tu ayuda

Get me through this lonely night

para atravesar de tu mano esta oscura soledad

Tell me please which way to turn

Enséñame, te ruego, el camino a seguir

To find myself again

para encontrarme de nuevo


III

Holy mother, hear my prayer 

Escucha, madre santa, mi oración

Somehow I know you're still there

Sé que sigues ahí, a mi lado

Send me please some peace of mind

Ayúdame, te lo ruego, a vivir en paz,

Take away this pain

Haz que se disipe este dolor.


IV

I can't wait, I can't wait, I can't wait any longer

I can't wait, I can't wait, I can't wait for you

No dejo de esperar, no dejo de esperar, no dejo de seguir aguardando

No dejo de esperar, no dejo de esperar, no dejo de esperarte a Ti.


V

Holy mother, hear my cry

Madre santa, escucha mi oración

I've cursed your name a thousand times

He maldecido tu nombre mil veces

I've felt the anger running through my soul

He sentido cómo el rencor invadía mi alma.

All I need is a hand to hold

Necesito una mano en la que apoyarme


VI

Oh I feel the end has come

Siento que se aproxima el final

No longer my legs will run

Ya no voy a poder seguir mi camino.

You know I would rather be

Por eso deseo acurrucarme

In your arms tonight

en tus brazos esta noche


VII

When my hands no longer play

Cuando mis manos se debiliten

My voice is still, I fade away

mi voz se apague, me desvanezca,

Holy mother, then I'll be

Madre santa, entonces reposaré sereno,

Lying in, safe within your arms

a salvo, en tus brazos maternales


Holy Mother hear my cry

Madre, escucha mi llanto

lunes, junio 02, 2025

BAJA UNA IMAGEN. ATENTOS A TODA LA REALIDAD:



Juan María Mena/La Provincia 28.5.25

Una vez más la imagen de la Virgen del Pino pondrá en camino a miles de grancanarios. Ojalá sea un camino sobre todo interior para una salida cualificada por el compromiso social-solidario y evangelizador.

Muchos observadores externos (con cierta distancia de la Iglesia) coincidirán con no pocos observadores internos que buscan una lectura más profunda del acontecimiento: todo parece algo excesivo. Excesivo incluso desde la sencillez y humildad que los creyentes vemos en María de Nazaret, ni reina ni señora, más bien esclava y servidora. Indudablemente suscitará reafirmación entre los cristianos no católicos por su fuerte resonancia poco ecuménica, más motivos para sus argumentos. Tal vez procedía hacer algo más discreto que generara menos molestias a los ciudadanos, incluso más respetuoso con la aconfesionalidad del estado: no se justifica tanta recepción de la imagen por las autoridades, más lucimiento de ambas partes que otra cosa.

Sin duda, habrá mucha emoción, incluso demasiada y hasta frutos positivos, solo Dios los puede contar. Ello no impide afirmar que cuando no hay raíces cristianas profundas, la religiosidad popular se emparenta más con el paganismo y el folclorismo que con una auténtica religiosidad. Cuando las hay, casi sobran muchos de los excesos y pompas: el creyente no los precisa, incluso le estorban, atufan a mundanidad espiritual y a populismo pastoral: dando al pueblo no lo que necesita, sino lo que le agrada, entreteniéndolo con expresiones que no favorecen su madurez cristiana, en seguida bautizadas y compensadas con otros elementos más aparentes.

Si se requiere esa compensación, se reconoce indirectamente esa descompensación que también en el fondo se potencia. La tentación del éxito mundano reaparece en distintas formas, desde que el mismo Nazareno fue tentado en el desierto. Aparece más deslumbrante que la fidelidad y la lucidez profética, siempre psicológicamente más dulce y gratificante.

Dado el fuerte cultivo, la irrestricta apuesta tantas veces por estas formas de religiosidad popular que producen tan pírricos frutos, extraña tanta perseverancia. Otros proyectos evangelizadores se habrían abandonado con mucha facilidad vista su nula eficacia. En este caso, se valora bastante el aplauso de los números, de la muchedumbre, que parecen reavivar ciertos rescoldos de mentalidad de cristiandad. La cristiandad ya fue felizmente enterrada por muchas evoluciones sociales y sensatas reflexiones teológicas y pastorales, pero sigue atrayendo a los nostálgicos que huyen de la intemperie de la sociedad materialista y secularizada, inmersa en un ateísmo práctico mayoritario.

El jubileo bíblico nos provoca estar más atentos a toda la realidad social y política que vivimos, más rico en posibilidades y significados: devolución de la tierra a los pobres, liberación de las esclavitudes, perdón de las deudas, cuidado de la tierra, un año de gracia que mira sobre todo a los excluidos y castigados por la sociedad del descarte. Al fin y al cabo, María lo cantó y vivió en primera persona reconociendo al Dios que enaltece a los humildes y derriba a los poderosos de sus tronos. Que la bajada de la imagen de la Virgen del Pino -no de la Virgen, como tristemente se dice demasiado, con una expresión más imprudente que inocente, porque el lenguaje crea mentalidades- nos acerque a estos frutos.

domingo, junio 01, 2025

¿Pretendió Francisco algunas reformas mediante la encíclica Dilexit nos?


La reciente encíclica de Francisco es un gran documento. Es, me parece, un documento de una magnífica inteligencia práctica. En él, el Papa intenta partir de una práctica eclesial bastante consolidada y -en general- muy querida por las corrientes “conservadoras”. Supongo que Francisco quiere alentar el crecimiento cristiano de las personas que sienten con más fuerza esta devoción. Creo que no conseguirá casi nada porque la mayoría de personas no solemos estar dispuestos a grandes cambios en nuestra forma concreta de creer. Algo logrará porque muchos le escuchamos y solemos reflexionar y dialogar sobre lo que dice. En todo caso bienvenido sea el intento y empujemos en la dirección propuesta.

Hay quien cree que los devotos del Sagrado Corazón más que aplicar la encíclica la van a manipular. Es posible. El texto sin embargo es claro, empezando por el título, centrado teológicamente en que Él nos amó y no en que nosotros somos devotos. Cualquiera que haya oído a un devoto sabe que un elemento central de la devoción es que lo primero que se señala “es que yo soy muy devoto de…”. En la encíclica la primera referencia personal es en plural (“Nos”). No dice “yo”, no dice “me”. Dice “nos”. “Nos amó”. Es decir, Él. 
La penetración del individualismo en la vida de piedad es tan profunda que yo mismo no había caído en la cuenta de que en la capilla del Santísimo de mi actual parroquia hay un enorme cartel “Dilexit me”. Cuando lo vi al llegar pensé que muy bien, allí estaba el Santísimo, con su lámpara y un acogedor espacio con santa Clara y el Cristo de san Damián, pues fenomenal, un mensaje a cada persona que allí entrábamos, Dilexit me (me amó). Años después este documento de Francisco me ha quitado alguna legaña de los ojos de la mente. Estamos dialogando de cambiarlo.

Solo en el título ya tiene dos aportaciones, el plural comentado y también el acento cristológico. Es así en la mejor linea eclesial; recordemos por ejemplo que el documento conciliar sobre la Iglesia comienza hablando no de ella sino de Cristo como “Luz de las Gentes”. Este nuevo documento es desde el principio cristológico. Desde el principio también tiene su dosis de “mala leche” y en vez de hablar sin más del amor del corazón de Jesucristo dice “sobre el amor humano y divino del corazón de Jesucristo”. Este énfasis en que el corazón es “humano y divino”, que forma parte de la fe eclesial tradicional, no es -sin embargo- nada frecuente en el lenguaje de las oraciones más conocidas que se dirigen al Sagrado Corazón.

También me parece acertado que comience por san Pablo quien no es, por cierto, el santo más citado por quienes hablan del Sagrado Corazón, a quienes creo sorprenderá la permanente alusión a los textos de la Escritura. ¿Está el Papa llamándoles la atención delicadamente? Quizá la idea (mucho más que una idea en realidad) más repetida de toda la encíclica sea Jesús como TRASPASADO. Cuando va citando tanto la Escritura como a los santos que han experimentado esta presencia del Corazón de Jesús, alude una y otra vez al Traspasado. Quizá haya influido un magnífico libro de Ratzinger (“Miremos al traspasado”) con un enfoque teológico, en mi opinión, revolucionario. Cristo tiene multitud de los llamados “títulos”: el Ungido, el Enviado, el Vencedor, el Crucificado, el Hijo del Hombre y un largo etcétera que ocupan obras como “De los nombres de Cristo” por Fray Luis de León. Este documento se concentra muy acertadamente en “el Traspasado”. Este libro no sea leyó mucho en España porque se publicó en Argentina en una editorial de poca implantación; el público español hoy lo tiene más cercano al publicarlo Voz de los sin voz.

El Papa hace como cualquiera padre o madre, como cualquier responsable de una comunidad de vecinos o de una empresa o sindicato o asociación deportiva. Intenta partir de la parte de verdad que tiene el pueblo (en este caso que cree especialmente en el Corazón de Jesús) para intentar fecundar esa creencia, para completarla, para hacerla más verdadera, para sacar todas las consecuencias.

Capitulo primero: el corazón

El primer capítulo de la encíclica se dedica a la importancia del corazón. Se atreve a empezar por los filósofos griegos y sigue por la Biblia para señalar lo acertado de poner el corazón en el centro. Reconoce en la historia de la Iglesia el error de reducir la persona a conocimiento y voluntad, cuando en la persona además de “cerebro” y “manos” hay “corazón”. Esas parte del ser humano de alguna manera sirven para simbolizar a todo el ser humano. Durante siglos hemos podido creer que la fe es una cuestión “cerebral” y eso es un reduccionismo. Otras veces se ha podido creer que la fe es sobre todo de las obras y no deja de ser otro reduccionismp. Igualmente pensar que creer es algo exclusivamente del corazón seria otro reduccionismo. Aquí se propone un EQUILIBRIO, en el cual el corazón tiene un papel esencial. Cita a Heidegger para decir que incluso la filosofía más que por un concepto empieza por una conmoción. Citando directamente a Heidegger dice que para recibir lo divino hay que construir una “casa de huéspedes”. También se remonta a las palabras griegas que se refieren a aquella experiencia de María “que guardaba estas cosas en su corazón”. El corazón dice “une los fragmentos”.

En esta línea de acentuar el corazón como algo que va más allá de la cabeza dedica un epígrafe al fuego. Aporta una de las citas quizá fundamentales del texto, de San Buenaventura, quien dice que hay que preguntar más al fuego que a la luz, para poner en su lugar que más allá de la adhesión intelectual está el afecto. Siguiendo a Newman afirma que es el corazón el que puede promover el seguimiento.

Afirma Francisco que es el corazón quien puede unir las inteligencias y voluntades. A estas alturas del documento “resuelve” otro eterno debate eclesial: dados los problemas sociales ¿se empieza por los corazones o por las transformaciones sociales? Utiliza aquí una palabra clave de su pontificado: conectados. Nos puede sonar a tecnología pero se refiere ¡citando Gaudium et Spes! a que «los desequilibrios que fatigan al mundo moderno están conectados con ese otro desequilibrio fundamental que hunde sus raíces en el corazón humano». Conectados no es derivados ni antecedidos. Conectados es conectados.

Esa conexión entre lo personal y lo social tiene otra conexión pendiente. Es la conexión con el corazón de Cristo “horno ardiente de amor divino y humano” (n. 30). Además aclara que el corazón no está aparte, en visiones extrañas, en evasiones o escapismos. Dice citando a Juan Pablo II: “Este Corazón sagrado es el principio unificador de la realidad, porque «Cristo es el corazón del mundo; su Pascua de muerte y resurrección es el centro de la historia, que gracias a él es historia de salvación” (n. 31)

Capítulo segundo: Gestos y palabras de amor

En la misma línea del capítulo anterior aquí se destaca que, más que un conocimiento, el amor es una experiencia. Jesús -dice Francisco- más que explicaciones de amor nos transmitió gestos de amor. Va recordándonos las conversaciones de Jesus con la samaritana, Nicodemo o una prostituta y como tocaba cuando curaba. Usa la sorprendente expresión “bella ciencia de las caricias” tomada -como otros textos acertados- de sus propias homilías de la Eucaristía matinal en Santa Marta. Este es otro gran acierto porque es seguro que esas eucaristías carezcan de la solemnidad de otros templos y que la confianza y el tono homilético de esas mañanas estén muy tocados por el acento pastoral y el deseo de llegar a los corazones de los asistentes. Aunque pueda sorprender a algunos es bastante claro que en todo ser humano influye el auditorio que tiene delante.

Esta y otras alusiones nos hacen pensar que en la oración de Francisco ocupa algún lugar la Aplicación de Sentidos propuesta por Ignacio. Poco después alude a que Jesús “nos susurra al oído”. Junto a los gestos alude el Papa también a la mirada. Y la tan con razón traída y llevada por la pedagogía “atención” es aludida por Francisco: “Él, como ser humano, había aprendido esto de María, su madre. La que contemplaba todo con cuidado y “lo guardaba en su corazón” (cf. Lc 2,19.51), le enseñó desde pequeño, junto con san José, a prestar atención.” (n. 42)

Además de a los gestos y a la mirada el Papa nos invita a reflexionar sobre “las palabras”. Destaca que las palabras que Jesús decía no eliminaban sus sentimientos. Nos recuerda que lloró y que el Evangelio no disimula que sintió angustia y “tristeza de muerte”, Dice: “Esta conmoción interna se expresa con toda su fuerza en el grito del Crucificado: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?» (Mc 15,34)”. Es muy interesante que estas palabras de Jesús no sean edulcoradas por ningún tipo de explicación como suelen hacer los teólogos. Uno que no es teólogo recuerda la cantidad de alambicadas explicaciones que ha oído y leído frente a la teología que da a este expresión un lugar central al estilo del viejo y querido J.
Moltmann y su “Dios crucificado” cuyo nervio central sigue siendo más que necesario. Francisco ha acertado no añadiendo nada al texto.

Y aquí viene un fragmento realmente clarificador de la encíclica, quizá un “toque” cariñoso a los devotos, una -diríamos- clave de comprensión: “Todo lo dicho, si se mira superficialmente, puede parecer mero romanticismo religioso. Sin embargo, es lo más serio y lo más decisivo. Encuentra su máxima expresión en Cristo clavado en una cruz. Esa es la palabra de amor más elocuente. Esto no es cáscara, no es puro sentimiento, no es diversión espiritual. Es amor”. Lo dice: “no es diversión espiritual”. ¿Necesita comentario? Aludiendo a san Pablo nos recuerda que la experiencia de relación con Cristo es la entraña misma de la vida, “me amó y se entregó por mí”. No es una estampa, no es una devoción, es una experiencia, es una amistad, es una entrega.

Capítulo tercero; Este es el corazón que tanto amó

Advierte Francisco, ¿por capricho acaso? de que “nadie debería pensar que esta devoción nos pueda separar o distraer de Jesucristo y de su amor”. ¿Diría esto el Papa si no creyera que eso ocurre? Parece sobre todo ver un problema en la crítica de los críticos pero ¿no habrá algo de realidad en ello? El diálogo en las comunidades cristianas debería estar servido.

También aprovecha el Papa para recordar que no se pongan sobre el altar representaciones del corazón separado de la imagen de Jesucristo. Advierte porque “podemos fácilmente desnaturalizarlo si lo contemplamos separadamente de la figura del Señor” (n. 55). En realidad he de decir que no me cuesta imaginar a personas que conozco, perplejas ante estas palabras del Papa porque buena parte de su espiritualidad gira en torno precisamente a desnaturalizar a Jesús. Creen sinceramente que lo importante es lo que entienden por “sobrenatural” y hasta “lo eterno”. Más claramente pasa todavía con María. No pocas veces ante la protesta a mi poca empatía con algunas imágenes, he tenido que recurrir a que ma parecía cosmética, muy distante de mi madre o de tantas mujeres que admiro. Francisco creo que atina plenamente cuando critica esa forma de desnaturalización, de belleza artificial propia del maquillaje.

Al destacar el “amor sensible” en este capítulo se trata también del ampliamente estudiado asunto de la presencia en Jesús de “emociones y sentimientos bien humanos, como nosotros, aunque plenamente transformados por su amor divino” (n. 50). Cita varios santos padres al respecto. Es aquí donde recoge la reflexión del teólogo español Olegario González de Cardedal. Quizá no sea la idea más querida por el propio teólogo pero es la que señala el Papa para valorar la religiosidad popular: “Los Vía Crucis, la devoción a sus llagas, la espiritualidad de la preciosa sangre, la devoción al corazón de Jesús, las prácticas eucarísticas […]: todo ello ha suplido los vacíos de la teología alimentando la imaginación y el corazón, el amor y la ternura para con Cristo, la esperanza y la memoria, el deseo y la nostalgia. La razón y la lógica anduvieron por otros caminos” (n. 63)

Según Francisco hay un TRIPLE AMOR. Esta idea que nos parece revolucionaria ¡la toma de Pío XII! Explica que están conectados tres amores: el amor espiritual divino, el amor espiritual humano y el amor sensible. Creemos que para la mayoría de las personas sea algo novedoso esa valoración del amor sensible. Dice que “precisamente en su amor humano, y no apartándonos de él, encontramos su amor divino; encontramos lo infinito en lo finito”, expresión esta (lo infinito en lo finito) tomada de Benedicto XVI. Quizá algunos creyentes puedan sentirse incómodos ante estas afirmaciones. Adoramos a Jesús, según toda la Tradición, tanto en su naturaleza divina como humana.

Cita al gigante -y a la vez pequeño- místico Juan de la Cruz precisamente para destacar la unión que provoca la “herida” en los enamorados. Insiste en que no es una devoción que se admira sino una experiencia que se comparte. Cita precisamente la estrofa en que Dios es llamado “ciervo vulnerado” que encuentra consuelo “cuando nos volvemos a Él”. Es una reflexión contemplativa colosal. (n. 69). Más adelante expone citando a Juan Pablo II: el Corazón de Cristo es «la obra maestra del Espíritu Santo» (n. 75).

Explica nuevamente la belleza de toda esta tradición del Corazón de Jesús como una respuesta al rigorismo, a la vieja creencia en que podemos salvarnos con nuestras propias fuerzas. Es la reiterada enseñanza de Francisco distanciándose al tiempo del pelagianismo y el gnosticismo, como ha explicado en su quizá mejor documento: Alégrense y regocíjense. Posiblemente los gestos y textos que más llaman la atención no sean más que una trasparencia de lo que ha manifestado en esa exhortación. ¿Qué quiere decir con esas extrañas palabras? Habla de dos viejas herejías, dos tentaciones permanentes: gnosticismo y pelagianismo. Viene a ser lo que hemos llamado en otras ocasiones: espiritualismo (una fe reducida a lo piadoso) y secularismo (una fe reducida a los compromisos sociales). Personajes emblemáticos de la historia reciente de la Iglesia vienen marcando esta línea hace tiempo. Algunos, como Hélder Cámara, señalan precisamente que la cruz es horizontal y vertical, otros como la comunidad de Taizé hablaba de “contemplación y lucha”.

Deja claro Francisco que todas las prácticas piadosas son una ayuda, y por tanto no son obligatorias, sino medios para aquellos que les ayuden. Explica la razón histórica de comulgar los primeros viernes “en un momento en que mucha gente dejaba de comulgar porque no confiaba en el perdón divino, en su misericordia, y consideraba la comunión como una especie de premio para los perfectos”. Explica el sentido que puede tener hoy “en medio de la vorágine del mundo actual y de nuestra obsesión por el tiempo libre, el consumo y la distracción, los teléfonos y las redes sociales, olvidamos alimentar nuestra vida con la fuerza de la Eucaristía”. (n. 84).

Cita a Pio XII para acusar de “falso misticismo” aquel viejo jansenismo. Pero aclara que hoy quizá haya que temer más una “espiritualidad sin carne” (n. 87). Manifiesta el Papa su visión EQUILIBRADA advirtiendo del otro extremo erróneo; “Quisiera agregar que el Corazón de Cristo nos libera al mismo tiempo de otro dualismo: el de comunidades y pastores concentrados sólo en actividades externas, reformas estructurales vacías de Evangelio, organizaciones obsesivas, proyectos mundanos, reflexiones secularizadas, diversas propuestas que se presentan como formalidades que a veces se pretende imponer a todos” (n. 88). Una vez más en su pontificado nos recuerda “la síntesis encarnada del Evangelio”. (n. 90).

Capítulo IV: Amor que da de beber

El capítulo cuarto puede resumirse como el capítulo dedicado a la experiencia espiritual personal: la amistad con Jesús. La cuestión no por clásica deja de ser actual. ¿Cuántos creyentes tienen como eje de su espiritualidad que esta es una relación de amistad? ¿No hay mucho de servilismo, de negociación, de adulación, de chalaneo y otras cosas mejores o peores en nuestra relación con Jesús? Para los místicos la relación con Jesus tiene su mejor imagen en la relación esponsal. ¿Qué presencia tiene esto entre los que hacen estas o aquellas oraciones al Sagrado Corazón de Jesús?

Vuelve de nuevo “al costado abierto”, verdadero eje de este documento, “fuente de dónde mana la vida nueva”. Y cita el texto matriz de aquel libro que citábamos de Ratzinger. Dice Francisco: «Verán al que ellos mismos traspasaron» (Jn 19,37). Retoma así aquel anuncio del profeta que prometía al pueblo una fuente abierta en Jerusalén, cuando ellos mirarían al traspasado (cf. Zc 12,10). La fuente abierta es el costado herido de Jesucristo. (n. 96). Traigamos aquí el hermoso número 98: “En el libro del Apocalipsis reaparecen tanto el Traspasado: «todos lo verán, aun aquellos que lo habían traspasado» (Ap 1,7), como la fuente abierta: «Que venga el que tiene sed, y el que quiera, que beba gratuitamente del agua de la vida» (Ap 22,17)”. A continuación trae un buen número de citas de profetas. Señala especialmente a Oseas y concluye: En el Corazón traspasado de Cristo se concentran escritas en carne todas las expresiones de amor de las Escrituras (n. 101).

Tras la honda mirada a la Escritura echa un vistazo a la historia, donde alude especialmente a los mártires. Cita a Justino: «hemos salido del vientre de Cristo» (n. 102). Sigue con Agustín, Jerónimo y Bernardo: “El hierro cruel atravesó su alma e hirió su corazón, a fin de que supiese compadecerse de mis flaquezas”. (n. 104). También Guillermo de Saint-Thierry y San Buenaventura para insistir que en toda la tradición se ha propuesto que la contemplación del corazón de Cristo se convierta en una relación personal de amistad. (n. 106). Y de nuevo insiste: Mirarán al que traspasaron. (n. 107)

Dedica un buen número de párrafos a comentar como ha sido la difusión de la Devoción al Corazón de Cristo y cómo hacia 1670 se hizo fiesta oficial en una diócesis. Explica con claridad el fundamental papel de san Francisco de Sales y como en el nervio central de esta devoción está un enfrentamiento con la moral
rigorista. El santo “fiel a su enseñanza sobre la santificación en la vida ordinaria, propone que esto sea vivido en medio de las actividades, las tareas y las obligaciones de la vida cotidiana”. (n. 117). Nos parece que la palabra clave es EN MEDIO. También nos recuerda de que sencilla manera se tomó “como escudo un único corazón traspasado por dos flechas encerrado en una corona de espinas”. (n. 118).

Es difícilmente explicable como esta profunda espiritualidad se ha ido deformando y “cosmetizando” tanto. El Papa lo señala: “Como suele ocurrir, se mezclan con la acción divina elementos humanos relacionados con los propios deseos, inquietudes e imágenes interiores. Tal propuesta, siempre tiene que ser releída a la luz del Evangelio y de toda la rica tradición espiritual de la Iglesia, al mismo tiempo que reconocemos cuánto bien ha hecho en tantas hermanas y en tantos hermanos. Esto nos permite reconocer regalos del Espíritu Santo dentro de dicha experiencia de fe y de amor. Más importante que los detalles es el núcleo del mensaje que se nos transmite y que puede resumirse en aquellas palabras que santa Margarita escuchó: «He ahí este Corazón, que ha amado tanto a los hombres, que nada ha perdonado hasta agotarse y consumirse para demostrarles su amor”. (n. 121). Repite aquí lo señalado en Alégrense y regocíjense” referido a ir al núcleo más que a los detalles. ¿No suele ocurrir lo contrario en algunos fieles y grupos aferrados a los detalles y alejados del núcleo?

Nos gustaría entrar en algunos detalles de los santos que explica a continuación pero tendrá que ser el lector quien se acerque a las reflexiones de san Claudio de la Colombiére. No queremos dejar de señalar que Francisco nos recuerda que “San Carlos de Foucauld y santa Teresa del Niño Jesús, sin pretenderlo, han reconfigurado algunos elementos de la devoción al Corazón de Cristo, ayudándonos a entenderla de un modo todavía más fiel al Evangelio”. (n. 129). Esta afirmación nos parece central.

Me alegra especialmente que cite al importante y discreto abate Huvelin (no era ni párroco, era coadjutor) y su influencia en Foucauld. Francisco lo dice claro: “Su amistad con Jesús, corazón a corazón, no tenía nada de un devocionalismo intimista. Era la raíz de esa vida despojada de Nazaret con la cual Carlos quería imitar a

Cristo y configurarse con él. Aquella tierna devoción al Corazón de Cristo tuvo consecuencias muy concretas en su estilo de vida y su Nazaret se alimentaba de esa relación tan personal con el Corazón de Cristo.” (n. 132).

Sigue con santa Teresita para insistir en que se trata de una relación de amistad; «Aquel cuyo corazón late al unísono con el mío» (n. 134). Quiere alejarse con santa Teresita de cualquier forma de rigorismo que ponga su confianza en los sacrificios y no en la misericordia. Podríamos decir que los sacrificios son hijos del amor, son verdaderos, pero no como méritos que acrediten nada. Es claro y duro quizá: “Lamentablemente, se ha vuelto frecuente en algunos círculos cristianos este intento de encerrar al Espíritu Santo en un esquema que les permita tener todo bajo su supervisión. Sin embargo, esta sabia doctora de la Iglesia les tapa la boca, y contradice directamente esa interpretación reductiva con estas palabras tan claras: aunque hubiera cometido todos los crímenes posibles, seguiría teniendo la misma confianza; sé que toda esa multitud de ofensas sería como una gota de agua arrojada en una hoguera encendida»” (n. 137)

Llama ciertamente la atención que Francisco diga de una carta de santa Teresita que debería leerse “mil veces” porque en ella se enfrenta a una mentalidad dolorista que pone la primacía en los propios sacrificios. Alerta sobre “las riquezas espirituales hacen injusto al hombre cuando se apoya en ellas con complacencia, creyendo que son algo grande”. (n. 138).

Siguiendo con santa Teresita nos recuerda que es más importante saber recibir que dar (n. 139) y nos vuelve a sorprender con algo que resulta original a cualquiera que comparta la vida de nuestras comunidades cristianas: “Y creo que la perfección es algo muy fácil de practicar, pues he comprendido que lo único que hay que hacer es ganar a Jesús por el corazón”. (n. 140). Dice “fácil”, sí, fácil. No recuerdo ni un solo diálogo al respecto, ni una sola predicación, ni un solo comentario en redes sociales. Esto no lo decimos nadie. Esto no lo dice cotidianamente ni el Papa. Y no lo decimos porque no lo creemos. Quizá sea una de las cuestiones a dialogar y discernir más importante de este documento.

Cómo es lógico también dedica un subcapítulo a la Compañía de Jesús. En los famosos “Ejercicios espirituales” de Ignacio el ejercitante se pone ante el “costado herido”. Recuerda que Ignacio es un maestro de los afectos que da gran importancia a los Coloquios (para la amistad) y a la “Contemplación para alcanzar amor” como culmen del camino de Ejercicios. Alude también a otros como Vicente de Paul.

Plantea también en este capítulo la llamada “devoción del consuelo” que brota también de la herida del costado. A raíz de esta devoción se pregunta por algo que tampoco aparece demasiado en nuestras comunidades: “Nos preguntamos cómo es posible relacionarnos con el Cristo vivo, resucitado, plenamente feliz, y al mismo tiempo consolarlo en la pasión. Consideremos el hecho de que el Corazón resucitado conserva su herida como memoria constante, y que la acción de la gracia provoca una experiencia que no se contiene enteramente en el instante cronológico” (n. 155). Un poco más adelante nos responde: “No es posible establecer un antes y un después sin conexión alguna, aunque nuestro pensamiento no sepa cómo explicarlo. El Evangelio, en sus distintos aspectos, no es sólo para reflexionarlo o recordarlo, sino para vivirlo”. (n. 156). Vuelve una y otra vez esta primacía de la vida. Nos propone unirnos precisamente al Misterio Pascual.

Un original espacio dedica a la COMPUNCIÓN. El amor -dice- “necesita la Purificación de las lágrimas”. Citando una homilía en una Misa Crismal dice: «No es un sentimiento de culpa que nos tumba por tierra, no es el escrúpulo que paraliza, sino que es un aguijón benéfico que quema por dentro y cura”. (n. 159). Aquí habla del “milagro de la tristeza”. A algunos resultará curioso este uso de la palabra “milagro”. En el documento aparece solo en otra ocasión y es para hablar de “milagro social”. Sorprendente. Cita a Ignacio para explicar como en la oración se demanda esta buena tristeza (n. 159).

De nuevo el EQUILIBRIO. Puede sorprender que pide que “nadie se burle de las expresiones de fervor creyente del santo pueblo fiel de Dios, que en su piedad popular intenta consolar a Cristo. E invito a cada uno a preguntarse si no hay más racionalidad, más verdad y más sabiduría en ciertas manifestaciones de ese amor que busca consolar al Señor que en los fríos, distantes, calculados y mínimos actos de amor de los que somos capaces aquellos que pretendemos poseer una fe más reflexiva, cultivada y madura” (n. 160). En este párrafo creemos que se encuentro una pista de por qué dedica el Papa esta encíclica al Corazón de Jesús.

Capitulo V: Amor por Amor

Anunciaba Francisco al final del capítulo tercero que quería dedicar un capítulo a la experiencia personal de amistad (el IV) y este final (el V) a la propuesta misionera, al compromiso, a la entrega. Aquí parte el Papa como los santos que mas han aludido a esta devoción a “la sed de ser amado que tiene Jesús” (n. 166). El título del capítulo es tomado de la santa más conocida por los creyentes devotos: santa Margarita María de Alacoque.

Como es habitual Francisco ofrece una larga serie de citas bíblicas que fundamenten su llamamiento a que este amor confesado, admirado, alabado, etc. se prolongue a los hermanos. No es extraña esta fundamentación en sí misma pero lo es sobre todo si se conocen las publicaciones y prácticas piadosas más frecuentes en torno al Sagrado Corazón.

No elude la necesidad de transformar nuestro corazón; “El amor a los hermanos no se fabrica, no es resultado de nuestro esfuerzo natural, sino que requiere una transformación de nuestro corazón egoísta” (n. 168)

Como en otras capítulos también mira a la historia de la espiritualidad. Cita a Orígenes, Ambrosio, Agustín, santo Tomás. Destaca con importancia no solo la fontalidad del Corazón de Cristo sino la importancia también de la fraternidad aludiendo a san Bernardo y san Francisco de Sales. Dedica un espacio importante a Foucauld destacando que decidiera poner una cruz clavada en el corazón de su divisa. Cita de nuevo a Huvelin para volver a destacar que el fundamento de todos estos santos está en tener los mismos sentimientos de Cristo, tal y como han leído en Flp 2,5.

El apartado que nos resulta más original y sugerente es la propuesta que nos hace referida a una devoción clásica: LA REPARACIÓN. Cuando se oye hablar de “reparación” a grupos cristianos existentes no se oye hablar -como cuando escribe el Papa- de “civilización del amor”. Francisco describe una perspectiva de la reparación que para mí al menos era totalmente desconocida, aunque Francisco cita bastante en este punto a Juan Pablo II.

He mirado en la página web corazóndejesus.es, cuyo nombre parece que pueda responder bien a esta espiritualidad y hay un artículo dedicado nada menos que a “La Reparación según las enseñanzas del Corazón de Jesús” y aunque en él se explica la reparación negativa, la afectiva y la aflictiva, no parece salir de la perspectiva piadosa e individual. Francisco dice: “Junto con Cristo, sobre las ruinas que nosotros dejamos en este mundo con nuestro pecado, se nos llama a construir una nueva civilización del amor. Eso es reparar como lo espera de nosotros el Corazón de Cristo. En medio del desastre que ha dejado el mal, el Corazón de Cristo ha querido necesitar nuestra colaboración para reconstruir el bien y la belleza”. (N. 182)

Citando de nuevo a Juan Pablo II introduce valientemente el término “alienación social”, procedente de Centesimus annus 4, en que llama alienada a una sociedad que dificulta estructuralmente la donación. Francisco vincula la REPARACIÓN ¡con las estructuras! Lo hace citando el Catecismo: “No es sólo una norma moral lo que nos mueve a resistir ante estas estructuras sociales alienadas, desnudarlas y propiciar un dinamismo social que restaure y construya el bien, sino que es la misma «conversión del corazón» la que «impone la obligación»”, y añade “de reparar esas estructuras”. Señala: “Es nuestra respuesta al Corazón amante de Jesucristo que nos enseña a amar”. (n. 183)

Este enfoque estructural en el que se atreve a usar la palabra “alienación” no le impide dedicar también unos párrafos a explicar la importancia de “Reparar los corazones heridos”. Como venimos explicando una y otra vez señala el corazón herido. Ahora insiste en que “toda herida puede sanar” (n. 186)

A continuación trata la cuestión del perdón, Señala que “pedir perdón reabre el diálogo”. En este contexto del perdón parece volver de los temas sociales a la espiritualidad más personal pues retoma el tema tratado en el capitulo IV de la compunción. Aquí explica que la compunción nos hace pobres de espíritu y de ahí brota la solidaridad. Señala citando una homilía en una Misa crismal: “La persona que es capaz de compungirse, «en vez de enfadarse o escandalizarse por el mal que cometen los hermanos, llora por sus pecados. No se escandaliza. Se realiza entonces una especie de vuelco, donde la tendencia natural a ser indulgentes consigo mismo e inflexibles con los demás se invierte y, por gracia de Dios, uno se vuelve severo consigo mismo y misericordioso con los demás”. Puede parecer una vuelta a la cuestión más personal pero en realidad responde a los problemas que detectamos cuando estamos en la acción social.

Volviendo al enfoque social enfoca la REPARACIÓN como una forma de colaborar con un Dios que de alguna manera “quiso limitarse a si mismo”. Esta afirmación que puede parecer atrevida (y lo es) nos parece esencial (n. 192).

Casi simpático resulta que Francisco nos invite a vivir en actitud de ofrenda de amor, pero se apoya en una experiencia de santa Teresita a quien no convencía demasiado aquella idea de reparación que tenían algunas personas según la cual había que ofrecerse como “pararrayos” sobre las que recayera la justicia divina, atrayendo los castigos que correspondían a los culpables. (n. 195).

Vuelve más adelante a lo personal para abordar que “muchas veces los sufrimientos tienen que ver con el propio ego herido, pero es precisamente la humildad del Corazón de Cristo la que nos indica el camino del abajamiento”. (n. 202) Y es que para expandir el amor de Dios hacen falta corazones, hace falta conversión: “Un corazón humano que hace espacio al amor de Cristo a través de la confianza total y le permite expandirse en la propia vida con su fuego, se vuelve capaz de amar a los demás como Cristo, haciéndose pequeño y cercano a todos. Así Cristo sacia su sed y difunde gloriosamente en nosotros y a través de nosotros las llamas de su ardiente ternura. Advirtamos la hermosa armonía que hay en todo esto” (n. 203)

Pero esta conversión es para ENAMORAR AL MUNDO. Y es aquí donde aparece la que consideramos clave de comprensión de todo el documento Francisco quiere alejarse del espiritualismo y del secularismo. Los dos extremos que en “Alégrense y regocíjense” explica como pelagianismo y gnosticismo: “La propuesta cristiana es atractiva cuando se la puede vivir y manifestar en su integralidad; no como un simple refugio en sentimientos religiosos o en cultos fastuosos. ¿Qué culto sería para Cristo si nos conformáramos con una relación individual sin interés por ayudar a los demás a sufrir menos y a vivir mejor? ¿Acaso podrá agradar al Corazón que tanto amó que nos quedemos en una experiencia religiosa íntima, sin consecuencias fraternas y sociales? Seamos sinceros y leamos la Palabra de Dios en toda su integralidad. Pero por esta misma razón decimos que tampoco se trata de una promoción social vacía de significado religioso, que en definitiva sería querer para el ser humano menos de lo que Dios quiere darle.” (n. 205)

Y todo ello es para la misión. Una misión de la que habla de nuevo como transmitir FUEGO. Para ello -dice- hacen falta misioneros enamorados. Parece de nuevo tremendamente práctico que por tanto “les duele perder el tiempo discutiendo cuestiones secundarias o imponiendo verdades y normas, porque su mayor preocupación es comunicar lo que ellos viven y, sobre todo, que los demás puedan percibir la bondad y la belleza del Amad” (n. 209). Por ello “Cristo te pide que, sin descuidar la prudencia y el respeto, no tengas vergüenza de reconocer tu amistad con él” (211)

Recuerda algo que seguro procede de la propia experiencia y que me recuerda las palabras de grandes apóstoles como J. Loew o Guillermo Rovirosa; “El amor a los hermanos de la propia comunidad -religiosa, parroquial, diocesana, etc.- es como un combustible que alimenta nuestra relación de amigos con Jesús” (n. 212). Como no podía ser de otra manera Francisco trae aquí el querido texto Mateo 25 porque “cuando intentamos levantar y curar a alguien, Jesús está ahí codo a codo con nosotros. De hecho, es bueno
recordar que cuando envió a sus discípulos a la misión «el Señor los asistía» (Mc 16,20). Él está allí, trabajando, luchando y haciendo el bien con nosotros”. (n. 214). Es admirable y lo repito; Él está allí, trabajando, luchando y haciendo el bien con nosotros.

Conclusión de la encíclica

Solo cuatro sencillos números finales para hacer contrastar el amor del corazón de Jesús con las mezquindades y el “engranaje perverso” en que estamos enredados. Francisco es crítico también con la
Iglesia, también necesitada del amor de Cristo para “dejar estructuras caducas, obsesiones de otro tiempo, adoración de la propia mentalidad”.

El final es hermoso; “Pido al Señor Jesucristo que de su Corazón santo broten para todos nosotros esos ríos de agua viva que sanen las heridas que nos causamos, que fortalezcan la capacidad de amar y de servir, que nos impulsen para que aprendamos a caminar juntos hacia un mundo justo, solidario y fraterno. Eso será hasta que celebremos felizmente unidos el banquete del Reino celestial. Allí estará Cristo resucitado, armonizando todas nuestras diferencias con la luz que brota incesantemente de su Corazón abierto. Bendito sea”

Conclusion personal y provisional

Mi conclusión es provisional porque espero que esta encíclica suscite reflexión y diálogo. En esta primera aproximación tengo la sensación de que es un documento de una gran inteligencia práctica.

Me parece que parte de una práctica religiosa en torno al Sagrado Corazón que ha sido muy plural pues poco tiene que ver dedicar España al Sagrado Corazón por parte de Alfonso XIII con el honor que le tributa el pobre Foucauld o la pobre hermanita Madeleine. El Papa intenta, me parece, llevar esta devoción a sus raíces y con fuerte componente bíblico y de la historia de la Iglesia quiere desplegar sus potencialidades en dos sentidos sobre todo. En primer lugar para ofrecer a todo creyente la posibilidad de una relación de amistad con Jesús, de una vivencia personal mística. En segundo lugar para actualizar la espiritualidad de la reparación y darle un amplio sentido sociopolítico.