jueves, noviembre 27, 2025

MICROQUIMERISMO MATERNOFETAL Y DIOS

Muchos hemos experimentado la fuerza iluminadora de las parábolas. Hay asuntos que se entienden mejor y podemos actuar mejor si escuchamos una parábola. Quizá no sea lo más importante, pero además las parábolas ayudan a comprender. Así, por ejemplo, la acción del cristiano en el mundo se entiende mejor si seguimos la parábola de la levadura: cómo es la levadura nos ayuda a entender como es el cristiano en el mundo. Las parábolas de la perla preciosa y del tesoro nos ayudan a entender el valor del encuentro con Cristo. Y así otras.

Pero ¿estamos dispuestos a aceptar que las realidades con que nos topamos cotidianamente pueden iluminar la realidad trascendente? Parece que sí.

Si esto es así, en la realidad actual hay un hecho tremendamente iluminador y que exige una reflexión teológica. Hoy sabemos algo de lo que lo que se llama microquimerismo. Dice wikipedia: “En humanos, y quizás en todos los placentarios, la forma más común es el microquimerismo fetomaternal en el que las células del feto pasan a través de la placenta y establecen una estirpe de células en el interior de la madre. Se ha documentado que las células fetales persisten y se multiplican en la madre durante décadas.” Es decir, hoy es claro que el bebé aporta a la madre desde el útero, desde antes del parto.

La pregunta teológica que yo me hago es: ¿El ser humano puede enriquecer a Dios? No digo que lo que ocurra en la vida humana sea obligatorio que tal cual ocurra en Dios. Digo que puede pasar. La teología clásica puede afirmar que al ser Dios infinito no puede ser enriquecido. Me parece un poco dogmático, un poco simplón (¡con perdón!).

Sin embargo, a mi favor quiero decir que la teología buena ha sido muchas veces muy abierta, al menos, a plantearse cuestiones. Una de los pensamientos tradicionales que en los últimos decenios ha vivido cierta conmoción es el Dios Todopoderoso convertido en el Dios crucificado. El Dios impasible en el Dios que padece, comparte, sufre. Que el viejo Dios inmutable ya no entusiasma es más que evidente, entusiasma el Dios que se siente afectado. Este pensamiento de gran presencia actualmente tiene hondas raíces tradicionales. San Bernardo decía por ejemplo “Dios es impasible, pero no es incompasible”, es decir Dios no padece pero compadece.

En este sentido la realidad del microquimerismo fetal nos puede hacer pensar. Es frecuente por otra parte la experiencia de los padres aprendiendo de los hijos, del dialogo sí, ¡pero también de lo que viene del tiempo actual! ¿Y si está experiencia vital de los padres en.hechos cotidianos fuera también algo inscrito en la experiencia vital y cerebral de la relación materno fetal?

Y de ello se puede deducir que el Dios infinito también pueda ser un Dios que crece. ¿Cómo? No sabemos pero podemos preguntarnos si sus experiencias amorosas le hacen crecer. ¿Es posible que la Cruz no le haya aportado nada? Me da la impresión de que Dios se enriquece con lo que recibe de la Humanidad. Como la madre durante décadas llevará células que proceden del bebé.