R. Mi compromiso social y político se ha desarrollado en distintos niveles. En primer lugar, en un nivel de promoción de militantes, de promoción de sujetos, de hombres y mujeres que deben comprometerse con este mundo. Y en este sentido dentro de la Iglesia he llevado a cabo una amplia tarea en el mundo de la promoción de laicos y de instituciones de la Iglesia como son la HOAC, la JOC, la editorial ZYX, el Movimiento Cultural Cristiano. También lo he hecho en el ámbito de la política, donde he estado comprometido la mayor parte de mi vida en organizaciones de sindicatos de base, en partidos políticos como era Asamblea Canaria, la Federación de Asociaciones de Vecinos, etc. Y también me he dedicado a trabajos en ámbito internacional, como ha sido impartir cursos en Venezuela y fundamentalmente en Méjico, país al que he ido durante 18 veranos consecutivos, permaneciendo allí durante 30 o 40 días, y desarrollando una serie de tareas en cursos sobre economía, política, compromiso social de la fe. Y, por último, a nivel profesional, yo estudié derecho laboral, siempre me interesó estar en ese mundo porque ahí podía ayudar a la clase trabajadora, a los más oprimidos, a los que no tienen pensiones, a los que no tienen jubilaciones. En ese campo desarrollé una amplia tarea durante 30 años y aún permanezco ligado mediante el voluntariado. Me encanta el derecho laboral y ayudar a los más oprimidos.
p. ¿Qué lugar ha ocupado la fe en este compromiso?
R. Mi compromiso no ha estado dominado ni presidido por unos intereses particulares, como el dinero o el poder político. Podría haber estado muchos años en el poder político, pero renuncié a ello porque creía que me debía a una tarea importante. Y pude hacerlo porque tenía detrás de mí una fe que era muy importante. Es verdad que no he renunciado a otros planteamientos ideológicos, pero el gran fundamento de toda mi tarea y de mi compromiso ha sido la fe, que es la que me ha llevado al compromiso político. Sin ella, creo que no habría llegado a desplegar un compromiso tan amplio.
P. ¿Qué es lo mejor que crees haber logrado?
R. Entre los logros destacaría la promoción de sujetos políticos militantes, tanto a nivel cultural como a nivel social y político. Es algo que me ha preocupado siempre. También he dedicado mucho esfuerzo al trabajo en el ámbito sociopolítico en partidos, movimientos sociales, etc, donde creo haber hecho aportaciones, y me he mantenido durante mucho tiempo, lo cual creo que es destacable.
p. ¿Cómo te ha influido como persona todo este compromiso?, ¿te ha mejorado, te ha quemado, cómo te ha marcado como persona?
R. Yo he sido siempre un poco utópico y he jugado entre la utopía y la realidad. Por tanto, cuando las cosas no salían como quería, algunas veces me he sentido defraudado pero he seguido adelante. De tal manera que a estas alturas de la vida me pregunto por qué después de haber estado tanto tiempo luchando por una democracia, por un modelo social y político nuevo, porque cambie el sistema neo-liberal, porque cambien los sistemas políticos, etc, y veo que los resultados no han sido lo que queríamos, que seguimos instalados en el status quo, que no han cambiado grandes cosas, a veces te entra un poco de desilusión, pero creo que la semilla que uno va esparciendo va produciendo frutos a la larga.
P. ¿Has tenido algún momento de duda al percibir algo menos acorde con la fe, algún momento en que hayas pensado que ese planteamiento no encajaba con la vida del creyente?
R. Yo siempre he creído que debía estar con los más oprimidos, pero posiblemente haya habido momentos en que los más excluidos no han tenido la preferencia. En este sentido, tendría que corregir actividades en la vida social y en la vida política donde los oprimidos tienen que ser los primeros. Estoy convencido de que seguir la fe en el evangelio, seguir la doctrina social de la Iglesia supone siempre ponerse de parte de ellos. A lo mejor en algunas ocasiones no he dado esa aportación ni esa experiencia y por tanto hay lagunas en la vida de uno que tendría que corregir.
P. Los cristianos que conoces del mundo del compromiso ¿crees que en general son igual que los demás, o encuentras algo significativo en la vida de los cristianos que optan por el compromiso?
R. Los que son cristianos comprometidos de verdad tienen un estilo y una sensibilidad que otros no tienen, con independencia del color político en el que desarrollen su actividad. En este sentido es descubrir cómo esta opción social por los más excluidos domina en todo. No quiere decir que sea la tónica general, pero sí encuentro una cierta diferencia, aprecio una sensibilidad distinta.
P. ¿Podrías indicar un personaje que para ti sea un referente, que ha sido un iluminador de toda esta realidad?
R. Para mí un personaje referente ha sido Tomás Malagón, o bien Óscar Romero o Nelson Mandela. O a nivel local, he descubierto a Ramón Echarren o a Fernando Sagaseta, los cuales para mí han sido siempre puntos de referencia.
P. ¿Qué significa para ti la vida asociada?
R. Yo estoy convencido de que el gran problema que tiene este país para que el mundo cambie, para que los objetivos del evangelio y del papa Francisco se hagan realidad es que estamos en una vida fragmentada a todos los niveles. La derecha es la única que se fragmenta menos, pero por ejemplo a nivel eclesial tenemos una gran fragmentación. Yo no digo que no tenga que existir la diversidad, lógicamente ha de existir. Pero a nivel político, a nivel de sindicatos, hay una enorme fragmentación. Así las cosas es muy difícil que pueda haber ningún cambio en esta sociedad. Es desde la unidad, admitiendo la pluralidad, la diversidad y el respeto a todos, donde se puede hacer un cambio social. El sistema político neoliberal, capitalista, la economía de mercado, no tiene ningún miedo de nosotros mientras estemos fragmentados. Solo la confluencia, la unidad, nos permitirá hacer frente a un enemigo tan grande como es los enemigos de los pobres. En ese sentido creo que hemos de buscar formas de entrecruzarnos. La escuela de formación sociopolítica intenta precisamente que se entrecrucen distintas sensibilidades existentes en la sociedad, tanto a nivel de la iglesia como a nivel de la vida social y política. Porque si no existe ese cruce, esa interrelación, entonces el enemigo es más fuerte que nosotros. Y cambiar este mundo sin confluencia no es posible.
P. ¿Nos recomiendas un libro?
R. Para mí un libro muy importante de los últimos tiempos ha sido La alegría del Evangelio. Creo que es excepcional. Pero hay muchos otros que también pueden ser muy interesantes, como La economía de las desigualdades de Thomas Piketty, o también Democracia y caridad de Domingo Moratalla, o también Decir no no basta, de Naomi Klein, un libro muy interesante que acaba de salir, o El fin del desconcierto de Antón Costas.
P. ¿Y una película?
R. Recomendaría ver una película mejicana titulada Cocó, de gran calidad y que transmite unos valores humanos extraordinarios