Enrique Martínez Reguera, exeducador en casas tuteladas de Madrid. JENIFER SANTARÉN
Enrique Martínez Reguera (La Coruña, 84 años), filósofo, psicólogo, profesor, humanista, es desde hace años un referente esencial en España para quienes buscan construir otras formas de tratar con niños y adolescentes, tanto en la escuela reglada como en entornos marginales. Autor de más de treinta libros (Cachorros de nadie, La calle es de todos...), fue pionero en el establecimiento de hogares de acogida en Madrid en los años 70. Junto con otros trabajadores con similares inquietudes, fundó Escuela de Marginación y la asociación Coordinadora de Barrios, dedicada al acompañamiento de niños en riesgo de exclusión, cuyo éxito en Vallecas encontró resonancia en Murcia, Valencia, Asturias, País Vasco... De Escuela de Marginación también existe una red en toda España. Le gusta decir que “necesitamos recuperar el sentido común en estricto sentido: sentir la propia vida y ponerla en común con los demás”.
¿Se está educando bien?
La esencia de la educación es la complicidad: el adulto y el niño deben tener intereses comunes, porque si son divergentes los chavales inmediatamente generan mecanismos de defensa, y así es imposible que el mensaje llegue.
Enrique Martínez Reguera (La Coruña, 84 años), filósofo, psicólogo, profesor, humanista, es desde hace años un referente esencial en España para quienes buscan construir otras formas de tratar con niños y adolescentes, tanto en la escuela reglada como en entornos marginales. Autor de más de treinta libros (Cachorros de nadie, La calle es de todos...), fue pionero en el establecimiento de hogares de acogida en Madrid en los años 70. Junto con otros trabajadores con similares inquietudes, fundó Escuela de Marginación y la asociación Coordinadora de Barrios, dedicada al acompañamiento de niños en riesgo de exclusión, cuyo éxito en Vallecas encontró resonancia en Murcia, Valencia, Asturias, País Vasco... De Escuela de Marginación también existe una red en toda España. Le gusta decir que “necesitamos recuperar el sentido común en estricto sentido: sentir la propia vida y ponerla en común con los demás”.
¿Se está educando bien?
La esencia de la educación es la complicidad: el adulto y el niño deben tener intereses comunes, porque si son divergentes los chavales inmediatamente generan mecanismos de defensa, y así es imposible que el mensaje llegue.