Santiago Agrelo
+arzobispo de TángerSegún la policía, el mantero agredió al agente y le rompió las gafas. Según la concejala del Ayuntamiento de Madrid, se produjo un forcejeo y, como consecuencia, se rompieron las gafas del agente.
Hasta ahí, todo normal.
Lo que ya no me lo parece es que, desde la cadena de radio de la Conferencia Episcopal Española, al policía se le considere un agredido cuyas palabras van a misa; y a la concejala se la considere sujeto paciente de un imaginario desfibrilador de tontos.
Dadas las dudas razonables que todos podríamos tener sobre la entidad de la agresión denunciada, al mantero se le habría de aplicar al menos y en todo caso la pena con que la ley sanciona la resistencia a la pública autoridad.
Nada que objetar a lo que piensen los periodistas, a lo que digan, a sus opciones políticas, a su visión del hombre y de la sociedad. Pero mucho que decir al hecho de que esos pensamientos, palabras y opciones puedan ser entendidos como línea editorial real –línea ideológica- de la cadena de radio de la Iglesia española.
Entonces me toca recordar que la Iglesia no puede dar la impresión de enfrentarse a Podemos –a ningún partido político- como si de un enemigo se tratase. Sencillamente, porque ella es de todos y tiene hijos en todas partes, también en Podemos.
Y habré de añadir, que la Iglesia, cuando se trata de personas que buscan el pan de cada día, ha de estar siempre con ellas y no con la ley, pues desde siempre ella ha considerado que para la necesidad no hay ley.
Puede que estas palabras me hayan hecho acreedor a un puesto en la sala de espera para que se me aplique una sesión adecuada en el desfibrilador de tontos. Si así fuese, procédase con misericordia, que ya no está uno para muchos trotes.