Eugenio A. Rodríguez
(este artículo publicado originalmente el 23/6/22 ha sido reelaborado con aportaciones de otros)
1. Aclaraciones imprescindibles de contexto
En este sentido comparto bastante vida pastoral con un grupo de educadores que aspiramos a “(co)educarnos mediatizados por el mundo”. Somos un grupo de ámbito nacional con campamentos, Pascua juvenil y algunas otras convivencias. Este grupo (SAL!: solidaridad, amistad y libertad) tiene poca vida local y está en pocas localidades de España. Desde niños a jóvenes mayores pueden ser unos cien. Muchos de ellos son hijos de familias con un compromiso cristiano con alto grado de convencimiento que denominamos “militancia” en la asociación “Encuentro y Solidaridad”.
Somos uno más de los grupos que experimentamos (más o menos) que los hijos normalmente siguen un camino cristiano menos comprometido e incluso se alejan del cristianismo, aunque mantienen algunos convencimientos más o menos fuertes, en lo social y/o lo religioso. Ello a todos estos grupos les lleva a ir haciendo diferentes experiencias de las que se habla poco en público básicamente -creo- para no airear los propios fracasos o dudas.
Hasta el momento ningún sociólogo ha estudiado esta cuestión que yo sepa. He preguntado al respecto a seis sociólogos de buen nivel y aunque se extrañan no me dicen que se pongan manos a la obra. Parece que los sociólogos empiezan a “mejorar” el célebre dicho dedicado a los economistas: "un economista es un experto que sabrá mañana por qué las cosas que predijo ayer no sucedieron hoy”. Los sociólogos parece que les han superado.
En las diferentes reuniones con estos jóvenes hemos ido variando la presencia de los actos específicamente religiosos. Me voy a limitar a uno de ellos. No dedico espacio a otros temas generales que básicamente podrían ser:
-Toda la vida es religiosa. Queremos transformar toda la vida.
-La familia es la verdadera “transmisora” de la fe, una fe que más que transmitirse se contagia.
-El proceso de fe es dinámico, progresivo y personal.
En este momento estas celebraciones religiosas las hacemos con edades muy plurales de niños y jóvenes, generalmente desde que han hecho la primera comunión a jóvenes de veinte-veinticinco años aproximadamente. Un arco de edad tan amplio puede tener sus pros y sus contras. Nos decantamos porque en algunos momentos estén juntos en un arco tan amplio porque da sentimiento de pertenencia a una asociación y transmite que la fe es para todos.
Buscamos “desaburrir” la Eucaristía. Sobre esta experiencia eucarística sí creo que sería necesario leer ahora, antes de seguir adelante una reflexión que hemos compartido: https://antigonahoy.blogspot.com/2020/04/blog-post_18.html. Más adelante explicaremos que la idea central no es desaburrirla a base de divertirla (idea frecuente y estéril) sino de vitalizarla.
Seguramente algún amable lector esté pensando en leer en otro momento ese artículo. Permítanme sugerir que no lo salten. Léanlo y entenderán mejor nuestra concreción pequeña y real. Vamos, por tanto, a comentar solo una celebración y no un programa o plan. Una sola celebración concreta que desvela parte de nuestra experiencia.
Para la vigilia pascual de 2022 (valdría para cualquier Eucaristía) nos hicimos el sábado por la mañana la siguiente reflexión. Sentados en círculo con unos 60 jóvenes entre 12-20 años y monitores y teniendo en la mano una flor les pregunté: ¿Qué os sugiere esta flor a cada uno de vosotros? Fueron diciendo “belleza”, “alegría” …. y les pedí si alguien podría decir algo muy diferente a eso, a lo cual respondieron “negocio”, “biología” …. y otras palabras. Hicimos lo mismo con objetos que había a mano, un vaso, un aparato musical, un móvil… Después estuvimos intentando explicar que con la Eucaristía pasa algo similar. El vaso es vaso, la flor es flor, el móvil es móvil…. pero cada uno lo vivimos de una manera según queramos. En la Eucaristía, además de todo lo que es la Eucaristía, influye de manera decisiva mi VIVENCIA de ello. Dedicamos unos minutos a que esta reflexión, mediante diálogo y silencio, se haga un pequeño hueco en sus conciencias.
“Ya sabéis que yo a veces me aburro en Misa” les espeto a continuación. Esta “tontería” que desvela parte de mí y me acerca a ellos es esencial para la apertura de mente. No solo es cuestión de que capta la atención (que también) sino que ABRE la atención, lo cual es esencial. Si el testimonio abre la conciencia, el testimonio de la debilidad, el más inesperado, lo abre más. Si no se puede hacer sinceramente es mejor no hacerlo. Cuento nuestra experiencia que -como todas- no se puede clonar, aunque si la compartimos es porque creemos que puede resultar inspiradora. La pregunta “¿quién más se aburre en Misa?” genera algo de jolgorio, psicológicamente -además- muy adecuado. La importancia real del tema hace que vuelva la calma porque los jóvenes de hoy se siguen haciendo las grandes preguntas.
“Hoy me gustaría ofreceros nueve verbos, nueve acciones, de nuestra propia vida para que no solo no nos aburramos en Misa, sino que la Misa sea Eucaristía, sea Acción de Gracias, sea Alegría que nos transforme. Porque nosotros -todos- queremos transformar parte de nuestras vidas, ¿no? Podrían ser doce verbos o más, pero hoy vamos a ver nueve, nueve verbos; podrían ser muchas más palabras y gestos, pero hoy van a ser nueve verbos”.
A continuación, se intenta conectar algunos momentos de la celebración con algo importante para nuestra vida. La convicción profunda de la cuestión está en la relación naturaleza-Gracia. Así como creemos que la Gracia no anula la naturaleza, sino que la perfecciona, estimamos que, si mi vida de “petición de perdón” es humanamente rica, por mi experiencia familiar, social etc., puedo tener una experiencia religiosamente más rica de “petición de perdón”. Aclaramos para teólogos que todo ello no deja de tener relación con las grandes verdades de la cristología. Los verbos que en este caso utilizamos fueron:
PURIFICAR. La petición de perdón que hacemos en la Eucaristía a Dios y a los hermanos es pedir perdón de aquello que queremos purificar en nuestra vida. Lo simboliza bien el agua bautismal y el reconocimiento de nuestra debilidad. Por experiencia sé que los jóvenes no tienen dificultades serias en reconocer “nuestros pecados”. Igual que pedimos perdón a un amigo, un familiar, un compañero…. aquí vamos a pensar de qué quiero pedir a Dios y la comunidad.
QUEMAR. Aprovechamos la liturgia de la Vigilia para exponer que hay que purificar algunas cosas, pero otras hay que quemarlas. Esto resulta muy sugerente de dialogar con los jóvenes. Aquí sale el móvil, por ejemplo, es algo que se puede usar bien y no hace falta quemarlo sino purificarlo. Hay otras realidades que hay que quemar. En este momento es muy probable que funcione bien un diálogo participativo en el que se oigan voces diferentes de experiencias y edades variadas.
ESCUCHAR. Si tenemos hábito de escucha es muy probable que las lecturas y especialmente el Evangelio nos resulten sugerentes. Por mi parte con frecuencia suprimo las lecturas y hasta reduzco el Evangelio. Yo sé que esto escandalizará a algunos, pero me parece que más nos valdría escandalizarnos de que los predicadores no dejemos a la Palabra que nos transforme y hasta permitamos con nuestros ritualismos y cumplimientos expulsar a los jóvenes de la vida celebrativa. Una ocasión reduje el evangelio al “Tengo sed” y hasta años después me hablan de la cantidad de momentos de reflexión que fueron abiertos a lo largo de su vida con aquella llave.
Por otra parte, al hablar de la escucha solemos dialogar sobre la importancia de LLEVAR PREGUNTAS. Son como las dos caras de la misma moneda. El evangelio ¿no te dice nada o es que no tienes preguntas? Preguntas sobre cómo soy, cómo son los demás, qué ocurre a mi alrededor, qué voy a hacer con mis cualidades, por qué hay realidades de sufrimiento, qué hacer con ellas… y tantas otras. Si se conoce a los chicos se puede aludir a los diálogos que van teniendo durante la propia convivencia u otros momentos de su vida.
El problema de las homilías, haya o no forma de diálogo, es que sean diálogo real, diálogo vital. Este diálogo importa mucho más que el tiempo que duren.
PEDIR. La mayor parte de los chicos de estas reuniones tiene hábito de “pedir” a Dios a través de su experiencia familiar. A veces hay que completar las peticiones que más les surgen o buscar la personalización, que no sean una repetición copiada de lo que oyen a sus padres o de lo que creen que se espera de ellos. Si hacemos alguna sugerencia va en esta línea de sinceridad. En general conocen la propuesta del cardenal Bergoglio (hoy Papa) sobre la petición utilizando los cinco dedos (https://antigonahoy.blogspot.com/2015/09/como-pedir-dios-sugerencia-de-bergoglio.html). A veces también aludimos a que en esta “preparación” de la petición es importante que veamos a qué estamos dispuestos nosotros en esa línea. Nos distanciamos de una perspectiva mágica incluso ridiculizándola.
OFRECER. La Eucaristía tiene un ofertorio, básicamente pan y vino. A veces incluimos alguna cosa significativa, pero solemos destacar que lo importante es meditar, reflexionar, dialogar con otros sobre lo que yo/nosotros metemos en el pan y el vino. ¿Qué voy a hacer con mi tiempo, mis cualidades, mis dudas, mis pecados?
CONSAGRAR. De este momento de la celebración quizá sea del que tienen “más” conciencia y no sé si más bien desviada; hemos dialogado de ello y resulta tremendamente sugerente. A veces se limitan a una admiración que a veces crece y a veces se balancea y no pocas veces acaba en la increencia. Nosotros solemos insistir en el poder de Dios, en la forma de un poder que es más amor que poder pero que tiene capacidad transformante si le dejamos. Nos solemos preguntar que quiero convertir de mi vida. Si el pan y el vino se convierten en Cuerpo y Sangre sin dejar de ser pan y vino ¿qué tengp que permitir yo a Dios que convierta en mí? Prepararse para este momento lo podemos enfocar a si voy a permitir que el amor me transforme.
ORAR. Nos centramos en el Padre Nuestro. Jesús, el Evangelio, la Tradición y el Catecismo le da un lugar relevante. Lo han rezado muchas veces. Solemos combatir la rutina. Destacamos ese “plural” tan presente en la oración. Para prepararnos para la Eucaristía a veces proponemos que demos vueltas a que palabra necesito más yo -ahora- de esa oración colosal.
COMER. Algo tan humano como es comer también aparece en nuestra celebración. ¿Para qué necesito yo el alimento que es Jesús? ¿Qué tentación mía tengo que vencer? ¿Qué tentación familiar? ¿de grupo de amigos? ¿de asociación? Aludimos con frecuencia a las novelas e historias que han leído sobre la importancia de alimentarse bien, también a los hábitos saludables que normalmente aceptan.
SAL-IR. Jugamos con el nombre de la asociación (SAL!) para hablar de una Iglesia en salida. Tenemos que salir. Partiendo de un diálogo de la propia asociación comentamos que la SAL tiene que estar en el potaje de la vida, que SAL! está allí, no tanto porque esté la palabra SAL! sino porque esté “la fragancia, el perfume la esencia” de la solidaridad, la amistad y la libertad. (PUEDE VERSE:
https://ahoramqnunca.blogspot.com/2022/05/perfume-fragancia-y-esencia-del-amor.html)
En una primera evaluación ya constatamos los siguientes errores en esa reunión:
-Excesiva diferencia de edad
-Exceso de número,
-Exceso de desnivel en interés m
-Exceso de contenido. Los 9 verbos son demasiados, para retenerlos, para pensarlos en la celebración
3. Una preparación por grupos
Conscientes de que las reflexiones necesitan tiempo y “poner las manos” se propone dedicar unos minutos a pensar en todo lo dialogado. En un momento diferente del día se propone hacer grupos para cada uno de los nueve verbos, de forma que cada grupo lleve una parte preparada y la presente a los demás.
En el momento celebrativo, en general lo que exponen los otros es escuchado con más atención. A los “responsables” nos sirve para ver a dónde han llegado a la reflexión.
Aunque estas “preparaciones” a veces llevan más tiempo son especialmente eficaces. Siempre se logra algún grado de reflexión y, además, efectivamente atienden cuando otros "iguales" han trabajado algo.
Estas preparaciones previas vemos que hay muchos grupos eclesiales que las trabajan mejor que nosotros y vivimos eso con alegría, deseo de aprender y de colaborar.
Tenemos el reto de que esta preparación previa vaya en línea “pueblo”, con cosas sugerentes como las del Papa, con gestos, metiendo más vida en las celebraciones y más reflexión. Qué es la línea “pueblo” lo explicamos en el apartado 7 de este artículo.
4. La celebración
Llegada la hora acordada se tiene la celebración de la Vigilia. Intentamos evitar lo que solemos llamar en algunos círculos pastorales “misa radiada” o explicación continua. Hacemos alguna explicación de lo que solemos denominar “mistagogia” o pequeñas catequesis que ayuden a celebrar mejor.
El centro de la celebración debe ser la propia celebración. Cada uno con nuestra preparación personal y de grupo aportamos y recibimos.
La intervención de cada grupo normalmente está bien preparada y aunque están centrados en exponer su parte suelen escuchar con atención (a diferentes niveles lógicamente) las aportaciones de los otros. De manera que, en este caso, por ejemplo, no es lo mismo que el cura o un catequista explique lo que dice el Papa sobre la importancia de aplicar en la vida algunas cosas que dicen algunas señales de trafico (este fue el caso de este año en el ofertorio. habían pintado en murales el “prohibido aparcar”, “atención a los cruces” y “obligatorio girar”) con sugerencias para la vida personal y para la asociación.
5. Sobre la Homilía
El centro de la celebración no debe ser la homilía. Lo decimos y lo sabemos, pero la vida nos dice que muchas veces es lo que genera más comentarios. Toda la preparación personal y de grupo debe ayudar a que la homilía no sea lo central.
Esto no significa sin embargo que -de hecho- no ocupe un lugar central. A muchos pudo “escandalizarnos” la importancia dada a la homilía por el Papa en “La alegría de evangelizar”. Quizá sea esa primacía que él da a la realidad lo que le haya llevado a ello y tenga razón al subrayar su importancia. ¿Quién va a negar la mayor importancia objetiva del Evangelio que escuchamos de pie, respecto de la homilía que escuchamos sentados? Y sin embargo el Evangelio muchas veces se ha entendido al revés y de ello puede que se derive la importancia que el pueblo el Papa le dan porque concreta -bien o mal- por dónde camina el evangelio hoy.
La homilía de este día estaba centrada en la Resurrección. Le damos mucha importancia porque tratamos de “actualizar” la Palabra mayor del evangelio mediante una palabra que puede ser menor (homilía) pero toma su relevancia de ser actual. “Una fe que no se encarna se pierde” como ocurre con cualquier realidad humana, a caminar se aprende caminando, a manejar herramientas manejando herramientas, etc. El Evangelio proclamado en tantos y tantos lugares precisa de ser encarnado hasta para ser comprendido. Dedicamos más minutos a la homilía que al Evangelio, pero no porque la consideremos más importante sino porque el importante necesita ser contemplado actualmente.
En esta Vigilia concretamente partimos de una foto que habíamos puesto bajo la Palabra. Comenzamos hablando de algo vital, que parezca que no tiene que ver con el Evangelio porque queremos volver a insistir en que la escucha de la Palabra necesita preguntas, que traigamos preguntas. La experiencia de amor que más me ha llamado la atención estos meses es la que aquella pareja amamantando a su criatura a través de una verja en una protesta que incluyó "la toma" de viviendas populares en Argentina (https://factual.afp.com/la-foto-de-una-joven-amamantando-un-bebe-traves-de-un-alambrado-fue-tomada-en-2013-en-argentina). Eso es amor. Sean creyentes o no, es un acto de amor en todos los sentidos. Hoy mismo habrá habido enfermeros, médicas, bomberos, policías, ladrones, electricistas y un largo etcétera de personas que más allá de sus siglas hayan exhalado el perfume, la fragancia, la esencia del amor. Eso es la Resurrección.
En un primer diálogo entre adultos ya nos preguntamos: ¿Son demasiados temas para los chicos? ¿demasiado salto el problema del alquiler, el estar en una acción de ocupación, el dar de mamar? ¿Hay tiempo y conciencia para tanto?
6. Sacralidad de la pedagogía
Aunque podemos haber oído muchas veces la expresión “pedagogía divina” no muchas veces he disfrutado de un diálogo sobre ello. Dios mismo es pedagogo y va despacio. Pero es que además lo que nos parece más revolucionario de los pedagogos revolucionarios ya está en Dios. Por ejemplo, he visto las caras de sorpresa cuando decimos que enseñaba Milani: “No vivo más que para hacerlos crecer, para hacerlos abrirse, para hacerlos florecer, para hacerlos fructificar”. Por eso no es exagerado decir que “educar es verbo intransitivo”. Como bien dice José L. Corzo “prefiero educir (abrirse) a educere (sacar). En la vida pastoral más frecuente se llama “educar” a “conducir” y así suele entenderse lo de “educar en la fe”, aunque un experto director de “Catequesis” haya llegado a decir “la fe no se transmite, se contagia”.
Frente al ritualismo que considera cada norma litúrgica como algo sagrado nosotros nos movemos con cierta libertad. Respetamos la liturgia porque no es nuestra pero no queremos una reiteración mecánica de los símbolos con personas que se están iniciando. Ellos saben cómo hacemos (porque las comparten con frecuencia) las celebraciones dominicales que hacemos en muchos otros encuentros. Aquí, simplemente, hacemos una adaptación pedagógica. Así reducimos el número de lecturas y hemos llegado a recortar el evangelio para darle vueltas y vueltas al “Tengo sed” por poner un ejemplo. La experiencia es fecunda. De soportar estoicamente la lectura de la pasión a digerir algunas palabras. De la misma manera hemos hecho adaptaciones del “lavatorio de los pies” que no tiene resonancias vitales en las personas de esta cultura. Si Dios es pedagogo esto debe tomarse en serio.
Esto de ninguna manera debe llevar a la ligereza, a la superficialidad o el capricho. Cada cambio debe ser explicado y dialogado según las necesidades. La intención debe ser limpia y todo ello debe discernirse comunitariamente con otros sacerdotes y creyentes. Queremos estar en la senda del Apóstol que dice algo tan sugerente: “Así que yo, hermanos, no pude hablaros como a espirituales, sino como a carnales, como a niños en Cristo. Os di a beber leche, no alimento sólido, porque todavía no podíais recibirlo”.
7. Tres cosmovisiones que lo condicionan todo
Vamos teniendo claro que en el siglo XXI se será místico o no se será cristiano, se será cristiano por un encuentro personal o no se será cristiano; no se será cristiano por costumbre o tradición familiar.
En cada momento histórico creemos que “luchan” por el mercado religioso tres corrientes.
Linea 1. Conservadora. Las fuerzas conservadoras han aprovechado el pontificado del primer Papa obrero de la Modernidad -un auténtico revolucionario- para, al son de una época histórica con fuertes elementos conservadores, proponer formas religiosas conservadoras, acordes con un cristianismo burgués y evasivo. Así les va bien hoy a propuestas pastorales que pasan sobre la realidad de puntillas y que alardean de preocuparse del alma del individuo y no tanto de las condiciones históricas que ya transformarán esos individuos si están realmente transformados. Se centran estas iniciativas en lo espiritual, con canciones no solo poco comprometidas sino hasta poco bíblicas y muy poco del concilio Vaticano II. Por ejemplo ese grupo tan de éxito hoy que dice sin rubor un anticuado “y así poder llevarte hasta todas las almas”, me pregunto si queda algún profesor de antropología teológica que se exprese así y me parece que no. El éxito en número de jóvenes y vocaciones es la guinda de su pastel. No son pocos los que se sorprenden con la vuelta a poner en el centro el culto eucarístico que ¿coincide? con una clara infravaloración de la Palabra.
Línea 2. Progresista. En, aparentemente, el otro extremo estaban y están los pretendidamente avanzados haciendo “de su capa un sayo” e inventando liturgias caprichosas al son que ponían en duda las verdades que les incomodaban. No es extraño que, con toda razón, Pablo VI hubiera llegado a decir que por alguna rendija había entrado el humo de Satanás en el templo de Dios. Con canciones comprometidas y normalmente poco bíblicas también eluden el aburrimiento a base de diversión, actividades y dinámicas. Esta línea pone el acento en cuestione exteriores de participación, no valora suficientemente el misterio. Es estar a la última por estar a la última.
Línea 3, Pueblo. Buscando la verdad desde el equilibrio, el pueblo vive con alegría el dinamismo y el cambio que supone avance y desarrollo, fecundidad propia del amor. Esta línea articula bien la relación entre la naturaleza y la gracia, propone valorar el sentido común, la importancia de los valores,de las virtudes, de la honradez, de la coherencia. Pretende el diálogo interreligioso sin por ello caer en ningún tipo de complejo. Pone el acento en la Justicia.
Sería muy sugerente un diálogo sobre que hace cada una de esas líneas ante:
-LA UNIVERSIDAD
-EL PARO JUVENIL
-EL ASOCIACIONISMO POLÍTICO
-EL DEPORTE
-LA MÚSICA
-EL TIEMPO LIBRE
ETC ETC
veremos que cada una de esas líneas tiene una reacción diferente a cada uno de esos asuntos.
Y todo esto ocurre no de manera totalmente clara porque frecuentemente hay mezclas. Decimos esto para aclarar que por nuestra parte rechazamos:
-Frente a la “línea 1” rechazamos un tipo celebrativo ritualista que pone la lupa sobre la celebración a ver si cumplió el protocolo.
-Frente a la “línea 2” rechazamos un modelo celebrativo que busca más que nada ser entretenido y al gusto del mercado.
La línea “pueblo” vive especialmente la celebración como:
-crecimiento adecuado al momento vital de las personas y grupos
-respetando en lo esencial el ritmo y contenidos de una celebración que es universal.
-“luz, medicina y fortaleza” para la vida de las personas y comunidad allí congregadas.
-rechazando una vivencia de la celebración a “bienestar” interior.
8. La justicia como principio pastoral fecundante
En el fondo de esta celebración -y tras no pocos fracasos- creemos que hay que poner en el centro de “el contagio de la fe” (mejor y a veces -de hecho- lo contrario que la “transmisión de la fe”) una vida claramente creyente, de fuerte mística en el sentido clásico al estilo de lo planteado actualmente por Francisco en “Gaudete et exultate”. Tras mucho diálogo compartido no queremos una celebración que imponga a los jóvenes ni aburrimiento ni divertimento sino alegría, promoción, libertad; que no imponga fe individual ni masificada sino fe personalizada.
Siguiendo la afirmación clásica “la gracia no anula la naturaleza” proponemos como valor central la JUSTICIA y citamos para aclarar una buena síntesis de Caritas in Veritate: Ante todo, la justicia. Ubi societas, ibi ius: toda sociedad elabora un sistema propio de justicia. La caridad va más allá de la justicia, porque amar es dar, ofrecer de lo «mío» al otro; pero nunca carece de justicia, la cual lleva a dar al otro lo que es «suyo», lo que le corresponde en virtud de su ser y de su obrar. No puedo «dar» al otro de lo mío sin haberle dado en primer lugar lo que en justicia le corresponde. Quien ama con caridad a los demás, es ante todo justo con ellos. No basta decir que la justicia no es extraña a la caridad, que no es una vía alternativa o paralela a la caridad: la justicia es «inseparable de la caridad»[1], intrínseca a ella. La justicia es la primera vía de la caridad o, como dijo Pablo VI, su «medida mínima»[2], parte integrante de ese amor «con obras y según la verdad» (1 Jn 3,18), al que nos exhorta el apóstol Juan. Por un lado, la caridad exige la justicia, el reconocimiento y el respeto de los legítimos derechos de las personas y los pueblos. Se ocupa de la construcción de la «ciudad del hombre» según el derecho y la justicia. Por otro, la caridad supera la justicia y la completa siguiendo la lógica de la entrega y el perdón[3]. La «ciudad del hombre» no se promueve sólo con relaciones de derechos y deberes sino, antes y más aún, con relaciones de gratuidad, de misericordia y de comunión. La caridad manifiesta siempre el amor de Dios también en las relaciones humanas, otorgando valor teologal y salvífico a todo compromiso por la justicia en el mundo.
No creemos que la persona necesite lo primero de todo una palabra explícita ni pensamos que lo religioso debe posponerse. Desde que nacemos va todo mezclado y así debe ser para que EN MEDIO aparezca el Señor. Las personas vamos creciendo y el crecimiento real lleva todo mezclado.
Creemos que ya se ha cosechado suficiente fracaso desde un secularismo que recluye lo religioso o lo pospone. Pero también ha fracasado ese desequilibrio tan frecuente que podríamos ridiculizar con comprar con chucherías el silencio y la contención durante la celebración. El valor “humano” sobre el que se asienta la caridad es la justicia y algo similar debe ocurrir en la vida celebrativa religiosa: debe haber una cultura simbólica y una persona que busca la promoción.
9. Faltan verbos
En la dinámica que hemos presentado faltan muchos verbos. Siempre faltará alguno. Quedan para otro momento. Nadie presenta la Noche Oscura a un niño con quien se ora el Padre Nuestro. Todo llegará. Y lo mismo pasa con la Eucaristía. Hay quien pretende enseñarlo todo, cumplir todo el rito mientras lo esencial se le va entre las manos como el agua se pierde en un cesto. Hay que hacerse vasija; de barro, pero vasija.
Sería muy de nuestro agrado incluir los verbos ACOGER (para el comienzo), ENTUSIASMARSE (para sentirse incorporados a Dios mismo en la Señal de la Cruz), ACLAMAR (para el Señor ten Piedad), GLORIFICAR (para el Gloria, sin excluir -en su momento- el “gloriarse” paulino), SACRIFICAR (verbo central vital y celebrativamente), HACER MEMORIA (para la Anámnesis), PARTIRSE (para el Cordero de Dios, sin excluir la historia y vida de la Noviolencia), PACIFICAR. Y muchos más.
10. AMBIENTE
Los que quieren influir en la sociedad piensan en el ambiente. El ambiente de un equipo de fútbol se trabaja hasta con la música previa a saltar al campo. El ambiente de una grabación de cine, el ambiente de trabajo etc. Desde hace tiempo se habla de “pastoral de ambiente”. Normalmente no somos conscientes del peso del ambiente. Un pez preguntó a otro pez: ¿y cómo está el agua? y el otro pez le contestó: ¿qué agua? Eso es un ambiente.
El ambiente es contagioso: para un joven que no suele asistir a actos religiosos ver a otros atendiendo, participando o tomándoselo en serio, le ayuda. En realidad a los creyentes también nos pasa. Por eso cuando un grupo ha preparado uno de los momentos celebrativos y lo pone en común, suscita interés en los demás.
En nuestra opinión, por diferentes razones (o sinrazones) nuestra celebración nos pareció excesivamente bulliiciosa. No está reñida una celebración más pastoral con el silencio o el asombro en determinados momentos. También es importante un cierto silencio para poder escuchar, reflexionar. Es imprescindible un ambiente que experimente cambios de ritmo.
El ambiente también está más marcado de lo que parece a primera vista por la presencia (o no) de nuevas personas en la asociación. Cuando hay personas nuevas el ambiente es más sano, es de crecimiento. Cuando siempre son los mismos se construye bastante de una amistad-estufa que no enriquece a las personas ni al grupo.
11. DESABURRIR NO ES DIVERTIR SINO VITALIZAR
Aunque ya hemos dicho anteriormente que “frente a la ‘línea 2’ rechazamos un modelo celebrativo que busca más que nada ser entretenido y “al gusto del mercado” algunos lectores de la versión anterior de este artículo nos han sugerido ser más claros en este punto.
La preocupación por el “aburrimiento” lleva a algunos a dar interminables explicaciones sobre “las partes de la Misa” siempre útiles pero muchas veces cargantes y que a veces se reducen a razones. Están bien pero no resuelven. Otros conservadores fuerzan las emociones hasta llegar a una instrumentalización de Dios a quien puedo comer y tocar, etc.
Otros (podemos hacerlo cualquiera pero especialmente lo hace la `línea 2´) pretenden divertir la eucaristía. Simplemente llenarla de entretenimiento y participación. También consideramos esta propuesta insuficiente.
Desde nuestra experiencia y diálogos creemos que no se trata de “divertir” la Eucaristía sino de acoger el don desde la vida. Podríamos decir “vitalizarla”. Sabemos que la palabra es insuficiente porque LA Vida es Cristo. Queremos referirnos a que si nuestra vida está metida en la celebración, el Espíritu viene en nuestra ayuda. Un místico decía que la Gracia se recibe según el recipiente, si como un dedal, un dedal, si como un barreño, un barreño.
Si miramos nuestra propia experiencia podemos descubrir que nuestra vivencia celebrativa es muy diferente según nuestro momento vital. Hemos celebrado de manera intensa a veces desde la tristeza (fallecimiento por ejemplo) o desde la alegría (bautismo). Nuestra celebración es intensa no si es aburrida o divertida sino si es vital.
12. COMUNIDADES VIVAS
Dejamos para el final la cuestión que consideramos esencial: la Comunidad. Por muy redonda que salga la Celebración nada hay si no hay amor. Aunque se hablará las lenguas de los ángeles o hubiera mucha fe…. El ejemplo extremo son esas celebraciones del cardenal Van Thuan en el campo de concentración.
Estamos presos de “ritualismos” y de “antiritualismos” que son el mismo calcetín vuelto del revés. Nos preguntamos si las modas de uno u otro extremo, incluidas las nuestras, van en la onda del Concilio. Creemos que debe haber verdadera fidelidad a la Tradición, que por ser precisamente Fiel es Creativa y por tanto se encarna, se “incultura”, toma los lenguajes de su época. Abraza el máximo su tiempo, del que vive enamorado en todo lo que no sea pecado, en todo lo que no sea honrado
13. LA IGLESIA COMO COMUNIDAD
También creemos que sirve de poco cada una de estas celebraciones si no avanzamos con otros grupos eclesiales en una línea armónica.
-Si no es cosa solo nuestra sino de todos “ser una Iglesia en salida”
-Si no estamos junto con otros grupos en esta renovación. Si cuando estos chicos van a una celebración en su ciudad, esta fuera excesivamente “ritualista” o centrada en el “entretenimiento” estaríamos construyendo sobre arena.
Otra cuestión que desborda este artículo sería la coherencia entre estos puntos que planteamos y la aplicación a los otros sacramentos.
Esperamos que el diálogo desde las experiencias sea fecundo.
14. CONCLUSIÓN
A partir de una celebración juvenil de Vigilia pascual de la Asociación SAL! hemos expuesto algunas propuestas para las celebraciones juveniles en el contexto eclesial.
Nuestra idea central es que las celebraciones no deben ser aburridas sino que deben estén cargadas de vida., Para que las celebraciones estén cargadas de vida los jóvenes deben tener una vida intensa en que ocupe un lugar central la Justicia.
Los problemas de fe que suelen aparecer un poco más tarde creemos que no tienen que ver tanto con la fe cuanto con la vida solidaria, o no, que se lleve. La fe -creemos- no se transmite se contagia. Solo una fe mística de adultos podrá contagiarse. El aburrimiento en Misa es solo una señal que debe hacernos pensar y actuar.
“Consejos vendo y para mí no tengo” es algo que muchos practicamos y quizá sea una versión correcta de “sácate primero la viga de tu ojo”. Algunos teólogos expertos, no pocas veces, dan consejos pastorales, pero no hacen pastoral alguna. Sería preferible que callaran pero incluso entre los activos hay quien les da incienso. Seguramente sea más útil que los que estamos intentando algo pongamos en común nuestras experiencias y las revisiones que hemos hecho con las personas que las hicimos juntos. Es importante, creo, que las pongamos en la mesa común para que todos podamos hacer nuestra colaboración. Criticar también puede ser colaborar. Precisamente es así como ha avanzado la ciencia de renombre y esa ciencia más cotidiana que brota del uso continuo de herramientas.
1. Aclaraciones imprescindibles de contexto
En este sentido comparto bastante vida pastoral con un grupo de educadores que aspiramos a “(co)educarnos mediatizados por el mundo”. Somos un grupo de ámbito nacional con campamentos, Pascua juvenil y algunas otras convivencias. Este grupo (SAL!: solidaridad, amistad y libertad) tiene poca vida local y está en pocas localidades de España. Desde niños a jóvenes mayores pueden ser unos cien. Muchos de ellos son hijos de familias con un compromiso cristiano con alto grado de convencimiento que denominamos “militancia” en la asociación “Encuentro y Solidaridad”.
Somos uno más de los grupos que experimentamos (más o menos) que los hijos normalmente siguen un camino cristiano menos comprometido e incluso se alejan del cristianismo, aunque mantienen algunos convencimientos más o menos fuertes, en lo social y/o lo religioso. Ello a todos estos grupos les lleva a ir haciendo diferentes experiencias de las que se habla poco en público básicamente -creo- para no airear los propios fracasos o dudas.
Hasta el momento ningún sociólogo ha estudiado esta cuestión que yo sepa. He preguntado al respecto a seis sociólogos de buen nivel y aunque se extrañan no me dicen que se pongan manos a la obra. Parece que los sociólogos empiezan a “mejorar” el célebre dicho dedicado a los economistas: "un economista es un experto que sabrá mañana por qué las cosas que predijo ayer no sucedieron hoy”. Los sociólogos parece que les han superado.
En las diferentes reuniones con estos jóvenes hemos ido variando la presencia de los actos específicamente religiosos. Me voy a limitar a uno de ellos. No dedico espacio a otros temas generales que básicamente podrían ser:
-Toda la vida es religiosa. Queremos transformar toda la vida.
-La familia es la verdadera “transmisora” de la fe, una fe que más que transmitirse se contagia.
-El proceso de fe es dinámico, progresivo y personal.
En este momento estas celebraciones religiosas las hacemos con edades muy plurales de niños y jóvenes, generalmente desde que han hecho la primera comunión a jóvenes de veinte-veinticinco años aproximadamente. Un arco de edad tan amplio puede tener sus pros y sus contras. Nos decantamos porque en algunos momentos estén juntos en un arco tan amplio porque da sentimiento de pertenencia a una asociación y transmite que la fe es para todos.
Buscamos “desaburrir” la Eucaristía. Sobre esta experiencia eucarística sí creo que sería necesario leer ahora, antes de seguir adelante una reflexión que hemos compartido: https://antigonahoy.blogspot.com/2020/04/blog-post_18.html. Más adelante explicaremos que la idea central no es desaburrirla a base de divertirla (idea frecuente y estéril) sino de vitalizarla.
Seguramente algún amable lector esté pensando en leer en otro momento ese artículo. Permítanme sugerir que no lo salten. Léanlo y entenderán mejor nuestra concreción pequeña y real. Vamos, por tanto, a comentar solo una celebración y no un programa o plan. Una sola celebración concreta que desvela parte de nuestra experiencia.
Para la vigilia pascual de 2022 (valdría para cualquier Eucaristía) nos hicimos el sábado por la mañana la siguiente reflexión. Sentados en círculo con unos 60 jóvenes entre 12-20 años y monitores y teniendo en la mano una flor les pregunté: ¿Qué os sugiere esta flor a cada uno de vosotros? Fueron diciendo “belleza”, “alegría” …. y les pedí si alguien podría decir algo muy diferente a eso, a lo cual respondieron “negocio”, “biología” …. y otras palabras. Hicimos lo mismo con objetos que había a mano, un vaso, un aparato musical, un móvil… Después estuvimos intentando explicar que con la Eucaristía pasa algo similar. El vaso es vaso, la flor es flor, el móvil es móvil…. pero cada uno lo vivimos de una manera según queramos. En la Eucaristía, además de todo lo que es la Eucaristía, influye de manera decisiva mi VIVENCIA de ello. Dedicamos unos minutos a que esta reflexión, mediante diálogo y silencio, se haga un pequeño hueco en sus conciencias.
“Ya sabéis que yo a veces me aburro en Misa” les espeto a continuación. Esta “tontería” que desvela parte de mí y me acerca a ellos es esencial para la apertura de mente. No solo es cuestión de que capta la atención (que también) sino que ABRE la atención, lo cual es esencial. Si el testimonio abre la conciencia, el testimonio de la debilidad, el más inesperado, lo abre más. Si no se puede hacer sinceramente es mejor no hacerlo. Cuento nuestra experiencia que -como todas- no se puede clonar, aunque si la compartimos es porque creemos que puede resultar inspiradora. La pregunta “¿quién más se aburre en Misa?” genera algo de jolgorio, psicológicamente -además- muy adecuado. La importancia real del tema hace que vuelva la calma porque los jóvenes de hoy se siguen haciendo las grandes preguntas.
“Hoy me gustaría ofreceros nueve verbos, nueve acciones, de nuestra propia vida para que no solo no nos aburramos en Misa, sino que la Misa sea Eucaristía, sea Acción de Gracias, sea Alegría que nos transforme. Porque nosotros -todos- queremos transformar parte de nuestras vidas, ¿no? Podrían ser doce verbos o más, pero hoy vamos a ver nueve, nueve verbos; podrían ser muchas más palabras y gestos, pero hoy van a ser nueve verbos”.
A continuación, se intenta conectar algunos momentos de la celebración con algo importante para nuestra vida. La convicción profunda de la cuestión está en la relación naturaleza-Gracia. Así como creemos que la Gracia no anula la naturaleza, sino que la perfecciona, estimamos que, si mi vida de “petición de perdón” es humanamente rica, por mi experiencia familiar, social etc., puedo tener una experiencia religiosamente más rica de “petición de perdón”. Aclaramos para teólogos que todo ello no deja de tener relación con las grandes verdades de la cristología. Los verbos que en este caso utilizamos fueron:
PURIFICAR. La petición de perdón que hacemos en la Eucaristía a Dios y a los hermanos es pedir perdón de aquello que queremos purificar en nuestra vida. Lo simboliza bien el agua bautismal y el reconocimiento de nuestra debilidad. Por experiencia sé que los jóvenes no tienen dificultades serias en reconocer “nuestros pecados”. Igual que pedimos perdón a un amigo, un familiar, un compañero…. aquí vamos a pensar de qué quiero pedir a Dios y la comunidad.
QUEMAR. Aprovechamos la liturgia de la Vigilia para exponer que hay que purificar algunas cosas, pero otras hay que quemarlas. Esto resulta muy sugerente de dialogar con los jóvenes. Aquí sale el móvil, por ejemplo, es algo que se puede usar bien y no hace falta quemarlo sino purificarlo. Hay otras realidades que hay que quemar. En este momento es muy probable que funcione bien un diálogo participativo en el que se oigan voces diferentes de experiencias y edades variadas.
ESCUCHAR. Si tenemos hábito de escucha es muy probable que las lecturas y especialmente el Evangelio nos resulten sugerentes. Por mi parte con frecuencia suprimo las lecturas y hasta reduzco el Evangelio. Yo sé que esto escandalizará a algunos, pero me parece que más nos valdría escandalizarnos de que los predicadores no dejemos a la Palabra que nos transforme y hasta permitamos con nuestros ritualismos y cumplimientos expulsar a los jóvenes de la vida celebrativa. Una ocasión reduje el evangelio al “Tengo sed” y hasta años después me hablan de la cantidad de momentos de reflexión que fueron abiertos a lo largo de su vida con aquella llave.
Por otra parte, al hablar de la escucha solemos dialogar sobre la importancia de LLEVAR PREGUNTAS. Son como las dos caras de la misma moneda. El evangelio ¿no te dice nada o es que no tienes preguntas? Preguntas sobre cómo soy, cómo son los demás, qué ocurre a mi alrededor, qué voy a hacer con mis cualidades, por qué hay realidades de sufrimiento, qué hacer con ellas… y tantas otras. Si se conoce a los chicos se puede aludir a los diálogos que van teniendo durante la propia convivencia u otros momentos de su vida.
El problema de las homilías, haya o no forma de diálogo, es que sean diálogo real, diálogo vital. Este diálogo importa mucho más que el tiempo que duren.
PEDIR. La mayor parte de los chicos de estas reuniones tiene hábito de “pedir” a Dios a través de su experiencia familiar. A veces hay que completar las peticiones que más les surgen o buscar la personalización, que no sean una repetición copiada de lo que oyen a sus padres o de lo que creen que se espera de ellos. Si hacemos alguna sugerencia va en esta línea de sinceridad. En general conocen la propuesta del cardenal Bergoglio (hoy Papa) sobre la petición utilizando los cinco dedos (https://antigonahoy.blogspot.com/2015/09/como-pedir-dios-sugerencia-de-bergoglio.html). A veces también aludimos a que en esta “preparación” de la petición es importante que veamos a qué estamos dispuestos nosotros en esa línea. Nos distanciamos de una perspectiva mágica incluso ridiculizándola.
OFRECER. La Eucaristía tiene un ofertorio, básicamente pan y vino. A veces incluimos alguna cosa significativa, pero solemos destacar que lo importante es meditar, reflexionar, dialogar con otros sobre lo que yo/nosotros metemos en el pan y el vino. ¿Qué voy a hacer con mi tiempo, mis cualidades, mis dudas, mis pecados?
CONSAGRAR. De este momento de la celebración quizá sea del que tienen “más” conciencia y no sé si más bien desviada; hemos dialogado de ello y resulta tremendamente sugerente. A veces se limitan a una admiración que a veces crece y a veces se balancea y no pocas veces acaba en la increencia. Nosotros solemos insistir en el poder de Dios, en la forma de un poder que es más amor que poder pero que tiene capacidad transformante si le dejamos. Nos solemos preguntar que quiero convertir de mi vida. Si el pan y el vino se convierten en Cuerpo y Sangre sin dejar de ser pan y vino ¿qué tengp que permitir yo a Dios que convierta en mí? Prepararse para este momento lo podemos enfocar a si voy a permitir que el amor me transforme.
ORAR. Nos centramos en el Padre Nuestro. Jesús, el Evangelio, la Tradición y el Catecismo le da un lugar relevante. Lo han rezado muchas veces. Solemos combatir la rutina. Destacamos ese “plural” tan presente en la oración. Para prepararnos para la Eucaristía a veces proponemos que demos vueltas a que palabra necesito más yo -ahora- de esa oración colosal.
COMER. Algo tan humano como es comer también aparece en nuestra celebración. ¿Para qué necesito yo el alimento que es Jesús? ¿Qué tentación mía tengo que vencer? ¿Qué tentación familiar? ¿de grupo de amigos? ¿de asociación? Aludimos con frecuencia a las novelas e historias que han leído sobre la importancia de alimentarse bien, también a los hábitos saludables que normalmente aceptan.
SAL-IR. Jugamos con el nombre de la asociación (SAL!) para hablar de una Iglesia en salida. Tenemos que salir. Partiendo de un diálogo de la propia asociación comentamos que la SAL tiene que estar en el potaje de la vida, que SAL! está allí, no tanto porque esté la palabra SAL! sino porque esté “la fragancia, el perfume la esencia” de la solidaridad, la amistad y la libertad. (PUEDE VERSE:
https://ahoramqnunca.blogspot.com/2022/05/perfume-fragancia-y-esencia-del-amor.html)
En una primera evaluación ya constatamos los siguientes errores en esa reunión:
-Excesiva diferencia de edad
-Exceso de número,
-Exceso de desnivel en interés m
-Exceso de contenido. Los 9 verbos son demasiados, para retenerlos, para pensarlos en la celebración
3. Una preparación por grupos
Conscientes de que las reflexiones necesitan tiempo y “poner las manos” se propone dedicar unos minutos a pensar en todo lo dialogado. En un momento diferente del día se propone hacer grupos para cada uno de los nueve verbos, de forma que cada grupo lleve una parte preparada y la presente a los demás.
En el momento celebrativo, en general lo que exponen los otros es escuchado con más atención. A los “responsables” nos sirve para ver a dónde han llegado a la reflexión.
Aunque estas “preparaciones” a veces llevan más tiempo son especialmente eficaces. Siempre se logra algún grado de reflexión y, además, efectivamente atienden cuando otros "iguales" han trabajado algo.
Estas preparaciones previas vemos que hay muchos grupos eclesiales que las trabajan mejor que nosotros y vivimos eso con alegría, deseo de aprender y de colaborar.
Tenemos el reto de que esta preparación previa vaya en línea “pueblo”, con cosas sugerentes como las del Papa, con gestos, metiendo más vida en las celebraciones y más reflexión. Qué es la línea “pueblo” lo explicamos en el apartado 7 de este artículo.
4. La celebración
Llegada la hora acordada se tiene la celebración de la Vigilia. Intentamos evitar lo que solemos llamar en algunos círculos pastorales “misa radiada” o explicación continua. Hacemos alguna explicación de lo que solemos denominar “mistagogia” o pequeñas catequesis que ayuden a celebrar mejor.
El centro de la celebración debe ser la propia celebración. Cada uno con nuestra preparación personal y de grupo aportamos y recibimos.
La intervención de cada grupo normalmente está bien preparada y aunque están centrados en exponer su parte suelen escuchar con atención (a diferentes niveles lógicamente) las aportaciones de los otros. De manera que, en este caso, por ejemplo, no es lo mismo que el cura o un catequista explique lo que dice el Papa sobre la importancia de aplicar en la vida algunas cosas que dicen algunas señales de trafico (este fue el caso de este año en el ofertorio. habían pintado en murales el “prohibido aparcar”, “atención a los cruces” y “obligatorio girar”) con sugerencias para la vida personal y para la asociación.
5. Sobre la Homilía
El centro de la celebración no debe ser la homilía. Lo decimos y lo sabemos, pero la vida nos dice que muchas veces es lo que genera más comentarios. Toda la preparación personal y de grupo debe ayudar a que la homilía no sea lo central.
Esto no significa sin embargo que -de hecho- no ocupe un lugar central. A muchos pudo “escandalizarnos” la importancia dada a la homilía por el Papa en “La alegría de evangelizar”. Quizá sea esa primacía que él da a la realidad lo que le haya llevado a ello y tenga razón al subrayar su importancia. ¿Quién va a negar la mayor importancia objetiva del Evangelio que escuchamos de pie, respecto de la homilía que escuchamos sentados? Y sin embargo el Evangelio muchas veces se ha entendido al revés y de ello puede que se derive la importancia que el pueblo el Papa le dan porque concreta -bien o mal- por dónde camina el evangelio hoy.
La homilía de este día estaba centrada en la Resurrección. Le damos mucha importancia porque tratamos de “actualizar” la Palabra mayor del evangelio mediante una palabra que puede ser menor (homilía) pero toma su relevancia de ser actual. “Una fe que no se encarna se pierde” como ocurre con cualquier realidad humana, a caminar se aprende caminando, a manejar herramientas manejando herramientas, etc. El Evangelio proclamado en tantos y tantos lugares precisa de ser encarnado hasta para ser comprendido. Dedicamos más minutos a la homilía que al Evangelio, pero no porque la consideremos más importante sino porque el importante necesita ser contemplado actualmente.
En esta Vigilia concretamente partimos de una foto que habíamos puesto bajo la Palabra. Comenzamos hablando de algo vital, que parezca que no tiene que ver con el Evangelio porque queremos volver a insistir en que la escucha de la Palabra necesita preguntas, que traigamos preguntas. La experiencia de amor que más me ha llamado la atención estos meses es la que aquella pareja amamantando a su criatura a través de una verja en una protesta que incluyó "la toma" de viviendas populares en Argentina (https://factual.afp.com/la-foto-de-una-joven-amamantando-un-bebe-traves-de-un-alambrado-fue-tomada-en-2013-en-argentina). Eso es amor. Sean creyentes o no, es un acto de amor en todos los sentidos. Hoy mismo habrá habido enfermeros, médicas, bomberos, policías, ladrones, electricistas y un largo etcétera de personas que más allá de sus siglas hayan exhalado el perfume, la fragancia, la esencia del amor. Eso es la Resurrección.
En un primer diálogo entre adultos ya nos preguntamos: ¿Son demasiados temas para los chicos? ¿demasiado salto el problema del alquiler, el estar en una acción de ocupación, el dar de mamar? ¿Hay tiempo y conciencia para tanto?
6. Sacralidad de la pedagogía
Aunque podemos haber oído muchas veces la expresión “pedagogía divina” no muchas veces he disfrutado de un diálogo sobre ello. Dios mismo es pedagogo y va despacio. Pero es que además lo que nos parece más revolucionario de los pedagogos revolucionarios ya está en Dios. Por ejemplo, he visto las caras de sorpresa cuando decimos que enseñaba Milani: “No vivo más que para hacerlos crecer, para hacerlos abrirse, para hacerlos florecer, para hacerlos fructificar”. Por eso no es exagerado decir que “educar es verbo intransitivo”. Como bien dice José L. Corzo “prefiero educir (abrirse) a educere (sacar). En la vida pastoral más frecuente se llama “educar” a “conducir” y así suele entenderse lo de “educar en la fe”, aunque un experto director de “Catequesis” haya llegado a decir “la fe no se transmite, se contagia”.
Frente al ritualismo que considera cada norma litúrgica como algo sagrado nosotros nos movemos con cierta libertad. Respetamos la liturgia porque no es nuestra pero no queremos una reiteración mecánica de los símbolos con personas que se están iniciando. Ellos saben cómo hacemos (porque las comparten con frecuencia) las celebraciones dominicales que hacemos en muchos otros encuentros. Aquí, simplemente, hacemos una adaptación pedagógica. Así reducimos el número de lecturas y hemos llegado a recortar el evangelio para darle vueltas y vueltas al “Tengo sed” por poner un ejemplo. La experiencia es fecunda. De soportar estoicamente la lectura de la pasión a digerir algunas palabras. De la misma manera hemos hecho adaptaciones del “lavatorio de los pies” que no tiene resonancias vitales en las personas de esta cultura. Si Dios es pedagogo esto debe tomarse en serio.
Esto de ninguna manera debe llevar a la ligereza, a la superficialidad o el capricho. Cada cambio debe ser explicado y dialogado según las necesidades. La intención debe ser limpia y todo ello debe discernirse comunitariamente con otros sacerdotes y creyentes. Queremos estar en la senda del Apóstol que dice algo tan sugerente: “Así que yo, hermanos, no pude hablaros como a espirituales, sino como a carnales, como a niños en Cristo. Os di a beber leche, no alimento sólido, porque todavía no podíais recibirlo”.
7. Tres cosmovisiones que lo condicionan todo
Vamos teniendo claro que en el siglo XXI se será místico o no se será cristiano, se será cristiano por un encuentro personal o no se será cristiano; no se será cristiano por costumbre o tradición familiar.
En cada momento histórico creemos que “luchan” por el mercado religioso tres corrientes.
Linea 1. Conservadora. Las fuerzas conservadoras han aprovechado el pontificado del primer Papa obrero de la Modernidad -un auténtico revolucionario- para, al son de una época histórica con fuertes elementos conservadores, proponer formas religiosas conservadoras, acordes con un cristianismo burgués y evasivo. Así les va bien hoy a propuestas pastorales que pasan sobre la realidad de puntillas y que alardean de preocuparse del alma del individuo y no tanto de las condiciones históricas que ya transformarán esos individuos si están realmente transformados. Se centran estas iniciativas en lo espiritual, con canciones no solo poco comprometidas sino hasta poco bíblicas y muy poco del concilio Vaticano II. Por ejemplo ese grupo tan de éxito hoy que dice sin rubor un anticuado “y así poder llevarte hasta todas las almas”, me pregunto si queda algún profesor de antropología teológica que se exprese así y me parece que no. El éxito en número de jóvenes y vocaciones es la guinda de su pastel. No son pocos los que se sorprenden con la vuelta a poner en el centro el culto eucarístico que ¿coincide? con una clara infravaloración de la Palabra.
Línea 2. Progresista. En, aparentemente, el otro extremo estaban y están los pretendidamente avanzados haciendo “de su capa un sayo” e inventando liturgias caprichosas al son que ponían en duda las verdades que les incomodaban. No es extraño que, con toda razón, Pablo VI hubiera llegado a decir que por alguna rendija había entrado el humo de Satanás en el templo de Dios. Con canciones comprometidas y normalmente poco bíblicas también eluden el aburrimiento a base de diversión, actividades y dinámicas. Esta línea pone el acento en cuestione exteriores de participación, no valora suficientemente el misterio. Es estar a la última por estar a la última.
Línea 3, Pueblo. Buscando la verdad desde el equilibrio, el pueblo vive con alegría el dinamismo y el cambio que supone avance y desarrollo, fecundidad propia del amor. Esta línea articula bien la relación entre la naturaleza y la gracia, propone valorar el sentido común, la importancia de los valores,de las virtudes, de la honradez, de la coherencia. Pretende el diálogo interreligioso sin por ello caer en ningún tipo de complejo. Pone el acento en la Justicia.
Sería muy sugerente un diálogo sobre que hace cada una de esas líneas ante:
-LA UNIVERSIDAD
-EL PARO JUVENIL
-EL ASOCIACIONISMO POLÍTICO
-EL DEPORTE
-LA MÚSICA
-EL TIEMPO LIBRE
ETC ETC
veremos que cada una de esas líneas tiene una reacción diferente a cada uno de esos asuntos.
Y todo esto ocurre no de manera totalmente clara porque frecuentemente hay mezclas. Decimos esto para aclarar que por nuestra parte rechazamos:
-Frente a la “línea 1” rechazamos un tipo celebrativo ritualista que pone la lupa sobre la celebración a ver si cumplió el protocolo.
-Frente a la “línea 2” rechazamos un modelo celebrativo que busca más que nada ser entretenido y al gusto del mercado.
La línea “pueblo” vive especialmente la celebración como:
-crecimiento adecuado al momento vital de las personas y grupos
-respetando en lo esencial el ritmo y contenidos de una celebración que es universal.
-“luz, medicina y fortaleza” para la vida de las personas y comunidad allí congregadas.
-rechazando una vivencia de la celebración a “bienestar” interior.
8. La justicia como principio pastoral fecundante
En el fondo de esta celebración -y tras no pocos fracasos- creemos que hay que poner en el centro de “el contagio de la fe” (mejor y a veces -de hecho- lo contrario que la “transmisión de la fe”) una vida claramente creyente, de fuerte mística en el sentido clásico al estilo de lo planteado actualmente por Francisco en “Gaudete et exultate”. Tras mucho diálogo compartido no queremos una celebración que imponga a los jóvenes ni aburrimiento ni divertimento sino alegría, promoción, libertad; que no imponga fe individual ni masificada sino fe personalizada.
Siguiendo la afirmación clásica “la gracia no anula la naturaleza” proponemos como valor central la JUSTICIA y citamos para aclarar una buena síntesis de Caritas in Veritate: Ante todo, la justicia. Ubi societas, ibi ius: toda sociedad elabora un sistema propio de justicia. La caridad va más allá de la justicia, porque amar es dar, ofrecer de lo «mío» al otro; pero nunca carece de justicia, la cual lleva a dar al otro lo que es «suyo», lo que le corresponde en virtud de su ser y de su obrar. No puedo «dar» al otro de lo mío sin haberle dado en primer lugar lo que en justicia le corresponde. Quien ama con caridad a los demás, es ante todo justo con ellos. No basta decir que la justicia no es extraña a la caridad, que no es una vía alternativa o paralela a la caridad: la justicia es «inseparable de la caridad»[1], intrínseca a ella. La justicia es la primera vía de la caridad o, como dijo Pablo VI, su «medida mínima»[2], parte integrante de ese amor «con obras y según la verdad» (1 Jn 3,18), al que nos exhorta el apóstol Juan. Por un lado, la caridad exige la justicia, el reconocimiento y el respeto de los legítimos derechos de las personas y los pueblos. Se ocupa de la construcción de la «ciudad del hombre» según el derecho y la justicia. Por otro, la caridad supera la justicia y la completa siguiendo la lógica de la entrega y el perdón[3]. La «ciudad del hombre» no se promueve sólo con relaciones de derechos y deberes sino, antes y más aún, con relaciones de gratuidad, de misericordia y de comunión. La caridad manifiesta siempre el amor de Dios también en las relaciones humanas, otorgando valor teologal y salvífico a todo compromiso por la justicia en el mundo.
No creemos que la persona necesite lo primero de todo una palabra explícita ni pensamos que lo religioso debe posponerse. Desde que nacemos va todo mezclado y así debe ser para que EN MEDIO aparezca el Señor. Las personas vamos creciendo y el crecimiento real lleva todo mezclado.
Creemos que ya se ha cosechado suficiente fracaso desde un secularismo que recluye lo religioso o lo pospone. Pero también ha fracasado ese desequilibrio tan frecuente que podríamos ridiculizar con comprar con chucherías el silencio y la contención durante la celebración. El valor “humano” sobre el que se asienta la caridad es la justicia y algo similar debe ocurrir en la vida celebrativa religiosa: debe haber una cultura simbólica y una persona que busca la promoción.
9. Faltan verbos
En la dinámica que hemos presentado faltan muchos verbos. Siempre faltará alguno. Quedan para otro momento. Nadie presenta la Noche Oscura a un niño con quien se ora el Padre Nuestro. Todo llegará. Y lo mismo pasa con la Eucaristía. Hay quien pretende enseñarlo todo, cumplir todo el rito mientras lo esencial se le va entre las manos como el agua se pierde en un cesto. Hay que hacerse vasija; de barro, pero vasija.
Sería muy de nuestro agrado incluir los verbos ACOGER (para el comienzo), ENTUSIASMARSE (para sentirse incorporados a Dios mismo en la Señal de la Cruz), ACLAMAR (para el Señor ten Piedad), GLORIFICAR (para el Gloria, sin excluir -en su momento- el “gloriarse” paulino), SACRIFICAR (verbo central vital y celebrativamente), HACER MEMORIA (para la Anámnesis), PARTIRSE (para el Cordero de Dios, sin excluir la historia y vida de la Noviolencia), PACIFICAR. Y muchos más.
10. AMBIENTE
Los que quieren influir en la sociedad piensan en el ambiente. El ambiente de un equipo de fútbol se trabaja hasta con la música previa a saltar al campo. El ambiente de una grabación de cine, el ambiente de trabajo etc. Desde hace tiempo se habla de “pastoral de ambiente”. Normalmente no somos conscientes del peso del ambiente. Un pez preguntó a otro pez: ¿y cómo está el agua? y el otro pez le contestó: ¿qué agua? Eso es un ambiente.
El ambiente es contagioso: para un joven que no suele asistir a actos religiosos ver a otros atendiendo, participando o tomándoselo en serio, le ayuda. En realidad a los creyentes también nos pasa. Por eso cuando un grupo ha preparado uno de los momentos celebrativos y lo pone en común, suscita interés en los demás.
En nuestra opinión, por diferentes razones (o sinrazones) nuestra celebración nos pareció excesivamente bulliiciosa. No está reñida una celebración más pastoral con el silencio o el asombro en determinados momentos. También es importante un cierto silencio para poder escuchar, reflexionar. Es imprescindible un ambiente que experimente cambios de ritmo.
El ambiente también está más marcado de lo que parece a primera vista por la presencia (o no) de nuevas personas en la asociación. Cuando hay personas nuevas el ambiente es más sano, es de crecimiento. Cuando siempre son los mismos se construye bastante de una amistad-estufa que no enriquece a las personas ni al grupo.
11. DESABURRIR NO ES DIVERTIR SINO VITALIZAR
Aunque ya hemos dicho anteriormente que “frente a la ‘línea 2’ rechazamos un modelo celebrativo que busca más que nada ser entretenido y “al gusto del mercado” algunos lectores de la versión anterior de este artículo nos han sugerido ser más claros en este punto.
La preocupación por el “aburrimiento” lleva a algunos a dar interminables explicaciones sobre “las partes de la Misa” siempre útiles pero muchas veces cargantes y que a veces se reducen a razones. Están bien pero no resuelven. Otros conservadores fuerzan las emociones hasta llegar a una instrumentalización de Dios a quien puedo comer y tocar, etc.
Otros (podemos hacerlo cualquiera pero especialmente lo hace la `línea 2´) pretenden divertir la eucaristía. Simplemente llenarla de entretenimiento y participación. También consideramos esta propuesta insuficiente.
Desde nuestra experiencia y diálogos creemos que no se trata de “divertir” la Eucaristía sino de acoger el don desde la vida. Podríamos decir “vitalizarla”. Sabemos que la palabra es insuficiente porque LA Vida es Cristo. Queremos referirnos a que si nuestra vida está metida en la celebración, el Espíritu viene en nuestra ayuda. Un místico decía que la Gracia se recibe según el recipiente, si como un dedal, un dedal, si como un barreño, un barreño.
Si miramos nuestra propia experiencia podemos descubrir que nuestra vivencia celebrativa es muy diferente según nuestro momento vital. Hemos celebrado de manera intensa a veces desde la tristeza (fallecimiento por ejemplo) o desde la alegría (bautismo). Nuestra celebración es intensa no si es aburrida o divertida sino si es vital.
12. COMUNIDADES VIVAS
Dejamos para el final la cuestión que consideramos esencial: la Comunidad. Por muy redonda que salga la Celebración nada hay si no hay amor. Aunque se hablará las lenguas de los ángeles o hubiera mucha fe…. El ejemplo extremo son esas celebraciones del cardenal Van Thuan en el campo de concentración.
¿Alguien duda de su autenticidad? La gran cuestión es la comunidad cristiana.
Me sigue impresionando la valiente afirmación del Sínodo de Canarias en 1992: Creemos que no ha de hablarse de crisis de vocaciones, sino de ausencia de grupos y comunidades integrados por creyentes cuya fe –no exenta de debilidades- constituye el centro de su vida. (número 128)
Me sigue impresionando la valiente afirmación del Sínodo de Canarias en 1992: Creemos que no ha de hablarse de crisis de vocaciones, sino de ausencia de grupos y comunidades integrados por creyentes cuya fe –no exenta de debilidades- constituye el centro de su vida. (número 128)
Estamos presos de “ritualismos” y de “antiritualismos” que son el mismo calcetín vuelto del revés. Nos preguntamos si las modas de uno u otro extremo, incluidas las nuestras, van en la onda del Concilio. Creemos que debe haber verdadera fidelidad a la Tradición, que por ser precisamente Fiel es Creativa y por tanto se encarna, se “incultura”, toma los lenguajes de su época. Abraza el máximo su tiempo, del que vive enamorado en todo lo que no sea pecado, en todo lo que no sea honrado
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Nos llama la atención que no haya ningún estudio sociológico sobre por qué se apuntan a una creencia light o a la no creencia los hijos de la inmensa mayoría de “agentes cualificados” de la evangelización. Por qué no creen (o creen poco) los hijos de los creyentes es una gran cuestión pero lo más sorprendente es que no se estudie, no se dialogue, quizá porque preferimos mirar para otro lado y -eso sí- ponerle la lupa a los ritos, unos para copiarlos sin más, otros para bordearlos, otros para revueltearlos.
Nos llama la atención que no haya ningún estudio sociológico sobre por qué se apuntan a una creencia light o a la no creencia los hijos de la inmensa mayoría de “agentes cualificados” de la evangelización. Por qué no creen (o creen poco) los hijos de los creyentes es una gran cuestión pero lo más sorprendente es que no se estudie, no se dialogue, quizá porque preferimos mirar para otro lado y -eso sí- ponerle la lupa a los ritos, unos para copiarlos sin más, otros para bordearlos, otros para revueltearlos.
13. LA IGLESIA COMO COMUNIDAD
También creemos que sirve de poco cada una de estas celebraciones si no avanzamos con otros grupos eclesiales en una línea armónica.
-Si no es cosa solo nuestra sino de todos “ser una Iglesia en salida”
-Si no estamos junto con otros grupos en esta renovación. Si cuando estos chicos van a una celebración en su ciudad, esta fuera excesivamente “ritualista” o centrada en el “entretenimiento” estaríamos construyendo sobre arena.
Otra cuestión que desborda este artículo sería la coherencia entre estos puntos que planteamos y la aplicación a los otros sacramentos.
Esperamos que el diálogo desde las experiencias sea fecundo.
14. CONCLUSIÓN
A partir de una celebración juvenil de Vigilia pascual de la Asociación SAL! hemos expuesto algunas propuestas para las celebraciones juveniles en el contexto eclesial.
Nuestra idea central es que las celebraciones no deben ser aburridas sino que deben estén cargadas de vida., Para que las celebraciones estén cargadas de vida los jóvenes deben tener una vida intensa en que ocupe un lugar central la Justicia.
Los problemas de fe que suelen aparecer un poco más tarde creemos que no tienen que ver tanto con la fe cuanto con la vida solidaria, o no, que se lleve. La fe -creemos- no se transmite se contagia. Solo una fe mística de adultos podrá contagiarse. El aburrimiento en Misa es solo una señal que debe hacernos pensar y actuar.