Esta Iglesia que nos ama y amamos merece que las víctimas de abusos puedan expresarse como quieran. En este caso la sensibilidad cristiana del sujeto ha hecho posible el marco místico celebrativo del relato de manera equilibrada, propio de una fe hecha carne que también redime una carne maltratada. Ni en la prensa, ni en el sótano, en la comunidad viva, bajo la Palabra y el Cirio, en la Iglesia y dando gracias -Eugenio A.Rodríguez-
Ayer viví (vivimos) un encuentro liberador y sanador.
Entiendo que liberador y sanador no sólo para mí. ¡¡¡Qué interesado o incluso egoísta hubiese sido!!!
Liberador y sanador porque se proclamó la Palabra De Dios.
Sanador y liberador porque se encendió el Cirio Pascual que todo lo alumbra;
sanador y liberador porque cantamos salmos, hicimos peticiones, celebramos gestos que son pequeños “sacramentales” que nos recuerdan que la Gracia se desparrama en forma de Misericordia, fortaleza y además cantamos y escuchamos cantos del “alma”.
Sanador y liberador porque donde dos o más se reúnen en su nombre, allí está el Señor renovando la historia, haciendo nuevas todas las cosas, abriendo caminos insospechados de futuro para todos sus hijos.
Sanador y liberador porque fue eclesial, porque amamos a la iglesia, porque respetamos lo que cada uno de nosotros somos ante Dios y ante los hombres. En el caso de los curas, no somos jefes de un puesto, sino humildes servidores que hoy estamos y mañana no, pero no dejamos ni perfumes, ni honores en nuestras entradas, así como tampoco dejamos ni hiel, ni azufre en nuestras salidas. Nos abrazamos los que salimos, los que entran y los que permanecen. Y en ese abrazo dd los presbiterios, estuvo representado el abrazo del Pueblo De Dios que valora a los curas pero no los idolátrica; los respeta pero porque se hacen de respetar por su entrega y por su humilde servicio.
Entiendo que liberador y sanador no sólo para mí. ¡¡¡Qué interesado o incluso egoísta hubiese sido!!!
Liberador y sanador porque se proclamó la Palabra De Dios.
Sanador y liberador porque se encendió el Cirio Pascual que todo lo alumbra;
sanador y liberador porque cantamos salmos, hicimos peticiones, celebramos gestos que son pequeños “sacramentales” que nos recuerdan que la Gracia se desparrama en forma de Misericordia, fortaleza y además cantamos y escuchamos cantos del “alma”.
Sanador y liberador porque donde dos o más se reúnen en su nombre, allí está el Señor renovando la historia, haciendo nuevas todas las cosas, abriendo caminos insospechados de futuro para todos sus hijos.
Sanador y liberador porque fue eclesial, porque amamos a la iglesia, porque respetamos lo que cada uno de nosotros somos ante Dios y ante los hombres. En el caso de los curas, no somos jefes de un puesto, sino humildes servidores que hoy estamos y mañana no, pero no dejamos ni perfumes, ni honores en nuestras entradas, así como tampoco dejamos ni hiel, ni azufre en nuestras salidas. Nos abrazamos los que salimos, los que entran y los que permanecen. Y en ese abrazo dd los presbiterios, estuvo representado el abrazo del Pueblo De Dios que valora a los curas pero no los idolátrica; los respeta pero porque se hacen de respetar por su entrega y por su humilde servicio.
Un acto sanador para las comunidades cristianas con las que he caminado como hermano y pastor, que tienen derecho a conocer la verdad, al menos mi versión de los hechos (que me obligan a pedir mi salida) y que quedarán o no ratificados en el proceso judicial que algún día (oh, dichoso ese día) saldrá a la luz. De momento, no tiene por qué ser todo silencio. Me creo en el derecho y en la obligación de dar una explicación sencilla y testimonial a la gente, que es adulta, madura, libre y -sobre todo- SINODAL, es decir: si hacemos camino juntos, no me puedo salir del camino sin dar al menos una sencilla explicación.
Sanador y liberador porque comenzamos y terminamos dando gracias y eso nos hace reconocernos muy queridos y muy privilegiados y por tanto, muy comprometidos a futuro con el Evangelio .