Sugerencias para un cristianismo del siglo XXI: dialogante, comprometido, plural, vocacional, misionero, en crecimiento
martes, octubre 14, 2025
MÚSICA PARA LA SOLIDARIDAD EN EL PROGRAMA DE RADIO "SOLIDARIDAD"
Haciendo que me despertara
Soñaba que flotaba en tu vientre mamá
Que volvía a nacer que me creaba
Que recobraba las ganas de vivir
Que la vida aún tenia mil regalos para mí
Soñaba que volvía a respirar bien
Y he saltado de la cama con las pilas al cien
Con las ideas oxigenadas
De lo que quiero ser, una visión clara
Ey, ya no hago un drama por nada
La vida era distinta a como yo me la tomaba
No es hacer, no es tener, es ser
Es amar, es crear, no es huir ni temer
Ey, si me olvidé de mi mismo por demasiado tiempo
Da igual, porque hoy es mi renacimiento
Hoy es mi renacimiento
Hoy es mi renacimiento
Hoy es mi renacimiento
Hoy es mi rena
Ninguna droga joderá mi libertad
No quiero dañar mi cuerpo
No quiero fingir, quiero realidad
Voy a decir la verdad en todo momento
Hoy soñé que podía cambiar
Nada cambia si nada cambia
El mayor amor le tengo a mi persona
Ni me quiero matar ni me quiero morir, ¡perdona!
No me gusta ser un infeliz
Quiero respirar por la nariz
Quiero el puro sentimiento sin alterar
Quiero que el tiempo, sea una línea vertical
Quiero poner fin al motín de mi mente
Y que mi alma vuelva a reinar
Si me olvidé de mi mismo por demasiado tiempo
Da igual porque hoy es mi renacimiento
Hoy es mi renacimiento
Hoy es mi renacimiento
Hoy es mi renacimiento
Hoy es mi rena
Voy a mirarme en el espejo
Y me voy a perdonar, por fin, por el daño que me he hecho
Voy a mirar ahí dentro
Y voy a bañarme en mi propia luz de salud y conocimiento
Porque es mi vida lo que está en juego
Nada más importante ya que es lo que es lo único que tengo
Voy a quererme y a cuidarme a partir de hoy
No quiero recuerdos, necesito vivir más ¡Allá voy!
Hoy es mi renacimiento
Hoy es mi renacimiento
Hoy es mi renacimiento
Hoy es mi renacimiento
Hoy es mi renacimiento
Hoy es mi renacimiento
Hoy es mi renacimiento
Hoy es mi renacimiento
Hoy es mi renacimiento
Hoy es mi renacimiento
Hoy es mi renacimiento
Hoy es mi renacimiento
Hoy es mi renacimiento
Hoy es mi renacimiento
Hoy es mi renacimiento
Hoy es mi renacimiento
Hoy es mi renacimiento
Hoy es mi renacimiento
Hoy es mi renacimiento
Hoy es mi renacimiento
Hoy es mi renacimiento
Hoy es mi renacimiento
Hoy es mi renacimiento
Hoy es mi renacimiento
Hoy es mi renacimiento
Hoy es mi renacimiento
Hoy es mi renacimiento
Hoy es mi renacimiento
Hoy es mi renacimiento
Hoy es mi renacimiento
Hoy es mi renacimiento
Hoy es mi renacimiento
Soy engreída y lo sabes bien
A ti que tienes siempre caldo en la nevera
Tú que podrías acabar con tantas guerras
Escúchame
Paremos la ciudad
Sacando un pecho fuera al puro estilo Delacroix
Mamá, mamá, mamá
Ma-ma-ma-ma-ma-ma-ma-ma-ma-ma-ma, mamá
Todas las ma-ma-ma-ma-ma-ma-ma-ma-ma-ma-ma-ma
Ma-ma-ma-ma-ma-ma-ma-ma-ma-ma-ma, mamá
Con ganas de llorar, pero con fortaleza
Escúchame
Paremos la ciudad
Sacando un pecho fuera al puro estilo Delacroix
Mamá, mamá, mamá
Ma-ma-ma-ma-ma-ma-ma-ma-ma-ma-ma, mamá
Todas las ma-ma-ma-ma-ma-ma-ma-ma-ma-ma-ma-ma
Ma-ma-ma-ma-ma-ma-ma-ma-ma-ma-ma-ma (mami)
Ma-ma-ma-ma-ma-ma-ma-ma-ma-ma-ma, mamá
Vivan las ma-ma-ma-ma-ma-ma-ma-ma-ma-ma-ma-ma
Ma-ma-ma-ma-ma-ma-ma-ma-ma-ma-ma-ma-ma-ma-ma-ma-ma-ma-ma-ma
Sin ellas no habría humanidad ni habría belleza
Y lo sabes bien
Lo-lo-lo-lo-lo-lo-lo-lo-lo-lo-lo-lo-lo
(Lo sabes bien) lo-lo-lo-lo-lo-lo-lo-lo-lo-lo-lo-lo-lo
Escúchame
OMBLIGUISMO Y ADULACIÓN
Artótrogo: Ni el propio dios Marte se atrevería a comparar sus proezas con las tuyas.
Pirgopolinices: ¿No le salvé la vida a ese tal Marte?
Artótrogo: Eso no es nada en comparación con tus otras hazañas. ¿Te acuerdas cómo en la India le rompiste la pata a un elefante de un puñetazo?
Pirgopolinoces: Y eso que lo golpeé con desgana.
Artótrogo: ¡Naturalmente! Si llegas a poner toda tu fuerza, tu brazo le hubiera atravesado la piel, el vientre y hasta la mandíbula a ese elefante.
Pirgopolinices: ¿Qué iba a decir?
Artótrogo: Sé lo que ibas a decir: es la pura verdad, lo recuerdo perfectamente.
Pirgopolinices: ¿Y qué era?
Artótrogo: ¡Fuera lo que fuera, da igual!
Pirgopolinices: ¿Te acuerdas por casualidad…?
Artótrogo: Claro que me acuerdo. Venciste a ciento cincuenta soldados en Cilicia, cien en Escilolatronia, acabaste con treinta sardos y sesenta macedonios. A todos esos hombres mataste tú en un solo día.
Pirgopolinices: ¿Cuántos suman en total?
Artótrogo: Siete mil.
Plauto, Miles gloriosus, traducción del latín de José Román Bravo
lunes, octubre 13, 2025
No existe síndrome postaborto
Por Juan Manuel de Prada/ABC
En diversas ocasiones, hemos denunciado desde esta tribuna el cientifismo, que Gregorio Marañón definía «en el caso mejor, la fe excesiva en todo lo que viene de la ciencia; y, en el caso peor, el manejo intencionado de todo lo que no lo es». Este cientificismo ha alcanzado en nuestra época terminal, donde triunfan todas las pacotillas, densidad de enjambre, hasta convertirse en una nueva forma de totalitarismo que pretende ‘explicar’ cualquier asunto, tratando de sustituir al técnico, al historiador, al filósofo, al teólogo y hasta al mismísimo Dios (no en vano uno de los empeños más turulatos del cientifismo consiste en intentar demostrar que Dios no existe). A veces, esta obsesión cientifista se extiende, incluso, entre quienes se supone que deberían denunciarla. Acaba de ocurrir recientemente con el debate surgido en torno al llamado ‘síndrome post-aborto’, que según quienes defienden su existencia incluye depresiones, estrés postraumático, ansiedad y ataques de pánico, trastornos alimenticios y adicciones, entre otras calamidades. Por supuesto, enseguida han surgido voces que niegan la existencia de este ‘síndrome post-aborto’ y de paso también que el aborto cause daño alguno a las mujeres que lo perpetran, invocando la ‘autoridad’ de la OMS y de otros contubernios o conciliábulos al servicio de la ideología sistémica.
No existe un ‘síndrome post-aborto’, como no existe un ‘síndrome post-adulterio’ ni un ‘síndrome post-asesinato’. Existe algo mucho más real, algo mucho más aflictivo que un ‘síndrome’; algo que no pertenece al ámbito de la ciencia, sino de la filosofía moral, que es otro ámbito del conocimiento que el cientifismo trata de colonizar. El aborto es un crimen monstruoso, un acto de injusticia absoluta, porque consiste en la destrucción deliberada de la vida más inocente e indefensa. Y cuando perpetramos o consentimos un crimen monstruoso la conciencia reacciona infligiéndonos un torturante dolor moral. Porque la conciencia humana, aparte de descubrir racionalmente el bien y el mal mediante un juicio teórico, adapta nuestra conducta a tal juicio. Y esta capacidad para emitir un juicio práctico sobre la naturaleza de sus propios actos es la grandeza mayor del ser humano. Inevitablemente, cuando nuestros actos no obedecen el juicio de la conciencia, se produce –si no hemos dejado de ser humanos– un dolor moral acorde con el grado de malignidad de dichos actos. Es lo que vulgarmente denominamos ‘sentimiento de culpa’ o ‘remordimiento’, que puede llegar a convertirse en un infierno en vida, mucho más terrible que cualquier ‘síndrome post-aborto’; sobre esta cuestión Dostoievski escribió algunas de las más grandes obras de la literatura universal. Este dolor moral, sin embargo, no es ninguna ‘enfermedad’ ni afección, sino por el contrario, una reacción benéfica de la conciencia.
Pero aquí llega siempre alguien que proclama: «¡Pues yo he abortado y mi conciencia no me lo reprocha!». Y así ocurre, en efecto, porque ha dejado de ser persona, ha sufrido aquel proceso que C. S. Lewis denominaba ‘abolición del hombre’. Como nos enseña el demonio Escrutopo, las leyes morales son como los colores primarios: siempre las mismas, siempre inmutables; trascienden todas las culturas y todas las épocas, no pueden ser cambiadas, reemplazadas ni ‘superadas’ sin destruir nuestra condición humana. Pero surgen ‘manipuladores sociales’ que intentan redefinir o reemplazar las leyes morales universales creando sistemas éticos basados en subjetivismos (deseos, conveniencias, utilidades, etcétera) o ideologías; sólo que al redefinir o reemplazar las leyes morales no crean ningún sistema moral nuevo, sino que destruyen o abolen la condición humana, produciendo seres producto de su manipulación, sin libre albedrío ni juicio moral; seres sin conciencia, o con la conciencia averiada, que pueden ser moldeados según los intereses de los manipuladores sociales. El Gran Inquisidor de Dostoievski lo explicaba maravillosamente: «Les permitiremos pecar, ya que son débiles, y por esta concesión nos profesarán un amor infantil. Y nos mirarán como bienhechores al ver que nos hacemos responsables de sus pecados. Y ya nunca tendrán secretos para nosotros».
Estos manipuladores sociales han convertido la conciencia en una mera ‘subjetividad’ que puede forjarse libremente su propia moral, según sus conveniencias y deseos personales. De este modo, la conciencia se degrada a la condición de mecanismo exculpatorio. O, como señalaba Newman en su ‘Carta al Duque de Norfolk’: «La conciencia es una consejera severa, pero en este siglo se ha reemplazado con una falsificación de la que los dieciocho siglos precedentes jamás habían oído hablar o de la que, si hubieran oído, nunca se habrían dejado engañar: es el derecho a actuar según el propio placer». Pero actuar según el propio placer, acallando el juicio de la conciencia, nos convierte en autómatas que han perdido su centro moral y con ello su humanidad; y nos deja en manos de los manipuladores sociales. Además, acallar el juicio de la conciencia mientras dura nuestra vida terrenal no nos libra de su juicio, cuando nuestra conciencia sea por fin liberada: «El hombre –señalaba Castellani– está obligado a consultar su conducta con su propia razón; pues no será por la conciencia de otro que será juzgado por Dios, sino por la propia».
No existe el síndrome post-aborto; existe la conciencia, que reacciona provocando dolores morales que pueden llegar a resultar extraordinariamente tortuosos, si no renegamos de nuestro crimen. Los manipuladores sociales han logrado postergar esos dolores morales destruyendo nuestra humanidad, pero nunca los podrán anular. Y cuando esos dolores se postergan demasiado, se convierten en eternos. ‘That’s all, folks.’
jueves, octubre 09, 2025
jueves, octubre 02, 2025
martes, septiembre 30, 2025
jueves, septiembre 25, 2025
TE ODIO, FRANCISCO
por Chili Obando
Porque cuando todos esperaban un monarca, vos apareciste con olor a calle y a Evangelio.
Te odio porque te bajaste del trono de Pedro y te subiste al bondi con nosotros.
Te odio porque no quisiste vivir en un palacio.
Porque elegiste una piecita chiquita en la Casa Santa Marta, como si la humildad fuera la única corona que te interesaba.
Te odio porque comías con los empleados y no con los príncipes de la Iglesia.
Porque abriste las puertas del Vaticano y dejaste entrar el barro de la humanidad.
Te odio porque te llamaste Francisco, como el loco de Asís.
Y los locos, Francisco, nos desordenan el alma.
Nos hacen ver que el amor no es cómodo, ni diplomático, ni tibio.
Te odio porque no hablaste como un Papa, hablaste como un abuelo sabio que acaricia con las palabras y sacude con el ejemplo.
Te odio porque antes fuiste Jorge.
Ese cura del subte, del mate compartido, de los pies lavados en las villas.
Te odio porque no te importaba caerle bien al poder, te importaba que el pobre no cayera del mundo.
Te odio porque metiste presos a cientos de pedófilos y echaste a cardenales corruptos, sin miedo, sin cálculo.
Te odio porque te animaste a limpiar la casa por dentro, y eso duele.
Te odio porque dijiste lo que nadie se animaba a decir.
Te odio porque no viniste a Argentina.
Porque nos dejaste con las ganas.
Porque nos obligaste a amarte a la distancia, como se ama a los que duelen.
Te odio porque sos peronista.
Y te odio más porque jamás te disculpaste por eso.
Porque tu política era el Evangelio, y eso sí que incomoda.
Te odio porque nos pediste que cuidemos a los viejos y a los niños.
Porque nos hiciste mirar a los costados, cuando preferíamos mirar para arriba.
Te odio porque nos sacaste de la comodidad de las parroquias y nos empujaste a salir, a embarrarnos, a ir al encuentro.
Te odio porque le diste valor a los pequeños gestos.
A ese “buen día” al portero, al “perdón” en casa, al abrazo que llega antes del juicio.
Te odio porque nos invitaste a soñar siempre, y eso es peligroso.
Porque los que sueñan no se conforman.
Te odio porque hiciste de la misericordia tu bandera.
Porque abriste las puertas del Jubileo y nos dijiste que el perdón es un derecho divino, no un premio de los buenos.
Te odio porque abrazaste a los presos, lavaste sus pies, y dijiste que nadie está perdido para siempre.
Te odio porque en Lampedusa lloraste por los migrantes muertos en el mar.
Porque lanzaste flores al agua como quien pide perdón por todo lo que no hicimos.
Te odio porque dijiste que el Mediterráneo se convirtió en un cementerio, y nos dolió.
Te odio porque nunca te diste por vencido.
Porque con 88 años, en silla de ruedas, seguías viajando, hablando, amando, denunciando.
Te odio porque hiciste más con un pulmón solo que muchos con el cuerpo entero.
Te odio porque nombraste cardenales de los márgenes: de los barrios, de África, de Asia, de la periferia.
Porque volviste a decirnos que el centro está en las orillas.
Y te odio porque nos diste vuelta el mapa.
Te odio porque te arremangaste en el Sínodo y escuchaste más de lo que hablaste.
Porque no tuviste miedo de abrir debates, ni de que la Iglesia se parezca al pueblo de Dios, con sus dudas, sus búsquedas, sus heridas.
Te odio porque fuiste a lugares donde nadie iba.
Porque fuiste el primer Papa en pisar Irak.
Porque en Filipinas reuniste la multitud más grande de la historia, y no fue por vos, fue por la esperanza que llevabas.
Te odio porque hablaste en el Capitolio de Estados Unidos y les recordaste que los inmigrantes también tienen rostro y nombre.
Porque en la ONU no hablaste de geopolítica, hablaste de humanidad.
Porque cuando decías “no a la guerra”, yo sentía que me estabas hablando a mí, no a los líderes, sino al tipo común que ya se había resignado.
Te odio, Francisco, porque me hiciste volver a creer que la Iglesia puede parecerse a Jesús.
Porque nos mostraste que el poder, si no sirve, no sirve para nada.
Porque nos dejaste una Iglesia con olor a Evangelio, no a naftalina.
Te odio porque sonreías con los ojos.
Y eso desarma a cualquiera.
Porque en medio del barro,
en medio de tanta miseria y tanto miedo,
vos encontrabas ternura.
Y eso… eso también salva.
Te odio, Francisco,
porque abrazaste a los gays,
a la comunidad LGTB,
a quienes siempre fueron dejados al margen.
Porque cuando todos les daban la espalda,
vos abriste los brazos.
Y no preguntaste cómo vivían.
Preguntaste si sabían que eran amados por Dios.
Te odio, Francisco…
porque te hiciste querer con una fuerza brutal, de esas que no se olvidan.
Porque nos mostraste que el amor verdadero incomoda, desinstala, exige.
Te odio porque tu muerte no es ausencia, es desafío.
Te odio porque ahora te volviste semilla.
Y las semillas, Francisco, ya sabemos lo que hacen:
se entierran, duelen, desaparecen…
y después revientan en vida.
Ahora te odio, Francisco,
porque ya no puedo mirar el mundo sin preguntarme
qué harías vos si estuvieras acá.
Y lo peor, Francisco…
es que me dejaste con la respuesta.
martes, septiembre 23, 2025
EL BEBÉ MUERTO DEL ÁNGELUS DE MILLET
Decía Salvador Dalí, obsesionado con este cuadro, que esta era la “obra pictórica más íntimamente turbadora, la más densa”.
El realista Millet pinta otra de sus escenas campestres con gente humilde y trabajadora, convenciéndonos casi de que va a ser verdad eso de que el trabajo dignifica.
En un páramo casi desierto, dos campesinos interrumpen sus labores en el campo para rezar el Ángelus (una oración diaria del catolicismo). Sus caras no se ven, pero sólo con sus gestos (cabeza agachada, sombrero en mano, manos al pecho…) expresan más información y matices poéticos que ningún otro cuadro de la historia del arte.
El contraste lumínico desde luego ayuda a palpitar el corazón del espectador.
Más aún si sabemos cual era la intención inicial del pintor: Gracias a un análisis con rayos X, sabemos que Millet situó en un principio donde está el cesto del suelo un ataúd infantil con el bebé fallecido de la pareja protagonista.
Al parecer, Millet se dio cuenta de que con bebés muertos quizás la burguesía no compraría tan bien el cuadro, así que transformó el entierro del hijo de la pareja de campesinos en un momento de oración e intimidad. Aún así, la tristeza en el ambiente sigue intacta.
Millet deja atrás con cuadros como este el individualismo y la superficialidad del romanticismo y crea una de las obras maestras indiscutibles del arte universal.
Créditos: HA Historia Arte
Título original: L'Angélus (El Ángelus)
Artista: Jean Francois Millet
Museo: Museo d’Orsay, París (Francia)
Técnica: Óleo (55,5 x 66 cm.)
Escrito por: Miguel Calvo Santos
MÁS DEL ARTE
https://tapthe.link/HistoriadelarteEn10Minutos
https://tapthe.link/ElAngelusEn2minutos
miércoles, septiembre 17, 2025
DIÁLOGO SEGÚN SALVADOR ILLA Y LUIS ARGÜELLO
miércoles, septiembre 10, 2025
Miden la huella en la salud mental de los jóvenes que empezaron a usar el móvil antes de los 13 años
Pensamientos suicidas, agresividad, sensación de estar desconectado de la realidad y alucinaciones.Estos son solo algunos de los síntomas que desarrollarían los adolescentes si han adquirido un móvil antes de los 13 años.
martes, septiembre 09, 2025
El inconsciente sionista habla de @Palestina
El Estado genocida y sus autoridades niegan el derecho del pueblo palestino a existir y a tener su Estado, lo dicen afirmando que no existe semejante cosa ni ha existido jamás [algo que en España han repetido el infame Aznar y sus esbirros].
Un paréntesis: He conocido a varios sionistas que afirman que el Estado genocida existe desde hace más de 2 mil años sin interrupción y que son los palestinos los invasores que quieren quitarles la tierra. [¡Mecachis!]
Un Estado árabe, término que se repite 19 veces
Y un Estado judío, término que aparece 13 veces.
Israel aparece 0 veces.
La expresión "Estados judío y árabe" aparece 0 patatero veces
Como para seguir dudando de quiénes son los parásitos.
PD. El mapa adjunto es de Palestina en 1942 publicado por National Geographic y ya habla de la partición en dos Estados.
domingo, septiembre 07, 2025
Me es suave la carga
Amo Señor tu sendas, y me es suave la carga
Que en mis hombros pusiste;
Que el cielo ante mis ojos de tinieblas se viste,
Que el agua del camino es amarga, es amarga,
Que se enfría este ardiente corazón que me diste;
Y siento el alma triste y hasta la muerte triste...
El espíritu es débil y la carne cobarde,
Lo mismo que el cansado labriego, por la tarde,
De la dura fatiga quisiera reposar...
Señor, la oscura noche; y detrás de tus huellas,
Con la cruz que llevaste, me es dulce caminar.
martes, septiembre 02, 2025
«Una población que no puede prestar atención no puede ser a largo plazo una democracia»
No lo sabía, qué interesante. Le diría a quien lee que piense en cualquier cosa que haya hecho de la que esté orgulloso, iniciar un negocio, ser un buen padre, aprender a tocar la guitarra, sea lo que sea, eso de lo que estás orgulloso requiere concentración y atención sostenidas. La atención sostenida está en el centro de todos los logros humanos: deportivos, musicales, la consecución de amistades. Prestar atención es nuestro superpoder como especie, y cuando tu capacidad de prestar atención disminuye, tu capacidad para lograr tus objetivos, para resolver problemas, se ve disminuida. Te sientes peor contigo mismo porque eres menos competente. Recuperar tu atención es como recuperar tu superpoder. Vivimos en una gran crisis de atención. El oficinista medio se concentra actualmente en una sola tarea menos de tres minutos. Por cada niño que fue identificado con problemas graves de atención cuando yo tenía siete años, ahora se identifican 100. James Williams me dijo: «Imagina que estás conduciendo y alguien tira barro sobre el parabrisas. No importa lo que tengas que hacer en tu destino, lo primero que tienes que hacer es quitar el barro porque así no vas a llegar a ninguna parte». La crisis de la atención es así: hay problemas mayores en el mundo, pero si no afrontamos la crisis de atención, nos va a costar mucho afrontar cualquier cosa.
Como en la analogía entre la obesidad y la distracción, nos hacen creer que es nuestra culpa. Pero no se trata solamente de una cuestión de autodisciplina o autocontrol: es un problema sistémico. Habla de doce factores que están perjudicando nuestra atención, y todos ellos están vinculados a algo que no podemos resolver solo a nivel individual.
Yo pensaba que era culpa mía cuando durante años sentí que mi atención estaba empeorando. Cada año sentía que mi capacidad para hacer cosas que requieren una concentración profunda y que son tan importantes para mí, como leer libros, tener conversaciones largas, ver películas, se estaban volviendo cada vez más difíciles, y podía ver que le estaba sucediendo a la mayoría de las personas que me rodeaban. Pero pensaba: algo anda mal en mí, me falta fuerza de voluntad, ¿por qué no puedo resistir estas tentaciones? Para el libro realicé un gran viaje por el mundo y entrevisté a más de 200 de los principales expertos y lo que aprendí es que hay evidencia científica de doce factores que pueden empeorar la atención. Y muchos han aumentado enormemente en los últimos años. Ciertamente tenemos agencia individual, hay cosas que podemos hacer como individuos para mejorar nuestra situación. Pero tu atención no colapsó, fuerzas grandes y poderosas te la han robado. Y podemos actuar en dos niveles: como defensa y como ataque. Hay cosas que todos podemos hacer como individuos para proteger y defender nuestra atención y la de los niños, pero también tenemos que atacar a las fuerzas que nos están haciendo esto.
Gran parte de la crisis de atención tiene que ver con el «capitalismo de la vigilancia»: hay una maquinaria gigantesca trabajando específicamente para que nos quedemos enganchados a las pantallas. ¿Cómo podríamos luchar contra, como dice Tristan Harris, ese «constante goteo de cocaína conductual»?
Una de las cosas que más me llamó la atención en Silicon Valley fue lo increíblemente culpables y avergonzados que se sienten los creadores de estas tecnologías por lo que han hecho. Un día James Williams habló en una conferencia de tecnología donde la audiencia eran literalmente las personas que diseñaron las cosas que usamos hoy y que sus hijos usarán mañana, y les dijo: «¿Hay alguien aquí que quiera vivir en el mundo que estamos creando? Por favor levante la mano». Nadie la levantó. Al principio yo pensaba que el problema era la invención del teléfono inteligente, lo que me dejó con una sensación de desesperanza porque no vamos a desinventarlo, ¿verdad? Ni deberíamos. No vamos a unirnos a los amish. Entrevistando gente en Silicon Valley empecé a darme cuenta de que el problema tecnológico es, en cierto punto, más limitado: el problema no es la existencia de la tecnología, es el diseño actual de las apps.
¿Por qué?
Si estás leyendo ahora y abres TikTok, Facebook, Twitter, Instagram o cualquier red social, esas empresas inmediatamente comienzan a ganar dinero contigo de dos maneras: la primera es que ves publicidad; la segunda forma es mucho más importante: todo lo que haces es escaneado y ordenado por sus algoritmos para descubrir quién eres y qué te motiva, qué te enoja, qué te entristece. Si has estado en estas aplicaciones durante algún tiempo, sus algoritmos sabrán decenas de miles de cosas sobre ti, están leyendo tus mensajes privados, saben lo que te gusta y lo que no. Saben muchísimo más sobre ti que tus vecinos. Y están acumulando toda esta información para descubrir qué mostrarte a continuación que te mantenga haciendo scroll. Cuanto más scroll haces, más dinero ganan. Cada vez que cierras la aplicación, ese flujo de ingresos desaparece. Entonces todo está diseñado para: ¿cómo hacer para que las personas utilicen la app con la mayor frecuencia posible y se queden en ella el mayor tiempo posible? Es una maquinaria diseñada para hackear e invadir tu atención. Así como al director de KFC lo único que le importa es con qué frecuencia fuiste a KFC esta semana y qué tamaño tenía el balde de alitas que compraste. Pero podemos tener todas las redes sociales que hay actualmente y que no estén diseñadas para funcionar así. Azar Raskin me dijo: «Hay que prohibir el modelo de negocio actual de las redes sociales».
¿Qué opciones habría?
Esencialmente, hay tres formas en que se pueden financiar las redes sociales. La primera es la que tenemos ahora, lo que Shoshana Zuboff llama «capitalismo de vigilancia»: parece que obtienes el producto gratis, no pagas nada por adelantado, pero a cambio te vigilan y escanean en secreto, hackean tu atención y la venden a los anunciantes; no pagas con dinero, sino con tu atención. Y hay dos modelos alternativos. Uno es la suscripción. Sabemos cómo funciona Netflix: pagas una cierta cantidad a cambio de obtener acceso. Y la clave de ese cambio es que todos los incentivos cambian. En este momento, estas empresas están pensando: ¿cómo puedo hackearla para que siga en esta app el mayor tiempo posible? No eres el cliente. El cliente es el anunciante. Eres el producto. Pero con la suscripción de repente ya no dicen: ¿cómo la hackeamos e invadimos?, sino: es nuestra clienta, ¿qué quiere ella? Resulta que se siente bien cuando se encuentra con personas y las mira a la cara, diseñemos nuestra aplicación para maximizar su encuentro con la gente. Tristan y sus amigos podrían hacerlo mañana. Pero los incentivos tienen que estar ahí. El tercer modelo posible, que probablemente sería mi preferido, aunque hay que tener cuidado, es pensar en el alcantarillado público. Antes había caca en las calles, la gente contrajo cólera, era horrible. Así que todos pagamos juntos para construir y mantener las alcantarillas. Quizá querríamos ser dueños de las tuberías de información porque estamos recibiendo el equivalente al cólera por nuestra atención. Cualquier modelo que elijamos, la clave es entender que se volverán cada vez mejores en hackear e invadir nuestra atención. Hay que romper ese eslabón de la cadena. Una vez que rompes esa conexión, se abren todo tipo de posibilidades. Pero si no se rompe ese vínculo, estas empresas extremadamente sofisticadas e inteligentes mejorarán cada vez más. Piensa en cuánto más adictivo es TikTok que Facebook en este momento. Imagina la próxima iteración de TikTok usando IA supergenerativa.
Un argumento que aparece comúnmente cuando alguien critica las redes sociales es la tecnofobia.
La forma en que las big tech quieren enmarcar este debate es: ¿eres pro-tecnología o anti-tecnología? Y si ese es el debate, simplemente piensas: bueno, no voy a renunciar a mi teléfono y unirme a los amish. Ese no es el debate. Todos somos pro-tecnología, mejora enormemente muchos aspectos de nuestras vidas. El debate es: ¿qué tecnología se diseñó y con qué fines? ¿Trabaja en interés de quién? Quiero tecnología que funcione a nuestro favor para mejorar nuestras vidas, no tecnología que funcione en nuestra contra para enriquecer aún más a Mark Zuckerberg y Elon Musk.
Con respecto a la radicalización en las redes sociales, se estaría poniendo en peligro algo más importante a nivel político: ¿cuál es el precio que paga la democracia en la crisis atencional?
En los años 80 usábamos lacas para el cabello que contenían una sustancia química llamada CFC que destruía la capa de ozono. Los científicos descubrieron el problema, el público absorbió la ciencia y presionó a sus líderes para que actuaran para abordarlo. Como resultado, la capa de ozono está casi curada. Ahora nos polarizaríamos. Debido a la dinámica de las redes sociales, algunas personas absorberían la ciencia y defenderían lo correcto. Otras dirían «¿cómo sabemos siquiera que existe la capa de ozono?». Estaríamos inundados de desinformación y locura. La democracia es una forma de atención colectiva sostenida. Y no es coincidencia que estemos teniendo la mayor crisis de la democracia en el mundo desde 1930 al mismo tiempo que tenemos esta crisis de atención individual. Una población que no puede prestar atención y pensar profundamente no puede ser, a largo plazo, una democracia.
Es muy peligroso.
No tiene por qué suceder. Cuando los países se enfrentan a estas empresas y exigen un cambio, lo obtienen. En Australia, Scott Morrison le dijo a Facebook: «Tienes que dar parte de tu dinero, de tus ingresos publicitarios, a los medios australianos porque son una parte esencial de una democracia». Facebook se volvió loco, amenazó con aislar a Australia. Pero Morrison mantuvo los nervios y Facebook cedió. Porque somos mucho más poderosos que ellos. Si queremos, podemos regular estas empresas. James Williams siempre me decía: «Los seres humanos tuvieron el hacha durante millones de años antes de que alguien dijera “muchachos, ¿deberíamos ponerle un mango?”. Internet existe desde hace menos de 10.000 días». Podemos ocuparnos de estas cosas si queremos, pero ellos no lo harán por nosotros. Tenemos que obligarlos.
Según Gallup, los empleados desmotivados le cuestan al mundo 8 billones de dólares en pérdida de productividad. ¿Por qué hay tan pocas empresas implementando la semana laboral de cuatro días si los estudios demuestran que las personas son más productivas y felices?
Tenemos, y me incluyo, un concepto profundamente disfuncional de lo que es la productividad. Pensamos que el trabajador productivo es aquel que contestará tu correo electrónico inmediatamente, que será la primera persona en llegar a la oficina y la última en salir, quien absorberá la máxima cantidad de estrés y seguirá sin quejarse. Pero, el neurocientífico Earl Miller dice: «Solo puedes pensar conscientemente en una o dos cosas a la vez, eso es todo». Es una limitación fundamental del cerebro humano. Pero hemos caído en una especie de engaño masivo. El adolescente promedio cree que puede seguir seis o siete plataformas al mismo tiempo. Pero lo que haces es malabarismos entre tareas y eso tiene el efecto del coste de cambio: cometes más errores, recuerdas menos, eres mucho menos creativo. Si te interrumpe algo tan simple como un mensaje de texto, te toma, en promedio, 23 minutos recuperar el nivel de concentración que tenías antes de la interrupción. Pero la mayoría de nosotros nunca tenemos 23 minutos sin ser interrumpidos, por lo que operamos constantemente al nivel más bajo de capacidad. Según Miller, vivimos en una tormenta perfecta de degradación cognitiva. Tu jefe te envía un correo electrónico y dice «bueno, solo le tomará 10 segundos leer mi correo electrónico y responder». No, te llevará 10 segundos más los 23 minutos necesarios para recuperar la concentración. Y si no duermes lo suficiente, te costará mucho prestar atención al día siguiente. De hecho, dormir seis horas por noche te deja con la atención equivalente a estar legalmente borracho. Y a nadie le gustaría que su personal fuera a trabajar borracho. El estrés crónico, sostenido y endémico destruye la atención.
En el mito de la multitarea, ante el tsunami de emails y la saturación laboral, ¿esto podría conducir también a una crisis de creatividad?
Sí, la creatividad proviene 100% del pensamiento y la reflexión profundos. ¿Y qué hemos exprimido de nuestras vidas? Exactamente eso. El CEO promedio de las Fortune 500 tiene 28 minutos al día para pensar. Esto es particularmente importante a la luz del desafío que plantea la IA generativa porque ¿qué podemos hacer nosotros que las máquinas no puedan? Conectar con otros seres humanos y ser creativos, pero la conexión y la creatividad requieren tiempo ininterrumpido y pensamiento profundo. Por eso vale la pena pensar en el derecho a la desconexión.
Estamos ante una crisis de pérdidas: la pérdida de la concentración, de la divagación mental, del sueño, del tiempo libre, del juego. Pero usted no es pesimista. ¿Cómo podemos unirnos a esa «rebelión de la atención» de la que habla en el libro?
Hay varias razones por las que no soy pesimista. Una es que soy gay y he visto al mundo transformarse totalmente a lo largo de mi vida. No digo que todavía no haya desafíos, pero la diferencia entre cómo era el mundo para los homosexuales cuando yo tenía 16 años y cómo es ahora es asombrosa, y los homosexuales eran una pequeña minoría, del 3 al 5% de la población. La crisis de la atención afecta literalmente a todo el mundo. No conozco a ningún padre que no esté preocupado por la atención de sus hijos. Y pienso en mis abuelas: cuando tenían mi edad, no se les permitía tener una cuenta bancaria y era legal que sus maridos las violaran. A mi abuela suiza ni siquiera le permitieron votar. Y esto no fue hace un millón de años. Nunca llegaron a ser las personas que podrían haber sido. Pensaban: «Esto apesta, es terrible, pero así es como funciona el mundo». Pero hubo una generación de mujeres que dijo que no tenía por qué ser así. Y ahora la vida de mi sobrina es muy diferente a la vida de mi abuela. Esa transformación ocurrió en un par de generaciones porque suficientes personas lucharon por ella. Pero creo que dónde estamos con la atención es un poco como donde estaban mis abuelas con el sexismo: odiamos lo que nos está pasando, pero creemos que así es el mundo. Se trata de explicarle a la gente que esto no es inevitable. Como sociedad podemos tomar diferentes decisiones, pero requiere un cambio en la psicología. Necesitamos dejar de culparnos a nosotros mismos y a nuestros hijos y darnos cuenta de lo urgente que es esto, porque en este momento estamos en una carrera. En un lado, están los doce factores que están socavando nuestra atención y que se volverán más poderosos y adictivos en los próximos 40 años. Del otro lado tiene que haber un movimiento en el que todos digamos: «No, no puedes hacerle eso a mi cerebro, no puedes hacerles esto a mis hijos». Por supuesto, elegimos una vida con tecnología, pero también elegimos una vida en la que podemos pensar profundamente, leer libros, donde nuestros hijos pueden jugar al aire libre. Si queremos eso, podemos conseguirlo.
Uno de los aspectos más preocupantes es la relación que acaba teniendo la crisis de la atención con la crisis climática: una sociedad distraída y «hackeada» no podrá enfrentar el mayor desafío de nuestros tiempos. ¿Cómo hablar entonces de neuroderechos y neuroética?
Creo que es un muy buen punto. Somos ciudadanos libres en democracias a veces conquistadas con mucho esfuerzo. Somos dueños de nuestras mentes y juntos podemos recuperarlas si queremos. Porque si te roban la concentración, como está sucediendo ahora, aspectos de tu ser, de tu identidad y de tu vida están siendo robados. Cuando vemos a un niño que no puede concentrarse, sabemos que ese niño tendrá dificultades para ser todo lo que podría ser. Eres la suma total de cómo pasas tus minutos y horas. ¿Cuál es la cifra promedio ahora? La persona promedio toca su teléfono 2.687 veces al día. Y esa es la cifra antes del covid-19. Es deprimente. No deberíamos aceptar esto. Nunca tuvo que suceder. No tiene por qué continuar. Podemos darle la vuelta. Pero para hacerlo tenemos que entender lo que nos está sucediendo en un nivel profundo. Comprender los factores que están dañando nuestra atención y abordarlos uno por uno. Hemos hablado sobre los grandes cambios colectivos, pero también debemos defendernos como individuos. A nosotros mismos y a nuestros hijos. Enfrentarnos a las fuerzas que nos están haciendo esto. Tenemos que hacer ambas cosas, no es lo uno o lo otro. No somos impotentes, tenemos que aprovechar nuestro poder en ambos niveles. Y cuando lo hacemos podemos recuperar nuestra atención.
jueves, agosto 28, 2025
Despliegue de la vida esponsal. Liturgia viva
Nuestra forma de celebrar desvela bien quienes somos. Nuestra forma personal de celebrar y también nuestra forma comunitaria. Si necesitas cosas como ir el 1 de enero a Viena estás regular de la cabeza, además de sobrado en el bolsillo. Si disfrutas con encuentros sencillos y significativos con otras personas es que algo arde en tu corazón.
Dos personas que comparten plenamente su vida son un bien para todos. En una asociación a la que pertenezco (www.encuentroysolidaridad.net) desde siempre damos especial importancia al matrimonio. No necesita un brillo artificial y es bueno que la luz no se esconda. Por eso cada año hacemos una “renovación comunitaria del matrimonio” en la Eucaristía final de nuestra Asamblea anual.
Siguiendo una amplia tradición el sacerdote leonés Eugenio Merino a mediados del siglo XX, habiendo sido un referente para sus sacerdotes como director espiritual del Seminario de Valderas, acuñó la luminosa idea de centrar los sacramentos en que son “luz, medicina y fortaleza”. Así -fácilmente memorizable- aquellos cristianos iban reflexionando sobre ello a partir de sus vivencias. Con esa idea en esta renovación del matrimonio se pretende sobre todo aumentar el amor más que conservarlo, porque la experiencia y la reflexión saben que el amor tiene mucho que ver con la voluntad. Para amar, sobre todo hace falta querer: querer amar.
En la historia del apostolado obrero y solidario hemos querido siempre actualizar y recrear estas formas de celebrar. Sin hacer ningún tipo de artificio ni de exageración hemos reelaborado algunos textos y gestos, siempre respetando las ideas fuerza y los gestos fundamentales. Creemos seguir la multisecular praxis de los creyentes que tampoco se han atado fría y quizá un poco farisaicamente a las normas, o mejor dicho a la exterioridad de las normas.
Por eso el ultimo 16 de agosto, en el marco de la Eucaristía hicimos un poco distinto, un poco más completo, la Presentación de ofrendas. Quisimos ofrecer nuestro deseo de una mejor vivencia del sacramento del matrimonio. Especialmente los que están casados, pero también los que por alguna razón se separaron e incluso los no casados podemos hacer algún tipo de ofrecimiento que tenga relación con el amor por este sacramento esencial para la Iglesia.
Para san Juan de la Cruz y los místicos la relación esponsal es la mejor imagen de la relación del alma (hoy decimos más bien la persona) con Dios. “Que mi amado es para mí y yo soy para mi amado” dice Teresa de Jesús. “Pues ya no eres esquiva, acaba ya, si quieres; rompe la tela de este dulce encuentro” dice Juan de la Cruz. Lo más interesante es, me parece, la vivencia cotidiana de esto en la pastoral y la vida de cada día. De forma que no solo los grandes teólogos sino que la práctica habitual de nuestro entorno lo hace. Y así aparece en muchos sectores sociales antes del Concilio y sobre todo después. Una pequeña muestra de ello es que hace años que la revista del centro teológico de Las Palmas publicó un magnifico artículo del sacerdote Higinio Sánchez sobre la íntima relación entre matrimonio y Eucaristía.
El Vaticano II dio gran importancia a la Liturgia. Manifestó que es elemento central de la renovación que pretendía. Algunas exageraciones de la creatividad parecen haber producido el pendulazo de volver a las normas de manera ritualista. Nada peor puede pasar. Las personas influidas por el sacerdote Marcelino Legido (unos más, otros menos) siempre hemos deseado una vivencia creativa que respetara fielmente la celebración. Era yo muy joven cuando oía decir que Marcelino había dicho a alguien que manejaba caprichosamente las celebraciones “la Eucaristía no es tuya, es de la Iglesia”. Avatares de la vida me llevaron a ser el párroco por un año de sus parroquias y esa experiencia se sentía en el ambiente. Era algo magnífico.
Dio la casualidad que en aquel momento tocaba visita pastoral del Obispo. Tras las jornadas de la Visita tuvimos una reunión de curas con don Braulio en un santuario. Se le preguntó espontáneamente sobre sus impresiones y lo primero que dijo fue algo así como “Bueno, parece que habéis desterrado el “lavabo” pero bien, muy bien”. Se refería a que en las parroquias ningún cura hacia el preceptivo rito del lavado de manos. Sin embargo quedaba claro que no le daba ninguna importancia. El obispo sí lo hacia en sus celebraciones pero entendió perfectamente que aquel grupo de curas no estaba haciendo ninguna herejía. En el libro dedicado a Marcelino (El esplendor de la misericordia) el obispo Braulio escribió de él con mucho cariño y admiración como sacerdote fiel. Es con esas coordenadas como muchos intentamos ensanchar vitalmente la liturgia, tan lejos de los caprichos como de la rigidez.
En el caso concreto de esa Presentación de ofrendas cada quien, muchos en pareja, ponen sobre el altar algo de su vida que quieren ofrecer. El ser humano tiene vocación de generosidad. Se pueden ofrecer cualidades, tiempo, bienes materiales, dificultades, temores, entusiasmo… Todo ello se expresa con algún objeto y lo ponemos en el altar. No tratamos con ello de hacer una “miniconsagración” de objetos. Es más sencillo. Queremos entrelazar nuestra vida con los sacramentos, con Jesús, queremos bendecir y ser bendecidos. Somos miembros de un Cuerpo y queremos expresarlo. Somos amor, recibimos amor y lo damos.
lunes, agosto 25, 2025
Tetrapléjico por una zambullida: «Te olvidas de la vida que imaginaste»
Said Lamrabet es uno de los 17 pacientes ingresados. Se tiró de forma imprudente a una piscina natural y pide, como los sanitarios que le atienden, mucha responsabilidad
La nueva realidad que afrontan después de tres meses en planta, en el caso de Cris, y ocho en el de Fran, la ve lejana y con esperanza uno de sus compañeros, Said Lamrabet, que desde 2021 vive en la unidad después de sufrir una lesión medular tras una zambullida.
El joven, de 31 años y natural de Marruecos, llegó a las islas en patera en 2020. Un año después, una tarde de abril y por paradojas del destino, fue en el mismo lugar donde sobrevivió donde todo cambió. «Me tiré mal a una piscina natural y me quedé tetrapléjico», cuenta Said desde la cama de su habitación después de almorzar junto a sus compañeros en el comedor.
Él es uno de los trece pacientes con una lesión medular ocasionada por zambullida que han sido atendidos en esta unidad, de referencia en el archipiélago y que solo cuenta con 17 camas, durante los últimos cinco años. En esta planta, un equipo multidisciplinar de rehabilitación intensiva, compuesto por cerca de 60 profesionales, entre los que hay fisioterapeutas, terapeutas ocupacionales y psicólogos, acompaña y enseña a los pacientes, 44 durante 2024, a «vivir con todas las posibilidades».
ORACIÓN PARA APRENDER A AMAR EN LO COTIDIANO
SEÑOR JESÚS
Al comenzar este nuevo día,
Jesús camino verdadero,
AMÉN
martes, agosto 19, 2025
Meter la para entera y tener media pata metida
Cuando un eclesiástico de “alto rango” mete la pata a fondo ya sabemos quienes van a salir raudos a frotarse las manos. ¿Por qué con tanto interés? A mí con esta gente me parece más razonable hacer como con los aristócratas, ni caso. ¿Recuerda que pasó cuando un aristócrata dijo que estaba bien que las niñas se prostituyesen si así sacaban para ir viviendo? Sentimos asco y seguimos, no se le dio más importancia. Cosas de aristócratas. Cosas de salvajes. No recuerdo ni el nombre del tipo.
Pero los medios de intoxicación son así. Lo explica bien el presidente de la Conferencia episcopal y le hacen menos caso que al que mete la pata hasta el corvejón y se hace eco toda la ristra que estaban deseando que ocurriera para hacer caja económica y satisfacción de sus instintos. Un chollo.
Hace poco a una amiga de absoluta fiabilidad un importante programa de televisión la tuvo dos horas y media al sol para que hiciera unas declaraciones sobre inmigración. Los reporteros le dijeron varias veces que desde los servicios centrales del programa decían que no valía. ¿Qué pretendían? Que dijera lo que ellos querían que dijera.
No soy experto en historia de la espiritualidad pero los auténticos revolucionaros no parecen haber tenido esa mirada. Francisco y Clara de Asís, Teresa de Jesús y Juan de la Cruz, Ignacio de Loyola, Carlos de Foucauld, hermanita Madeleine (paridad casi casi…) no se han fijado en los desnortados sino que han emprendido con vigor la revolución en si mismos, en el pueblo y en sus comunidades, aunque lo llamaran reforma. Porque si ponemos la lupa sobre estas salidas de tono no nos damos cuenta de nuestro mas o menos fango y hasta nos creemos buenos.
Los medios eclesiásticos que destacan esas frases de ciertos eclesiásticos lo único importante que hace es dejarnos tranquilos en nuestra mediocridad. El racismo no puede hacer más tragable el microrracismo. El machismo no hace tragable el micromachismo. La dictadura no debe hacer más tragable la democracia formal. El paro no debe hacer más tragable la explotación laboral. La guerra no hace más tragable la violencia. La mediocridad nunca es la solución. Frecuentemente no es más que la justificación de formas un poco menos injustas.
¿sufrimos porque pecamos?
Sin embargo, al acentuar de tal modo la culpa, se ha tendido a relativizar el sufrimiento real de las víctimas de la injusticia, de la violencia y de las estructuras de pecado. La cruz, interpretada únicamente como pago por la culpa, se reduce a un drama individual y espiritual, perdiendo su fuerza como signo de la solidaridad radical de Dios con los crucificados de la historia.
Una teología de la redención más fiel al Evangelio debe poner en el centro no solo la superación del pecado, sino también la liberación del sufrimiento. El clamor de las víctimas, tan presente en la Escritura, es inseparable del misterio de Cristo que muere y resucita. Recuperar esta dimensión significa reconocer que la salvación no es solo perdón para el pecador, sino también justicia, consuelo y vida para quienes han sido heridos por el mal.
jueves, julio 31, 2025
El p*rnocardenal dscubierto por Javier Cercas
Desde que fue elegido Francisco llamaba la atención la perspectiva pastoral de quien empezaba a ser llamado el teólogo del Papa, el Rector de la Pontificia de Buenos Aires. Circulaba por nuestros email un libro suyo escaneado, “La conversión pastoral”, realmente colosal. Era para varios lo mejor que habíamos leído: la pastoral necesitaba una conversión.
Por entonces un obispo auxiliar de Bergoglio visitaba España por razones familiares y nos decía que el Papa había pedido al teólogo que no se manifestara demasiado, que mantuviera un “perfil bajo”. Y así lo hizo Tucho -como muchos le llamaban- pero siguió opinando de manera normal en su Facebook ¡e interactuaba!, siempre con buen criterio.
A Cercas le llamó la atención precisamente el tono amistoso del ahora cardenal Victor Manuel Fernández. Tucho le cuenta a Cercas que una vez el arzobispo de México propuso a Bergoglio salir a comer algo, disfrutar de un asado y Bergoglio le convenció de que se quedasen en casa a comer un poco de pollo y verduras. Bergoglio “no sale nunca a cenar, nunca en su vida se ha tomado vacaciones, nada, no sé de ningún gusto personal”, dice el cardenal.
Tucho es un hombre libre y sorprende a Cercas recurriendo a un poema erótico para explicarle el máximo don de Dios, lo que ha hecho siempre la gran literatura mística, del Cantar de los Cantares a santa Teresa y san Juan de la Cruz: usar el erotismo para alabar a Dios, el amor humano para describir el amor divino.
El famoso escritor español quedó tan sorprendido que tuvo que investigar y descubrió: "También el padre Fernández lo ha hecho siempre: en 1995 publicó un libro titulado Sáname con tu boca. El arte de besar; en 1998, otro, La pasión mística. Espiritualidad y sensualidad, que consta de capítulos con rótulos como «El camino hacia el orgasmo» o «Dios en el orgasmo de la pareja», y donde se lee: «Acaricio tu rostro, señor Jesús, y llego a tu boca. [...] Acaricio tus labios, y, en un inaudito impulso de ternura, tú me permites que los bese suavemente».
¡Qué poco nos conoces chaval! Javier Cercas y el Papa Francisco como “El loco de Dios en el fin del mundo”
La chispa, sin embargo, que lo hizo posible fue la designación a dedo por algunas instancias vaticanas para que escribiera un libro sobre el viaje de Francisco a Mongolia. Así nació el libro “El loco de dios en el fin del mundo”. En el fondo está el espíritu de Francisco de tender puentes. Ese Francisco que prefirió ser entrevistado por la Sexta a por TreceTV. Ese Francisco que entiende literalmente lo de Pontífice (el que tiende puentes).
En el libro se desvela el intelectual que sabe preguntar. Y relatar las entrevistas que hace. Las entrevistas al jesuita Spadaro y al cardenal Tolentino son sabrosísimas. Y además los describe bien, el primero un jesuita cauto, el segundo un poeta abierto. Otra entrevista magnífica (merecedora de ser comentada aparte) es la que tuvo con el cardenal Victor Manuel Fernández, llamado a veces el teólogo de Francisco y a veces el pornocardenal por las tan abiertas reflexiones sobre sexualidad como teólogo que se han hecho desaparecer sus libros sobre la cuestión.
Cercas tiene buenas preguntas. Pregunta a casi todos lo mismo. Una de las preguntas más importantes es si la sinodalidad es algo similar a la democracia. Unos dicen que sí, otros que no. El poeta cardenal Tolentino ofrece quizá una de las entrevistas más interesantes. Tolentino dice que Bergoglio es muy jesuita en la forma en que usa la imaginación. “Hay dos tipos de personas: los que tienen miedo de los demás y los que sienten curiosidad” señala. Francisco -dice- no tiene miedo de la imaginación, aunque es normal -como decía Santa Teresa- verla como la loca de la casa el Papa tiene fe en la imaginación, una fe tremenda. Por eso el año Santo 2015 lo inauguró abriendo la puerta Santa en la catedral de Bangui en República Centroafricana. Según Tolentino un sacerdote suele tener un discurso que vale para cualquier momento, en cambio Francisco busca sintonizar en el presente para intervenir en él y no le da miedo hacerlo.
Otra pregunta insistente de Cercas es que le parece en reportajes sobre el Papa que lo espiritual brilla por su ausencia, que lo religioso parece eclipsado por lo político. Todos le contestan prácticamente lo mismo, sobre qué es realmente lo religioso para el cristiano. En este asunto se mantiene el tozudo intelectual que parece Cercas completamente inamovible.
El bagaje cultural de Cercas normalmente le ayuda. Por ejemplo cuando Brunelli le cuenta que el Papa le dijo que el sentido del humor es la expresión humana que más se parece a la gracia divina, Cercas le recuerda que en español una persona con sentido del humor es una persona que tiene gracia. Francisco sabe bromear sabe reírse de las cosas y de sí mismo, dice Brunelli.
Sin embargo sorprende que Cercas confunda el dogma de la Inmaculada Concepción con el de la virginidad de María. No parece razonable que no haya dejado el original a alguien que sepa de estas cosas, por muy laica que sea la editorial. Parece que se fía demasiado de esa idea de Europa cristiana que él defiende y que merece muchas matizaciones.
Otro de los temas recurrentes es si la razón de ir Francisco a Mongolia es realmente acercarse a China. Algo parece haber en ello y algunos lo ven razonable, pero no CercaS quien ve con desilusión que el Papa no viaje a Mongolia por ser periferia sino para seducir al gigante, por “terrenales intereses políticos”.Y aquí me parece que se desvela la típica exigencia de muchos ateos por la pureza de los creyentes que ellos mismos menosprecian para sí mismos.
Los más queridos por Cercas resultan ser los misioneros. Quizá una admiración que se prefiere, en realidad, mantener en la distancia. De los misioneros admira la valentía, el sacrificio y la capacidad de hacerse de otro pueblo, lo que suele llamarse inculturación. Dice de una reunión de misioneros que se celebra “en medio de una atmósfera de fraternidad sin restricciones que hasta hoy no había respirado en ninguna parte”. Pero en el trato directo estos no se dejan embaucar Cuando dice al padre Ernesto, uno de sus admirados misioneros: “cuando todos los cristianos sean como ustedes se acabaron los problemas de la Iglesia”, según cuenta el autor ”el padre Ernesto me escucha riéndose de nuevo, negando con la cabeza y cuando termino de hablar me da una palmada piadosa en la mejilla: ¡Que poco nos conoces chaval!”, ¿la frase más importante del libro?
El libro me ha resultado muy interesante y me ha hecho reflexionar aunque resulta largo y no termina uno de saber qué busca el autor. En debates televisivos el autor ha sido criticado desde parte del pensamiento laicista por colaborar con la Iglesia. Me temo que Cercas haya sido un simple intelectual que ha sentido la fuerza de la fe pero no se plantea para si mismo lo que cita de Dostoievsky: “Mi fe surge del horno de mis dudas”.