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| Antonio Paneque sostiene el Evangelio para la proclamación por parte de Manolo Medina en la visita de la Virgen del Pino al Complejo hospitalario Materno Insular de Las Palmas de GC |
BUSCAMOS UNA ATENCIÓN INTEGRAL, HUMANIZADORA
Compendio de reflexiones sobre la identidad del Agente de Pastoral de la Salud y su papel en la atención a los enfermos, recogidas de distintos artículos aparecidos en la revista Humanizar
La enfermedad no es simplemente una situación de crisis del sujeto, repercute en todo su contexto. como las ondas de un estanque cuando lanzamos una piedra. Esas ondas modifican de alguna manera la realidad del estanque, afectando a los otros y constituyendo una nueva realidad: el contexto-enfermo.
La atención integral, humanizadora, no consiste solo en atender al enfermo en todas sus dimensiones, más bien se trata de estar abiertos a los mensajes del sufriente, para que, desde las partes más sanas del cuidador, podamos construir un nuevo vínculo sanador, tanto para uno como para el otro.
El camino del individuo va de lo insano a lo sano, de la enfermedad a la salud y a la salvación. La enfermedad no es un obstáculo que se cruza en el camino, en sí es el camino por el que el individuo se encamina hacia la curación. Cuanto más conscientemente contemplemos el camino, como hacía Jesús, tanto mejor podrá cumplir su cometido curador.
IDENTIDAD DEL AGENTE DE PASTORAL DE LA SALUD
El móvil fundamental del agente está en la fe, la fuente de una experiencia personal de Dios, que lo lleva a descubrir su vocación de servicio gratuito, a ejemplo de Cristo que "no vino a ser servido, sino a servir".
El servicio del agente es expresión del seguimiento de Cristo dentro de las propias circunstancias de vida, y brota del deseo de vivir el Evangelio e ir construyendo el Reino de Dios en el mundo de los enfermos, prolongando en el tiempo los gestos y actitudes de Jesús, Buen Samaritano. El agente desea contribuir a humanizar el mundo de la enfermedad, encarnando en él la humanidad de Dios.
Y se siente enviado por la comunidad eclesial, de la que es parte activa; enviado a evangelizar atendiendo, cuidando y acompañando a los enfermos. Como miembro de la Iglesia actúa en su nombre, hace suyos sus objetivos y se siente su mediador ante el enfermo y su familia.
RAÍCES PROFUNDAS DEL AGENTE
El cristiano encuentra la motivación para la caridad, para su servicio social y solidario, en haber sido amados por Jesucristo. Todas sus acciones solidarias y compasivas nacen de la gratuidad de un “amor primero” de Jesucristo. Somos don del amor de Dios manifestado en Jesucristo en orden a ser don de amor para los demás.
Dios siempre se pone del lado del pobre, del marginado, del esclavo, del que sufre. Oye y siente como propios los dolores, las miserias, la explotación y la injusticia que sufren las personas, y nos llama, como llamó a Moisés, para que en su nombre y con su fuerza les libremos de todo sufrimiento e injusticia.
El Espíritu Santo empujó a Jesucristo a anunciar la Buena Noticia a los pobres, liberándolos con su fuerza de la pobreza, de la esclavitud, del dolor. Ese mismo Espíritu nos urge a nosotros a hacer lo mismo.
SERVICIO QUE NACE DEL EVANGELIO Y DE LAS ENSEÑANZAS DE LA IGLESIA
Ser agente no es un privilegio, es un deber que brota de la fe, una respuesta coherente con los compromisos bautismales, una invitación a testimoniar la fe, la esperanza y la caridad.
El modelo es siempre Jesús, que se dedicó en su vida a promocionar a los enfermos, marginados y excluidos. Él se identifica con los pobres, con los que sufren. Lo que a ellos le hacemos, a Él se lo hacemos, hasta el punto de que la salvación o la condenación dependen del amor que demos o no a los que sufren.
La Iglesia, a lo largo de su historia, se ha inspirado en el ejemplo de su Fundador y ha querido siempre vivir el mandamiento del amor.
ACTITUDES DEL AGENTE DE PASTORAL DE LA SALUD
Tienen que ver con la disposición general de la persona para el servicio.
1. Amor, respeto y aceptación del otro sin discriminación
2. Discreción sobre los asuntos de los que tenga conocimiento
3. Acogida abierta y diálogo sincero
4. Amabilidad sin ser paternalista ni crear dependencia
5. No hacer del servicio un asunto personal, ni aceptar regalos o privilegios
6. Sentido de la justicia y de la común igualdad como seres humanos
7. Preferencia por los más débiles y necesitados
8. Paciencia y perseverancia para el trabajo con personas enfermas y, sobre todo, las que tienen limitaciones físicas o mentales
PERFIL DEL AGENTE DE PASTORAL DE LA SALUD. ES UNA PERSONA
Llamada y enviada. Por Dios a trabajar a favor de la vida en el mundo de la salud; es presencia amorosa y liberadora de Jesús que alza y sana al caído.
Con una honda experiencia de Dios. Abierta al Espíritu Santo y configurada con Cristo, experimenta fuertemente en su vida la gracia y la presencia divinas. Acepta el misterio de la fuerza de la debilidad de un Dios crucificado.
Equilibrada. Es persona equilibrada, su madurez humana y psicológica le permite iluminar y orientar situaciones conflictivas y de crisis.
Discreta. No impone su presencia; atenta para captar lo que el otro quiere y necesita; respeta sus silencios y confidencias. Reconoce la propia pobreza, sus límites, y es consciente de no poder responder a todos los problemas, pero tiene un corazón capaz de hospedar todo sufrimiento y comunicar consuelo, serenidad y paz.
Llena de confianza en el Señor. No se deja guiar por criterios de eficacia y de éxito. Purifica constantemente sus motivaciones y, en los momentos difíciles en que se sienta desanimada e impotente, refuerza su confianza en el Señor, el único que puede salvar.
Abierta a la formación y capacitación. Se preocupa por actualizarse y ofrecer un servicio adecuado y oportuno, y se involucra en procesos de transformación de realidades de sufrimiento, dolor y muerte en realidades de vida y esperanza.
Líder y educadora. Su capacidad de liderazgo la habilita para animar, coordinar y estimular las fuerzas vivas de la comunidad y el trabajo de los grupos pastorales. Es educadora natural, capaz de acompañar los procesos de cambio, descubrir talentos, favorecer la creatividad, despertar y canalizar expectativas.
Acogedora y humana. Es rica en humanidad, comunica cercanía, acogida, cariño; escucha y acoge al otro con su historia personal y le ofrece hospitalidad en su corazón. Es amable, hospitalaria, altruista, generosa, responsable, disponible, gentil, respetuosa, dialogante, abierta a todo lo existente en la mente y corazón del hombre.
Dialogante. Es respetuosa de la libertad religiosa y de las creencias de los enfermos, de los familiares y trabajadores de la salud. Reconoce y acepta las diferencias.
Trabajadora en equipo. Cree y favorece el trabajo en equipo y la colaboración interdisciplinaria. Sabe trabajar en una pastoral de conjunto y facilita la integración con las otras áreas. Posee un buen conocimiento de la realidad y está capacitada para educar en la promoción de la salud y en la prevención de las enfermedades.
Consciente de ser sanador herido. Acepta y asume que vivimos en una sociedad enferma, herida. Aceptar e integrar sus propias heridas le ayudar a vivir la llamada a compartir el ministerio de sanación, con todo sufrimiento humano, con corazón acogedor, lleno de comprensión, ternura y amor.
Dispuesta a aprender de los enfermos. Los enfermos evangelizan y recuerdan que nuestra esperanza está puesta en Dios. Su valor y serenidad interpelan y ayudan a crecer espiritualmente; enriquecen a nivel humano y a nivel de fe.
Creyente en la vida. Ha de tener una fe indestructible en el valor y significado de la vida. Y una gran esperanza fundamentada en su fe en Jesús, culminación de la historia, que enjugará todo dolor y llanto.
Conocedora del alma del sufrimiento. Sabe confrontar al sufriente de forma empática para generar procesos de transformación. Conoce la lógica del sufrimiento y sabe medicar el dolor del alma.
Cultivadora de sí misma. Ha de ser contemplativa y activa, conocer suficientemente los componentes de su persona: los negativos para corregirlos y los positivos para potenciarlos y sacarles fruto. Cultiva el equilibrio psicológico, la sana motivación, el control emocional, el arte de la comunicación. Es perseverante, con mentalidad abierta, manteniendo vivo el deseo de aprender y perfeccionarse.
Con preparación teológica. Conoce la doctrina cristiana y la Biblia para dar “razones de esperanza” (1Pe 3,15) cuando sea cuestionada. En la Palabra de Dios y el Magisterio halla motivos de esperanza para dar sentido a las situaciones humanas.
En comunión con la Iglesia. Persona de comunidad, comunicación y comunión eclesial. De la comunidad eclesial recibe delegación, preparación y alimento espiritual.
Discípulo que comunica vida. Tiene la gran misión de vivir y comunicar la vida nueva de Jesucristo: la vida se acrecienta dándola. Los que más disfrutan de la vida son los que dejan la seguridad de la orilla y se apasionan en la misión de comunicar vida a los demás.
Imagen de Cristo y de la Iglesia. El agente de pastoral está llamado a ser la imagen viva de Cristo y de su Iglesia. De varias formas actualiza, revela y comunica al enfermo no sólo el amor de curación y de consuelo de Jesucristo, sino que expresa, de forma continuada y con frecuencia silenciosa, los milagros de curación que la Iglesia ha recibido de Cristo y que tiene el poder de realizar.
TAREA DEL AGENTE DE PASTORAL DE LA SALUD
-observa con atención, comprende y ayuda con empatía al documento humano viviente que es la persona bajo cuidado.
-para eso, está atento a las redes humanas vivas en las que está inserta, con una perspectiva sistémica
-es pastor atento y cuidadoso, como el buen samaritano, y renuncia a todo poder que genere dependencia
-sabe diagnosticar, evaluar las necesidades de la persona y su entrelazamiento con la dimensión espiritual y religiosa, lo que requiere discernimiento desde las ciencias humanas y desde la mirada de Dios
-es un consejero, o narrador que ayuda a articular diversas historias, por duras que sean, como parte de una historia más amplia de un Dios que las hace suyas y transforma.
-es agente de esperanza, ayuda con su acompañamiento y presencia a reinterpretar los recuerdos del pasado e imaginar un futuro lleno de esperanza.
-es comadrona espiritual, que media en los misterios de la vida, enfermedad y muerte, ayudando a que nazca siempre una nueva vida.
-es jardinero, y también planta, que cuida a los demás y a sí mismo, poniendo especial atención en el terreno donde crecen.
-es maestro, que no quiere ser depósito de conocimientos a verter, sino educador que ayuda a extraer y hacer crecer lo que los demás ya tienen dentro de sí.
-es sanador herido que enfatiza la sintonía que se produce en la relación pastoral entre sus sufrimientos propios y aquellos de los que es testigo, ayudando a descubrir que las propias heridas, trabajadas y sanadas, pueden despertar en otros fuerzas de sanación.
-es pastor compasivo y resiliente que crece en sabiduría a través de las luchas y el contacto con la resiliencia ajena.
-es compañero de viaje, como en Emaús, que anuncia que no hay lugar para la desesperación, sino que cada momento es lugar de encuentro y comienzo de un nuevo viaje, animado por una nueva esperanza.
-es mediador religioso y cultural, que traduce la palabra de Dios en palabras comprensibles hoy.
-es facilitador de encuentros, con Dios, entre las personas, fomentando nuevas proximidades.
Todas estas imágenes evocan riquezas relacionales que expresan una sabiduría pastoral que implica la capacidad de hablar con seriedad sobre la vida, la alegría y el dolor, la salud y la enfermedad, ya sea hablando de Dios o sin nombrarlo. Sobre todo sin nombrarlo en vano, con escaso respeto hacia el misterio. Y esto requiere creatividad e imaginación, porque decir que siempre se ha hecho así es una fake news.
