domingo, abril 13, 2025

Giorgina Orellano en Café D'Espacio

Casi tres horas de charla y nadie se levantaba de sillas no especialmente cómodas. Algunos de pie, otros en el suelo. Este sábado Café d`Espacio desbordaba emoción. Una puta estaba siendo escuchada. Supongo que la mayor parte de los allí presentes somos en teoría personas que preferimos un mundo sin prostitución pero escuchar a una militante de la solidaridad, una mujer de abajo, una mujer luchadora nos parece algo especialmente importante. Hoy, en Las Palmas de GC, Georgina Orellano, la mujer argentina que ciertas fuerzas no han dejado hablar en el ESPAL, ha hablado y ha destilado solidaridad, esperanza, emoción y fuerza por todos los poros de su tatuada piel.

“Sacúdanse los privilegios” dijo que ha espetado más de una vez a grupos variopintos. Como ha hablado -aunque la cancelaran- en calles y garitos está tranquila y trasmite entusiasmo. No está derrotada ni ella ni sus amigas. “Nacimos canceladas, no es un drama, le hemos encontrado gusto, tiene una mística”. ¡Ahí es na! Como se nota que es luchadora. No hay tiempo para la lamentos.

En un ejercicio de honestidad afirma que su formación sindical fue gracias a "varones q habían sido víctimas de la dictadura, me gustaría decir que nos formaron feministas pero nos formaron sindicalistas que lucharon contra la dictadura" dijo. Entre lo que aprendieron en la vida sindical destaca el no hacer “victimización": “Si no seríamos una ONG repartiendo preservativos”.

Critica con fuerza al Estado, tener que pagar a la policía para ejercer la prostitución. “Queremos un reconocimiento que impida el aplastamiento”. Habló claro de lo poco científicos que eran los comentarios de los psiquiatras relacionando ciertos fluidos con una supuestos transtornos mentales que afectaban a las prostitutas de manera general . “Los psiquiatras nos hablaban de prácticas que nos dañaban y no nos hablaban de cómo nos afectaba ir presas que es lo que realmente nos afectaba”,

Acudían -cuenta- a conferencias públicas donde levantaban la manos para intervenir. Recuerda con indignación Georgina que las veces que las dejaban hablar luego les hablaban con pena. Cuenta con dolor las preguntas que les hacían: “Te preguntaban si serías lo mismo si volvieras a nacer. ¡Cómo si lo fuéramos de nacimiento! ¡Quién nos dice eso nos emputece más!”.

Contó Orellano que su relación con el feminismo ha tenido sus altos y sus bajos. Manifiesta que en cierto momento algunos sectores del feminismo pasaron de la compasión a la bronca. “Nos llegaron a llamar proxenetas”, dice. Señala con estupor que fueron acusadas de dividir. Denunció también que se las quiera rescatar sin preguntarlas, que se les ofrezca sin diálogo máquinas de coser o cursos de administración.

Como ejemplo de ese dirigismo del mundo de la asistencia social recordó que en cierta ocasión un buen número de compañeras fueron hospitalizadas por tuberculosis, una enfermedad que tiene mucho que ver con la mala calidad de la vivienda. Las asistentes sociales conectaron con el sindicato para ofrecerles un libro concreto. Desde el sindicato les dijeron que habría que preguntarles a ellas. Y así se hizo. Ellas -que no sabían leer- querían que les llevaran un cura; porque ellas creen y rezan. Y así se hizo. En un libro de pronta aparición cuenta esta y otras hermosas historias que han vivido juntas. Todo el encuentro de Café d’Espacio estuvo atravesado por el buen humor, por la capacidad de hacer frente juntas a la vida. Muchas veces fueron capaces de superar situaciones muy duras. “Querían vernos llorar y nos reímos”.

Expuso toda estas cuestiones de manera prolija y ágil pero su ritmo se hizo pausado cuando trató la cuestión de la maternidad. Ante un silencio más atento aún fue desgranando los hechos referidos a la marginación y juicios sufridos como madres. Ahí se sintieron especialmente vulnerables: “Nos entró [el sentimiento de] culpa no por puta pero sí por madres. Nos preguntaban si querríamos eso para nuestras hijas y pregunté si eso se le preguntaba a las limpiadoras de casas particulares”.

Giorgina se siente feminista y llama al diálogo entre feminismos. Las mujeres de su asociación no quieren cancelar a nadie y exigen no ser canceladas. Creen que hay colectivos que se enganchan al poder y vuelven a reproducir el típico aplastamiento del capitalismo a las últimas. Dice que han llegado a odiar algunos sectores del feminismo por “blancas, burguesas, académicas…”. Cree que hay un feminismo muy del Estado y se pregunta; “¿Qué es el Estado para un pobre? Policía, psicólogos y trabajadoras sociales que te quitan los hijos”. Al hilo de esta cuestión enlazó con la actualidad: “Milei salió de la tibieza progre que se sumó al Estado. El pueblo no perdona eso”.

La ponente principal de este largo encuentro explicó con cierto detalle la relación que ellas, como colectivo sindical, mantienen con el mundo académico al cual acusó de “extractivismo”. Señala que las que iban a estudiarlas nunca les devolvían nada, “no nos respetan como sujetos”. Llegó un momento, sin embargo, en que llegaron al acuerdo de que les dieran clases y así pudieron entender muchas cosas que no les resultaban ajenas a su vida, como el patriarcado y otros conceptos del feminismo.

Orellano no eludió contar detalles vitales que explican su posición: “Todas habíamos hecho otros trabajos de los que el feminismo no quiere hablar, por ejemplo limpiar casas. Luego rechazan que elijas hacer algo que me daba más dinero y más tiempo; podemos ser madres y activistas, lo cual en otros trabajos no era posible”. Giorgina se pregunta por qué no escandalizaba al feminismo que te descontaran salario por romper un plato. También, aludiendo al feminismo, se pregunta “¿Desde cuándo nos hemos creído las buenas?”.

Sus palabras finales fue para plantear con honda emoción la importancia de abrazar a las rotas. Esta magnífica mujer del pueblo no dice casi citas de autores, no lo necesita porque desborda vida. Por mi parte, al oírla, recordé al payaso Alain Vigneau; “Bienaventurados los fracturados porque dejan pasar la luz”