Hoy me he pasado una hora intentando escuchar a un grupete de chavales entre 8 y 10 años. Majetes, la verdad. Para ellos yo soy Eugenio, el cura de las Comuniones, poco más. Me alegra para empezar que son poco formales, no les asusto, ni me respetan demasiado, tampoco me agreden y nos escuchamos con normalidad.
Les pregunto por sus padres, la mayoría dicen que para ellos son iguales papá y mamá. Que les quieren y hacen las mismas cosas.
También los peques entienden que cada uno es de una manera. De ellos distinguen diferentes cosas. Han destacado: amable, simpático, trabajador, empática, graciosa, ordenada... y otros que no recuerdo.
También hablamos de abuelos, de sus bromas. de sus chuches, de sus atenciones. Algunos están "en el cielo".
Encuentro sincera a la infancia de hoy: "me arrestaron porque no me defendí en el cole, me explicaron que no hiciera daño pero que no me dejara hacer daño", "cuando estoy descalzo md preguntan ¿descalzo?, me lo preguntan tres veces y si no hago caso 'arresto digital' me dicen". De algunas cuestiones prefieren no hablar, pero no me parece que mientan.
Me llama la atención que muchos de ellas repasan el día, qué hicieron, qué tal fueron las cosas, de alguna manera reflexionan. Piensan sobre si mismos y sus cualidades. A veces se sienten con poca imaginación, o conocen sus cualidades"
Hablamos del día de la Primera Comunión. "Es como un cumpleaños", "vamos a adorar a Dios", "vamos a estar con Jesús al unirnos a los amigos de Jesús", "es que yo quiero ser cristiano porque yo quiero".
Dicen que a veces rezan, saben hacer la señal de la Cruz y el Padre Nuestro. De la vida de Jesús les llama la atención que con barro curara a un ciego, que convirtiera el agua en vino, que muriera en la Cruz.
Se preguntan si san Jose es Dios y quien fue la madre De Dios "porque alguna madre estaría antes de estar Dios ¿no?"
Tienen miedo de equivocarse delante de todo el mundo. Algunos dicen que no quieren contar sus secretos y algo les cuento de que la Reconciliación no es eso.