"El que tenga sed, venga a mí; y beba el que cree en mí." Como dice la Escritura: "De su seno brotarán manantiales de agua viva.”»
Esta oferta de Jesús desvela algo de nuestra experiencia de relación con Dios. Él no manda, no ordena, él sugiere: EL QUE TENGA SED.
La sed es algo natural, no hay que hacer grandes esfuerzos para tenerla; no tenerla es signo de enfermedad. También es signo de vejez y quizá a los viejos cristianos algo de esto nos pasa. No está de más contemplar que más de un creyente vive que la relación con Dios es fácil: “Lo difícil no es ser santo, lo difícil es ser honrado”.
Como esta expresión posiblemente suscite las dudas del lector le voy a rogar que reflexione sobre lo que dice el Evangelio cuando dice que “brotarán de su seno manantiales de agua viva”. ¿No será que queremos una relación con el agua viva reducida a cantimplora? Dios es un manantial, presente ya en nosotros, no es un rácano.
Otra cosa que ocurre con la sed es que muchas veces nos hemos peleado con los niños y con nosotros mismos intentando apagar la sed con refrescos que no solo no la apagan sino que la excitan. Sanitarios sensatos piden que se les ponga un buen impuesto porque son dañinos. También esto pasa con la relación con Dios. Puede que estemos intentando apagar con la sed con ídolos religiosos que no la apagan sino que excitan. O sea que el camino tras ciertos ídolos es falso pero también puede ayudar a caminar tras el verdadero encuentro con Dios.