No sabemos muy bien la verdad exacta de estos viajes de José a Egipto, vuelta a Israel y meterse en Nazaret. Lo que está claro es que sí le importó al evangelista y a la Iglesia primitiva.
También le interesa a la Iglesia de hoy, que se mueve para acá y para allá a veces escuchando los gritos de su tiempo y a veces dándo vueltas por la vida huyendo de este o de aquel, porque los emigrantes -muchas veces- son Iglesia tanto como el Papa.
José y familia salen porque Herodes es un matón que teme que le quiten el poder. Miedo irracional pero no por eso menos asesino. Hoy que se dice superficialmente que “todos los políticos son iguales” no está mal recordar que cuando el matón (¿por miedo?) murió José y familia volvieron. Al migrante siempre le queda la pregunta de si debe volver de Egipto. No es tontería. ¿qué pasaría si volvieran a África todos los médicos africanos que viven en ciudades como Chicago? Lo mismo sobraba más de una ONG.
José oye que el sucesor de Herodes (que de momento no es tan bruto) tampoco sigue políticas muy solidarias y en vez de a la boca del lobo se mete en Nazaret. Este reyezuelo siguiendo el tiempo será el superficial que pida a Jesús que le divierta. No le mata pero le manda al matadero; deporte frecuente que ejercemos cuando nos dejamos exprimir por esa exprimidora industrial que es la superficialidad. Que matamos y herimos por superficialidad más que por maldad lo sabe cualquiera que haya observado la vida.
En fin, que no todos los gobernantes son iguales. Uno manda matar y otro pide que le hagan reír. No es lo mismo. En estos días hemos recordado también el aniversario del fallecimiento del alcalde Camilo Sánchez. Desde aquellos Herodes a algunos políticos les ha dado por seguir a Jesús y en vez de matar o pedir que les hagan reír ha habido alcaldes que servían a los demás y daban su vida por los demás. Y recordando a Camilo nos han presentado la vida de 4 alcaldes que amaron políticamente y que, por tanto, multiplicaron el efecto de su amor. Admirable.