En una carta del 12 de junio de 1982, de Christian de Chergé cimenta su pensamiento sobre cómo afrontar a los musulmanes: “Con todas mis fuerzas, creo que, para entrar de verdad en diálogo, será necesario que aceptemos, en nombre de Cristo, que el islam tenga algo que decirnos de parte de Cristo. Si no, cada uno “se queda en lo suyo”, mantiene las distancias, y la atención cortés que manifestamos al otro se queda estéril, aparte de ayudarnos a proporcionar argumentos apologéticos”