Alfa y omega
«Veremos ese suelo bendito, de donde Pedro partió y adonde no ha retornado ninguno de sus sucesores». Con estas palabras anunció Pablo VI -pillando por sorpresa a casi todos- el viaje que marcaría la dinámica de todos los pontificados sucesivos en dos direcciones: los Papas viajan; Tierra Santa es el origen y la meta. La voluntad de Dios pasa por la unidad de la Iglesia
Ha querido el Papa Francisco repetir, 50 años después, el mismo recorrido con idéntica duración (tres días, tres etapas: Amán, Belén, Jerusalén) y ha tenido que aceptar la misma frustración: renunciar a Damasco. Hoy, como ayer, la ciudad siria es «impracticable». Pablo VI llegó a enviar a dos observadores porque su ilusión era pisar las huellas de san Pablo, de quien había tomado el nombre apenas seis meses antes, pero la situación del país lo hacía inviable. Exactamente igual que ahora; Francisco lo solventará cenando con refugiados sirios en Jordania.
Pero no son viajes, sino peregrinaciones. Los dos Papas hablan de una peregrinación de oración, una peregrinación ecuménica.
No son casuales estos paralelismos. La mayoría, de hecho, son deliberados. El Papa Francisco eligió la víspera de la Epifanía para hacer el anuncio solemne, porque quería que coincidiera con el aniversario de una conversación: la que mantuvieron Pablo VI y el Patriarca Atenágoras el 5 de enero de 1964, en la delegación apostólica de Jerusalén:
Pablo VI: Le expreso toda mi alegría, toda mi emoción. Verdaderamente pienso que éste es un momento que vivimos en presencia de Dios.
Atenágoras: En presencia de Dios. Lo repito, en presencia de Dios.
Pablo VI: Y yo no tengo otro pensamiento, mientras hablo con usted, que el de hablar con Dios.
Atenágoras: Estoy profundamente conmovido, Santidad. Me vienen las lágrimas a los ojos.
Pablo VI: Puesto que éste es un verdadero momento de Dios, debemos vivirlo con toda la intensidad, toda la rectitud y todo el deseo…
Atenágoras: …de seguir adelante…
Pablo VI: …de hacer avanzar los caminos de Dios. ¿Tiene Su Santidad alguna indicación, algún deseo que yo pueda cumplir?
Atenágoras: Tenemos el mismo deseo. Cuando leí en el periódico que había decidido visitar este país, me vino inmediatamente la idea de expresar el deseo de encontrarme aquí con usted y estaba seguro de que tendría por parte de Su Santidad una respuesta…
Pablo VI: …positiva…
Atenágoras: …positiva, porque tengo confianza en Su Santidad. Lo veo a usted. Le veo -sin adularle- en los Hechos de los Apóstoles. Le veo en las cartas de san Pablo, cuyo nombre porta. Le veo aquí, sí, le veo en…
Pablo VI: Le hablo como hermano: sepa que yo tengo la misma confianza en usted.
Atenágoras: Pienso que la Providencia ha elegido a Su Santidad para abrir el camino de su…
Pablo VI: La Providencia nos ha elegido para entendernos.
Atenágoras: Siglos para este día, este gran día… ¡Qué alegría en este lugar, qué alegría en el Sepulcro, qué alegría en el Gólgota, qué alegría por las calles que Él recorrió!
Pablo VI: Estoy tan lleno de impresiones que necesitaría mucho tiempo para hacer emerger e interpretar la riqueza de emociones que tengo en el alma. Quisiera aprovechar este momento para darle mi palabra de que le trataré siempre con absoluta lealtad.
Atenágoras: Lo mismo por mi parte.
Pablo VI: No le ocultaré nunca la verdad.
Atenágoras: Y yo siempre confiaré en usted. (…)
Pablo VI: Y desearía saber qué es lo que piensa Su Santidad, Su Iglesia, sobre la constitución de la Iglesia. Es el primer paso…
Atenágoras: Seguiremos sus opiniones.
Pablo VI: Le diré aquello que creo exacto, derivado del Evangelio, de la voluntad de Dios y de la auténtica Tradición. Lo expresaré. Y si hay puntos en los que no coincido con su pensamiento acerca de la constitución de la Iglesia…
Atenágoras: Lo mismo haré yo (…)
Pablo VI: Ninguna cuestión de prestigio, de primado, que no sea el establecido por Cristo. Pero absolutamente nada que trate de honores o de privilegios. Veamos lo que Cristo nos pide y cada uno toma su posición. (…)
Son palabras textuales que no fueron difundidas hasta 1979. Que fueron registradas por los micrófonos de la RAI, y que deberían haber sido borradas, porque era un encuentro privado y confidencial… Pero, a veces, el periodismo ayuda a la Historia. Será inevitable tener presente este diálogo el próximo mes de mayo, cuando el abrazo se repita.
Paloma García Ovejero