Eugenio A. Rodríguez
Algo de ruido mediático se ha levantado ante la afirmación del arzobispo de Tánger: “Dios es de izquierdas”. Y eso que él mismo lo advertía diciendo antes: “No sé si se me entenderá bien si digo que...”.
Las
palabras de Agrelo no son discursos. El grito brota de la valla
contra migrantes. Sin valla no hay frase. Él mismo relata su cambio
de pensamiento al respecto: “Recuerdo que [en Astorga] pensé: qué
vienen a hacer, quién les manda subirse a la valla, la Guardia Civil
tiene que rechazarlos. Ése era mi pensamiento. Luego llego a
Marruecos y me encuentro con ellos. Y mi pensamiento ha cambiado”.
¿Qué
ha pasado? El dolor le ha traspasado... y su corazón se ha pasado al
otro lado de la valla. Esa angustia compasiva le ha movido a la
solidaridad. Y lo ha visto claro: Dios está del otro lado. No está
con el orden. Dios está con el que salta la valla, no con el que la
pone. Tampoco está con el que con una mano pone la valla y con otra
discursea contra la valla, como hace la izquierda oficial (no real).
¿Entonces
Dios no está con todos?
Pregunta
“piadosa”, claro. Imaginemos una madre, que es de lo más
parecido al amor de Dios. Tiene dos casas y dos hijos. A cada hijo le
deja una casa. Valiéndose de triquiñuelas, legales eso sí, uno se
queda con las dos casas. ¿Con quien estará la madre? ¿Alguien lo
duda? ¡Con el desahuciado! ¿Acaso no ama también al desahuciador
legal? Sí, pero le ama -precisamente- estando con el desahuciado,
frente al desahuciador. Y estar con el desahuciado -precisamente- le
exige estar frente al desahuciador; y así ama a los dos.
Y
Jesús ¿con quien estuvo? En el pesebre. ¡Podría haber elegido el
palacete de Herodes, pero no lo hizo! Y amó también a Herodes...
pero estuvo del otro lado de la valla. Y ahora, en este valla...
¿dónde esta Dios? ¿de este lado o del otro lado? ¿Dios está con
el asaltante o con el orden? Ya lo dijo Juan Pablo II: “Los
migrantes son la avanzadilla de la solidaridad”. No dijo “los
migrantes legales...”. Dios está siempre con las víctimas. Y
aunque parezca otro tema, realmente no lo es: Este fue el asunto que
dramáticamente no entendió el vasco Setién, que para eso vivía en
Donosti. Sin embargo, el santo que daba nombre a su ciudad, San
Sebastián, fue una víctima de las cuchillas de su tiempo.
Dios
también ama a los de este lado de la valla. Pero nos dirige aquella
mirada que dirigió al joven rico, el que prefirió anclarse en su
pasado y sus seguridades. Él nos mira con ternura, pero plantea
libertad, no sumisión al (des)orden establecido.
Por
eso, si se quiere entender, se entiende bien que Agrelo diga que, sí,
Dios es de izquierdas, porque no es de Orden sino de Futuro. No es
extraño que se dijera que era el Mesías.