El papa Francisco volvió hoy a dar muestras de su gran sencillez, al celebrar misa en la Casa de Santa Marta con unos 30 recolectores de basura y jardineros del Vaticano, a quienes sorprendió al sentarse junto a ellos durante el oficio religioso para realizar una plegaria personal. Al Pontífice se lo vio sentado, solo, rezando en las sillas del fondo de la sala. El gesto cosechó emoción y elogios de los trabajadores presentes. “Somos los invisibles. Encontrarse frente al Santo Padre, en una misa, para nosotros es una cosa que no sucede todos los días. Me daba vuelta y veía la cara de mis compañeros. Salimos todos con los ojos brillosos” , contó a Radio Vaticana Luciano Cechetti, responsable del servicio de los jardines y la limpieza urbana. Y prosiguió: “fue una misa verdaderamente muy simple, a contacto directo con quien desde hade pocos días fue electo Pontífice. Le agradecimos tanto, especialmente cuando nos saludó al final (de la misa). Fuimos presentados uno a uno y para cada uno de nosotros tuvo una palabra. Lo que nos dijo a todos fue "recen por mi’” . Cechetti contó que varios de los trabajadores le pidieron visitar juntos los jardines del Vaticano y el Papa sólo hizo una señal de aceptación con la cabeza. “No dijo que no...” , apuntó. Los trabajadores que participaron en la misa en Santa Marta, donde vive actualmente el Papa argentino, normalmente cumplen sus tareas en la plaza San Pedro. El jueves, en cambio, en la celebración estaban presentes los empleados del mismo Domus de Santa Marta, refirió hoy el vocero vaticano, padre Federico Lombardi. “El Papa -contó el portavoz- dio un breve pensamiento muy bello: si nosotros tenemos el corazón cerrado, si tenemos el corazón de piedra, las piedras llegan entre las manos y estamos listos a lanzarlas” y por ello es necesario abrir el corazón al amor. En el medio de la misa Francisco se sentó en los bancos junto a los fieles para realizar una plegaria personal, contó el padre Lombardi, en medio de la sorpresa de todos. “Cuando nuestro corazón es una piedra, sucede que tomamos piedras verdaderas y lapidamos a Jesucristo en las personas de nuestros hermanos, especialmente aquellos débiles. Por eso se requiere abrir el corazón al amor”
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