El buey se transforma en un toro.
La mula se transforma en el
caballo.
La Virgen destrozada, sostiene al
niño Jesús en brazos, muerto por las explosiones. No es la Piedad, porque no
sostiene a Jesucristo arrancado de la Cruz, sino al niño Jesús reventado por
las bombas.
San José no es solamente el
guerrero muerto que empuña una espada rota, es también una figurilla
destrozada. Su cabeza, al igual que la mano que empuña la espada, parece más un
trozo de una pieza del nacimiento que un cuerpo desgarrado.
El personaje que ilumina la
escena entrando desde la ventana de la derecha es el ángel anunciador de los
pastores.
Las dos mujeres que aparecen por
la derecha, la mujer con la toquilla y la que eleva sus brazos al cielo, son
los pastores que entran en escena en la adoración, pues se acercan decididas y
desorientadas hacia la Virgen con el niño muerto.
La estrella de Oriente es la
bombilla cenital estrellada que ilumina la escena.