hermano Walfrid, un religioso marista irlandés que se trasladó a Escocia y que atendió a los miles de irlandeses católicos que emigraron debido a la hambruna en su isla.
El fútbol, herramienta para conseguir fondos
Pronto se dejó la vida buscando dinero para sus niños pobres y consiguió la implicación de empresarios y de algunas personas importantes de la ciudad.
Pero de repente vio la forma conseguir la ayuda necesaria para sus pequeños: el fútbol. Siendo un adelantado a su época observó la posibilidad de organizar eventos deportivos como vía para recaudar fondos para los niños pobres y emigrantes de Glasgow.
El Celtic nació en la sacristía Pronto comenzaron los partidos y la llegada de fondos para los niños pobres. El proyecto fue creciendo puesto que el equipo también servía para que los niños pudieran estar atendidos mientras sus padres, obreros todos, trabajaban en las factorías de Glasgow.
El legado del hermano Walfrid
Por ello, el hermano Walfrid no es sólo el fundador del Celtic sino todo un emblema y un ejemplo a seguir. Los aficionados de este equipo escocés consiguieron que en las inmediaciones del campo, el Celtic Park, se colocara en 2005 una estatua de este hermano marista, inauguración que realizó el propio arzobispo de Glasgow.
Catolicismo, seña indiscutibleSu legado sigue muy presente en el club y la esencia católica es una seña indiscutible. De hecho, hasta hace pocos años todos los sacerdotes podían entrar gratis a los partidos de los “católicos escoceses”.
La persecución a los católicos
Su histórica vinculación con el catolicismo en un país de mayoría protestante les ha granjeado siempre grandes persecuciones. Sus aficionados y sus jugadores han sido tradicionalmente increpados por sus orígenes religiosos y étnicos aunque nunca han renegado de ello.
Caso curioso fue el del portero polaco Artur Boruc. En todos los campos era insultado por ser católico y además de la misma nacionalidad que Juan Pablo II. El Papa era el objetivo de estos aficionados. Por ello, en un derbi ante el Rangers el guardameta decidió homenajear al ahora Beato y al acabar el partido se fue a la afición del Celtic con una camiseta con la foto de Juan Pablo II en la que ponía: “Dios bendiga al Papa”. Desde entonces se convirtió en el ídolo de su afición.