viernes, agosto 23, 2019

REZA POR MÍ

MIGUEL ÁNGEL ROBLES/ABC
Rezar es una conversación con los que ya no están, el recuerdo de los que te antecedieron y la oración para seguir su ejemplo. Rezar es pedir por ellos. Y también pedirles a ellos por los que estamos aquí. Es el momento de más calma del día, y, en mi caso, el de primera hora de la mañana, poco más de las seis, y el agua de la ducha caliente cayendo despacio sobre los hombros. Rezar es una fotografía en sepia, un regreso a la casa de tus abuelos y al tiempo sin tiempo de tu infancia. Es pasar por la Iglesia de San Pedro, de camino al colegio, y rezarle al Cristo de Burgos un Padre Nuestro para que te ayude en los exámenes. Es el refugio del frío, y el silencio acogedor. Rezar es tener memoria.
Rezar es lo que va antes del trabajo o después del trabajo, y lo que nunca lo suplanta,  porque ya lo dice el refrán: a Dios rogando y con el mazo dando. Es lo único que puedes hacer cuando ya no puedes hacer más, y es la forma de comprometerse de quien no tiene otro medio de hacerlo, como cuando rezamos por un enfermo que se va a operar y ya está todo en manos del cirujano (y de Dios). Rezar no hace milagros, o sí los hace, eso nunca lo sabremos, pero ofrece consuelo al que reza y a aquel por quien se reza. Rezar nunca es inútil, porque siempre conforta.
Rezar es decir rezaré por ti y, también, reza por mí. Y es, por tanto, lo contrario a la vanidad. Rezar es la aceptación de tus limitaciones. Es aprender a resignarse cuando lo que pudo ser no ha sido. Es vivir sin rencor, aprender a olvidar, aceptar la derrota con dignidad y celebrar el triunfo con humildad. Rezar es resignación cuando procede, pero también arrebato y pundonor cuando toca. Es buscar las fuerzas si no se tienen y confiar en que las cosas van a ser como deberían ser. Rezar es optimismo, no dar nada por perdido, luchar y resistir, como en la canción, erguido frente a todo, y es mi padre antes de morir. Rezar es fragilidad y entereza.
Rezar es curar las heridas, restañar los arañazos, superar el daño que te han hecho. Pasar página y empezar de cero. Perdonar las ofensas y también pedir perdón. Y sobre todo tener gratitud. Rezar es dar las gracias por vivir y por lo que la vida te ha dado. Es despertarse con las ilusiones renovadas. Aferrarse desesperadamente a lo inmaterial. Acordarse de lo que de verdad importa, y relativizar todo lo demás. Es establecer las prioridades, poner en orden los papeles de tu mesa, buscar la trascendencia, pensar a lo grande.
Rezar es desconectar y apagar el móvil. Es introspección en la sociedad del exhibicionismo. Es relajarse y calmar los nervios. Y prepararse mentalmente para lo que ha de venir. No es solo buscar el coraje, sino también la inspiración, la idea, el enfoque, la luz, el claro en medio de la espesura. Rezar es razonar, aunque parezca lo más irracional que haya. Es la mente funcionando como cuando juegas un partido de tenis. Es planificar y anticipar las jugadas. Es abstracción en los tiempos de lo concreto y lo material. Es pausa en un mundo excitado. Es calma cuando todo es ansiedad. Y es aburrido en la dictadura de lo divertido.
Rezar es una forma extrema de independencia, una actividad casi contracultural, lo más punki que se puede hacer una tarde de domingo. Es la forma más radical de practicar “mindfullness”, tan pasada de moda que cualquier día se volverá extraordinariamente “cool”. Rezar podría computar como horas de trabajo para los empleados públicos, pero no sirve  porque es una práctica “antisistema”, sin reconocimiento alguno del “establishment”. Tan políticamente incorrecta que la gente oculta que reza como esconde la tripa para la foto. Rezar es un placer oculto, que se reserva para la intimidad. Un acto privado, y casi a escondidas, que, cuando se hace acompañado, necesita cierta oscuridad y mucha, mucha, confianza.
Rezar es desnudarse y abrir tu alma a la persona con la que rezas. Y es una declaración de amor por la persona que tienes en tus rezos. Es derramar tu cariño sobre los que más quieres y sentir el cariño de los que rezan por ti. Rezar es tener a otros en tus oraciones y  estar en las oraciones de otros, que es mucho más que estar solo en su memoria. Rezar, y sobre todo que recen por ti, es la mayor aspiración que uno puede tener en la vida. Un privilegio inmenso. Es querer tanto a alguien como para rezar por él, y que alguien te quiera tanto como para rezar por ti. ¿Cabe mayor orgullo? ¿Existe mayor plenitud que la de saber que hay una madre, un hermano, un hijo o un amigo que quiere que Dios te proteja, y te dé salud, y te ilumine, y te ayude, y te acompañe, y esté siempre contigo?
Rezar es tener fe. Tener fe en la vida, en las personas, en tus amigos, en tus hijos, en tus padres, en Dios. Rezar es la maestría de niños y abuelos. Y es un súper poder que nos predispone al bien. Rezar es creer y ser practicante de un mundo mejor.

OPINIONES DE LECTORES
Rezar es estar bien con uno mismo y dar gracias por estar aqui y rezar también por los que no están
he recordado cosas q no debería haber olvidado y q empezarémos a tener otra vez muy en cuenta. Gracias.
para nosotros rezar es agradecer continuamente lo que tenemos y que reine en el entorno de mi familia
Rezar es tener fé, rezar es estar bien con uno mismo y todas las personas, rezar es dar gracias a Dios y a muchas personas; y te hace sentir bien contigo y con el mundo. rezar es desconectar y entregar tus sentimientos al señor grande todopoderoso, rezar cura y calma todas las heridas
 Es buscar las fuerzas si no se tienen y confiar en que las cosas van a ser como deberían ser. Rezar es optimismo, no dar nada por perdido, luchar y resistir, Me ha encantado el artículo
La verdad q lleva mucho razon. No hay mas orgullo que rezae y q rezen por ti... Signo de carño y amor.
Y la verdad mas grande q es algo privado oculto... Si por esta sociedad.... Lo dicho.... Esconder la tripa para la foto....  Y es verdad.... A veces sentimos verguenza de entrar a una iglesia o rezar un padrenuestro por lo q las habladurias o la gente pueda pensar.. Gran error por nuestra parte
Rezar no hace milagros, o sí los hace, eso nunca lo sabremos, pero ofrece consuelo al que reza y a aquel por quien se reza. Rezar nunca es inútil, porque siempre confort
Rezar es lo único que puedes hacer cuando no puedes hacer mas.... 
"Rezar nunca es inútil porque siempre conforta". 
rezar no hace milagros pero consuela al que reza", mientras esperaba mi juicio por el trabajo rezaba por mi, para darme fuerza a mi misma por los meses duros que me esperaban hasta la fecha del juicio y con los dias aprendí que pasara lo que pasara(ganara o perdiera el juicio) las cosas pasaban por algo y siempre hay un aprendizaje de las cosas que nos pasan.
Nos recuerda que rezar nos proporciona paz y calma, pero también subraya que casi nadie reconoce que reza, que es como si pensásemos que al rezar estamos haciendo algo malo de lo que avergonzarnos y tuvieramos que escondernos.

domingo, agosto 18, 2019

MATERIALES BÁSICOS PARA LA CATEQUESIS FAMILIAR


Los padres pueden usar con sus hijos varios materiales complementarios a las reuniones, actividades y contenidos de los mail:

1 . LIBRO DE JESUS
Antes que para los niños éste comic es una forma sencilla de que los padres tengan una visión aproximada del mensaje central de cualquier catequesis: JESÚS



2 . DIBUJOS Y CARTA ENTRE EL PAPA FRANCISCO RESPONDE A NIÑOS DEL MUNDO
Ninños de diferentes partes del mundo preguntan al Papa por Jesús, el Mal, el mundo... y muchos otros temas.
Aunque es para niños TAMBIÉN VALE PARA LOS PADRES. NO DEJES DE usar las cartas entre el Papa y los niños. Estas son sólo una muestrai




























3 . ESTUDIAR NO ES ABURRIRSE
Hablamos del estudio porque todo lo que afecte a la persona nos importa. En este folleto se ayuda a los padres a enfocar el estudio. Sobre todo gira en torno al cultivo de la confianza y la responsabilidad.

También nos interesa porque algunos creyentes han señalado la importancia de cultivar la ATENCIÓN para poder tener una vida espiritual. En concreto en nuestro propio blog hay un artículo al respecro de Simone Weil

















4. SACRAMENTO DE LA EUCARISTÍA
En este folleto se presenta de manera resumida el Documento de Benedicto XVI sobre la Eucaristía como Sacramento del Amor





miércoles, agosto 14, 2019

LA ASUNCIÓN DE LA VIRGEN

Martín Gelabert OP
Albergo la convicción de que una buena reflexión teológica sobre María puede ayudar a comprender mejor la vida cristiana. El misterio de la Asunción es un buen ejemplo de ello.
 
Las liturgias católica, ortodoxa y anglicana, conmemoran el 15 de agosto la fiesta de la Asunción. En cierto modo es una fiesta ecuménica. En la isla de Mallorca, en la que estoy pasando unos días, quedan restos de antiguas tradiciones populares sobre esta fiesta en forma de alguna procesión, alguna novena, retablos y pinturas. Pero, sobre todo, porque en prácticamente todas las Iglesias de la isla se expone a la Virgen “muerta” rodeada de ángeles. Esta denominación popular de la “Virgen muerta” convive con otras de carácter más teológico, como el Tránsito o la Dormición de María. Ambos aspectos, el popular y el teológico, resultan significativos para la antropología cristiana: María muere, porque esta es la condición por la que todo ser humano debe pasar para entrar en la gloria; pero la dormición y el tránsito orientan a otra dimensión del fin de la vida terrena: para el cristiano, la vida no termina, se transforma; por tanto la defunción no existió para María ni existe para el cristiano.
 
Hay que distinguir entre la Asunción y la Ascensión. En la Asunción, Cristo sube al cielo por su propio poder. María es asunta porque son los ángeles (que en las representaciones icónicas rodean su cuerpo muerto) quienes la transportan al paraíso. Los ángeles: signo de la presencia de Dios. María, y todo cristiano, entra en la vida definitiva por el poder de Dios. Los cristianos de Bizancio representan la asunción del alma de María, mientras que en Occidente es más frecuente la asunción del cuerpo. En algunos retablos de Mallorca se aprecian huellas de la asunción del “alma”. Las almas se representan como infantes amortajados, como puede comprobarse en los retablos de la Seo, y de las Iglesias de Montesión y Santa Eulalia de Palma. Vemos aquí las dos maneras como se ha concebido la entrada en la gloria, en función de distintas antropologías. Hoy la teología mayoritariamente entiende que la salvación integra todas las dimensiones de la persona, alma, cuerpo, corazón, conciencia, cultura, relaciones. En este sentido, el misterio de la Asunción de María es prototipo de lo que ocurre con cada persona: todas sus dimensiones, incluidas las corporales, quedan integradas en la salvación.

domingo, agosto 04, 2019

Segunda reunión sobre familia y tecnología

El pasado jueves nos reunimos nuevamente para compartir nuestras impresiones sobre la educación de nuestros hijos y su relación con la tecnología.
 Para ello empezamos recordando algunos puntos tratados en la cita anterior: la importancia del ejemplo de los adultos, el establecimiento de normas familiares y acuerdos de uso, la necesaria supervisión en el comienzo de su uso, etc ...
 Tras ello realizamos distinta comparaciones de la educación de nuestros padres y los cambios que ha provocado la tecnología, concluyendo que efectivamente la tecnología ha llegado para quedarse y no podemos mantener al margen a nuestros hijos.
 Por último, todos estuvimos de acuerdo en lo difícil y bonito que es la labor de educar, y que para ello es fundamental la existencia de la comunicación en la familia. Sólo así se podrá educar desde la escucha, la comprensión y tomar las mejores decisiones para la orientación de nuestros hijos sin dejarlos a un lado.
Y cómo parte de esa comunicación positiva recordamos las palabras del Papa Francisco, que en toda casa se escuche "por favor, gracias y perdón"


viernes, agosto 02, 2019

EL INFIERNO ES UNO MISMO


Martín Gelabert Ballester, OP
“El infierno son los otros”, dijo Sartre. Más acertado me parece T. S. Eliot cuando escribe: “¿Qué es el infierno? Es uno mismo, y es solitario”. Efectivamente, el ser humano ha sido creado a imagen de Dios, un Dios que es Amor, Comunión de tres personas. Esto significa que estamos estructurados para la comunión, y sólo cuando realizamos la comunión en el amor encontramos nuestro auténtico ser de persona. Donde no hay amor, la vida se convierte en un infierno, en algo insoportable. Vivir sin amor es vivir en contradicción con uno mismo. Por eso he comenzado diciendo que no me parece acertada la expresión de J.P. Sartre. Más que describir el infierno, lo que dice Sartre describe el cielo: el cielo son los otros. El cielo es vivir en comunión, en comunión con Dios y en comunión con los hermanos. Eso que decimos en el Credo, “creemos en la comunión de los santos”, es otra forma de describir el cielo.
En la Escritura hay distintas imágenes para describir lo que la teología llama infierno. Pero las imágenes del fuego no me parecen las mejores. Más adecuadas son esas que hablan de “llanto y crujir de dientes”. Esta imagen evoca la soledad, la imposibilidad de comunicación, el sonido inarticulado, el desencuentro. Además, ahí, en el no amor, en la soledad total, es donde está el verdadero dolor, el auténtico daño. Lo que ocurre es que como no entendemos de amores, nos cuesta comprender lo que puede ser el no amor. “¿No es suficiente infortunio el hecho de no amarte?”, se preguntaba San Agustín. Por tanto, la auténtica pena del infierno no hay que verla en los atroces castigos físicos que sugieren las imágenes del fuego. La gravedad del infierno está en la pérdida de Dios y, como consecuencia ineludible, en la pérdida de los hermanos. Si esto impresiona poco es porque en este mundo es imposible encontrar una comparación adecuada a este supremo mal.
Con lo anterior no estoy entrando en la cuestión de si el infierno está estrenado o no. Ni tampoco en la cuestión de si serán muchos o pocos o ninguno los que se condenarán. La esperanza cristiana nos mueve a pedir a Dios por la salvación de todos y cada uno de los seres humanos. Una salvación que nunca puede darse en solitario. Porque la salvación es vivir en el amor. Necesitamos a los demás para ser nosotros mismos. Si contrastamos la salvación con su contrario, entonces hay que decir: el infierno no son los demás, soy yo mismo separado de los demás, rehusando deliberadamente relacionarme, negando de este modo a Dios y quedándome yo solo con mi vacío.