domingo, septiembre 04, 2016

CARTA DESPEDIDA DE ANTOÑITO

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Chagall: Jesús y la Cruz
Sabemos que algún día la muerte llegará, pero nunca estamos preparados para vivir sin esa persona. Antes de nacer, Dios decide quienes serán nuestros padres, hermanos,… incluso quienes serán nuestros amigos. 
Porque somos familias de almas, nosotros, nos sentimos bendecidos por los padres que nos han tocado por sus esfuerzos, sacrificios y amor. El mejor regalo de Dios para con nosotros, pero no el único.
No sabemos cómo calmar nuestro espíritu cuando tras ese frío vidrio ves a la persona que tantas veces viste sonreír, no hay palabras ni consuelo que alcance a darnos luz en la oscuridad… Y llega aquella palabra que no quisiera que existiera… resignación. ¿A caso la resignación borra la tristeza? Son sentimientos encontrados, pero aunque no queramos  debemos empezar a resignarnos y a cargar con las responsabilidades que hicimos  o dejamos de hacer.
La muerte no es algo que se supere, es algo que se acepta, porque hay algo que ni la muerte rompe: El amor.
Aunque no sintamos tu voz, ni veamos tus ojos ni podamos abrazarte siempre podremos cerrar los ojos y recordarte para decirte que te amamos y que nos abraces.
Eres el mejor padre, único e inmejorable, pero también el mejor amigo para tus amigos. Recuerdos felices son muchos y nos aferramos a ellos para darnos fuerza y sentido a nuestras vidas, aunque es indescriptible nuestro dolor.
Viejito, sabemos que tu viaje era inevitable. Nuestros corazones se tranquilizan sabiendo que estás con los que partieron antes que tú y con el amor de tu vida: nuestra maravillosa madre. Que Dios los reúne nuevamente para compartir la Gloria del Señor y vivir en la eternidad.
No queremos llorarte porque sabemos que sólo se fue una parte de ti, la que podíamos tocar.
Queremos que te lleves esta carta hasta el cielo y cuando no tengas nada que hacer…léela y sonríe porque nuestros corazones ahora sufren, pero están en paz con el señor y sé que nos darás fuerzas para seguir adelante.
Somos mariposas de luz…Tú una especial porque tus alas es una tuya y otra de tu hermana melliza Carmen que, sin saberlo, se fueron juntos, sin sufrir uno por el otro… claro, si no no podrían volar. Vuelen hacia la luz de dónde vinieron; aquí quedamos los que nos quedan cosas que vivir y aprender como que el amor más grande, el segundo regalo de Dios, es el tiempo. No se compra pero sí se agota, por eso dediquemos tiempo a la familia, amigos a todo el que te pida aunque sólo sea un instante, eso es dar amor. Ahora que tenemos tiempo yo intentaré hacerlo.
Yo tuve una tía muy especial que, cuando era pequeña, nos llevaba a mis primas y a mí a visitar a algún enfermo. Nunca entendí por qué ella, que era tan sensible al dolor, iba a visitar a esas personas. Ahora con el tiempo comprendí que lo que hacía era regalar amor; la única riqueza que tenía para compartir con los demás.
Espéranos en la luz, hasta que lleguemos los demás, cuando Dios lo decida.
Queremos agradecer a todos los amigos y vecinos de mi padre que siempre estuvieron ahí, en especial a Águeda que fue nuestros ojos y nuestras manos en la atención a mi padre, era como ella dice: su niño chico; y a Matías que fue como su ángel de la guarda y que en el tiempo que estuvo en el hospital lo visitaba varias veces a la semana regalándole tiempo y compañía, a lo que mi padre le respondía con los ojos brillantes.
Gracias a todos por regalarnos amor con este tiempo que nos han dedicado para honrar a mi padre.
Hasta siempre viejito.